Exposición

Gálatas

Exposición de Gálatas

TEXTO, EXPOSICIÓN Y AYUDAS PRÁCTICAS

I.     LA DEFENSA DE PABLO DE SU AUTORIDAD Y DEL EVANGELIO, 1:1-2:21

1.     Introducción, 1:1-9

(1) Saludo, 1:1–5. El apóstol Pablo quiere que sus lectores sepan que él tenía autoridad apóstolica. Pablo es un apóstol con la misma autoridad que los doce apóstoles que caminaron con Jesús. Como los apóstoles, Pablo fue comisionado por Jesús (Hch. 9:15; 20:24). Su apostolado no vino por medio de hombres sino fue recibido directamente por medio de Cristo y Dios Padre. El ministerio de Pablo está basado en Jesucristo, que vive y no está muerto. La resurrección de Cristo es mencionada una sola vez en Gálatas y es aquí, para mostrar que el mismo Cristo que comisionó a los apóstoles también llamó a Pablo (Hch. 9).

Después de haber defendido su autoridad como apóstol, Pablo menciona algunos hermanos en la fe que estaban en unidad con él en su evangelio y en sus preocupaciones por los gálatas. Los destinatarios de esta epístola eran las iglesias que estaban en Galacia (ver el argumento en la Introducción acerca de si Pablo escribió a las iglesias de Galacia del Norte o del Sur).

Saludos que edifican

1:1–3

1.     El autor del saludo es un apóstol amado.

(1)     Los apóstoles son llamados, no por los hombres, sino por Dios.

(2)     Otros hermanos creyentes mandan saludos.

2.     Los destinatarios del saludo abarcan a todos los hermanos en las iglesias de Galacia.

(1)     Territorio perteneciente a Roma.

(2)     Territorio donde Pablo y otros habían predicado anteriormente, estableciendo las iglesias allí.

3.     El contenido del saludo es amplio.

(1)     Gracia, favor inmerecido.

(2)     Paz de parte de Dios, saludo común entre judíos.

La palabra griega cáris 5485 (v. 3) es traducida gracia. Tiene la idea de la bondad o el favor inmerecido que Dios tiene hacia el pecador. El hombre no tiene méritos para agradar a Dios fuera de Cristo. La paz (v. 3) es el estado de vida que una persona tiene cuando deposita su fe en Jesucristo. Los originadores de la gracia y la paz son Dios Padre y Jesucristo.

La gracia y la paz de Dios se muestran en la muerte de Cristo (v. 4). Jesús se dio a sí mismo por nuestros pecados. El énfasis del evangelio no está en lo buena que es la humanidad sino en el sacrificio de Cristo. En su gracia, él pagó a la justicia de Dios por nuestros pecados. La salvación de Dios no se puede comprar con obras porque Cristo ya la pagó; el regalo de la salvación es recibido cuando es aceptado; el resultado de la salvación son las buenas obras. La voluntad de Dios en la salvación se manifiesta en librarnos de la presente época malvada (v. 4). El tema del evangelio no es simplemente justificación por la fe sino también santificación. El creyente es salvo para caminar en santidad, en hacer aquello que agrada a Dios; ésta es la voluntad de Dios. En otras palabras, Jesucristo rompió las cadenas del pecado. El nos compró para servirle, somos libres para servir a Dios. Este concepto es diferente al de los judaizantes, que enseñaban la justificación por hacer las obras legalistas. El hacer el bien en Cristo Jesús (no para ser salvos sino porque somos salvos) es la voluntad de Dios para el creyente.

La salutación de Pablo concluye con una alabanza: A quien sea la gloria; la alabanza brota de la verdad mencionada en el v. 4.

(2) El tema principal, 1:6–9. 

Después de la salutación, el apóstol Pablo menciona el problema que existía con los gálatas. Después que Pablo había compartido el evangelio de gracia, los cristianos en Galacia habían aceptado otras enseñanzas que eran contrarias al evangelio apostólico. Pablo comienza su exhortación (v. 6) con sorpresa de que se hubieran alejado del evangelio. La palabra griega methístemi 3179 (v. 6) tiene la idea de remover (la misma palabra se usa en Hech. 7:16 donde los huesos de los patriarcas fueron trasladados o removidos). Los gálatas estaban a punto de dejar el evangelio apostólico para trasladarse a otro. El otro evangelio era una falsificación del verdadero. La palabra evangelio (euaggélion 2098) significa buenas nuevas y son las que el Apóstol mencionó en el v. 4. El mensaje de los falsos maestros era de imponer a los cristianos requisitos de la ley (especialmente la circuncisión) como parte del evangelio.

El apóstol Pablo aclara que hay un solo evangelio (v. 7), pero que algunos tenían en mente hacer cambiar a los gálatas en sus creencias originales (perturban tiene la idea de levantar una seducción para estorbar la bendición que los gálatas tenían en el evangelio de gracia). El método de cómo hacer esta perturbación era de cambiar el evangelio. Cuando se cambia el contenido del evangelio (o también la Palabra de Dios en general), la fe es contaminada con otras ideas que no son de Dios. El cambiar el evangelio es la peor tragedia que puede ocurrir.

Semillero homilético

Los asombros en el evangelio

1:6–9

Introducción: En otras epístolas Pablo comienza con una afirmación de los recipientes de la carta, pero aquí entra inmediatamente para referirse al problema que existía en las iglesias de Galacia. Expresa su asombro en forma impresionante.

I.     Una palabra de asombro, v. 6.

1.     Por haber desertado el evangelio verdadero.

2.     Por haber abrazado evangelios falsos.

II.     Una declaración de asombro, vv. 8, 9.

1.     Anatema es palabra fuerte, de condenación, porque se relacionaba con la práctica de destruir todo el botín al conquistar una ciudad o una tierra.

2.     La aplicación de Pablo abarca las personas que habían abandonado el evangelio verdadero para aceptar los evangelios presentados por maestros falsos.

3.     El asombro vino porque en tiempo corto habían decidido abandonar el evangelio.

III.     Una afirmación firme.

1.     El evangelio que recibieron de Pablo era el único verdadero.

2.     Todo otro evangelio es falso.

(1)     Evangelio de obras.

(2)     Universalismo.

(3)     Aniquilación.

Conclusión: A veces estamos asombrados por lo que las personas aceptan como religión. Hay personas que están abiertas a aceptar toda clase de herejías, tales como la Nueva Era, porque dicen que satisface su ser interno. Debemos juzgar los evangelios con la medida de la Palabra de Dios.

El apóstol Pablo escribe una exhortación fuerte en base a la gravedad de cambiar el evangelio (v. 8). Notemos que en la exhortación hay dos cosas: Primera, lo más importante no es el mensajero sino el mensaje. Los maestros falsos pueden tener una máscara de piedad pero su mensaje es venenoso. Segunda, no hay otra nueva revelación celestial dada a los hombres para ser salvo. El autor nos dice que ni un ángel del cielo, para aclarar la realidad que no hay un nuevo evangelio dado por Dios a los hombres por medio de agentes celestiales. Es interesante que en los tiempos que vivimos muchos ponen su fe en una persona o en experiencias sin tener en mente el contenido bíblico. El veredicto apostólico para aquellos que predican un evangelio falso es de maldición. La palabra anatema (anáthema 331, v. 8) tiene que ver con la maldición divina. El Apóstol usa esta palabra en Romanos 9:3 donde él desearía ser anatema para la salvación de los judíos. La idea en Romanos 9:3 es separado de la salvación de Cristo, fuera de la gracia de Dios. Podemos decir que la palabra anatema tiene la idea de la maldición total de Dios, algo o alguien que es entregado al juicio divino.

¿A quién busca agradar?

1:10–12

1.     Algunos buscan agradar a los hombres con sus actos. Cristo condenó a tales personas (Mat. 6:1–4).

2.     Algunos quieren agradar a Dios, no importa lo que piensan los hombres (Jos. 24:15).

3.     Algunos buscan agradar a Dios y a los hombres (Mat. 22:37–40).

Esta exhortación es tan seria que el autor la repite (v. 9). Hay dos interpretaciones con respecto a la exhortación paulina (como ya lo hemos dicho). Algunos piensan que se refiere al versículo anterior (v. 8) donde Pablo menciona la exhortación por primera vez. Otros piensan que fue en persona en una de sus visitas. Cualquiera de los dos puntos de vista con que el lector esté de acuerdo, no cambia el pensamiento que esta exhortación fue repetida por el Apóstol a los gálatas para mostrar la gravedad de cambiar el evangelio que les fue dado.

2.     La defensa del evangelio dado a Pablo, 1:10-2:21

Algunos podían decir que el evangelio que Pablo predicaba no era de Dios. El Apóstol argumenta que su evangelio es de Dios. El da dos razones generales: una es el origen del evangelio y otra la realidad del evangelio en la vida del Apóstol. Antes él perseguía a la iglesia de Cristo con la meta de destruir el cristianismo, pero Cristo lo salvó para predicar el evangelio.

    (1) El origen del evangelio, 1:10–12. 

El apóstol Pablo se defiende contra algunas acusaciones de los judaizantes. Según ellos, Pablo agradaba a los hombres con su evangelio. Cuando estaba con los judíos predicaba la circuncisión y la importancia de cumplir la ley. Pero cuando predicaba a los gentiles, el Apóstol ponía el énfasis en la libertad. Podemos entender que sus enemigos interpretaron mal el método del Apóstol para ganar almas. Me hice débil para los débiles, a fin de ganar a los débiles. A todos he llegado a ser todo... (1 Cor. 9:22). El Apóstol usaba su libertad como cristiano para ganar almas. El evangelio que fue comisionado por Cristo no fue cambiado. El Apóstol no era siervo de los hombres sino de Cristo. Su Maestro lo comisionó a predicar un evangelio para todos los hombres. El deseo intenso de Pablo era agradar a Dios, el mensaje de él era para agradar a Dios y no a los hombres (1 Tes. 2:4–7). Aquí hay una lección que debemos tener en mente. Los métodos para compartir el evangelio son muchos y diferentes, pero el contenido del mensaje es uno y no cambia. Tenemos que ser fieles en compartir el evangelio que no cambia. Los acusadores de Pablo no podían ver la diferencia entre un método de compartir y el evangelio de gracia.

El evangelio que el Apóstol predicaba no tiene su origen en fuentes humanas sino que vino de Dios (v. 12). Como los apóstoles que estaban en Jerusalén habían recibido el evangelio de Cristo, también Pablo lo recibió directamente por revelación divina (v. 12). Esta verdad es contraria a algunos que decían que Pablo había recibido el evangelio de los otros apóstoles.

   (2) La realidad del evangelio dado a Pablo, 1:13–2:21

a. La conversión de Pablo, 1:13–24. Los judaizantes podían preguntar: ¿Podía Pablo comprobar a los gálatas que su evangelio era de Dios? El Apóstol comienza a argumentar con su propio testimonio. Pablo les recuerda cómo era su vida antes de tener un encuentro personal con Cristo en el camino hacia Damasco (Hech. 9). Pablo antes era conocido como Saulo y era un hombre que tenía una buena reputación en el judaísmo (Fil. 3:5, 6). Saulo perseguía a la iglesia de Dios en gran manera (la palabra ferozmente en el v. 13 tiene el significado de un grado extraordinario o más allá de lo normal). Esta persecución era una con un celo fanático para destruir (el verbo asolar, es porthéo 4199, que tiene el significado de destruir, tratar de destruir, aniquilar. La persecución era una con un celo fanático que tenía en mente destruir por completo el cristianismo (comp. Hech. 8:1–4; 9:1, 2, 13, 14; 22:4, 5).

Después de mencionar su vida como perseguidor de la iglesia de Cristo, el Apóstol continúa con su testimonio en el v. 14. Su persecución estaba vestida con un manto de religiosidad. Pablo, en su vida pasada, era un devoto del judaísmo y se destacaba en él (la palabra griega prokópto 4298 que se traduce destacaba en el v. 14 tiene la idea de “avanzar”, “crecer”. Esta palabra fue también usada en Luc. 2:52 para describir el crecimiento de Jesús: El avanzó en sabiduría, estatura y gracia). Tanto fue su amor y celo en el judaísmo que creció más que sus contemporáneos. El Apóstol no solamente conocía y vivía el AT sino que su celo iba un paso más hacia las tradiciones de los padres (las tradiciones tenían que ver con la ley oral que fue dada por la escuela de los fariseos. La base de estas tradiciones eran interpretaciones de la ley mosaica, ver Mat. 15:2, 3, 6; Mar. 7:3, 5, 8, 9, 13). La vida anterior de Pablo era importante para contrarrestar a los judaizantes que querían desacreditar al Apóstol. Saulo fue un perseguidor de la iglesia de Cristo y también era un fariseo que se destacaba entre sus contemporáneos. No fue hasta que Cristo lo confrontó y le encomendó predicar el evangelio a los gentiles que la vida del Apóstol cambió.

Joya bíblica

Me destacaba en el judaísmo sobre muchos de mis contemporáneos en mi nación... pero cuando Dios... (1:14, 15).

Siempre es Dios el que marca la diferencia en nuestras vidas y experiencias. De perseguidor a un apóstol. ¿Cuál es el cambio que el Señor ha hecho en tu vida?

El Apóstol explica cómo cambió cuando Jesús se le reveló (vv. 15, 16). Su conversión no fue por influencia de hombres sino directamente de Dios (la conjunción adversativa de que se traduce pero en el v. 15, es una de contraste). Su conversión no se puede explicar en una lógica humana, sino que fue un hecho de Dios. ¿Cómo se puede explicar que un perseguidor y destructor de la iglesia se haya convertido para unirse a ella? Notemos en los vv. 13 y 14 el énfasis de la primera persona; el Apóstol comenta lo que era antes de su conversión. El era una persona que quería agradar a Dios en su religión. En los vv. 15 y 16 el enfoque está en lo que Dios ha hecho por él. Lo que Dios hizo en Pablo fue por su propio deleite (la palabra dokéo 1380 que se traduce como tuvo a bien tiene que ver con “estar contento o satisfecho; deleitarse en”, comp. 1 Cor. 1:21). En el caso de Pablo, Dios se agradó de escogerlo como instrumento para su servicio. Hay tres cosas importantes que Dios hizo por Pablo.

La primera cosa que Dios hizo fue una separación desde el vientre de su madre (v. 15). El verbo apartar no significa haberlo hecho en un sentido físico, sino que Dios dedicó a Pablo o lo apartó para un propósito muy especial. El mismo verbo se menciona en Romanos 1:1 y Hechos 13:2. En el AT esta expresión es mencionada por el profeta Jeremías (Jer. 1:5). También Isaías menciona que Dios lo separó para predicar a Israel (Isa. 49:1–6). El ser apartado es un hecho de Dios para un servicio.

La segunda realidad fue que Dios llamó a Pablo cuando él perseguía a la iglesia de Cristo. Este llamamiento tomó lugar en un contexto histórico. Es un llamamiento de salvación. El Apóstol recalca que este llamamiento fue por la gracia de Dios. En verdad la gracia de Dios brilló en la vida de Pablo como un rayo de luz en una noche oscura. La gracia de Dios es la base del amor de Dios hacia Pablo (la palabra griega cáris 5485 quiere decir amor inmerecido, bondad, misericordia). Esta palabra aparece en Efesios 2:5–9, en relación con la salvación.

La tercera verdad es que Dios lo comisionó para predicar entre los gentiles (v. 16). Jesús se reveló a Pablo (es mejor interpretar revelar a su Hijo en mí en el v. 16 en el caso locativo, “en la esfera de mí”, que significa una revelación externa). La palabra revelar (apokalúpto 601) afirma la idea de que fue una revelación personal. Después que el Apóstol menciona su glorioso encuentro con Jesús, escribe acerca del propósito de su ministerio, que es predicar a los gentiles. El llamamiento a la salvación fue acompañado por el llamamiento a servir. Estas tres verdades están marcadas en cada uno de los hijos de Dios. Nosotros fuimos apartados desde el vientre de nuestras madres para un trabajo específico en la grey de Dios. Nacimos con talentos y personalidades diferentes, con el propósito de algún día servir a Dios. Después fuimos llamados para ser salvos. En nuestra salvación el Espíritu Santo nos da dones espirituales para edificar su iglesia. La salvación tiene el propósito de proclamar a Cristo a otros. Como Pablo, nosotros también somos muy especiales a los ojos de Dios y también tenemos un propósito en este mundo.

Apartado por Dios para el ministerio

1:15

Pablo llenó el requisito más importante para el ministerio: sintió que había sido apartado por Dios para tal tarea. No era el resultado de ambición personal, sino que fue la mano de Dios que le apartó para el evangelio. Seguramente está pensando en las prácticas de contar los animales y apartar cada décimo animal como diezmo que debe ser consagrado a Dios.

