Lectura

Amós

Lectura de Amós

Tiempo de Lectura= 0:30 / Contiene: 9 capítulos, 146 versículos 4.217 palabras.

Datos de Orientación de Amós

Panorama del Libro de Amós

    Este tercer libro del "Libro de los Doce" es el libro profético más antiguo. Su mensaje básico es que Jehová ha rechazado completamente las actuales prácticas religiosas y socioeconómicas de Israel, de tal manera que va a poner fin al reino del norte y enviar a su gente al exilio (5:5, 27; 6:7; 7:11, 17). El asunto es la infidelidad al pacto en la forma de sincretismo religioso (Ver Recomendaciones para leer Deuteronomio) e injusticia social, sostenida especialmente por los líderes y por sus esposas indolentes (4:1; 6:1-6). Ciertamente estaban repletos de religión, pero no tenían el menor indicio de Jehová y su carácter (4:5; 5:21-23), de manera que el León ruge desde Sion (1:2) y Amós da la voz (3:8). 

    Los oráculos mismos probablemente fueron pronunciados en el santuario - el santuario del rey - en Betel (3:14; 7:10-17; 1 Rey 12:32) dentro de un breve período (Amós 1:1) y a nosotros nos llegaron cuidadosamente arreglados. La primera serie (1:3-2:16) procede del juicio de las naciones circundantes por varias formas de traición (1:3-2:3), a Judá por infidelidad (2:4, 5), al principio de un juicio sumario contra Israel (2:6-16). Luego viene una serie de tres anuncios de oráculos (3:1-5:17; "Oíd esta palabra", 3:1; 4:1; 5:1) que pronuncia el juicio venidero de Dios y también las razones de él. Enseguida hay dos oráculos de "ayes" que reflejan la complacencia de Israel, basada en la falsa seguridad de la religión (5:18-27) y la prosperidad material (6:1-14). Finalmente, Amós informa de cinco visiones, las primeras dos (7:1-6) indicando que el juicio venidero no será como los anteriores, sino que traerá destrucción total incluyendo el rey y su santuario (7:7-9). Esto llega a un encuentro con el sacerdote del rey en Betel (7:10-17), seguido por las dos visiones finales de destrucción completa (8:1-9:10). 

    En todo esto apenas hay una palabra de consuelo y solamente unas cuantas palabras que sugieren que Jehová podría aplacarse (5:5, 6, 14, 15). Pero el libro mismo concluye con un oráculo de salvación (9:11-15) que mira más allá de la caída de Israel y la de Judá también, que promete que "el tabernáculo caído de David" (Jerusalén) será restaurado en una era futura de abundancia.

Recomendaciones Específicas para la Lectura del Libro de Amós

    Amós es el primero de nuestros cuatro profetas canónicos del siglo octavo (un contemporáneo de Oseas, y un poco más antiguo que Isaías y Miqueas). El trasfondo histórico-político de Amós puede encontrarse en 2 Reyes 14:23-15:7 (2 Crón 26). Jeroboam II (en Israel) y Uzías ( en Judá) empezaron a reinar casi al mismo tiempo, y los dos tuvieron reinados largos y prósperos, que incluían expansión territorial de una clase que junta casi igualaba a la de David y Salomón. Esto fue posible mayormente porque sus reinados coincidieron con un período muy bajo en las condiciones de Asiria (782-745), hasta el ascenso de Tiglat-Pileser III. La casa real y los ricos consideraban, por supuesto, este período de crecimiento y expansión como evidencia de la bendición de Jehová, con un todavía más brillantes día de Jehová esperándolos (Amós 5:18). Pero en vez de eso, resultó ser un breve período idílico que duró apenas una generación. Por eso, aunque no es mencionado por nombre en Amós, Asiria todavía es el poder abominable en el panorama político, cuya sombra está al acecho en varios pasajes (2:13-16; 3:11; 5:3, 27; 6:7, 8-14; 7:9, 17; 9:4). En menos de una generación después de la muerte de Jeroboam, el reino de Israel dejó de existir completamente (722-721 a.C.), y la voz de Jehová ya no se escuchó allí (8:11, 12). Dios usó a Asiria como su vara de juicio contra su pueblo caprichoso (2 Rey 17:7-41).

    Lo que Amós vio y habló claramente en el apogeo de este período (Amós 1:1) fue que de hecho todo era lo opuesto de lo que parecía. Las "bendiciones" de ellos no tenían nada que ver con Jehová, sino con sus propias prácticas corruptas, ni su religión tenía mucho que ver con Jehová, aunque indudablemente todavía era llevada a cabo en su nombre. Por eso, solamente dos amplias categorías de pecado necesitan ser denunciadas: la religión sincretista (2:7, 8; 4:4, 5; 5:21-23, 25, 26; 8:10, 14) y la injusticia social (2:6-8; 3:9, 10; 4:1; 5:7, 10-13, 15, 24; 6:12; 8:4-6), las mismas que son claramente declaradas en el oráculo inicial donde se mezclan (2:6-8), como lo hacen de nuevo en 5:21-24 y en 8:4-6. Es esta combinación de opresión de los pobres en un contexto de entusiasmo religioso distorsionado lo que lleva al  juicio de Jehová en la forma de exilio.  

