Arqueología

Romanos

Arqueología de Romanos

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Romanos 1. “Homosexualidad en el mundo antiguo”

En Romanos 1:24-32, Pablo describió la depravación de los gentiles. Citó la homosexualidad como el principal ejemplo y prueba de su reprobación. Con esta conducta ellos demostraron la realidad de que rechazar a Dios conduce a una perversión de todo lo bueno y correcto. De hecho, la homosexualidad muy extendida permanece como prueba irrefutable de que una cultura permanece bajo el juicio divino.

Sin embargo, hoy muchos intérpretes afirman que la lectura de Romanos 1 teniendo en cuenta el telón de fondo cultural del mundo greco-romano, revela que Pablo no estaba realmente condenando la homosexualidad en sí misma, sino reprobando una particular versión lujuriosa y promiscua de esta inclinación sexual. En otras palabras, según estos eruditos, la homosexualidad dentro del contexto de una relación de cuidado y amor es no solo aceptable, sino que está fuera del interés de Pablo.

Esta interpretación se basa en una tergiversación de lo que conocemos acerca de las prácticas y creencias antiguas. La homosexualidad era sumamente común en el mundo griego y en la época del Nuevo Testamento estaba bastante extendida, también en el mundo romano. En ese entonces, como ahora, habían orgías homosexuales, aunque muchas otras conductas homosexuales se practicaban también, y no podemos decir con exactitud que la conducta homosexual pagana era estrictamente de tipo orgiástico. Los hombres griegos con frecuencia se involucraban en relaciones homosexuales con adolescentes; muchos, de hecho, consideraban esto como parte de una experiencia para alcanzar la edad adulta.

Algunos atractivos homosexuales fueron descritos en términos muy románticos; los poetas tanto masculinos como femeninos, celebraban su amor por personas de su mismo sexo (Safo, aprox. 630 a.C., fue la poetisa más famosa, de su género, a pesar de que se debate la naturaleza exacta de su relación con las mujeres de sus poemas). El emperador romano Adriano estaba tan abrumado con el amor pasional por un joven llamado Antínoo que cuando el objeto de su cariño se ahogó, el emperador abatido por la pena, decretó que él sería adorado como un dios.

Los judíos, por el contrario, consideraron a los homosexuales corno depravados por naturaleza, una actitud que se encuentra en textos bíblicos como Levítico 18:22. Los escritos judíos de esta época trataban a la actividad homosexual como merecedora de la muerte y la condenación. Pablo, lejos de discrepar con este punto de vista, lo apoyó rigurosamente (1Co 6:9). Es importante resaltar, sin embargo, que ni Pablo ni sus contemporáneos judíos hicieron distinción entre homosexualidad legal e ilícita. Para ellos, tal preferencia sexual era por naturaleza equivocada en cualquier contexto.

Existe evidencia de que incluso los griegos pueden haber estado conscientes de que esta conducta era desviada. Aristófanes, el poeta cómico griego, se burló de la conducta homosexual (aun cuando él la utilizó como un recurso cómico). Por ejemplo, en Mujeres en las Tesmoforias él implacablemente ridiculizaba la notoria homosexualidad del poeta Agatón. Sería una exageración afirmar que Aristófanes se oponía a la práctica homosexual, sin embargo, su comedia delataba una conciencia preocupada por tal conducta dentro de la cultura en la cual vivía. Platón, por otro lado, en sus primeros diálogos expresó aprobación de la conducta homosexual. Incluso cerca del final de su carrera, él comentó en su Leyes que las relaciones sexuales homosexuales eran ampliamente reconocidas como antinaturales.

SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Romanos 2. “Roma”

Durante el primer siglo d.C., Roma presumía de una población de aproximadamente un millón de personas. La ciudad era el hogar de numerosos templos, como el templo de la Concordia, el templo de Cástor y el templo de Vesta, este último era una modesta pero muy antigua estructura dedicada al hogar de la diosa y atendida por vírgenes vestales. El antiguo centro de la vida religiosa, cultural, comercial y política era el Foro Romano, aunque en el primer siglo otros grandes foros (tales como el Foro de Augusto y el Foro de Julio César) se encontraban cerca.