Los eruditos han luchado con la cronología de la vida de Pablo después de su conversión. Cuánto tiempo pasó en Damasco antes de partir para Arabia no está muy claro; ni tampoco los detalles de su ministerio antes de subir a Jerusalén. Ni tampoco sabemos si este viaje era el relacionado con lo que llamamos el Concilio de Jerusalén, o si fue otro viaje posterior. Lo cierto es que Pablo estaba activo en testificar de la conversión y la transformación que había venido como consecuencia de tal experiencia.

Después que el Apóstol menciona brevemente su testimonio, aclara que el evangelio no le vino a través de comunicación con otra persona. El Apóstol no consultó a nadie acerca de su evangelio (v. 16b). Tampoco subió a Jerusalén para comparar su evangelio con el de los apóstoles que caminaron con Jesús (v. 17). Cuando Pablo menciona apóstoles, él tenía en mente a los doce apóstoles que caminaron con Jesús. La palabra griega apóstolos 652 quiere decir “uno que se manda a una misión”. Esta palabra se puede usar primeramente para los doce que caminaron con Jesús. A ellos Jesús les dio una autoridad muy especial (Mar. 3:14, 15; 6:30). Los doce eran un grupo muy especial y necesario para la fundación de la iglesia de Cristo (Ef. 2:20). Había dos requisitos para ser parte de este grupo. El primero fue haber tenido un compañerismo personal con Jesús en su ministerio, que se llevó a cabo desde la predicación de Juan el Bautista hasta su ascensión (Hech. 1:21, 22). Segundo, los doce apóstoles eran testigos de la resurrección de Cristo (Luc. 24:45–48; 1 Jn. 1:1–3). Matías tomó el lugar de Judas Iscariote, el que entregó a Jesús (Hech. 1:21–26). El apóstol Pablo, aunque no era parte de los doce, era apóstol en la misma categoría (Gál. 1:1, 16). El Señor Jesús lo comisionó para ser apóstol a los gentiles (Gál. 2:8). La Biblia menciona a otros como apóstoles (Hech. 14:4; 14; 1 Tes. 2:6; Rom. 16:7). Bernabé y Silvano no eran apóstoles de la misma categoría que los doce que edificaron la fundación de la iglesia (Ef. 2:20). Ellos eran apóstoles en el sentido de ser mandados como misioneros. El Apóstol tenía en mente a los apóstoles que caminaron con Jesús.

Semillero homilético

Pasos en el peregrinaje de un apóstol

1:12–17

Introducción: Las experiencias de Pablo como apóstol ilustran las varias experiencias que tienen todos los ministros del Señor. Consideremos los varios pasos que dio Pablo:

I.     Aislamiento para meditar y asimilar el poder del evangelio (v. 17).

II.     Involucramiento en servir según el llamado específico (v. 18).

III.     Diálogo en buscar entendimiento más claro de los misterios de Dios (vv. 18–20).

IV.     Afirmación en escribir a los creyentes en las varias iglesias para aclarar las doctrinas.

Conclusión: No debemos desanimarnos en los momentos de dificultad, porque Dios está a nuestro lado. Tenemos que ser fieles en sembrar la semilla y cumplir con nuestro ministerio, y confiar en el poder de Dios para obrar en las circunstancias.

El Apóstol continúa argumentando acerca de su evangelio que le fue dado directamente por Cristo (v. 17). Después de su conversión, Pablo fue a Arabia (v. 17). Arabia aquí puede ser la península que se extiende hacia el sur, que incluye el área de Sinaí donde la ley fue dada a Moisés. Es mejor interpretar Arabia como el desierto cerca de Damasco que era parte de Arabia en el tiempo de Pablo. El punto entonces es que el Apóstol no consultó a los apóstoles ni fue a Jerusalén, sino que fue al desierto probablemente a estudiar y pensar en su experiencia. También fue al desierto a conocer más acerca del evangelio que se le había encomendado. Este viaje a Arabia posiblemente se llevó a cabo un tiempo después de su conversión (Hech. 9:10–22). Lucas, en Los Hechos, no menciona esta época en el desierto porque era una etapa del crecimiento espiritual del Apóstol y no tanto de sus viajes misioneros. Después de un tiempo, Pablo regresó a Damasco (no sabemos cuánto tiempo estuvo en el desierto. Algunos eruditos piensan correctamente que fue tres años).

El Apóstol continúa la narración histórica de su vida después de su conversión. La palabra luego, en el v. 18, es una que indica progresión. (En griego es epéita 1899, que se traduce “después” o “siguiente”, y es una palabra que se menciona tres veces en este capítulo para mostrar una progresión en la experiencia paulina. Las otras dos ocasiones en que se encuentra esta palabra están en 1:21 y 2:1.) Pablo escribe que después de tres años fue a Jerusalén. Hay un problema en determinar si los tres años comenzaron después de su conversión o desde el regreso de Damasco que fue mencionado en el v. 17. Es mejor interpretar los tres años después de su conversión, que fue el punto de partida en su argumento para mostrar que el evangelio le fue dado directamente por Dios y no por hombres. Después de tres años, el Apóstol fue a Jerusalén con el propósito de ver a Pedro. En Hechos 9:23–25, Pablo se va de Damasco porque algunos judíos procuraban matarle. De Damasco, el Apóstol fue a Jerusalén como lo afirma el doctor Lucas en Hechos 9:26–31. Fue en esta visita que el Apóstol vio a Pedro y estuvo con él quince días (v. 18).

La pregunta que hay que hacerse es: ¿Por qué fue Pablo a Jerusalén a ver a Pedro? Su visita no fue para recibir el evangelio de Pedro, porque este evento se llevó a cabo después de tres años y ya Pablo estaba predicando el evangelio que Cristo le había dado, después de su conversión. Pablo tampoco fue a Jerusalén porque tuviera dudas en cuanto a su evangelio o para recibir la aprobación apostólica. El Apóstol fue a Jerusalén para conocer a Pedro, que era el principal orador entre los apóstoles (comp. Hech. 2:14–40; 3:11–26; 4:8–20; 5:3–32; 8:20–25). Vemos aquí a dos grandes hombres con ministerios diferentes pero con un mismo evangelio y un mismo propósito. Pablo decide ver a Pedro para tener compañerismo. Aquí hay una lección muy importante para los obreros en la viña del Señor. Aunque tengamos diferentes ministerios, el evangelio es el mismo. Es necesario humillarse y buscar el compañerismo de otro sabiendo que en la unidad hay fortaleza (comp. Juan 17:21–26).

En este compañerismo, el apóstol Pablo quería saber más acerca de la vida de Jesús cuando estaba con los apóstoles en la tierra. Posiblemente fue en esta visita que Pablo aprendió acerca de cómo Jesús se apareció a Cefas y a los doce apóstoles. (1 Cor. 15:5), y que también se apareció a más de quinientas personas a la misma vez (1 Cor. 15:6). La palabra griega que Pablo usa en el v. 18 es istoréo 2477 que se traduce entrevistarme. Es la misma palabra que usamos como historia. Esta palabra es mejor traducida como una narración o informe. En el compañerismo, el apóstol Pablo quería saber más acerca de Jesús en su encarnación. Los quince días que Pablo estuvo con Pedro fue tiempo suficiente para conocerlo y conocer más de su Maestro cuando caminó por Israel.

Pablo comenta que en su estadía en Jerusalén no vio a los otros apóstoles excepto a Jacobo (v. 19). Hay tres preguntas que contestar antes de seguir en este comentario. Primero, ¿dónde estaban los apóstoles? Segundo, ¿era Jacobo un apóstol? Y, tercero ¿cómo se puede correlacionar lo que escribió Pablo, que no vio a los apóstoles, con Hechos 9:27 donde dice que Bernabé trajo a Pablo a los apóstoles? (esta es la primera visita de Pablo que se menciona en Hech. 9:26–31). La primera pregunta se puede contestar suponiendo que los otros apóstoles podían haber estado en una misión de supervisar otras iglesias de Judea, Galilea o Samaria, como Pedro lo estuvo haciendo en Hechos 9:32–43 cuando visitó a los hermanos en Lida.

La segunda pregunta demanda determinar si Jacobo era un apóstol. Antes de contestar esta pregunta necesitamos saber quién era Jacobo. El Jacobo aquí era el hermano de Jesús. Jacobo fue identificado como uno de los cuatro hermanos de Jesús (Mar. 6:3 y comp. con Mat. 13:55). También Pablo menciona los hermanos de Jesús con los apóstoles (1 Cor. 9:5). Algunos comentaristas interpretan el v. 19 como que Pablo, aparte de Pedro, no vio a ninguno de los apóstoles excepto a Jacobo el hermano de Jesús (pero Jacobo no era apóstol). Si esta interpetación es correcta entonces hay un problema con la narración de Hechos 9:27 que dice que Bernabé... le llevó a los apóstoles. Notemos que la palabra apóstoles está en el plural y si Jacobo no era apóstol Pablo sólo vio a Pedro. Es mejor interpretar este versículo afirmando que Jacobo era un apóstol en el sentido general de la palabra y no como los doce apóstoles. El apóstol Pablo usa en otras epístolas el sentido general de la palabra (1 Cor. 15:5–7; 1 Tes. 2:6). Cuando Pablo menciona a los apóstoles probablemente incluye a Silvano y Timoteo que fueron mencionados en 1 Tesalonicenses. Dado que había apóstoles fuera del círculo de los doce, se proveía la oportunidad para los falsos apóstoles de ponerse el título de apóstoles (2 Cor. 11:13; Apoc. 2:2). En su primer viaje a Jerusalén Pablo vio a Pedro y a Jacobo quienes eran considerados como apóstoles en el sentido general de la palabra. Estos dos siervos forman la palabra plural apóstoles mencionada en Hechos 9:27.

En su defensa, el Apóstol les asegura por medio de un juramento que él está diciendo la verdad (v. 20). Recordemos que Pablo se está defendiendo de acusaciones falsas que fueron inventadas por los judaizantes. Específicamente, él está defendiendo su evangelio que no fue transmitido por medios humanos, sino que fue dado directamente por el Señor. Según Hechos 9:20–22, el apóstol Pablo estaba predicando el evangelio que le fue encomendado por el Señor después de su bautismo en agua. Cuando visitó a Pedro y Jacobo, Pablo ya había estado predicando el evangelio por un largo tiempo.

Pablo continúa su narración en el v. 21 y les explica qué pasó después de su visita a Jerusalén (aquí se menciona por segunda vez la palabra griega epéita 1899 que se traduce después y tiene que ver con una progresión cronológica). El Apóstol fue primeramente a Cilicia, que es la región donde está Tarso. (No fue la intención de Pablo el escribir sus visitas a las regiones de Siria y Cilicia en manera cronológica, sino en orden de importancia, siendo Siria de más importancia). Según Hechos 9:29, 30, la partida de Pablo de Jerusalén fue motivada por un grupo que estaba contra Pablo y procuraba matarle. Los hermanos en Jerusalén lo sacaron de la ciudad por el puerto de Cesarea rumbo a Tarso (región de Cilicia), donde predicó un tiempo hasta que Bernabé lo invitó a venir a Siria según Hechos 11:19, 20 (Antioquía está en la región de Siria). El Apóstol se quedó como maestro en Antioquía y fue allí donde por primera vez los discípulos de Cristo se llamaron cristianos (Hech. 11:20–26). Después de enseñar un tiempo, el Espíritu Santo lo separó con Bernabé para emprender su primer viaje misionero (Hech. 13:1–3). Lo que el Apóstol insinúa al mencionar dos regiones lejanas de Jerusalén es su independencia de los apóstoles y de Jerusalén; su ministerio estuvo totalmente separado de las regiones donde prevalecía el ministerio apostólico de Jerusalén.

La ausencia de Pablo de las regiones de Palestina fue tan prolongada que las iglesias de Judea no conocían a aquel hombre transformado (v. 22). Las iglesias en Judea fueron formadas por la fuga de algunos cristianos en Jerusalén hacia Judea por la persecución que se llevó a cabo después de la muerte de Esteban (Hech. 8:1, 2). Ellos no habían visto a Pablo después de su conversión pero sí oían que la misma persona que estuvo involucrada en la persecución de Hechos 8 ahora predicaba el nombre de Jesús que antes asolaba (v. 23). Las iglesias de Judea glorificaban el nombre de Dios al oír esta noticia. Era un testimonio que exaltaba el poder de Dios (v. 24). El punto que el Apóstol quería dejar claro es que después de su gran conversión, él no había dado su testimonio alrededor de Jerusalén, excepto las visitas a esa ciudad que mencionó. El era totalmente independiente de los apóstoles y de Jerusalén y totalmente dependiente de Cristo.

Semillero homilético

Un comentario loable

1:24

Introducción: Ydaban gloria a Dios por causa de mí. Este es un comentario loable sobre el Apóstol. Pablo había vivido y dado tal ejemplo que los demás podían reconocer que su ejemplo despertaba el deseo de darle gracias a Dios y glorificar su nombre. Esto es ejemplo para todo cristiano. ¿Por qué era loable?

I.     Era loable porque relataba la conversión milagrosa del Apóstol.

1.     Había sido perseguidor de los cristianos.

2.     En forma milagrosa se convirtió al Señor.

II.     Era loable porque afirmaba la fidelidad del Apóstol al evangelio.

1.     Al convertirse, decidió dedicar su vida a compartir el mensaje.

2.     Era fiel frente a la persecución y otras formas de oposición.

III.     Era loable porque testificaba de la transparencia del Apóstol en enfrentar problemas interpersonales.

1.     Reconoció la diferencia entre él y Bernabé sobre la participación de Juan Marcos en el segundo viaje misionero.

2.     Reconoció la existencia de problemas entre los miembros en las varias iglesias.

IV.     Era loable porque glorificaba a Dios y no a los hombres.

1.     La prioridad de Pablo era buscar servir a Dios y ser fiel en el evangelio.

2.     La corona de recompensa para Pablo era dedicar su vida en forma completa a la predicación del evangelio.

Conclusión: El ejemplo de Pablo nos inspira a todos y nos motiva a seguir su ejemplo.

b. La aceptación apostólica, 2:1-10. 

Después de haber argumentado su independencia de los apóstoles en relación con el origen de su evangelio, Pablo comienza a escribir acerca de la unidad que existía entre él y los apóstoles de Jerusalén. En contra de las acusaciones de los judaizantes que decían que el evangelio de Pablo no era igual al dado por Jesús a los doce apóstoles, Pablo argumenta que es el mismo evangelio.

El Apóstol continúa su narración histórica y menciona que después de catorce años él subió a Jerusalén (v. 1. Aquí se menciona por tercera vez la palabra griega epéita 1899 que se traduce después). Es lógico asumir que Pablo se refiere a catorce años después de la visita a Jerusalén mencionada en 1:18. Hay dos razones por que tomar este punto de vista. Primera, la palabra griega epéita que se traduce después en 1:18 tiene referencia al versículo anterior (v. 17) que incluye la salvación de Pablo y su viaje a Arabia y Damasco. El después en 2:1 tiene que ver con la visita a Jerusalén mencionada en 1:18 y no a su salvación remota. Segundo, la palabra griega pálin 3825 (otra vez) en 2:1 tiene referencia a su visita a Jerusalén y no a su conversión.

Es de importancia escribir un poco acerca de la visita de Pablo a Jerusalén según 2:1. Entre los eruditos de las Sagradas Escrituras hay un debate en cuanto a esta visita. Sería de ayuda presentar un esquema de las visitas de Pablo a Jerusalén según Hechos y las que Pablo menciona en Gálatas.

Según Lucas Según Pablo

Hechos 9:26–30 Gálatas 1:18–24

Hechos 11:27–30 Gálatas 2:1–10

Hechos 15

Hechos 18:22

Hechos 27:17 s.

Subí otra vez a Jerusalén

2:1

Pablo menciona las varias veces que fue a Jerusalén.