    Crucial a este juicio es la propia lealtad de Amós a Jehová y a su pacto En el corazón del pacto, como Jesús mismo lo señaló, está el amor a Dios y el amor al prójimo (Mar 12:30, 31). Por esto, al pacto del Antiguo Testamento, junto con los reglamentos de una adoración apropiada como un modo de mantener el amor de Dios, estaba llena de leyes que proveían una forma de equidad para todos, basada primordialmente en la distribución de la tierra (creando de esta manera una sociedad en su mayor parte rural en lugar de una sociedad urbana). Y los que no tenían tierra (viudas, huérfanos, levitas, forasteros) debían ser cuidados apropiadamente por los otros. La razón de esto, como se les recordaba constantemente a los israelitas en la ley (Éxo 22:21-27; Deut 16:18-20; 24:17-22), era que el mismo Jehová tenía compasión por los pobres (incluyendo a un pueblo esclavo llamado Israel, al que él había rescatado y hechos suyo).

    Pero durante este breve período habían tenido lugar enormes cambios, tantos en Judá como en Israel, especialmente en este último. Se había desarrollado una mentalidad urbana, con residencias lujosas y nombramientos aparatosos (3:12, 15; 5:11; 6:4-6), que era sostenida por una confabulación entre  la realeza, los sacerdotes, los profetas y los jueces, que llegaron a ser una aristocracia acaudalada a costa de los pobres. Jehová estaba harto de esto, de modo que escogió a un hombre de la tierra del sur, con poderosas capacidades para predicar, para hablar su palabra de juicio en todo lugar. De este modo, Amós renovó la clase de profetismo de Moisés entre el pueblo de Dios - dirigida a líderes y gente por igual, no solamente a individuos - anunciando que la maldición final por no mantener la lealtad al pacto, a saber, la desolación de la tierra y el exilio (Lev 26:27-45); Deut 28:25-68), estaban a punto de cumplirse, convirtiéndose él en precursor de muchos otros que habían de venir, la mayoría de los cuales trajeron al mismo mensaje al reino del sur.   

Un Recorrido por el Libro de Amós   

1:1, 2 

Encabezado

    Observe varios aspectos importantes de este encabezado: 1) Amós es un hombre de la tierra de Judá (Tecoa), quien cuidadosamente de fecha a sus "palabras". 2) En el versículo 2 se registra las palabras de Amós acerca del discurso de  Jehová, imágenes que serán tomadas de nuevo en 3:8. 3) No pase por alto la geografía: Jehová ruge en Sion, el Carmelo se marchita (al Noroeste de Jerusalén sobre el Mediterráneo, una línea recta que cruzará Betel y Samaria)


 1:3-2:16

Juicio sobre las naciones e Israel 

    Observe tres cosas que le dan a esta serie su poder retórico: 1) los modelos se repiten ("por tres pecados.. y por cuatro"), 2) son dirigidos contra los vecino más cercanos de Israel (empezando con un patrón quiástico: Noreste/Suroeste-Noroeste/Sureste, antes de ir directamente al este y al sur), 3) todos los pecados son formas de deslealtad hasta que llega a Judá (2:4, 5), que también ha quebrantado el pacto con Jehová. Puede imaginarse a los oyentes israelitas aclamando a Jehová hasta que a Israel mismo le llega su parte (2:6-16). Aunque siguiendo el modelo de los demás, este oráculo final es considerablemente elaborado, puesto que los puntos principales del mensaje de Amós están aquí: primero las razones del juicio (6-8), luego un breve repaso del desprecio de los israelitas por la historia del pacto (9-12), concluyendo con el pronunciamiento de la ruina venidera (13-16) 


3:1-15 

 Primer oráculo de aviso: fracaso en guardar el pacto

    Observe las diversas maneras en que este primer oráculo de "Oíd esta palabra que Jehová a hablado", organiza el resto del libro. Empieza con el privilegio del pacto de Israel (1, 2), seguido por la justificación de Amós por profetizar (3-8) a un pueblo que le había ordenado no hacerlo (2:12; 7:12, 13). Entonces los filisteos y los egipcios son llamados a testificar acerca de la futura destrucción de Israel (3:9, 10), seguida por tres advertencias de su ruina (11, 12, 13.15).  


