Lectura

Cantares

Lectura de Cantares

Tiempo de Lectura: 0:15 / Contiene: 8 capítulos, 117 versículos y 2.661 palabras.

Datos de Orientación de Cantares

Panorama del Cantar de los Cantares

    El cantar de los Cantares es un libro bíblico singular. Sin hacer una mención de Dios y escrito en una forma poética maravillosa, lleno de imágenes evocativas y vividas, es una celebración del amor sexual y de la fidelidad marital entre una mujer y un hombre. Aunque puede haberse originado en varios poemas de amor separados, su título, Cantar de los Cantares (singular), indica que en su forma canónica fue escrito para ser leído como varios episodios/escenas de un poema, por tanto, es "narrativo" sólo en el sentido de que tal poesía está tratando de crear un cuadro o una imagen. 

Recomendaciones Específicas para la Lectura del Cantar de los Cantares  

    Crucial para una buena lectura del Cantar de los Cantares es reconocer que éste llega  a los lectores básicamente a través de tres voces:la mujer, que desempeña el papel principal a través de la obra; el hombre, que celebra especialmente la belleza de la mujer y su amor por ella; y el cortejo nupcial, o sea las acompañantes, amigas de la mujer, llamadas las "hijas de Jerusalén". Los encabezados que aparecen en la RVA "el amado" (el hombre), "la amada" (la mujer) y "el cortejo nupcial" (las acompañantes de la mujer) no aparecen en el texto hebreo y son un intento por ayudar al lector a saber cuando hay un cambio de interlocutor. Otros personajes están presentes, básicamente como apoyo para la narración: los pastores 1:7, 8; los guardias de la ciudad 3:3; 5:7; los hermanos de la mujer 1:6; 8:8, 9.

    Lo que es más difícil de determinar es el papel que Salomón desempeña. Aunque es posible deducir en 3:6-11 que el hombre en el poema es Salomón mismo y que este párrafo lo presenta como el amado, no es necesario sostener esta postura para apreciar el mensaje del libro. De hecho, no hay mucho más que apoye esta postura, además de la posibilidad de que "sulamita", el título de la mujer en 6:13 signifique algo como "las señora de Salomón". La inscripción de 1:1 es muy ambigua en el hebreo, puesto que la preposición "le" podría ser posesiva (como en RVA) o forma de dedicatoria a Salomón como el comisionado original del Cantar para una de sus bodas, pero con la intención de que pudiera ser usado para fomentar al amor puro en cualquier matrimonio. Al mismo tiempo, 3:6-11 es distintivo y único de este poema (la descripción de una tercera persona), y la alusión a su harén en 6:8 y  8:11, mientras que la "viña" de la mujer es propiedad de ella (8:12). 

    Esta ambigüedad ha creado varias interpretaciones diferentes del texto; la que se ofrece aquí asume un contraste intencional, sugiriendo que el Cantar nunca tuvo la intención de ser aplicado sólo a Salomón, sino el de hacer que toda pareja de casados se vean como "rey" y reina" el uno al otro. Es decir, que el "amado" en la mayor parte del libro, no es específicamente Salomón, quien como rey oriental no invitaría a amar, sino que lo tomaría como el privilegio de su posición. Es más difícil imaginar a la mujer, en su papel primario, participando como si fuera parte de su harén. Por otra parte, factores tales como la asociación explícita con Salomón y la naturaleza proverbial de la conclusión (8:6, 7), hicieron posible su inclusión en la tradición de la Sabiduría judía. 