1.     Fue para dar testimonio de la experiencia salvadora en el camino a Damasco (Hch. 9:26).

2.     Fue para entrevistarse con Pedro y Jacobo (Gál. 2:1) y posiblemente Hechos 15.

3.     Fue con Bernabé y Timoteo para explicar los resultados de la evangelización de los gentiles (Hch. 15).

4.     Fue con ofrendas para los pobres (1 Cor. 16:1–4).

5.     Fue con el propósito de seguir a Roma (Hch. 21:15–40).

El argumento entre los eruditos es dónde poner la visita de Pablo a Jerusalén mencionada en Gálatas 2:1–10 con las cinco referencias mencionadas por Lucas en Hechos. Las dos interpretaciones más comunes son: Gálatas 2:1–10 es la misma visita mencionada por Lucas en Hechos 11:27–30 (algunos exponentes de este punto de vista son F. F. Bruce y William Ramsey). El segundo punto de vista es que Gálatas 2:1–10 es la narración de Lucas en Hechos 15 (algunos exponentes de este punto de vista son J. B. Lightfoot y A. T. Robertson). En realidad los dos enfoques tienen sus argumentos fuertes y sus problemas pero es mejor seguir el punto de vista tradicional, que afirma que Gálatas 2:1–10 es la misma visita en Hechos 15. Algunos de los argumentos que hacen esta interpretación más fuerte son los siguientes. Los participantes son los mismos. Pablo y Bernabé son prominentes en Hechos 15 y Gálatas 2. También Pedro y Jacobo estaban envueltos en este evento. Un problema en relación a los participantes es: ¿Por qué Tito no es mencionado en Hechos 15? Este problema se puede contestar diciendo que Tito fue incluido con los otros en Hechos 15:2. Otro argumento que favorece este punto de vista es que el problema es el mismo. En las dos narraciones el problema era el de la circuncisión de los gentiles convertidos. Pablo estaba en un conflicto serio con los judaizantes acerca de la circuncisión, lo que llevó al concilio de Jerusalén en Hechos 15. Finalmente, la cronología apoya este punto de vista. Si sumamos los tres años de 1:18 con los catorce años en 2:1, el resultado encaja mejor con el tiempo del concilio en Hechos 15.

Un argumento fuerte que vale la pena mencionar contra el primer punto de vista (Gál. 2:1–10 es el mismo incidente que Hch. 11:27–30) es que en Hechos 11 Pablo trajo ayuda para los pobres y sería una falta de cortesía que los apóstoles insistieran a Pablo que recordara a los pobres (Gál. 2:10).

Una pregunta que hay que contestar es: ¿Por qué Pablo solamente menciona aquí dos de sus cinco visitas a Jerusalén según Hechos? Esta pregunta se puede contestar diciendo que el propósito de Pablo no era el mencionar todas sus visitas a Jerusalén sino sólo algunas que podían apoyar su argumento contra los judaizantes.

El Apóstol subió a Jerusalén acompañado por Bernabé y Tito (2:1). Bernabé no era su nombre original sino José; los apóstoles le pusieron el nombre de Bernabé, que traducido es "hijo de consolación". Este nombre mostraba su carácter (Hch. 4:36). Bernabé era un levita nacido en Chipre (Hech. 4:36) y su primo era Marcos (Col. 4:10). No sabemos nada acerca de su conversión, pero mucho en cuanto a su naturaleza espiritual. Bernabé era un hombre con una naturaleza muy generosa, y vendió su heredad para ayudar a los pobres (Hech. 4:37). También Bernabé probó en su vida que en realidad era un hijo de consolación. El tomó a Pablo en el comienzo de su vida cristiana y lo llevó a los apóstoles en Jerusalén para que tuviesen compañerismo con él. Fue Bernabé quien también buscó a Pablo para que fuera a Antioquía y ministrara allí por un año (Hch. 11:25, 26). El ministerio de Bernabé y Pablo creció y después la iglesia de Antioquía los envió a Jerusalén con una ayuda para los pobres (Hch. 11:29, 30). Después Pablo y Bernabé fueron comisionados por la iglesia como misioneros (Hech. 13:2–4). Bernabé fue con Pablo en el primer viaje misionero y más tarde regresaron a Antioquía (Hech. 14:24–28). En Antioquía, la iglesia reconoció el liderazgo de Pablo. (Lucas mencionaba primero a Pablo y después a Bernabé según Hech. 15:2, 35.) El trabajo unido de estos dos grandes siervos terminó por una discusión que tuvieron en relación con Marcos, el primo de Bernabé, antes del segundo viaje misionero (Hch. 15:36–41). Pablo no quería llevarlo porque Marcos no quiso seguir en el primer viaje misionero y regresó a Jerusalén (Hch. 13:13). Bernabé quería llevar a Marcos en un programa de discipulado y ánimo, pero Pablo no estuvo de acuerdo. Entonces Bernabé tomó a Marcos y se fue a Chipre. Pablo partió con Silas en su segundo viaje misionero. Bernabé tuvo éxito en el discipulado de Marcos. El apóstol Pablo más tarde reconoció el cambio en Marcos. Personalmente pide que le ayude en su ministerio (Col. 4:10; 2 Tim. 4:11; Flm. 24). Después de esta discusión, Bernabé sale del retrato narrativo de Lucas en Hechos. Si alguien hubiese escrito un libro acerca de la vida de Bernabé, yo creo que tendría muchos relatos de personas que testificarían de la influencia que Bernabé tuvo en ellos; el apóstol Pablo sería uno de ellos. Este desacuerdo no terminó la amistad entre Pablo y Bernabé. En 1 Corintios 9:6 Pablo menciona a Bernabé como colaborador.

Compañeros en el ministerio

(Pablo y Bernabé)

Las experiencias de estos dos siervos del Señor nos dan ejemplo de las maneras en que podemos experimentar el compañerismo en la obra del Señor.

1.     Ambos habían tenido experiencias dramáticas de conversión.

2.     Ambos cambiaron el rumbo de su vida al convertirse, para ser misioneros.

3.     Ambos tenían carácter fuerte, que se prestaba para diferencias de opinión en cuanto a la estrategia en la obra (Hch. 13:13).

4.     Ambos llegaron a madurar en la fe, para ser más amplios en aceptar los puntos de vista de otros (1 Cor. 9:6).

Algunos se pueden preguntar: ¿Quién tuvo la razón, Pablo o Bernabé? La respuesta es que los dos la tuvieron. El punto de vista de Pablo era expandir el reino de Dios; en este enfoque no hay mucho tiempo para equipar y animar. El punto de vista de Bernabé era el equipar y animar a los hijos del reino y ésto toma tiempo. Los dos puntos de vista son correctos y deben ser ejercitados en las iglesias. Lo bueno de esta discusión fue que Pablo siguió en lo que el Señor le había llamado y Bernabé siguió en su ministerio. También continuaron como amigos y hermanos en Cristo según 1 Corintios 9:6. Este debe ser un ejemplo cuando hay discusiones entre hermanos; seguir como amigos y hermanos en el Señor y lo más importante es seguir en la obra donde el Señor les ha colocado.

Otra persona que Pablo menciona que fue con él a Jerusalén es Tito. El era un gentil incircunciso (Gál. 2:3). También fue un colaborador con Pablo. Tito era pastor (2 Cor. 8:23; 12:18). No sabemos cuando Tito se juntó con Pablo en las actividades misioneras. La referencia más temprana de Tito está en Gálatas 2:1, 3. Una de las epístolas pastorales fue enviada a Tito, que estaba trabajando como pastor en Creta (vea la epístola de Tito).

El apóstol Pablo explica que subió a Jerusalén de acuerdo a una revelación (v. 2). Algunos eruditos argumentan que Gálatas 2 no es el mismo incidente que el concilio de Hechos 15, porque Lucas no menciona nada acerca de esta revelación. Podemos decir que fue posible que el Espíritu Santo haya podido hablar por medio de los líderes de Antioquía y también por Pablo, como lo había hecho antes cuando comisionó a Pablo y Bernabé a ir a Jerusalén para llevar ayuda a los pobres (Hch. 11:17–30; 12:24, 25). El silencio de Hechos 15 acerca de la revelación de Pablo no la niega, pero sencillamente no fue mencionada por Lucas. Un ejemplo de una exclusión de Lucas es Hechos 9:29, 30 donde Pablo huye de Jerusalén. Aquí no se menciona nada de una revelación pero en Hechos 22:17–21 Pablo explica que fue por una visión que salió de Jerusalén. De la misma manera Pablo subió a Jerusalén porque sabía que era la voluntad de Dios (Dios se lo manifestó por medio de una revelación); aunque Lucas no la menciona, no quiere decir que no ocurrió.

La pregunta en este versículo (2:2) es: ¿Qué quiso decir Pablo cuando escribió: ... no corro ni he corrido en vano? Pablo no quiso decir que él no estaba seguro de su evangelio y por eso fue a Jerusalén para recibir una confirmación apostólica. El estaba totalmente convencido del evangelio y estaba dispuesto a no ceder ni un centímetro de su mensaje (Gál. 2:3–5). Es mejor interpretarlo como que el Apóstol tenía miedo de que el evangelio que él predicaba fuera mal entendido y eliminado públicamente por los líderes de Jerusalén. Si ésto sucedía, su evangelio vendría a estar en la lista negra y los judaizantes ganarían la acreditación para predicar un evangelio contaminado. El ministerio de Pablo sería perjudicado y todo su trabajo vendría a ser en vano. La unidad del evangelio sería dividida entre salvación más la ley o salvación más nada. El Apóstol menciona la misma idea cuando exhorta a los filipenses en cuanto a su carácter cristiano (Fil. 2:16).

Antes del concilio público en Hechos 15, el Apóstol expuso su evangelio previamente. Pablo lo hizo así para conocer la posición de los líderes en Jerusalén y que ellos también supieran más acerca del evangelio que él predicaba entre los gentiles. Además el Apóstol quería evitar conversaciones y decisiones públicas que podían ser de estorbo para la obra entre los gentiles. Algunos podían preguntarse: ¿Por qué la reunión en privado no es mencionada por Lucas en Hechos 15? Hechos 15:4, 5 nos dice que hubo una reunión en la cual Pablo y Bernabé dieron un informe de su ministerio y más tarde en los vv. 6–12 comenzó la reunión más formal.

Otra pregunta que se puede hacer en este punto es: ¿Por qué Pablo no resolvió este problema cuando fue a Jerusalén por primera vez? Posiblemente el problema de los judaizantes no había sido de una gran oposición en el ministerio temprano de Pablo. También la naturaleza de la primera visita era de conocer a los apóstoles y saber más acerca de Jesús cuando estuvo en el mundo.

Pablo continúa diciendo que Tito (que era un gentil incircunciso) no fue obligado a ser circuncidado, mas fue recibido como hermano en la fe. Posiblemente Pablo llevó a Tito para mostrar lo que el Espíritu Santo estaba haciendo entre los gentiles. Pablo menciona a Tito en este punto para argumentar contra la pretensión de los judaizantes que querían que los gentiles fuesen circuncidados para ser salvos. Si la circuncisión es importante, entonces: ¿Por qué Tito no fue forzado a hacerlo por los de reputación en Jerusalén?

Sería buena idea explicar brevemente qué es la circuncisión. Circuncidar quiere decir "cortar" circularmente una porción del prepucio. La circuncisión en el AT era una señal del pacto que Dios tuvo con Abraham (Gén. 17:10, 11). Este rito externo era observado por el pueblo de Dios en el AT (Gén. 17; Exo. 4; Jos. 5) y debía ser una señal de un cambio interno hecho por Dios (Deut. 10:16; 30:6). En el NT este rito externo no tenía ningún significado en la vida espiritual de una persona (Rom. 4:10, 11; Gál. 5:6). Sabiendo la influencia tremenda que la circuncisión tenía en el pueblo de Israel por siglos, podemos entender el celo ferviente que los judaizantes tenían por la ley y la circuncisión.

Una pregunta que algunos lectores se pueden hacer es: ¿Por qué Pablo animó a Timoteo a circuncidarse (Hch. 16:3) y también defendió a Tito para que no se circuncidara (Gál. 2:5)? ¿Era Pablo inconsecuente? La contestación es que Pablo no fue inconsecuente. El caso de Timoteo es diferente al de Tito. Timoteo se circuncidó para evitar pleitos entre los judíos no salvos en Jerusalén; Timoteo no quería ser piedra de tropiezo para ellos. Se hizo como ellos para ganarlos para Cristo. En el caso de Timoteo la circuncisión no era para salvación sino para evitar pleitos, siendo él en parte judío (Hch. 16:1). El caso de Tito era totalmente diferente. Pablo se opuso a la enseñanza de que hay que circuncidar a los cristianos gentiles para salvación. Pablo quería mostrar que los gentiles eran salvos sin la circuncisión. El caso de Tito tenía más que ver con el mensaje de salvación y la ley.

Los judaizantes, a quienes Pablo se refiere en el cap. 2, eran falsos hermanos. El Apóstol no estaba diciendo que ellos eran hermanos en la fe sino al contrario, eran hombres que se hacían pasar como hermanos pero en realidad eran falsos. Estos hombres falsos se infiltraron secretamente (v. 4). La idea aquí es que estos falsos hermanos eran puestos en las congregaciones por algún grupo de afuera. Pablo no dice quiénes eran pero los gálatas sabían quiénes eran los responsables. Posiblemente el grupo que investigaba esta clase de actividad eran ex fariseos o ex sacerdotes judíos que se llamaban cristianos en Jerusalén. Estos falsos hermanos tenían un lema que era: Si no os circuncidáis de acuerdo con el rito de Moisés, no podéis ser salvos (Hech. 15:1). Según Pablo, los falsos hermanos tenían dos objetivos. El primero era de espiar la libertad que los cristianos gentiles tenían en Cristo. Cuando Pablo menciona la palabra libertad (v. 4), él no se está refiriendo a una libertad de hacer lo que le venga en gana, sino a una libertad de los ritos y reglamentos de la ley que eran impuestos por los líderes judíos. El segundo objetivo era de esclavizar a los cristianos más dé-biles a observar las leyes y ceremonias del AT.

El Apóstol explica que esta clase de enseñanza no fue tolerada ni practicada en su ministerio para que el evangelio de libertad se siguiera proclamando (v. 5). Algunos eruditos piensan que Tito sí fue circuncidado. Ellos argumentan que en algunos manuscritos las palabras ni por no aparecen (en el griego son las palabras hois oude y no aparecen en el texto occidental); la lectura de este versículo sin las palabras "ni por" tiene el significado de que Tito se circuncidó para no traer problema. Tito no fue forzado pero aceptó la circuncisión y así el Apóstol y Tito accedieron por un tiempo. Este punto de vista es inconsecuente con la firmeza de Pablo acerca de su evangelio de libertad. También el tono de la epístola es totalmente contrario a la idea de la circuncisión para los gentiles. Es mejor interpretar este versículo como que Tito no se circuncidó.

“Los importantes”

2:6

Hace unos años un líder en la obra cristiana en un país se jactó de estar entre los importantes, cuando se señaló a sí mismo y dijo: “Aquí está uno de los ‘big wig’ (más importantes) de la obra.” Desgraciadamente, después de unos años, se descubrió que este mismo hermano estaba involucrado en actos de deshonestidad que causaron tristeza para todos los cristianos. No debemos pensar que somos los “importantes” en la obra; Dios nos llama a servir con fidelidad, y él se encargará de dar la recompensa. Nuestro llamado es a ser fieles en servir, no buscar los títulos de importancia.

El apóstol Pablo regresa a lo que dijo en el v. 2 acerca de exponer su evangelio a aquellos con reputación en Jerusalén y llega a la conclusión de que ellos no agregaron nada nuevo a su evangelio dado directamente por Cristo (v. 6). El Apóstol no tenía falta de respeto para los apóstoles en Jerusalén, al contrario, él fue para que ellos escucharan su evangelio. Pablo estaba reaccionando contra aquellos judaizantes que ponían a los apóstoles de Jerusalén como la máxima autoridad y a Pablo como un apóstol falso, que tenía un evangelio inventado por él. Estos grandes hombres tenían una reputación de haber caminado con Jesús y de ser apóstoles en Jerusalén, donde se originó el mensaje verdadero y el cristianismo. Posiblemente los judaizantes usaban estas credenciales para mezclar el evangelio con la ley. Pablo reacciona contra tales hombres (no contra los apóstoles) y menciona que el hecho de que estos apóstoles hubieran caminado con Jesús en otros tiempos no les daba más favor ante Dios que a él, que llegó a ser apóstol más tarde. Los judaizantes sabían que Dios no hace acepción de personas. En el concilio de Jerusalén Pedro confirmó esta verdad (Hech. 15:9).

El Apóstol regresa al concilio de Jerusalén y menciona una de las decisiones que se tomó (v. 7). Se reconoció que el evangelio dado a Pablo venía de Cristo y se tomó la decisión de que a Pablo se le había encomendado el evangelio por Cristo para ser predicado a los gentiles (Hech. 15:12) y a Pedro, que era un líder destacado entre los apóstoles en Jerusalén, el evangelio para los judíos (Hech. 15:7–11). Cuando Pablo menciona el evangelio para la incircuncisión y para la circuncisión, él no se está refiriendo a que hay dos evangelios, sino que el mismo evangelio se predicase a dos grupos diferentes. El mismo Espíritu Santo que actuó en Pedro también actuó en Pablo (v. 8). En otras palabras, el evangelio tenía que ser uno porque el autor es uno y es el mismo Espíritu Santo que llamó a estos dos grandes siervos a un ministerio diferente. Cuando se dice que Pablo es apóstol a los gentiles y Pedro a los judíos, no necesariamente se eliminaba la evangelización a los otros grupos, sino que en general el ministerio de Pablo era para los gentiles y el de Pedro para los judíos.