 4:1-13

Segundo oráculo de aviso: el rechazo de las advertencias divinas

    Este segundo oráculo de "Oíd" anuncia juicio sobre las esposas indolentes de los acaudalados (1-3), concluyendo con una invitación irónica para aumentar sus prácticas religiosas (4, 5); esto seguido por una serie de recordatorios de juicios pasados que Israel ha dejado de prestar atención (6-11), con un llamado a prepararse "para venir al encuentro de tu Dios" en juicio (12). Concluye con un fragmento de un himno (13; 5:8, 9; 9:5, 6) que describe a su Dios como Creador y Revelador (Sal 104:2-5). 


5:1-17 

Tercer oráculo de aviso: falsa religión e injusticia 

    Este tercer oráculo de "Oíd" forma el carácter del libro en muchas formas. Observe su admirable estructura quiástica. Empieza y termina con un lamento por la caída de Israel (2, 3 ,16, 17), seguida por una invitación a "buscadme [a Jehová] y viviréis" (4-6, 14, 15), mientras el círculo interior denuncia a los recipientes de esta mezcla de ruina e invitación, es decir, los que pervierten la justicia (7, 10-12). El punto central es un fragmento más del himno, que recuerda al pueblo que el Creador es también el Juez (8, 9).  


 5:18-27

Falsa seguridad en la religión  

    Este primer oráculo de "Ay" habla directamente a la falsa seguridad de Israel en demasiados ejercicios religiosos multiplicados (más religión = más favor de Dios), pero del día de Jehová que están esperando de hecho resultará ser una pesadilla (18-20). Efectivamente, Jehová aborrece las prácticas religiosas de Israel (21-23), porque las personas mismas están llenas de injusticias (24). Observe especialmente la manera en la conclusión (25, 26) hace evidente la naturaleza sincretista de su presente adoración, terminando con un anuncio final de ruina (27).


 6:1-14

Falsa seguridad en los bienes materiales y en el éxito militar

    El segundo "Ay" es dirigido a los líderes de Israel (1), que estarán entre los primeros en ir al exilio (7). Su seguridad está basada en su gran riqueza y en el lujo (3-6, el 2 es muy debatido) y en algunas conquista militares menores (12, 13; note especialmente el juego de palabras en el nombre "Lo-debar" = "nada"). Observe la manera en que las dos falsas seguridades se acaban con el aviso de juicio (8-11, 14). 


 7:1-9

Informes de tres visiones: langostas, fuego y plomada 

    Con esta tres visiones la serie final de juicios empieza a moverse hacia el fin determinado por Jehová. Los dos primeros indican que lo que vendrá no será como las anteriores plagas (langostas/sequía; 4:6-9), el futuro de Israel estará lleno de (lit) gemidos ("plomada", RVA) porque su destrucción es ahora inevitable. Observe especialmente que el rey al fin es nombrado específicamente en 7:9, qué es lo que enciende la ira de Amasías, el sacerdote del rey.  


 7:10-17

En encuentro con Amasías  

    Este pequeño informe está lleno de interés. A su vez, el lector se da cuenta de que 1) Amós está en Betel, y que Amasías, el sacerdote del rey, informa de él al rey (10, 11), 2) cuando a Amós se le prohíbe profetizar (12, 13), él expresa que no es profeta por decisión propia, no pertenece al gremio profético (14, 15), y 3) él aprovecha este encuentro para pronunciar el juicio de Jehová contra Amasías y su casa (16, 17). Así, tanto el rey como el sacerdote son apartados para recibir pronunciamiento individuales de ruina.   


 8:1-9:10

Informes de dos visiones: la seguridad de la futura destrucción de Israel.

    Estas dos visiones pronuncian claramente el destino final de Israel. La primera (fruta de verano, 8:1-14) recapitula los asuntos de la falsa religión de los israelitas mezclada con injusticia (4-6), en la cual los cantos de su templo se vuelven gemidos (3) y su trato de los pobres se convierten en la "hambruna" final, la pérdida total de la palabra de Dios en Israel.

    La segunda (9:1-10) es climática, Jehová está de pie en el altar, que se derrumba sobre la cabeza del agente (1-4; observe lo opuesto en 4 de su fracaso en buscar el bien y odiar el mal 5:14, 15); después de una inserción más de himnos (9:5, 6) concluye con el anuncio de la total aniquilación de Israel (8-10). Israel no es mejor que sus vecinos paganos (7). 


9:11-15 

 Esperanza para el futuro

    Después de todo lo que ha pasado, esta palabra de esperanza es un alivio bien recibido. Viene en dos partes: 1) la restauración prometida de Jerusalén (11, 12) y 2) la llegada de la gran era mesiánica (13-15), que ha encontrado el principio de su cumplimiento en Jesucristo.


El libro de Amós declara una dimensión importante de la historia bíblica en alto relieve: la religión verdadera y la justicia social deben ir mano a mano, o se está rompiendo el pacto con Dios.