    El constante cambio entre los interlocutores y la riqueza de la poesía pueden dificultar el discernimiento de la estructura. La clave parece estar en algunos estribillos repetidos con los que concluyen varias de las escenas (la admonición a las hijas de Jerusalén, 2:7; 3:5; 8:4). La poesía en sí misma está llena de imágenes poderosas que llevan la intención de evocar la imaginación. Cubren una amplia esfera de la actividad humana: el mundo de la naturaleza (jardines, montañas, bosques, animales, plantas, especias, etc.), arquitectura (torres, murallas, ciudades etc.), vestidos/joyería objetos de guerra. La mujer, cuyo cuerpo y amor son descritos tres veces en las palabras que le habla su amado (4:1-5; 6:4-7; 7:1-9) es vista especialmente en términos de un jardín y una viña llenos de especias preciosas y de vino para el placer del hombre. El cuerpo del hombre es descrito sólo una vez (por la mujer a las hijas de Jerusalén) con una amplia gama de imágenes (5:10-16).

    La naturaleza franca y evocativa de estas descripciones ha sido históricamente un punto de dificultad para muchos, especialmente para los lectores/interpretes varones, tanto judíos como cristianos. El resultado generalmente ha sido el de alegorizarlas, tanto así que un concilio eclesiástico primitivo (año 550 d.C.) prohibió cualquier interpretación que no fuera alegórica. Pero tal interpretación parece ser una capitulación a la caída humana y a la manera en que el amor sexual ha sido frecuentemente torcido para convertirse en instrumento de explotación, manipulación y destrucción, hasta nuestros días. Este poema debe ser leído a la luz de Génesis 1 y 2, después del mandato: "Sed fecundados y multiplicaos..." (Gén 1:28). Dios plantó un jardín (2:8) en el cual puso al hombre y a la mujer que había creado a su propia imagen. La narración concluye con las palabras: El hombre ...se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban (2:23, 25). El cuadro del amor sexual en este libro vuelve a capturar esta escena, donde la mujer y el hombre disfrutan de absoluto deleite y placer el uno con el cuerpo del otro, y lo hacen sin ninguna vergüenza. Ésta es, por tanto, la manera que Dios usa para recobrar tanto la fidelidad como la unión y la intimidad del matrimonio que el enemigo ha tratado de robar a los hijos de Dios por medio de hacerlo parecer atractivo fuera del matrimonio, como algo vergonzoso o que no debe mencionarse dentro del matrimonio. Este autor inspirado tiene un punto de vista muy diferente.               

Un Recorrido por El Cantar de los Cantares

1:1-6 

 La presentación de los amantes

    Es característico dentro del libro que la mujer lleve el papel principal, de manera que en la escena inicial donde cada personaje es presentado por primera vez, ella determina el escenario para el resto: su deseo por su amado y su deleite en él, con una invitación a ser tomada por él.  Si "el rey" es literal, entonces Salomón es el prometido, de otra manera se trata de una metáfora, en la que se usan elementos reales para evocar la grandeza del amor. 


 1:7-2:7

 Primera escena: los amantes juntos

    Al leer la primera escena, note que el versículo 8 podría muy bien ser la propia respuesta del hombre a la pregunta de la amada. Esto significaría que la escena entera es un intercambio entre dos amantes. Primero ella lo busca entre los pastores (7, 8), seguido por un intercambio descrito (9-11, 12-14) y de deleite del uno con el otro (15, 16), antes de seguir con la descripción de la escena de amor (17, un bosque). Luego ella evoca una imagen de flores (2:1, 2), mientras que él es un "manzano" en cuya sombra ella descansa y de cuyo fruto disfruta (3-6). Sus últimas palabras son a las hijas de Jerusalén pidiendo que dejen que el amor tome su curso (7).


 2:8-3:5

 Segunda escena: esperanza, invitación y sueño

    Esta escena está caracterizada por el anhelo: él es un cervatillo brincando sobre las colinas y atisbando por las celosías (2:8, 9). Luego repite las palabras de invitación de él: es primavera, el tiempo para el amor (10-13). Él la invita a salir de su escondite (14, 15) y pide que las "zorras" (todo aquello que se oponga a su amor) sean atrapadas para que no echen a perder sus "viñas" (sus cuerpos; 1:6, 14) que están en flor. Con una completa reciprocidad y fidelidad exclusiva (2:16) él la busca "entre los lirios", y ella le pide que se quede a su laso hasta que despunte el día (17). Esto lleva a lo que probablemente es como la escena de un sueño (3:1-4) en el cual ella busca y encuentra a su amado, concluyendo nuevamente con la amonestación a las hijas de Jerusalén (5). Note también el papel menor y pasivo de los guardias.   