El Apóstol continúa su defensa contra los judaizantes y menciona a tres personas que los judaizantes usaban para combatir el evangelio de gracia que Pablo predicaba. Les dice que ellos (Jacobo, Pedro y Juan) aprobaron el ministerio del apóstol Pablo (v. 9). No sabemos de seguro por qué Pablo menciona a Jacobo primero. Posiblemente Jacobo llegó a ser el más prominente en la iglesia de Jerusalén. Pedro y Juan también fueron mencionados. Pablo escribe liberalmente el nombre de Cefas en vez de Pedro; posiblemente Pablo usaba los dos nombres intercambiadamente. El Juan que Pablo menciona es probablemente el hijo de Zebedeo (Mat. 10:2–4). Esta es la única oportunidad en que el nombre Juan es mencionado en las epístolas paulinas. Según el libro de Hechos, Juan estuvo con Pedro en diferentes ocasiones (Hch. 3:1–4:22; 8:14–25). Estos apóstoles eran pilares en la obra de Jerusalén. El término columna (v. 9) es simbólico de una persona que muestra apoyo y defensa (en el sentido de enseñanza) por los suyos. Entre los judíos, la palabra columna tenía que ver con un gran maestro. Apocalipsis 3:12 menciona la palabra columna para aquellos que son vencedores. Fueron estos hermanos de gran prestigio en Jerusalén los que dieron la mano de compañerismo a Pablo y Bernabé. La mano derecha (déxios 1188, "la mano"), tenía que ver como un acto simbólico que representaba un acuerdo o amistad entre dos grupos o personas. Estos líderes estaban de acuerdo con el ministerio de Pablo para los gentiles. Lo único que los hermanos le pidieron fue el recordar a los pobres, lo cual Pablo estaba haciendo. En la reunión no hubo ninguna indicación de que el evangelio paulino tenía defectos sino al contrario hubo unidad entre los líderes de Jerusalén y Pablo.

La petición de recordar a los pobres por los líderes de Jerusalén no es mencionada por Lucas en Hechos. Tenemos que concluir que aunque no fue mencionada por Lucas, esta fue una petición que los apóstoles hicieron, posiblemente en la reunión privada en Hechos 15:4. Esta petición no cambiaba nada en el evangelio de Pablo, al contrario lo apoyaba.

Semillero homilético

Llamados para ser apóstoles

2:6–10

Introducción: Los llamados de Dios siempre buscan lugares para servir. En el caso de Pablo el lugar no era importante. Sintió que su misión era a los gentiles, que en este pasaje se llama la incircuncisión. Pedro y otros apóstoles concentraron su ministerio en los judíos, que aquí abarca a los de la circuncisión.

I.     La fuente del llamado es Dios.

1.     El llamado fue dado a Pedro y los otros apóstoles.

2.     El llamado fue dado también a Pablo.

II.     El propósito del llamado de Dios.

1.     El llevar el evangelio a los judíos primeramente (de la circuncisión).

2.     El llevar el evangelio a los gentiles (incircuncisos).

III.     El alcance del llamado de Dios, v. 10.

1.     Enfocar en lo esencial del evangelio y no en los aspectos periféricos.

2.     Acordar las obras sociales para ayudar a los pobres.

Conclusión: La aplicación práctica del pasaje hoy en día nos lleva a enfocar a los grupos étnicos en distintas partes del mundo, que nunca han escuchado el evangelio. No importa su raza; lo importante es que son personas por las cuales Cristo murió y Dios quiere que entren en su reino.

Una pregunta que se puede hacer en este punto es: ¿Por qué el Apóstol no incluyó el contenido del decreto en Hechos 15 en su argumento contra los judaizantes? Tenemos que entender que una de las cosas que Pablo quería argumentar era su independencia de los apóstoles de Jerusalén y que su evangelio era dado totalmente por Cristo. Al mencionar el decreto, su evangelio perdía credibilidad. Es interesante que en 1 Corintios 8, que se refiere a comidas sacrificadas a los ídolos, el Apóstol tampoco menciona el decreto de Hechos 15 para reforzar su argumento.

    

    c. La exhortación a Pedro según el evangelio, 2:11–21. 

Hemos visto que el evangelio dado a Pablo por Cristo en realidad es genuino. Este evangelio fue dado a Pablo por revelación directa y fue totalmente independiente de la autoridad apostólica en Jerusalén. También fue por el evangelio que su vida fue transformada para predicar a los gentiles. El evangelio predicado por Pablo fue también aceptado por los apóstoles en Jerusalén. Ahora el apóstol Pablo da un ejemplo de la autoridad de su evangelio y es en ocasión de la confrontación que tuvo con Pedro. Esto pasó después del concilio de Jerusalén relatado en Hechos 15; Pedro decidió visitar a los hermanos en Antioquía (v. 11). Fue en esta visita que Pedro fue resistido por Pablo (el verbo griego anthístemi 436 tiene que ver con un ataque inicial del otro lado y así ser resistido. En la mente de Pablo, Pedro era culpable de un acto original de agresión contra el evangelio de la gracia). Pablo menciona que lo que Pedro hizo era reprensible. El ser reprendido por Pablo no significa que éste era superior sino que los hechos de Pedro no eran según el evangelio. El Apóstol explica lo que pasó (v. 12). Pedro comía con los gentiles (eran gentiles cristianos convertidos por medio del evangelio predicado por Pablo). Cuando Pedro estaba teniendo compañerismo con ellos, algunos de parte de Jacobo vinieron a ellos, (posiblemente en el tiempo de la comida también participaban del partimiento del pan y el vino, para recordar la muerte del Señor). Ciertas personas de parte de Jacobo (v. 12): Estos judíos eran cristianos, y venían de parte de Jacobo. Este es el mismo Jacobo que Pablo mencionó en 1:19. Posiblemente fueron a Antioquía para llevar luego un informe a Jacobo. Estos no eran los falsos hermanos que el apóstol menciona en el v. 4. Pero eran hombres de prestigio en la iglesia en Jerusalén y por ello Pedro tuvo temor. Estos hombres que venían de parte de Jacobo eran judíos estrictos que se habían convertido al cristianismo.

Es importante mencionar que a Pedro y a los judíos cristianos, especialmente los de Jerusalén, no les era cosa fácil dejar atrás una enseñanza que había predominado anteriormente en sus vidas. La tradición de sus padres era algo que predominaba en su sociedad. Pedro tuvo problemas en la transición de la ley a la gracia. Un ejemplo clásico de esto fue la visión que Pedro tuvo de parte de Dios para enseñarle que ya no hay diferencia entre judíos y gentiles (Hech. 10).

Cuando llegaron los de Jerusalén, Pedro se retraía y apartaba, temiendo... (v. 12). Estas palabras juntas describen a una persona tímida que se aparta cuidadosamente para no ser observada. El verbo "retraer" (upostéllo 5288) se usaba para cuando un ejército planeaba retirarse para ir a buscar protección. Por miedo a los de la circuncisión Pedro comenzó a separarse de los hermanos gentiles. Pablo los menciona como los de la circuncisión (v. 12). La idea aquí es la misma que en el v. 7, en el cual se menciona que el ministerio de Pedro era para aquellos de la circuncisión o judíos. Estos hermanos eran judíos cristianos. El temor de Pedro era como en Hechos 11:1, 2 donde los cristianos judíos conocidos como los de la circuncisión argumentaban con Pedro y le reclamaban su compañerismo con los gentiles.

Una pregunta que puede estar en algunos de los lectores es: ¿Por qué tenía Pedro temor de estas personas si el concilio (Hech. 15) claramente había dado a los judíos "luz verde" para el compañerismo? Simplemente que el decreto de Hechos 15 fue anunciado en teoría y no en práctica. Lo que le pasó a Pedro fue un error suyo en la práctica. La tensión de la ley predominaba entre los cristianos judíos en Jerusalén. No fue algo que desapareció totalmente después del decreto. Con su manera de actuar, Pedro influyó en otros, para hacer lo mismo (los otros judíos eran judíos cristianos que vivían en Antioquía). Tanta fue su hipocresía que hasta Bernabé lo siguió en sus hechos (v. 13). El apóstol Pablo llama hipocresía a esta acción de parte de Pedro y sus seguidores, porque representaban una comedia que no estaba de acuerdo con sus convicciones. Esto sucedió por un período de tiempo, seguramente durante la estadía de los de la circuncisión.

El apóstol Pablo vio que no andaban rectamente (v. 14; orthopodéo 3716 tiene que ver con seguir un camino derecho en contraste con una línea torcida). Con su testimonio, ellos se estaban alejando de la verdad del evangelio. Aquí hay una lección muy importante que tenemos que considerar y es que a veces sabemos la verdad del evangelio (en teoría) pero por presiones externas actuamos en forma contraria a la verdad de lo que la palabra nos indica. El saber de la Palabra y el vivirla debe ser una sola cosa. Pablo exhortó a Pedro cara a cara delante de todos (v. 14). La razón por la que Pablo lo exhortó en público fue que, como líder, estaba siendo piedra de tropiezo a muchos hermanos. Esta no fue una ofensa personal, sino que involucraba a muchos hermanos.

Pablo comienza su exhortación con una pregunta (v. 14b). No sabemos de seguro en qué versículo terminó la exhortación de Pablo. Algunos piensan que terminó en el v. 14, pero es mejor concluir que su exhortación siguió hasta el final del capítulo. La pregunta de Pablo era: Si Pedro, que era judío, vivía como gentil, (tenía la libertad de vivir en la manera de los gentiles, como lo estaba haciendo en Antioquía) ¿cómo podía él obligar a los gentiles a vivir como los judíos? Con su testimonio, Pedro estaba diciendo a los gentiles que hasta que ellos se conformaran a las prácticas judías no podían tener compa-ñerismo con él y sus compañeros judíos. En esencia, ésto era una obligación para que los gentiles se judaizaran.

La respuesta de Pedro no está registrada; él era culpable delante de la acusación de Pablo, pues sus acciones no eran iguales a sus convicciones.

El apóstol Pablo continúa su argumento basado en la acción de Pedro (vv. 15–21). La refutación del Apóstol va dirigida a los judíos de nacimiento (incluyendo a Pedro y sus seguidores). Aunque tuvieron privilegios por ser judíos, ellos tienen que venir a Cristo por la fe como los gentiles. Pablo menciona un pensamiento que prevalecía entre el judaísmo y era que los judíos de nacimiento eran parte del pacto de Dios y no los gentiles que eran pecadores por naturaleza (v. 15). Aunque Pablo y Pedro sabían que al haber nacido judíos tenían una bendición y algunas ventajas en ello, sin embargo esto no incluía la salvación (v. 16). Las obras de la ley (que eran importantes para los judaizantes) no traen salvación. La palabra "justificar" en el v. 16 (dikaióo 1344) no tiene que ver con un cambio ético o hacer que alguien viva una vida santa, sino que es una declaración judicial de Dios por la cual la persona se cuenta como justa y aceptable delante de Dios. Las obras de la ley no producen esta justificación. La fe en Cristo trae justificación, sea para judíos o gentiles. La palabra fe (pístis 4102) tiene que ver con aceptar lo que ella misma acredita como verdad. En este caso es Jesucristo. Es esta verdad que se cree y domina las vidas y conductas de los cristianos. Lo que Pablo dice aquí (v. 16) es que los judíos no pueden ser justificados por la ley sino solamente por la fe. Entonces, ¿por qué dar la impresión a los gentiles de que algo más allá de tener fe en Jesús (como la ley de los judíos) trae salvación?

El v. 17 es una porción del cap. 2 que no es fácil de entender. Hay dos explicaciones que son las más lógicas a la luz del contexto. Algunos eruditos sugieren que Pablo estaba contestando una objeción hipotética que toma dos proposiciones correctas y una conclusión incorrecta.

1. Objeción correcta: Pablo dice que los judíos son justificados en Cristo aparte de la ley.

2. Pablo dice que al abandonar la ley para ser salvo por medio de la fe, los judíos tienen que reconocer que ellos mismos están en la misma categoría de pecadores como los gentiles (lo cual es correcto).

Conclusión incorrecta: Entonces Cristo es el servidor o el promotor del pecado. El requiere que los hombres abandonen la ley para ser justificados. El abandonar la ley de Dios que es buena y moverse hacia los principios sin la ley es pecar.

El Apóstol trae a luz este pensamiento totalmente equivocado y horrorizado, exclama: ¡De ninguna manera! (v. 17).

La segunda manera en que se puede explicar este versículo es que Pedro había dejado la ley y dependía de la fe solamente para ser justificado al tener compañerismo con los gentiles. Después vaciló y regresó a la ley cuando vio a los judíos de Jerusalén. En esta manera él estaba insinuando que la ley era necesaria para la salvación. Al regresar a los principios de la ley, en esencia estaba diciendo que él había pecado por haber dejado la ley judía. Esto implicaba que Cristo estuvo equivocado (estaba animando el pecar) al presentarse como el único que justifica fuera de la ley. Cristo engañó a los judíos al enseñarles que no necesitaban la ley; por ello es un servidor del pecado al animarles a dejar la ley. En esencia Pablo estaba diciendo: nosotros buscamos ser justificados por Cristo pero nos hicimos pecadores al dejar la ley; entonces, Cristo es el servidor del pecado. La respuesta es: ¡De ninguna manera! (v. 17).

El Apóstol continúa con el mismo pensamiento del v. 17 y aclara que la culpa no es de Cristo. Entonces, ¿de quién es la culpa? Es de la misma persona (v. 18). El se incluye, por cortesía a Pedro y expone su caso como judío. Lo que Pablo dice aquí (v. 18) es: Si yo dejé la ley y vine a Cristo sólo por la fe y después quiero regresar a aquello que dejé, me hago un transgresor. La palabra griega parábates 3848, que se traduce transgresor, es más específica que la palabra pecadores en los vv. 15 y 17. Quiere decir "uno que quebranta la ley", no tanto un estatuto de ella sino el significado verdadero o la intención de la ley. La razón por la que una persona se hace un transgresor es por el propósito de la ley. La ley no salva pero confirma que el hombre es pecador (comp. Rom. 6–8).

El apóstol Pablo sigue explicando su relación con la ley cuando vino al conocimiento de Cristo (v. 19). En el plan redentor de Dios, la ley tenía un trabajo legítimo y era el de mostrar que el hombre es pecador y señala hacia Cristo. El Apóstol menciona que él ha muerto a la ley. Esto quiere decir que el propósito de la ley terminó en su vida cuando él aceptó a Jesús. En la analogía de la muerte, el Apóstol no responde más a ella porque el propósito de la ley no es de salvar. En su vida nueva Pablo responde a Dios para servirle en espíritu y verdad.

Pablo explica cómo él vive en la nueva vida (v. 20). Lo primero que Pablo dice acerca de esta nueva vida es que él está juntamente crucificado con Cristo (v. 20). (El tiempo del verbo es perfecto, que significa una acción en el pasado y que continúa en el presente. También la voz del verbo es pasiva, que significa "yo no lo hago ahora; ya lo han hecho por mí", lit. se puede traducir, "yo he sido crucificado y sigo siendo crucificado en Cristo".) El verbo "crucificar" explica por qué Pablo había muerto a la ley y se identifica con la muerte del Salvador (él tomó nuestros pecados y no la ley); es la muerte de Cristo la que todo cristiano experimenta (Rom. 6:1–6; 1 Cor. 12:13). El resultado de esta unidad con Cristo es que no se vive para uno mismo, ya no se vive para tratar de obtener méritos por observar la ley; pero el vivir, en la vida de Pablo, era que Cristo vivía en él. Todo lo que el Apóstol hacía en la carne lo vivía agradando a Cristo. La palabra carne no tiene que ver con la vida de pecado que Pablo menciona en otras epístolas (Rom. 8:8 ss.), sino que tiene la idea del cuerpo mortal (ver 2 Cor. 10:3). El oxígeno en la nueva vida en Cristo es la fe en el Hijo de Dios (Pablo usa este título para hacer hincapié en la nueva revelación de Dios en contraste con el AT). Fue el Hijo de Dios que amó y se entregó a morir en una cruz por Pablo. (El Apóstol usa la primera persona singular, lo que muestra el afecto profundo que él tenía por su Se-ñor. Esto no significa que él estaba excluyendo a otros, si así fuese, el caso iría contra sus enseñanzas del cuerpo de Cristo.)

