Arqueología
Judas
Arqueología de Judas
Judas. La Biblia y la Literatura Seudoepigráfica
La seudoepigrafía, que significa “falsos título”, se refiere a los libros judíos que falsamente afrimaban haber sido escritos por Moisés, Enoc, Abraham o algún otro antiguo héroe de la fe. La mayoría de la seudoepigrafía fue escrita entre los años 250 a.C. y 200 d.C. Unos cuantos ejemplos son los siguientes:
Testamento de los doce patriarcas. Son una serie de documentos que afirman ser los «testamentos» de los patriarcas de las tribus de Israel, en los cuales ellos, a su vez, dan exhortaciones a sus descendientes. Esta obra fue probablemente escrita en el siglo II a.C., pero su forma actual parece reflejar una revisión de origen cristiano. Dependiendo de la interpretación, esta puede presentar una doctrina de dos mesías: un mesías sacerdotal (de Leví) un mesías real (de Judá). En un modo típico de judaísmo intertestamentario, esta obra describe la ley mosaica como la sabiduría de Dios, pero también refleja la influencia del estoicismo, una escuela de filosofía helenística.
El Testamento de Salomón: Este es un cuento inusual en el que Salomón recibe un anillo mágico del arcángel Miguel y lo usa para controlar demonios, el libro puede haber sido escrito durante el I o II siglo d.C.
El Testamento de Moisés. Es un texto en el cual Moisés supuestamente predice la historia de Israel desde la conquista bajo Josué hasta el período postexílico, la preocupación principal del libro es la apostasía de los judíos helenísticos. Se discute la fecha de composición; algunos sugieren que se creó durante el siglo I d.C.
Los Salmos de Salomón. Esta es una colección de salmos del siglo I escrita en reacción a la ocupación romana de Palestina. Estos salmos anticipan la llegada de un «Señor Mesías» que conduciría a los judíos piadosos a derrocar a las fuerzas romanas que ocupaban el territorio. Estos son importantes para ilustrar el fervor mesiánico y la agitación religiosa que prevalecía entre los judíos en los días previos al nacimiento de Jesús.
Jubileos. Esta obra, que afirma autoría mosaica, la cual es esencialmente una narración de Génesis y Éxodo escrita entre el siglo II a.C. y el siglo I d.C., tiene algunos énfasis curiosos. Por ejemplo, dedica una gran cantidad de atención a Rebeca y considera la matanza de Siquén (Gn 34) como un acontecimiento elogiable. Asimismo, el libro se interesa intensamente por asuntos sacerdotales.
Primera de Enoc. Los primeros místicos de origen tanto judío como cristiano estaban fascinados con Enoc, el hombre que, después de haber caminado con Dios, «un día desapareció porque Dios se lo llevó» (Gn 5:24). Primera de Enoc es el primero de muchos «relatos» que detallan la ascensión de Enoc al cielo, pero incluso esta obra es una combinación de textos escritos desde aproximadamente el siglo III a.C. hasta el siglo I d.C. La narrativa es altamente fantástica en su naturaleza. Por ejemplo, 1 Enoc 6-11 describe una rebelión de los ángeles que, según Génesis 6:1-4 (cf. Judas 6) tomaron a las hijas de los hombres para que fueran sus esposas. En 1 Enoc 72-82, una sección conocida como el libro astronómico de Enoc, el ángel Uriel le da un viaje por los cielos a Enoc y ve las puertas por las cuales el sol y la luna salen y se ocultan. Además, esta sección tiene que ver mucho con asuntos sobre el calendario.
Por regla general, los autores del Nuevo Testamento evitaron este material, pero Judas parece haber hecho uso de este en dos ocasiones. En el versículo 9 alude a la historia concerniente a Miguel y al diablo que se encuentra en una versión de la Asunción de Moisés (lo que fue notado por Clemente y Orígenes; el texto actual está perdido). Asimismo, en el versículo 14 Judas citó de Enoc 1:9: «Mira, el Señor viene con miles de miles de sus santos». Es posible que a través de la providencia de Dios alguna seudoepigrafía haya preservado algunas tradiciones genuinas y que Judas fuera capaz de discernir las verdaderas de las falsas. Sin embargo, dada la naturaleza de estos libros, sería arriesgado tratarlas como fuentes confiables. Asimismo, es beneficioso tener en mente que una cita de una obra determinada hecha por un autor bíblico no implica respaldo sobre su procedencia. Pablo citó poetas paganos (Hch 17:28; ICo 15:33; Tit 1:12), y las referencias de Judas a 1 Enoc no implican que él pensara que el libro tuviera autoridad canónica.
(Biblia de Estudio Arqueológica. Vida. p.2088)