 3:6-11

 La riqueza y extravagancia de Salomón

    Es posible que el propósito de esta enigmática sección sea la de proveer un contraste para el amado de la mujer, puesto que las descripciones acerca de él han tenido que ver hasta ahora con la naturaleza y no con la fastuosidad y el esplendor, de lo contrario, Salomón es el amado y esta sección es una introducción para la escena de amor que sigue. Nótese que esta parte es la única en todo el poema que raya en la narración y el cuadro que se deduce es uno de riqueza, poder y opulencia (reflejando, por lo tanto, 1 Rey 10:14-11:6).


 4:1-5:1

Tercera escena: admiración e invitación 

    Esta es la primera escena en la que el hombre desempeña el papel principal. Comienza con una descripción del cuerpo de la amada desde la cabeza hasta los pechos (4:1-5). Usando el estilo de las palabras de ella de 2:17, él irá al monte de la mirra (6, 7, haciendo eco de 1:13). Luego la describe como una novia, un jardín de delicias y especias (8-15). La respuesta de ella es una invitación a los vientos a acentuar su fragancia e invitarlo así a su jardín (16), a lo cual la respuesta de él (después de la unión de amor 5:1) hace eco a la descripción anterior (mirra y especias 4:14; panal y miel 4:11; vino y leche 4:10). A esto, las hijas de Jerusalén responde alentándolos a comer y beber en abundancia (5:1c).  


 5:2-6:3

Cuarta escena: sueño y búsqueda 

    Nuevamente la mujer tiene el papel principal. En lo que parece ser otra escena de un sueño, su amado llega, toca a su puerta, la llama y luego desaparece (5:2-6). De nuevo ella lo busca, pero esta vez los guardias la asaltan  (7). En respuesta al breve diálogo que sostiene con las hijas de Jerusalén (8, 9), ella da una descripción del amado (10-16) desde la cabeza hasta las piernas, pero concluyendo, como en el principio (1:2) con el recuerdo de sus besos. A la segunda pregunta de ellas (6:1), ella responde (2) como un eco, con palabras de la anterior escena de amor, y luego (3) repitiendo la palabra de reciprocidad y fidelidad exclusiva (2:16). 


 6:4-8:4

 Quinta escena: los deleites del amor

    En esta escena tanto el hombre como la mujer hablan extensamente. La escena comienza con al amado en el papel principal, describiendo la belleza de la cabeza de ella (6:4-7), en contraste con las esposas y concubinas del rey (8, 9b), quienes también la admiran (9c, 10). Después de un intercambio con ellas (11-13), se lanza a hacer una descripción del cuerpo de ella, esta vez desde los pies hasta los cabellos (7:1-6), antes de volver a sus pechos y su boca (7-9a). Luego, ella compara la boca de su amado con el vino, que lo incita a tomarlo, y después le hace una invitación a consumar el amor (9b-13). El amor de ella por él es tal que gustosamente lo expresaría en público, contra toda norma cultural (8:1, 2a). Su deseo nuevamente repite como un eco el lenguaje anterior (2b, 3) antes de concluir con el estribillo a las hijas de Jerusalén (4).


 8:5-14

Conclusión (es): el amor, fuerte como la muerte 

    El poema termina con una serie de esbozos breves que sugieren la naturaleza insaciable de su amor (8:5-7), a pesar de la oposición (8-12) concluyendo con un mutuo intercambio final de invitación (13, 14).  


El Cantar de los Cantares encaja en la historia de Dios como un recordatorio de que el amor sexual que él creó es bueno y debe ser disfrutado con santa fidelidad y deleite.