Pablo explica el propósito de la ley; la ley no tiene nada que ver con la vida eterna. El caminar con el Señor va más allá que los preceptos externos, es una nueva vida en el espíritu y somos motivados a servirle por el amor que Jesús nos tiene.

El apóstol Pedro con su conducta de vacilación eliminaba la gracia de Dios. En sus hechos de apartarse de sus hermanos gentiles, él estaba diciendo que la ley suplementa la justicia alcanzada por Cristo. El apóstol Pablo comenta que él no ha puesto a un lado la gracia de Dios (v. 21). Si una persona puede tener justicia delante de Dios por guardar la ley, entonces la muerte de Cristo fue en vano. Cualquier persona que agregue un requisito más a la muerte de Cristo, en esencia está diciendo que el sacrificio de Cristo no fue suficiente para la salvación.

Semillero homilético

Crucificado con Cristo

2:20

Introducción: Pablo explica en este versículo lo que significa para el cristiano estar en relación con Cristo. Representa un nivel de consagración que pocos cristianos alcanzan, pero ofrece una recompensa especial. ¿Qué efecto tiene el estar crucificado con Cristo?

I.     Trae perdón del pecado.

1.     La cruz hace posible nuestro perdón, porque así Cristo pagó por nuestros pecados.

2.     La cruz fue necesaria para expiar los pecados de la humanidad.

II.     Trae poder para vivir frente a las dificultades.

1.     En tiempos de persecución abierta.

2.     En tiempos de experimentar pruebas en la vida.

III.     Trae propósito en vivir día tras día.

1.     Podemos identificarnos con la misión mundial de compartir este mensaje.

2.     Podemos vivir la vida en el espíritu y no en la carne.

IV.     Trae seguridad y tranquilidad en cuanto a la eternidad.

Conclusión: Pablo no apela a otros a entrar en este nivel de consagración. Simplemente testifica que él ha alcanzado este nivel de sentir una relación especial con Cristo y de poder vivir la fe en la seguridad del amor de Cristo. Esto apela a los cristianos y los motiva a buscar esta experiencia.

II.     EL MENSAJE DEL EVANGELIO: JUSTIFICACIÓN POR LA FE, 3:1-4:31

En los primeros dos capítulos de la epístola Pablo estableció su argumento acerca del origen divino de su apostolado y de su evangelio. Ahora Pablo regresa a los gálatas que estaban siendo influenciados por algunos judaizantes, quienes enseñaban que la salvación completa incluía también la ley. El Apóstol les escribe cuatro argumentos para confirmar que la justificación no es por las obras de la ley sino por la fe. Esta porción doctrinal es de mucha importancia para confrontar a muchos que quieren agregar más requisitos para la salvación, que es solamente por medio de nuestro Señor Jesús.

1.     La recepción del Espíritu, 3:1-5

La primera pregunta que el Apóstol hace a los gálatas para exhortarles acerca de la verdad de que la justificación es por la fe y no por las obras, es: ¿Cómo recibieron el Espíritu? Pablo comienza su exhortación en el cap. 3 con un tono algo serio (no les llama hermanos sino que usa un nombre impersonal, gálatas (v. 1). El Apóstol los llama insensatos (v. 1). Esta palabra tiene el significado de una persona que puede pensar pero tiene falta de percepción (la palabra griega anóetos 453, que se traduce insensatos, aparece también en Luc. 24:25; Rom. 1:14; 1 Tim. 6:9; Tito 3:3). Eran como una persona con miopía; esa persona piensa, pero no puede percibir los objetos que la rodean. Los gálatas podían pensar pero no podían percibir el evangelio verdadero, que es por la fe.

Semillero homilético

La tragedia del hechizo

3:1–5

Introducción: ¿Han conocido a una persona embrujada o hechizada? Seguramente es un panorama triste, porque la persona está caminando en forma equivocada, controlada por poderes satánicos que conducen a uno a la condenación. Pablo llama esto una tragedia.

I.     Una acusación grave, v. 1.

1.     El ser hechizado quiere decir que han sido engañados o desviados del camino correcto.

2.     El ser hechizado quiere decir que han perdido lo que anteriormente poseían.

II.     Una implicación grave, vv. 2, 3.

1.     Que recibieron el Espíritu por medio de las obras y no la fe.

2.     Que principiaron en el Espíritu pero ahora terminan con la carne.

III.     Una afirmación grave, vv. 3–9.

1.     Abraham fue justificado por la fe, v. 6.

2.     Los descendientes de Abraham, aunque judíos, son salvos por medio de la fe y no por medio de las leyes ceremoniales del judaísmo.

Conclusión: Pablo está tremendamente entristecido con las noticias de que algunos cristianos en las iglesias de Galacia han abandonado el evangelio de la gracia para aceptar la enseñanza que había que cumplir con las obras de la ley para ser salvo. Consideró que tal paso era una tragedia, porque era ser engañado o hechizado. ¿Hay hoy personas que han sido hechizadas? Sí. Las mismas condiciones existen hoy, porque hay personas que son engañadas con las enseñanzas falsas.

Pablo sigue su admonición con una metáfora (comparación por medio de representaciones). El Apóstol les pregunta quién los hechizó para no obedecer la verdad. La palabra hechizar (baskáino 940) tiene que ver con una creencia popular acerca de un poder maligno. La práctica de echar un conjuro a otra persona era común entre los gentiles. La idea, entonces, es que el Apóstol les pregunta quién les ha echado un conjuro o hechizo para no obedecer a la verdad del evangelio. Recordemos que Pablo les habla en una manera figurada para poner énfasis en su punto. Es como decir: ¿Quién te embrujó para hacer eso? La palabra “hechizar” es usada por Pablo para traer más luz a su exhortación.

Jesucristo fue presentado claramente por Pablo a los gálatas. Pablo usa la frase preposicional cuyos ojos (v. 1) para recordarles la manera clara en que fue presentado el mensaje. El verbo “presentar” (prográfo 4270) tiene que ver con el mensaje proclamado por el Apóstol cuando estaba con ellos. Pablo sólo menciona aquí una parte de todo lo que les dijo, ésto es “Jesús crucificado”. Este era el centro del mensaje de Pablo. Contrario a la ley, es la muerte de Jesús la que trae salvación a un pecador. No hay una escalera de méritos humanos para ir al cielo, sino sólo la sangre de Cristo sin agregarle más, es lo que hace que el hombre obtenga salvación. Los mismos ojos de los gálatas, que vieron el mensaje claro de Pablo, habían sido fascinados para ver (o creer) otro evangelio.

Pablo hace una pregunta, que regresa al tiempo de su salvación (v. 2). ¿Cómo recibieron el Espíritu Santo? ¿Fue acaso por las obras de la ley? Si los gálatas en verdad eran salvos, ellos tenían que responder negativamente. El Espíritu Santo se recibe cuando alguien escucha el mensaje de salvación y lo cree (Rom. 10:16, 17; 1 Tes. 2:13). La salvación y el recibir el Espíritu Santo es como una moneda con dos caras, es un evento que pasa en la vida de una persona cuando cree en el evangelio. Es el Espíritu Santo que da al creyente la prueba de su salvación (Rom. 8:16; 1 Jn. 4:13). Toda persona que ejercita su fe en Cristo es sellada con el Espíritu de Dios aparte de cualquier obra (Ef. 1:13, 14).

Padeciendo en vano

3:4

Cuando Belarmino era joven en la escuela primaria, le tocó padecer persecución porque asistía a una iglesia evangélica en el pueblito donde vivían sus padres. El profesor del colegio le hizo arrodillarse y caminar de rodillas alrededor de los patios recreativos, mientras los demás alumnos se burlaban. Pero él seguía asistiendo a los cultos, aceptó al Señor como Salvador personal, y años más tarde sintió el llamado de Dios para predicar. Terminó los estudios secundarios y se graduó del seminario. Ahora ha pasado años de su vida predicando el evangelio como pastor, evangelista y maestro. Su testimonio es que su padecimiento no fue en vano, porque determinó ser fiel al que sufrió por él. Su fidelidad está en contraste con los de Galacia, quienes, después de padecer, decidieron abandonar el evangelio.

Esta es la pregunta que Pablo hace a los gálatas con respecto a la recepción del Espíritu Santo: ¿Fue por las obras o por fe en el evangelio? Si sus lectores eran cristianos tenían que estar de acuerdo con Pablo. El Espíritu Santo se recibe por fe cuando una persona cree en Cristo como su Salvador. En base a la respuesta a la pregunta que Pablo hace en el v. 2 (que debiera ser por fe en Cristo), el Apóstol les llama insensatos (es la misma palabra griega que mencionó en el v. 1). La vida cristiana es por medio del poder del Espíritu Santo y continúa en un crecimiento por el poder de Dios. La vida espiritual de un cristiano viene desde adentro (el corazón) hacia lo externo. Es en realidad necedad el comenzar en el Espíritu y terminar en la carne. La carne tiene que ver con los ritos físicos, como el de la circuncisión para obtener el favor de Dios. Este fue el error de los fariseos que practicaban ritos que eran sólo para la carne. Eso era contrario al caminar de Jesús, que era en el Espíritu. Es interesante que los dos verbos en el v. 3 (“comenzar” y “terminar”) son también mencionados por Pablo en Filipenses 1:6, que dice: Estando convencido de ésto: que el que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará (es el mismo verbo en el griego que en Gál. 3:3, que se traduce “terminar”) hasta el día de Cristo Jesús. Según Filipenses 1:6 es Dios quien comienza su obra en el Espíritu y la terminará en el poder del Espíritu, lo cual no deja lugar para que la carne se gloríe.

Al caminar en el Espíritu hay padecimientos. No sabemos exactamente cuales eran los sufrimientos de los gálatas. Posiblemente Pablo se refería a cristianos verdaderos que sufrían por el nombre de Cristo. Aunque estos cristianos tenían libertad espiritual, eran perseguidos por los gentiles y aun por algunos de los judaizantes. La situación de los cristianos en Galacia era la misma situación que la de los tesalonicenses, cuando Pablo les recuerda: ... vosotros, hermanos, llegasteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues también vosotros habéis padecido las mismas cosas de nuestros propios compatriotas, como ellos de los judíos (1 Tes. 2:14). Pablo continúa en este versículo (v. 4) y les pregunta si este padecimiento fue realmente en vano. El les da una esperanza de que posiblemente no lo fue, si recapacitan en esta falsa doctrina y siguen caminando en la libertad a la que Cristo los ha llamado.

La fe de Abraham

1.     Abraham respondió a la voz de Dios en su llamado (Gén. 12:1–4).

2.     Abraham manifestó confianza en las promesas de Dios (Gén. 15:1–21).

3.     Abraham obedeció el mandato de Dios (Gén. 22:2–10).

El Apóstol regresa a la pregunta hecha en el v. 2 y continúa con el tema del Espíritu (v. 5). En el v. 2, la pregunta que Pablo hace es desde el punto de vista de los gálatas. Aquí (v. 5), es desde el punto de vista de Dios. Es Dios quien provee el Espíritu Santo. En Hechos 1:4, Jesús mandó a sus discípulos que esperaran la promesa del Espíritu Santo que vendría de Dios Padre. Es el Espíritu Santo que obra maravillas entre vosotros. La palabra maravillas es dúnamis 1411 y tiene el significado de milagros que el Espíritu hizo en medio de los gálatas como lo testifica Hechos 14:3, 8–11. Esta manifestación del Espíritu Santo es diferente de los frutos internos que son evidentes en un cristiano cuando se deja controlar por el Espíritu (Gál. 5:22, 23). El Apóstol les pregunta si todas las manifestaciones del Espíritu Santo fueron hechas por las obras de la ley o por la fe. Fue por el evangelio de fe que Dios confirmó a los gálatas de su autenticidad con maravillas. Entonces, ¿por qué regresar a otro mensaje como era el de los judaizantes? Si en realidad los gálatas habían aceptado a Cristo, por fe tenían que estar de acuerdo con Pablo.

2.     El evangelio con referencia a las Escrituras, 3:6-18

Los judaizantes usaban el AT para confirmar la importancia de la ley y la circuncisión. Posiblemente ellos se referían a Abraham quien era el padre de los judíos a quien también se le prometió que por medio de él las naciones iban a ser bendecidas (Gén. 12:2, 3). Dios mandó a este gran siervo que se circuncidara (Gén. 17:10, 11). También su descendencia; judíos o gentiles, quienes forman parte de la familia espiritual de Abraham por medio de Jesús, deben circuncidarse como Abraham lo hizo. Posiblemente los judaizantes corroboraban más su argumento con Moisés y la ley que ponía énfasis en la circuncisión.

Con esto en mente, Pablo se refiere al AT para argumentar el principio básico de la salvación que es por medio de la fe en Cristo. Abraham creyó a Dios. Dios se reveló a Abraham y él depositó su fe en su palabra. Si estudiamos la vida de Abraham tenemos que llegar a la conclusión de que él se caracterizaba por su fe en Dios. Dios llamó a Abraham a salir de su tierra para ir a un territorio extraño, donde Dios le prometió que lo iba a bendecir. Abraham obedeció porque creyó en la palabra de Dios (Gén. 12:1–4). Dios también prometió un hijo a Abraham en su vejez y además una gran descendencia. Abraham creyó a Dios (Gén. 15:1–6). Génesis 15:6 específicamente dice que creyó a Jehovah, y le fue contado por justicia. La de Abraham fue una vida de fe. Pablo cita esta porción de Génesis para mostrar que no fue la ley, ni la circuncisión que justificó a Abraham, sino su fe en las promesas de Dios. La palabra “justificar” en este contexto tiene que ver con la aceptación de Abraham por Dios. La base de esta aceptación fue la fe y no la circuncisión.

Un principio básico en la vida de Abraham (v. 7) fue la fe en la palabra de Dios. Los gálatas tenían que saber que el principio es igual en la nueva dispensación. Todos los que ejercitan su fe, son los que tienen fe como Abraham, y son ellos los verdaderos hijos de Abraham y no los de la circuncisión. Pablo no menciona específicamente en el v. 7 el objeto de la fe, solamente dice los que se basan en la fe. La razón por la que dice fe es que quería dar énfasis al principio de la fe y no a la revelación. La revelación dada por Dios en los tiempos de Abraham era distinta a la revelación definitiva del Hijo de Dios.

El Apóstol personifica las Escrituras (la Escritura, habiendo previsto..., v. 8), porque él ve las Escrituras como si Dios estuviese hablando. Otro ejemplo en que el Apóstol hace ésto es en Romanos 9:17, cuando dice: Porque la Escritura dice al Faraón... Para Pablo las Escrituras eran las mismas palabras de Dios. Las Escrituras no hablaron, sino Dios. La Escritura en este punto es la Palabra de Dios y en la mente de Pablo no hay diferencia. La referencia que Pablo hace de Génesis 15 es con referencia a una promesa que Dios hizo a Abraham acerca de dos cosas. Primero, que los gentiles serían justificados. La bendición de Dios iría más allá de los judíos. Segundo, la base de esta bendición es la fe en Jesucristo que nacería de la descendencia de Abraham para salvar a la humanidad (ver la genealogía en Mat. 1).

El Apóstol concluye su argumento acerca de la importancia de la fe para la salvación (v. 9). Son los de la fe quienes serán bendecidos junto con Abraham, quien también depositó su fe en Dios. Otra referencia que el lector puede buscar acerca de la fe de Abraham es Romanos 4:7–12 donde Pablo da casi el mismo argumento acerca de la fe de Abraham que le fue contada por justicia antes de la circuncisión. También en Hebreos 11 Abraham fue puesto como uno de los muchos ejemplos en el AT de personas que tenían fe en Dios.

Después de argumentar la importancia que la fe tuvo en la vida de Abraham, el Apóstol examina el pensamiento erróneo de los judaizantes acerca de la ley. Pablo explica cuál es el propósito de la ley.

Es importante explicar un poco acerca de la ley. Cuando Pablo menciona la palabra ley, se está refiriendo al cuerpo de códigos que Dios dio a Moisés (Exo. 20–23:33). Recordemos que antes que Dios les diera la ley, Israel era un pueblo que estaba en esclavitud y que fue primeramente redimido por Dios por medio de la sangre de un cordero (Exo. 12). El pueblo creyó a Dios por medio de su siervo Moisés, al poner la sangre de un cordero en los postes de la entrada de la casa para que fuesen salvos de la muerte (Heb. 11:28, 29). Dios redimió a Israel para que como nación le sirviera (Isa. 43:1). Este gran evento debía ser recordado y celebrado por Israel (Exo. 12:14) hasta que el Hijo de Dios viniese a este mundo como el Cordero de Dios para dar su sangre por todos. El entonces sería nuestra pascua eterna (1 Cor. 5:7). Después que el pueblo redimido por Dios salió de Egipto fue al monte Sinaí, donde recibió los mandamientos de Dios (conocidos como la ley). El propósito de la ley no fue para salvar al pueblo de Dios, sino para que el pueblo de Dios viviera en santificación.

Joya bíblica

Porque todos los que se basan en las obras de la ley están bajo maldición (3:10).

Otros propósitos generales que se encuentran en la ley de Moisés son los siguientes: La ley de Dios fue dada al pueblo de Israel para mostrar la santidad de Dios. Dios es un Dios santo y para tener compañerismo con él hay que ser santo (1 Ped. 1:15, 16). La ley también fue dada para exponer el pecado del hombre. La ley trae a la luz la santidad de Dios y también el pecado del hombre (Gál. 3:19–22). Otro propósito de la ley es que es nuestro tutor para llevarnos a Cristo (3:24). La ley fue dada para que la nación redimida de Israel pudiera, como nación, seguir los principios dados por Dios en unidad (Exo. 19:5–8). La ley también fue dada a Israel para proveer una provisión temporal para el perdón de sus pecados (Lev. 1—). Como nación redimida de Israel, la ley les decía lo pecador que es el hombre y lo santo que es Dios; también les daba la provisión para seguir en un compañerismo con Dios. Moisés recibió de Dios dos ofrendas que deberían ser instituídas en la nación de Israel para cubrir el pecado de una persona (Lev. 4:1–5:13; 6:24–30). La ley fue dada para proveer a la nación redimida de Israel el camino de aprender cómo alabar a Dios. Esto se hacía por medio de los días festivos, donde la nación se unía para recordar a Dios y sus grandes eventos (Lev. 23).

La ley era buena y tuvo un propósito santo en el programa de Dios (Rom. 7:12). Pero la ley no fue dada para salvación como algunos judaizantes enseñaban.

Con este trasfondo histórico acerca del propósito de la ley, entremos al argumento de Pablo sobre la doctrina errónea de los judaizantes acerca de que la ley justifica. Después que Pablo explicó que la justificación delante de Dios es por medio de la fe como fue argumentado en la vida de Abraham (vv. 6–9), él se dirige al tema de la ley y a aquellos judaizantes que incitaban a las personas a seguir la ley para salvación. Pablo les dice que al estar bajo la ley es todo al contrario: El estar en la ley trae maldición (v. 10).

Otra vez Pablo regresa al AT para probar su punto sobre la ley. En los vv. 10–12, Pablo hace tres referencias al AT para argumentar su punto. La primera referencia que Pablo usa se encuentra en Deuteronomio 27:26 que dice: ¡Maldito el que no cumpla las palabras de esta ley, poniéndolas por obra! Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!” Esta parte de Deuteronomio fue la porción de maldiciones para aquellos que no cumplen los mandamientos de la ley (Deut. 27:11–26). Pablo da esta referencia para explicar que la ley no justifica, sino que trae maldición para el que la quebranta. En cualquier tiempo de la vida de una persona, si fallaba en un punto de la ley se hacía un transgresor (Stg. 2:10). El obedecer toda la ley externamente era muy difícil, pero no imposible. Pablo fue irreprensible en relación con la ley (Fil. 3:6). Pero en el contexto de Filipenses, Pablo menciona que la justicia delante de Dios era la fe en Cristo (Fil. 3:9). Pablo seguía la ley externamente (era irreprensible), pero en su corazón era un pobre pecador (Rom. 7:14–25). Jesús explicó el problema a los judíos religiosos en el Sermón del monte (Mat. 5–7). Por ejemplo, Jesús se dirigió a aquellos que decían que no adulteraban (externamente) y les dijo: Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón (Mat. 5:28). Podemos decir que la justicia perfecta de Dios no está sólo en lo externo sino en las virtudes internas. Pablo reconoció este problema en su propia vida, él era pecador (Rom. 7:14–25). Otro ejemplo que trae a luz el problema interno del hombre fue el del hombre rico que vino a Jesús. El no fue aceptado en base a los méritos externos en cumplir la ley. El tenía un problema interno y Jesús lo trajo a la luz. Este problema era el amor al dinero (Luc 18:18–30). Uno de los propósitos de la ley no era justificar al hombre, pero sí demostrar lo pecadora que es la humanidad y lo santo que es Dios. Los que se sujetaban bajo la ley iban a confirmar la realidad de la ley, la cual es mostrar la condición pecaminosa del hombre. Esta condición es la que trae la maldición de Dios.

La ley no trae el favor de Dios para los hombres pero sí lo hace la fe en él. La segunda cita que Pablo usa es Habacuc 2:4, que dice: He aquí, aquel cuya alma no es recta dentro de sí está envanecido, pero el justo por su fe vivirá. El contexto histórico en el tiempo de Habacuc era uno de sufrimiento por la invasión de los babilonios; el justo esperará en la salvación (literal). Pablo toma el concepto de la fe en un sentido más espiritual. Sea en un contexto histórico o espiritual, es por medio de la fe que el hombre obtiene o llega a tener una buena relación con Dios y vive delante de él en este mundo. Esta porción de Habacuc es también mencionada en Romanos 1:17 y Hebreos 10:38 para mostrar la importancia de la fe en Dios.

La liberación de la condenación

3:10–14

1.     El ser humano queda condenado por la ley, porque no puede cumplirla en forma perfecta, v. 10.

2.     El ser humano puede llegar a ser justo solamente por medio de la fe en la obra redentora de Cristo, v. 11.

3.     Cristo hace posible la liberación porque se hizo maldición por nosotros, v. 13.

4.     Por medio de la fe en Cristo todos, judíos y gentiles, podemos recibir la bendición del Espíritu Santo, v. 14.

Algunos judaizantes podían argumentar que la fe y la ley podían ser combinadas para salvación. Pablo responde con una cita en Levítico 18:5, que dice: Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis decretos, los cuales el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Con este versículo en Levítico, Pablo responde que la rey no se basa en la fe (v. 12) sino que la persona que depende de su justicia para hacer todo lo que está en la ley a perfección, tiene que vivir en ella. Esto es contrario a la gracia de Dios. El hombre responde a la gracia por medio de la fe.

Después de argumentar el propósito de la ley y lo imposible que es el obtener justificación por medio de la ley, Pablo escribe el lado positivo de la maldición en que el hombre cae bajo la ley. La condición del hombre bajo la ley es una sin esperanza; pero en Cristo hay redención (v. 13). El verbo “redimir” es exagorazo 1805. Es un verbo que tiene la idea de comprar. Se usaba comúnmente en la compra de esclavos para la libertad. Tenemos que recordar el precio que Jesús pagó. Fue lo más alto y valioso en este mundo: su sangre (1 Ped. 1:19). Cristo nos redimió de la maldición de la ley (v. 13). La palabra katára 2671, que se traduce maldición, tiene que ver con una sentencia de reprobación. La ley trae maldición al hombre por no poder seguirla en su totalidad. Jesús tomó el castigo de la maldición que le correspondía al hombre. Jesús no murió en la cruz porque él era pecador, al contrario, él no conoció pecado pero tomó nuestros pecados (1 Cor. 5:21).

Pablo se refiere a una cita en el AT para mostrar que la circunstancia de la muerte de Jesús lo trajo a una maldición. El Apóstol cita Deuteronomio 21:22, 23 donde se menciona el castigo de muerte para aquellos que cometen pecados dignos de muerte. Los judíos no crucificaban a una persona para que muriese, pero el que era digno de muerte, moría apedreado (Deut. 17:5–7). También las personas que adoraban ídolos deberían ser ejecutadas por medio de la espada (Deut. 13:12–15; Exo. 32:27). La Escritura menciona la ejecución de seres vivos por medio del fuego (Lev. 20:14 y 21:9). Otro estilo de ejecución mencionado en el AT fue por medio de la horca (Núm. 25:4; 2 Sam. 21:6). El crucificar a una persona viva no era la práctica de los judíos pero sí de los romanos. Los judíos ejecutaban a un criminal y después de su muerte lo colgaban para exponer su cuerpo a la sociedad y para mostrar al pueblo la maldición de Dios. El cuerpo no se podía dejar colgado durante la noche de ese mismo día, sino que debía ser enterrado inmediatamente (Deut. 21:22, 23). Encontramos un ejemplo en el AT en donde Josué capturó a los reyes cananeos, los mató y colgó en un madero (Jos. 10:26). Concluimos entonces que en la sociedad judía el que era colgado en un madero representaba la maldición de Dios. Esta es una de las razones por la cual la crucifixión de Jesús es una piedra de tropiezo para los judíos (1 Cor. 1:23). La mentalidad de los judíos no podía entender cómo el Mesías era maldito por Dios. Lo que los judíos no entendían es que Jesús murió no porque él era maldito, sino porque él tomó nuestra maldición del pecado. La maldición que la ley trae (porque no se puede cumplir en su totalidad) la tomó Cristo. Nuestra maldición fue tomada por Cristo en el madero.

En el v. 14, Pablo explica el propósito de la redención de Cristo (la preposición hina, que se traduce para y a fin de, es mencionada dos veces en este versículo y tiene como significado el propósito de la redención mencionada en el versículo anterior). El primer propósito que Pablo menciona es que la bendición que fue impartida a Abraham, que fue la justificación por medio de la fe (ver el v. 6), también sea experimentada por los gentiles. El segundo propósito es el recibir el Espíritu Santo por medio de la fe. Los judíos y gentiles reciben la bendición del Espíritu Santo, no por la ley, sino por lo que Jesús hizo en la cruz. Lo que Pablo dice es que la salvación y la santificación por medio del Espíritu viene no por las obras externas de la ley sino por medio de la fe.

Aunque algunos de los judaizantes podían estar de acuerdo con Pablo acerca de que Abraham fue justificado por la fe, ellos podían argumentar que la ley vino más tarde para así cambiar el método de salvación. La fe pudo haber sido el primer medio para obtener la salvación que después dio paso a la ley.

Pablo argumenta esta idea en los vv. 15 al 18. El Apóstol se refiere a los gálatas con un tono más afectuoso y les llama hermanos (v. 15). Es un tono totalmente opuesto al del v. 1, donde les llama insensatos. Después de captar la atención de los gálatas, Pablo comienza a refutar la deducción errónea de los judaizantes. Su refutación comienza con una ilustración de la vida cotidiana (él habla en términos humanos), acerca de un pacto. La palabra pacto es diathéke 1242 y se puede traducir generalmente como un acuerdo de compromiso. La palabra es usada a veces como testamento y también como pacto. Sea un testamento o un pacto, la intención de Pablo era mostrar que cuando ese testamento o pacto era ratificado (cuando es aprobado o confirmado) entonces era imposible añadirle o invalidarlo. Si ésto era una realidad en la ley antigua de los hombres, mucho más la era en el pacto que Dios tuvo con Abraham.

La bendición de Abraham

3:14

1.     El origen de la bendición está en la promesa que Dios dio a Abraham en Génesis 12:1, 2.

2.     El mediador de la bendición es Cristo Jesús.

3.     La bendición está destinada a toda la humanidad, gentiles y judíos.

4.     El fin de la bendición es recibir el Espíritu Santo.

En los días de Abraham, cuando dos personas querían hacer un pacto entre sí, tomaban unos animales, los cortaban en dos y hacían dos filas con los pedazos de los animales muertos para que cada fila estuviese frente a la otra. En medio de las dos filas dejaban un caminito por el que cada persona caminaba y daba su promesa o pacto. Este rito era sagrado porque era hecho con sangre. En Génesis 15, Dios hizo un pacto con Abraham; éste pregunta a Dios: ¿Cómo sabré que yo la he de poseer? (Gén. 15:8.) Dios hizo un pacto con Abraham con el rito conocido en su tiempo. Dice Génesis 15 que Abraham tomó una becerra, una cabra, una ternera, una tórtola y un palomino y los partió por la mitad, uno enfrente del otro y esperó a Dios para hacer el pacto. Dios le mandó un sueño profundo y Jehovah dijo su pacto y pasó a través de los animales. La razón por la que Dios no quiso que Abraham pasara a través de los animales es que aunque la promesa fue hecha a Abraham y a su descendencia, Dios mismo se obligaba a hacerlo y nadie lo iba a invalidar por medio de la muerte. El Dios eterno haría todo lo prometido a Abraham (Gén. 15:1–21). Es imposible que la ley haya anulado el primer pacto que Dios hizo con Abraham, el hombre que fue justificado por la fe.

Pablo continúa con un paréntesis para explicar más el alcance que las promesas de Dios tuvieron para Abraham (v. 16). Algunos podían decir que las promesas a Abraham se hicieron durante el tiempo antes de la ley y que no tienen nada que ver con el presente. Pablo explica que las promesas que fueron hechas a Abraham y a su simiente eran superiores a las de la ley, porque estaban centradas en Cristo. Pablo usa la palabra descendencia (spérma 4690) la que mayormente tiene el sentido colectivo. Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo usa la palabra descendencia con un significado singular, para mostrar que el Mesías saldría de la descendencia de Abraham y es por Cristo que la bendición vendría por la fe y no por medio de la ley. Las promesas a Abraham no fueron para el tiempo antes de la ley, sino que son eternas por medio de la descendencia de Abraham, que es Cristo Jesús.

El Apóstol resume el argumento comenzando en el v. 15. Pablo aplica el principio de la permanencia de la fe que estuvo presente mucho antes de la ley; la ley vino 430 años después de la promesa (v. 17). Pablo toma los números de los años de Exodo 12:40, que dice: El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue de 430 años. La verdad es que desde que Abraham salió de Harán a la edad de 75 años (Gén. 12:1–4) hasta que Dios dio la ley a Moisés en el monte Sinaí hay un período de cerca de 645 años, que hace una diferencia de 215 años. Según la cronología de Génesis y lo que dijo Pablo (que desde el pacto que Dios hizo con Abraham hasta la ley hay un período de 430 años, en el v. 17) hay una discrepancia. Según Exodo 12:40 fueron 430 años que Israel estuvo en Egipto y no el tiempo de la promesa a Abraham. Esta aparente discrepancia se puede aclarar en que Pablo no se estaba refiriendo históricamente al pacto que Dios tuvo con Abraham, sino a la promesa de Dios que también fue repetida a Isaac, el hijo de Abraham (Gén. 26:24). También la promesa fue reafirmada a Jacob (Gén. 46:2–4). Fue aquí donde Jacob y su descendencia fueron a Egipto y es esta ocasión a la que se refería el apóstol Pablo. Después que Dios habló a Jacob y reafirmó el pacto de Abraham, Jacob fue a Egipto, donde él y sus descendientes permanecieron 430 años. Podemos entonces concluir que no hay ninguna discrepancia. Lo que Pablo quería decir en este versículo es que el pacto con Abraham y su descendencia fue por la fe y que la ley que vino 430 años después no elimina la bendición por medio de la fe.

¿Por qué es superior la promesa a la ley?

3:15–18

1.     Porque la promesa por medio de Abraham fue dada 430 años antes de la ley, v. 17.

2.     Porque la promesa tuvo su cumplimiento completo y final en Cristo, v. 16.

3.     Porque la promesa es irrevocable e incambiable, v. 15.

4.     Porque la promesa es completa; suple las necesidades espirituales.

Pablo continúa y explica por qué la ley no cambia la promesa que fue dada por la fe (v. 18). El Apóstol explica que si la herencia era por la ley, entonces ya no era bajo la promesa. La promesa y la ley son opuestas en su naturaleza y no se pueden unir ni mezclar. La herencia fue dada por Dios como un regalo incondicional para aquellos que creen. Este principio era contrario a los judaizantes y su concepto de la ley. La salvación de Dios ha sido por gracia por medio de la fe.

3.     La promesa con referencia a la ley, 3:19-4:7

Algunos judaizantes algo indignados podían decir que si la ley no puede dar el Espíritu Santo (vv. 1–5), ni traer justificación (vv. 6–9), ni tampoco puede eliminar el principio de la fe (vv. 15–18), si trae maldición (vv. 10–12); entonces, ¿para qué sirve la ley?

Pablo explica que la ley fue dada por causa de las transgresiones (v. 19). La palabra dada tiene que ver con que la ley fue añadida en el programa histórico de la humanidad con un propósito. La ley fue como una lupa. El pecado ha estado con el hombre desde que Adán y Eva pecaron, pero con la ley las transgresiones contra Dios son traídas a la luz o mostradas claramente a los ojos del hombre. La ley prohíbe las transgresiones contra Dios y las aumenta en la conciencia del hombre. El mismo pensamiento acera del propósito de la ley se encuentra en Romanos 4:15, que dice: Porque la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. La ley trae a la luz los estatutos de Dios y también muestra la transgresión. Sin la ley, entonces, no hay mandamientos que prohíban el pecar. El lector puede leer Romanos 5:12–21 donde Pablo también menciona el propósito de la ley. El propósito de la ley vino al pueblo de Israel mucho después de la promesa que fue dada por Dios a Abraham y a su descendencia. Terminó cuando vino la descendencia. El convenio de la ley pasó, pero los principios básicos siguen a través de los tiempos. Jesús mencionó estos principios eternos en Mateo 22:34–40, que son el amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo. Cuando Pablo menciona la descendencia, él se está refiriendo a Cristo a través del cual Dios había prometido a Abraham que vendrían las bendiciones (Gén. 12:3).

La ley y las transgresiones

3:19

1.     La ley estableció las pautas para el comportamiento y declaró los actos que serían delitos.

2.     La ley decretó el castigo que se había de imponer sobre los que la violaban, cometiendo delitos.

3.     La ley abrió las posibilidades de excepciones en casos especiales, para suavizar lo severo de sus normas. (Ilustración: las ciudades de refugio fueron establecidas para amparar a los que habían matado por accidente, hasta que pudiera establecer la inocencia o la culpabilidad.)

El resto del v. 19 y el 20 es muy difícil de interpretar. El resto del v. 19 dice: ...y esta ley fue promulgada por medio de ángeles, por mano de un mediador. Algunas versiones de la Biblia no tienen esta ley. Entonces la pregunta que se puede hacer aquí es: ¿a qué se estaba refiriendo Pablo? No se puede estar refiriendo a la promesa, porque si fuese así no tiene ningún sentido. Sería mejor interpretar esta porción como que Pablo se está refiriendo a la ley. La RVA correctamente incluye las palabras esta ley para darle un significado más claro. Esta interpretación tiene validez según el contexto. Pablo estaba mostrando el propósito de la ley. Lo primero que el Apóstol menciona es que la ley trae transgresión. En segundo lugar, Pablo dice que el convenio de la ley es temporal. Después, argumenta la inferioridad de la ley. La ley fue administrada por medio de ángeles. La actividad ángelica en dar la ley es sobreentendida en otros pasajes bíblicos. En Deuteronomio 33:2, Moisés dijo: Jehovah vino de Sinaí y de Seír les resplandeció. Apareció desde los montes de Parán y vino con miríadas de santos (la palabra santos en la LXX aparece como ángeles). En el gran sermón de Esteban delante de los judíos, él dice ésto acerca de la ley: ¡Vosotros que habéis recibido la ley por disposición de los ángeles, y no la guardasteis! (Hech. 7:53.) Otras citas que apoyan la idea de ángeles que administraron la dádiva de la ley son el Salmo 68:17 y Hebreos 2:2. La ley no solamente fue administrada por los ángeles sino también fue dada por medio de un mediador que fue Moisés para que él diera la ley al pueblo de Dios, contrario a la promesa que se dio a Abraham directamente por Dios.

El v. 20 continúa el pensamiento del v. 19. Lightfoot, en su comentario sobre Gálatas, menciona que hay más de 250 interpretaciones acerca de este versículo. Es el versículo más difícil de interpretar en esta epístola. Con ésto en mente es mejor interpretarlo según el contexto en que se encuentra. De las muchas interpretaciones, la siguiente es la más lógica. Pablo está diciendo que la promesa se debe considerar superior, porque la ley es la responsabilidad de un solo lado. La ley fue dada por un mediador, ésto quiere decir que el hombre tiene parte en este pacto. Por el contrario, el hombre no tuvo parte en la promesa. La promesa cae sólo en la responsabilidad de Dios y no en la de los hombres. Por esta razón la promesa es superior. Este punto refuerza el argumento de Pablo acerca de la promesa que es incondicional y unilateral.

Los judaizantes podían hacer otra pregunta para tratar de invalidar el argumento de Pablo. Ellos podían decir: Entonces, ¿la ley es mala porque está en oposición a la gracia, que es el único camino para la salvación? Pablo responde con una pregunta retórica: Por consecuencia, ¿es la ley contraria a las promesas de Dios? (v. 21). Pablo trata de pensar cómo los judaizantes iban a argumentar su proposición sobre la fe en las promesas de Dios y hace esta pregunta para aclarar su punto sobre la ley. La contestación a esta pregunta retórica es un no. Dios dio la ley y la promesa, y cada una de estas verdades tiene un propósito. Si la ley pudiera vivificar (esta palabra tiene que ver con la vida espiritual) entonces la justicia (justificación) sería por la ley. Si ésto fuera verdad entonces Cristo murió en vano. Pero la Escritura por medio de la ley encerró a todo hombre como pecador (v. 22). La palabra encerró es sugkléio 4788 y tiene que ver con un encarcelamiento sin escape. Pablo dijo: ...pero cuando vino el mandamiento, el pecado revivió; y yo morí (Rom. 7:9). La ley en sí es buena y no hay mal en ella, pero el problema no es la ley, sino el hombre. El es pecador y la ley trae esta verdad a la luz. La ley encierra al hombre sin escape, pero Cristo libra al hombre de la maldición. Esta es la promesa que es por medio de la fe para todos los que creen. La ley tiene su propósito y es importante para que la promesa de Dios por medio de Jesucristo brille en la situación pecaminosa del hombre. El hombre tiene que reconocer que es pecador (este es el propósito de la ley según esta porción) y después por la fe aceptar la promesa de Dios, que es por medio de Jesús.

El apóstol Pablo continua explicando el propósito de la ley en el v. 23. Pablo comenta que ... antes que viniese la fe... En la mente de Pablo era la fe cristiana la que vendría después de la ley. La palabra fe en este versículo tiene el artículo definido la, que tiene ver con una fe en particular, y era la fe que vendría después de la ley. Según la cronología bíblica, es la fe cristiana la que vino después de la dispensación de la ley. Los cristianos, como Abraham, ejercitan la fe; pero la diferencia está en la revelación. Pablo se está refiriendo a la nueva revelación de Dios que es por medio de Jesucristo. Pablo comenta más acerca de la revelación última de Dios en Gálatas 4:4. Antes que viniese la revelación del Hijo de Dios, la ley sirvió en su propósito. La ley confinó a aquellos que estaban bajo ella. El ser custodiados es la palabra griega frouréo 5432, que tiene el significado de mirar con un ojo de protección. También se puede traducir como “guardar”, para prevenir un escape. La palabra custodiados con reservados tiene el mismo significado. La ley no pudo retener el pecado ni tuvo el poder para traer la justicia. La ley nos condena a la realidad de que somos pecadores. Es como la persona que quebranta la ley en una sociedad; por esa ley, el delincuente es encerrado en su culpabilidad. Históricamente los judíos aceptaron la ley de Dios por medio de Moisés y estuvieron encerrados en ella hasta la venida de Cristo. Cuando la persona deposita su fe en Cristo es libre de la maldición de la ley.

El Apóstol pinta otro cuadro para mostrar el propósito de la ley. La ley es nuestro tutor (v. 24). La palabra tutor es paidagogós 3807. Este término se usaba para mostrar la tarea que un esclavo desempeñaba en familias romanas y griegas. El esclavo era el tutor de un niño entre los seis y dieciséis años. El esclavo era como un supervisor de las acciones del niño y lo acompañaba en toda ocasión cuando salía de casa. Muchas veces el tutor era un esclavo de alta estima y le confiaban la supervisión moral del niño. El tutor no era un instructor, no era un maestro de escuela. El tutor disciplinaba al niño para que hiciera su tarea y obedeciera. El tutor estaba ligado a la vida del niño hasta que éste llegaba a ser un adulto, momento en el cual el tutor terminaba su tarea de disciplinar o instruir al niño. De este concepto paulino podemos deducir dos cosas. Primero que la ley como un tutor es inferior en naturaleza a la promesa de Cristo Jesús. Segundo, la ley como tutor encerraba una disciplina para algo mejor, en este caso Cristo. El propósito de la ley fue llevarnos a Cristo para que seamos justificados por la fe. Es interesante que el templo y los sacrificios del AT señalaban a Cristo. El autor de los Hebreos corrobora esta verdad (Heb. 8–10).

Pablo explica que en estado presente en Cristo ya no hay necesidad de un tutor (v. 25). La ley fue temporal y cumplió su tarea de mostrarnos la necesidad moral y espiritual de un salvador.

Los beneficios de la ley

3:19–29

I.     El propósito de la ley.

1.     Sirve para convencer de la imposibilidad de cumplirla.

2.     Sirve para hacerles buscar, anticipar y esperar algo mejor.

II.     Los mediadores de la ley.

1.     Los ángeles.

2.     Los profetas.

III.     Los logros de la ley.

1.     Sirvió para encaminarnos a Cristo.

2.     Sirvió de tutor para prepararnos para algo más completo.

3.     Sirvió para crear en nosotros el anhelo de algo mejor.

Toda persona llega a ser un hijo de Dios cuando deposita su fe en Cristo (v. 26). Cuando Pablo menciona todos, él se está refiriendo a que judíos y gentiles pueden gozar de una relación muy personal con Dios. El ser hijo de Dios tiene la idea de libertad, de hijos maduros que gozan la libertad como hijos y no más bajo la supervisión cercana de un tutor. Los romanos tenían una ceremonia que llamaban toga virilis. Por ella se demostraba que el niño había llegado a la edad de madurez (que era entre los 14 y 17 años) y se convertía en un ciudadano romano con todos los privilegios. Como hijos de Dios en Cristo Jesús, las personas tenían un privilegio que la ley no les podía dar.

Esta relación muy especial con Dios no viene naturalmente por ser hombre. Algunas personas piensan que todos los hombres son criaturas y así hijos de Dios. Pablo explica que los hijos de Dios son aquellos que son bautizados en Cristo (v. 27). La palabra baptízo 907 no se puede interpretar aquí como el bautismo en agua. Si Pablo está hablando de un bautismo en agua entonces está yendo contra su argumento de que la salvación en Cristo es aparte de cualquier rito. El uso paulino del bautismo es casi siempre el no literal. Es mejor interpretar la palabra “bautismo” aquí en el sentido espiritual. La posición espiritual como hijos de Dios está basada en la unidad que un cristiano tiene en Cristo Jesús. Esta unidad viene por medio del Espíritu Santo. Pablo menciona en 1 Corintios 12:13 que por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu. El Espíritu Santo es el que une a todos los creyentes con Cristo. Es en esta posición espiritual (cuando una persona cree en Cristo) que el creyente es revestido con la justicia y la personalidad de Cristo y no de la ley. Cuando esto pasa en el creyente, él quiere agradar a Dios no para ser recompensado sino por su nueva naturaleza.

En la posición espiritual de un creyente no hay diferencia de raza, sexo o posición social (v. 28). Esto era contrario al pensamiento de los judíos que creían que los gentiles y las mujeres eran inferiores al hombre judío. El evangelio de fe en Cristo Jesús es para todos.

Una herencia rica

3:26, 27

Hace un tiempo apareció en el periódico la noticia de que un rico había muerto y había dejado una herencia tremenda a un sobrino que estaba lejos de la casa. Cuando el sobrino se dio cuenta de su fortuna, abandonó el trabajo en el lugar en que vivía para llegar a cuidar los bienes que había heredado. Así es con nosotros. Por medio de la fe en Cristo tenemos una herencia tremenda, pero tenemos que tomar posesión de ella y administrarla. Por eso, tenemos que abandonar las actividades mundanales y personales para poder dedicarnos a la herencia eterna.

El bautismo es la señal externa de que hemos aceptado esta herencia y tenemos el propósito de vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús.

Todos aquellos que creen en Cristo también forman parte de la descendencia de Abraham (v. 29). Fue por la descendencia de Abraham que vino el Mesías (vv. 16, 19). Un creyente es parte de la descendencia porque está en Cristo y es heredero de la promesa. Aunque los creyentes tengan parte en la promesa de Dios en Cristo Jesús, la simiente física de Abraham, que son los judíos, tendrán como nación parte de las bendiciones que fueron profetizadas en el AT (ver Rom. 11:25–36). La promesa para aquellos que creen no incluye la tierra que Dios prometió a Abraham (Gén. 12:1; 13:14, 15; 17:8) sino que tiene referencia a las bendiciones espirituales para aquellos que como Abraham creyeron en Dios (Gén. 15:6; Rom. 4:3–11).

Semillero homilético

El poder transformador del evangelio

3:28, 29

Introducción: Nuestra civilización ha estado adorando a los pies de la potencia. En los automóviles nos interesa el número de caballos del motor. Hasta la capacidad de las computadoras determina si compramos o no cierta marca o cierto modelo. Pero hay un poder que es aún de mayor significado; es el poder del evangelio. Vamos a enfocar los varios aspectos de su poder.

I.     El evangelio tiene poder para borrar las diferencias de nacionalidad.

1.     El mundo de Pablo fue marcado por prejuicios nacionales.

2.     Nuestro mundo también manifiesta prejuicios intensos, pero entre cristianos podemos regocijarnos que estas barreras se disuelven. En los congresos mundiales de cristianos de varios grupos se conmueve uno cuando reconoce que en Cristo “no hay judío ni griego”.

II.     El evangelio tiene poder para borrar las diferencias sociales.

1.     Todos estamos en el mismo nivel cuando nos arrodillamos alrededor de la cruz.

2.     Todos estaremos en el mismo nivel cuando muramos y nos encontremos frente a Cristo.

III.     El evangelio tiene el poder para borrar las diferencias de género.

1.     Históricamente las civilizaciones han guardado a las mujeres en un nivel inferior al de los hombres, y con derechos más limitados.

2.     En Cristo desaparecen estas diferencias, porque la mujer necesita de Cristo tanto como los hombres. Gracias a Dios en los últimos años estamos viendo la extensión de la igualdad a las esferas del trabajo, los sueldos y las vocaciones.

Conclusión: Todavía nos queda mucho terreno para llegar al ideal que Pablo nos da en este pasaje. Aún existen los prejuicios nacionales, raciales, sociales y de género. 

El Apóstol comienza a ilustrar la inmadurez espiritual de aquellos que viven bajo la ley (4:1, 2). Pablo escribe acerca de un niño que es un heredero pero que por su inmadurez como niño no tiene el poder de hacer decisiones, no tiene libertad. Aunque potencialmente es el heredero de todo, el niño es como uno de los esclavos, sin ningún poder para ejercitar la libertad como un adulto. El niño estaba bajo la tutela de guardianes. La palabra griega epítropos 2012 es diferente a tutor, mencionada en 3:24, 25. El significado aquí era el del guardián de un niño huérfano. Esta persona era un representante legal del niño. Era uno que cuidaba al niño. La otra palabra que Pablo usa es mayordomos (oikonómos 3623) y se usaba para un siervo al que se daba la tarea de administrador de la propiedad del niño. La palabra mayordomo en castellano viene del latín maior (mayor) y domus (casa). Es un criado principal que gobierna una casa. Es mejor interpretar esta palabra como un administrador de una propiedad. Estos cargos de los siervos eran impuestos por el padre por un tiempo limitado, generalmente hasta que el niño llegara a ser un adulto y ciudadano.

La aplicación de la ilustración en el versículo anterior es: De igual modo nosotros también... (v. 3). Como el heredero en un tiempo era un niño debajo de tutores de igual modo nosotros también, cuando éramos niños... Esta frase no quiere decir inmadurez en el sentido de crecimiento sino en un período donde la herencia no es totalmente experimentada por estar bajo la ley.

El Apóstol continúa en el v. 3 con una exhortación que ha causado mucha controversia entre los eruditos de la Biblia. ¿Qué quiso decir Pablo con éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo? Algunos eruditos de la Biblia interpretan este pasaje como que los rudimentos del mundo son los elementos físicos, como la tierra, el mar, el fuego y las estrellas. Esto señala a la astrología. Otros lo interpretan como que está hablando de demonios. Es mejor interpretar esta porción como que Pablo se está refiriendo a la esclavitud de los rudimentos del judaísmo (la palabra stoicéion 4747 tiene que ver con rudimentos básicos como el aprender el alfabeto, o lo fundamental de algo). Se refiere a las cosas externas del judaísmo o de otra religión que el hombre trata de hacer para agradar a Dios. Estos ritos no traen salvación sino esclavitud. En Colosenses 2:8, Pablo menciona el concepto de elementos básicos de las religiones: Mirad que nadie os lleve cautivos por medio de filosofías y vanas sutilezas, conforme a la tradición de hombres, conforme a los principios elementales del mundo, y no conforme a Cristo. Pablo les exhorta a no dejar la salvación por medio de la fe para regresar a elementos básicos del judaísmo que solamente traen esclavitud. En Cristo Jesús los rudimentos de cualquier religión (que pueden ser filosofías de hombres) son eliminados; no hay nada que tome el lugar de una relación personal con Cristo.

La intervención de Dios trajo esperanza y libertad para los hombres (v. 4). Todos los hombres están bajo la maldición del pecado (Rom. 3:23) y la ley trae a la luz esta verdad. Dios en su tiempo mandó a su Hijo, nacido de mujer. Esto indica su nacimiento virginal (Mat. 1:18). También Jesús nació bajo la ley. La referencia aquí es que Jesús nació como judío y que él cumplió la ley perfectamente (Mat. 5:17) y murió para pagar su maldición (Gál. 3:13).

Dios envió a Jesús por dos razones generales (v. 5). La primera fue para que redimiese a los que estaban bajo la ley. Pablo no incluye el sacrificio de Cristo por toda la humanidad (2 Ped. 2:1) porque la referencia aquí es la esclavitud que trae la ley. Cristo libró a aquellos que estaban bajo la esclavitud de la ley. En Gálatas 3:13, Pablo usa la palabra redimir en relación con la maldición de la ley. Aquí usa la palabra redimir en relación con la esclavitud que trae la ley. Segundo, Cristo rompió las cadenas de esclavitud de la ley para llevarlos a una relación superior, que es la adopción de hijos, una adopción con privilegios completos. Aunque Pablo se está refiriendo a la ley, el concepto es igual para los judíos y gentiles. El pecado del hombre trae maldición y esclavitud y fue Cristo quien murió para librarnos de la maldición y la esclavitud para hacernos hijos de Dios.

Habilidad para el mal

Hace años conocí el caso de una pareja joven que tenía una niña linda de dos años de edad. Los abuelos de la niña eran gente rica. Pero por dificultades matrimoniales la pareja joven se divorció. La niña quedó bajo la custodia de la madre, y el padre desapareció de la escena familiar. Ni visitaba ni llamaba en los días de cumpleaños ni festivos. Posteriormente la madre de la niña y los abuelos ricos perecieron cuando se estrelló el avión privado en que viajaban. Inmediatamente apareció el padre de la niña, y manifestó mucho amor y deseo de ser guardián de su hija. Su interés se debió al hecho de que la niña ya quedaba heredera de una fortuna, y no podría manejarla sino hasta después de varios años, cuando llegara a ser mayor de edad. El padre, que anteriormente había mostrado poco interés en asuntos académicos, se matriculó en la universidad y estudió abogacía. Logró ante los jueces la custodia de la hija y disfrutó de su fortuna hasta que la joven llegó a la edad de administrar sus bienes.

Pablo dice que antes de conocer a Cristo éramos como hijos ricos pero sin la capacidad de disfrutar de la herencia. Pero al aceptar a Cristo, ya tenemos la libertad de disfrutar de esta riqueza.

Hemos visto que Dios fue el que envió a Cristo (v. 4); también Cristo murió para librarnos de la maldición del pecado (la ley muestra lo pecadores que somos, v. 5). Ahora Pablo menciona la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, que también tiene parte en la salvación del hombre (v. 6). La razón por la cual Dios mandó el Espíritu Santo a nuestros corazones es porque somos hijos de Dios (la partícula griega hoti está en un sentido causal y se traduce porque o por. Esto no quiere decir que primero somos hijos de Dios y después en un período de tiempo viene el Espíritu Santo. Si así fuera, entonces Pablo se contradice con lo que mencionó en 3:2. Pero cuando una persona se convierte (es hijo de Dios), Dios le da el Espíritu Santo. Pablo menciona al Espíritu de su Hijo. Este título no aparece en otra parte del NT; pero algunos de los versículos paralelos que tienen la misma idea son Filipenses 1:19 y Romanos 8:9. En estas referencias podemos ver que el apóstol Pablo no hace distinción entre el Espíritu Santo y el Espíritu de Cristo. Podemos deducir que Pablo se refiere al Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad. El Espíritu Santo que viene a la vida del creyente clama: “Abba, Padre.” El mismo Espíritu nos da testimonio de que somos hijos de Dios y con él, podemos clamar Abba, Padre (comp. Rom. 8:15, 16). La palabra Abba es un diminutivo arameo que se puede traducir "papito". Jesús usó esta expresión cuando se refería a su Padre celestial (Mar. 14:36). Como hijos de Dios también podemos usar esta expresión.

Pablo resume lo que ha dicho anteriormente (v. 7). En la ley hay esclavitud pero en el evangelio hay libertad. Como hijos, fue señalado por nuestro Padre Dios que somos herederos de todas las bendiciones espirituales. Esta posición en Cristo no fue por nuestros méritos, sino por el sacrificio de Cristo en la cruz.

4.     La exhortación de no regresar a la ley, 4:8-31

Semillero homilético

En la plenitud del tiempo . . .

4:4

Introducción: Algunos piensan que el ser humano es autónomo; otros, que todo hecho está predestinado por Dios y que nosotros somos títeres. Creo que la verdad está en el medio entre estos dos extremos.

I.     Dios es soberano sobre la historia.

1.     Dios controla los asuntos diarios de las naciones.

2.     Dios actúa en forma soberana sobre cada persona.

II.     Dios supo que el mundo necesitaba un redentor.

1.     Por la enseñanza de esperar al Mesías.

2.     Por el sentido de necesidad espiritual.

III.     Dios tuvo capacidad de proveer un redentor, mediante su propio Hijo, Jesucristo, para redimir a los que estaban bajo la ley.

IV.     Dios escogió el tiempo propicio y el lugar preciso para traer a su Hijo al mundo.

Conclusión: El mundo estaba preparado para el Mesías. Fue “la plenitud del tiempo”.

Semillero homilético

De millonario a mendigo

4:8–10

Introducción: Leemos de personas que han perdido todos sus bienes en el colapso de la bolsa o en un juego de azar. Sería un golpe duro pasar de millonario a mendigo en un solo paso. Pero esto es lo que está pasando en el sentido espiritual a los cristianos de Galacia, según Pablo. Traza los pasos que han dado los cristianos cuando abandonaron el evangelio para volver al judaísmo. Consideremos estos pasos:

I.     Eran pobres, siervos de dioses falsos antes de conocer a Cristo, v. 8.

1.     Estaban en esclavitud al pecado.

2.     Estaban en las tinieblas de las religiones paganas.

II.     Al aceptar a Cristo, abandonaron la idolatría y los dioses falsos; son millonarios en sentido espiritual.

III.     Ahora, algunos están inclinados a volver a la pobreza, porque están pensando en volver al judaismo con sus requisitos de la ley.

1.     Tendrían que observar ciertos días y reglas concernientes a las comidas, según la ley.

2.     Tendrían que someterse a la circuncisión.

Conclusión: Según Pablo, si deciden volver a las prácticas relacionadas con el judaísmo, su trabajo parecía haber sido en vano.

El Apóstol regresa de un argumento formal a una petición a los gálatas: no regresar a la ley que esclaviza de la misma manera que las religiones paganas, a las cuales ellos antes servían.

Pablo se refiere a los cristianos que habían sido paganos, para mostrarles lo erróneo que es el regresar a una religión de esclavitud (v. 8). Antes, los gálatas habían sido paganos que servían a otros dioses que en realidad no eran tales (1 Cor. 12:2). Los dioses de los gentiles eran ídolos que los llevaban a una adoración a demonios (Deut. 32:17; 1 Cor. 10:20, 21). Satanás y sus demonios buscan la adoración de los hombres en diferentes maneras. Los gentiles eran ignorantes a esta verdad y creían en sus dioses.

Luego que llegaron al conocimiento del Dios verdadero, sus vendas fueron removidas y vieron el error tan grande en que habían estado (v. 9). Pablo aclara que la iniciativa para la salvación no es de los hombres, sino de Dios. La fe en Cristo los ha traído a una posición sublime y sería locura dejar esta posición en Cristo para regresar a una religión pagana. En la religión judía, se aplica el mismo principio. La posición de libertad en Cristo es superior a los rudimentos impuestos por la ley. El Apóstol hace una pregunta para aquellos que querían regresar a una antigua religión (Pablo tenía en mente a los judaizantes que querían imponer la ley). Sería una locura también dejar la posición de libertad en Cristo para ser esclavizados en la religión de los judaizantes que en realidad está en bancarrota.

El Apóstol menciona algunas cosas que posiblemente los gálatas estaban practicando o a punto de practicar, como requisitos que envolvían el paquete del judaísmo (v. 10). ¿Cómo sería posible haber dejado las bendiciones celestiales por ritos externos que no tienen nada que ver con las riquezas espirituales? Los días se refiere a los días sagrados en el judaísmo, el sábado era uno de ellos (Rom. 14:5). Los meses eran aquellas celebraciones que caían en el ciclo de los meses, como la luna nueva mencionada en Números 28:11–15. Las estaciones eran aquellas celebraciones que duraban más de un día. Eran las fiestas como la de los tabernáculos, la pascua, etc. Los años tenía que ver con el año de jubileo (Lev. 25:11). Pablo no estaba contra la práctica de estos días festivos, pero sí en que se impusieran estas actividades como parte de la salvación y así parte del cristianismo.

Pablo refleja una preocupación por las iglesias de Galacia (v. 11). El Apóstol temía por los gálatas que él hubiese trabajado en vano. La palabra “trabajar” es kopáo 2872 y se traduce lit. “haber trabajado hasta el punto de agotamiento total.” Toda la labor que Pablo puso para llevarles el evangelio sería en vano. La palabra vano es eiké (ver 3:4). No podemos deducir en este versículo que Pablo estaba diciendo que ellos podían perder la salvación si regresaban al judaísmo. La teología paulina acerca de la salvación va en contra de perder la salvación. En Romanos 8:35–39, el Apóstol comenta que nadie nos puede separar del amor de Cristo. También confiamos en que el trabajo redentor de Cristo será perfeccionado hasta el día de Jesucristo (Fil. 1:6). Pablo se refería aquí a su labor entre ellos, la que sería en vano en el sentido de que su mensaje no fue aceptado en sus corazones genuinamente. Seguramente, no recibieron el mensaje de gracia que fue predicado por Pablo. No es posible que después de haber probado el Espíritu Santo de Dios quisieran regresar a cosas externas de una religión. Si este es el deseo de los gálatas entonces hay algo mal en sus vidas espirituales y la labor de Pablo fue en vano. Notemos que Pablo no está diciendo que su labor fue en vano en el sentido real, pero la posibilidad estaba allí.

Con un tono de súplica, Pablo ruega a los hermanos que sean como él. El testimonio de Pablo fue uno que no buscaba los ritos externos para la salvación, como él mismo lo dice: Sabiendo que ningún hombre es justificado por las obras de la ley, sino por medio de la fe en Jesucristo, hemos creído nosotros también en Cristo Jesús (2:16). Pablo había sido un hombre celoso en el judaísmo (1:14), pero cuando Cristo lo salvó, él reconoció que lo externo no tenía nada que ver con la salvación (Fil. 3:5–7). Pablo caminaba en el evangelio de libertad. Este fue el testimonio de Pablo cuando estuvo con los gálatas. El se hizo como ellos en el sentido que no los judaizó y después les expuso el evangelio. Fue a ellos y se puso en el mismo nivel de ellos para ganarlos para Cristo. Este era el método de Pablo para evangelizar (1 Cor. 9:19–22).

La última parte del v. 12 que dice: No me habéis hecho ningún agravio, es mejor incorporarla con el v. 13. Los gálatas no le habían hecho ningún mal a Pablo, al contrario, lo recibieron con amor y compasión por una enfermedad del cuerpo. Fue en esa circunstancia que el Apóstol fue a Galacia y les predicó el evangelio. Entre el Apóstol y los gálatas había existido una relación muy especial y sincera y Pablo apela a esta relación para mostarles que lo que ha compartido no es con motivos egoístas sino para su bien. No sabemos de seguro cuál fue la enfermedad en el cuerpo del Apóstol que lo hizo ir a Galacia. Hay varias interpretaciones. Algunos piensan que fue malaria. Otros que fue el producto del abuso físico que sufrió en Listra (Hech. 14:9; 2 Tim. 3:11). Otros comentaristas piensan que la enfermedad de Pablo tuvo que ver con el aguijón en la carne (2 Cor. 12:7). Sabemos por estos pasajes que Pablo sufrió en la carne, pero no podemos concluir si estas referencias están relacionadas con la enfermedad del cuerpo mencionada en Gálatas. Es mejor interpretar esta enfermedad en el contexto de Gálatas. En el v. 15 se nos dice que era un problema de sus ojos. Uno de los problemas del Apóstol parece haber sido que no podía ver muy bien (6:11). Posiblemente era una forma de oftalmía. Podemos decir que Pablo tuvo una enfermedad en los ojos que era muy molesta.

La apariencia del Apóstol no era muy agradable cuando fue a Galacia. Los gálatas pudieron haber despreciado y rechazado a Pablo por su apariencia pero no fue así. Ellos lo recibieron como un ángel de Dios, como a Cristo Jesús (v. 14). Ellos lo recibieron como se recibe a un ángel con gozo y respeto y aun más como a Cristo Jesús. Ellos recibieron a Pablo como mensajero del evangelio y creyeron su mensaje sin ninguna reserva. Es interesante ver como en una circunstancia difícil en la vida del Apóstol, Dios se manifestó en una manera muy especial.

Aprecio por los siervos de Dios

Los hermanos de Galacia fueron un ejemplo digno de imitar en su aprecio por el trabajo de Pablo. A veces se escucha que alguna madre dice, ante la enfermedad de su hijo:“Me sacaría los ojos y se los daría si lo pudiera curar.” ¿Estamos dispuestos a una actitud de sacrificio en favor de los que nos ministran la Palabra de Dios?

Pablo les pregunta dónde está ese gozo y el agradecimiento profundo que tenían por él cuando les predicó el evangelio (v. 15). Tanto era el agradecimiento y amor que los gálatas sentían por Pablo, que ellos darían sus propios ojos a Pablo para que él viera mejor. Ahora se habían hecho enemigos de Pablo por haberles dicho la verdad (v. 16). Era tanta su inconsistencia que el amor y aprecio que tenían por el Apóstol ahora se había convertido en enemistad. Ellos estaban dejando el mensaje genuino y al mensajero para seguir a unos engañadores con sus falsas doctrinas.

Los judaizantes tenían celo por los gálatas pero no era para el bien (v. 17). La palabra griega que se traduce celo es zélos y significa “estar celoso, ser envidioso; poner el corazón en, esforzarse por; tener o mostrar gran interés en”. La palabra celo en sí no es mala pero el contexto indica a qué clase de celo se está refiriendo el autor. El celo de los judaizantes era negativo. Ellos querían apartar a los gálatas de Pablo y en realidad del mismo Jesucristo. A los ojos de Pablo, el aceptar estos ritos externos era un desligamiento de Cristo (5:4). El pensamiento paulino de aquello que los judaizantes estaban haciendo en separar a los gálatas para ellos era el mismo que en 2 Corintios 11:2 donde él da la metáfora de un matrimonio. La acción de los judaizantes se podía comparar a una persona que seduce a la novia para separarla de su novio o de su prometido. Pablo aclara que es bueno mostrar celo, pero que sea bueno, la clase de celo que el Apóstol les mostró cuando estaba con ellos (v. 18). No como los judaizantes que tan pronto Pablo les dio la espalda vinieron, los cortejaron y los separaron del Apóstol. Las gálatas debían siempre mostrar esta clase de actitud que les fue enseñada en el evangelio y no solamente en la presencia del Apóstol.

El Apóstol ha argumentado su evangelio como un abogado, ha expuesto su mensaje contra un jurado algo escéptico. Pablo ahora les habla como una madre que ama a su hijo amado, quien quiere irse de sus brazos hacia un camino no correcto. Fue por medio de Pablo que los gálatas nacieron en un nacimiento espiritual. Con dolor en su corazón Pablo les llama hijitos míos (v. 19) y les explica que otra vez está sufriendo dolores como una mujer en parto. Pablo sufrió por primera vez cuando fue a ellos por las circunstancias personales (v. 19). Ahora, el Apóstol sufre por las circunstancias en que se encuentran los gálatas. Ellos estaban yendo en una dirección que era contraria al evangelio de Cristo. El Apóstol deseaba ver a Cristo visible en la vida de los gálatas. Es el mismo pensamiento que expresó en 2 Corintios 3:18: Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. La palabra griega morfóo 3445 que se traduce sea formado tiene la idea de la formación de un embrión. La idea entonces es el crecimiento espiritual que es interno. A la luz de los frutos de los gálatas, había pocos frutos o mucho que cre

Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997). Comentario bı́blico mundo hispano Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y Filemón (1. ed.) (32). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.