César Augusto y su teniente Marco Vispanio Agripa habían supervisado, un siglo antes, un gran negocio de construcción en Roma durante la última parte del siglo I a.C. Sus obras incluyeron el Panteón (un templo dedicado a todos los dioses de Roma), el altar de Paz, la residencia imperial en la colina Palatina, el templo de Julio César, un arco triunfal, nuevos acueductos y sistemas de alcantarillado, y muchas otras estructuras. Augusto presumía que él había encontrado Roma como una ciudad de piedras y la había dejado como una ciudad de mármol.    

Aun así, muchos residentes de Roma vivían en la miseria. Enormes edificios de apartamentos llamados insulae (lit., «islas») eran entremezclados a través de toda la ciudad. Además de ser dominadas por el crimen, estas áreas era edificios que podían arder fácilmente, y en el 64 d.C. un enorme incendio destruyó tres de las catorce regiones de la ciudad, dejando sólo cuatro ilesas. Nerón, que era emperador en ese tiempo, utilizó la despojada tierra para construir una residencia extravagante para sí mismo que llamó Domus Aurea (“casa de oro”). El famoso Coliseo, un anfiteatro con asientos para 50.000, fue inaugurado en 80 d.C. El Arco de Tito, construido en 81 d.C., conmemora el saqueo de Jerusalén por parte de Roam.

Roma fue el hogar de una población étnica-incluyeron el Panteón (un templo dedicado a mente mixta, incluso con un gran número de judíos. Los grupos étnicos tendían a agruparse en diferentes vecindarios, y la ciudad sufrió una gran separación de clases. De un tercio a la mitad de los residentes de Roma eran esclavos o recién liberados de la esclavitud, aunque de que los esclavos no estaban necesariamente en la base de la escala social. Es muy probable que el pobre libre experimentará el más difícil destino y viviera en las condiciones más terribles. El necesitado dependía de la generosidad del gobierno y rápidamente podía convertirse en una turba (de ahí el conocido refrán de que el pueblo requería «pan y circo»).

Roma, el centro del comercio en el imperio, era de fácil acceso mediante un amplio sistema de caminos y rutas marítimas. Semejante a los vecindarios étnicos, el mercado estaba organizado en puestos de venta que estaban agrupados según los productos de comercio. Esto facilitaba a los visitantes extranjeros encontrar a otros que compartían su misma artesanía y a los consumidores localizar los productos que necesitaban. Aquellos compartían un oficio en particular con frecuencia formaban clubes y asociaciones, permitiendo una vida social comunitaria, así como una comunidad mercantil compartida.

La iglesia de San Pedro está ubicada en el tradicional (pero no comprobado) lugar de entierro del apóstol Pedro, mientras que la iglesia de San Pablo, fuera de los muros de la ciudad, marca el sitio tradicional de entierro de Pablo; allí se encontró una losa que data de la época de Constantino, inscrita con las palabras PAULO APOSTOLO MAR[YRI] («al apóstol Pablo, mártir»).

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Romanos 3. “La circuncisión en el mundo antiguo”


La importancia de la circuncisión entre los no israelitas del mundo antiguo es tema de debate entre los eruditos (ya sea que la circuncisión fuera un rito de matrimonio o de pubertad, o que fuera una práctica con propósitos higiénicos). Sin embargo, para Israel el rito servía como una «señal» del compromiso del pueblo con el pacto «vive en mi presencia [dice Yahveh] ' y sé intachable» (Gn 17:1,11). El procedimiento se ejecutaba en el órgano reproductor masculino para recordar al receptor que el juramento de fidelidad lo vinculaba a él y a sus hijos. Es probable también que, el ritual de cortar, dentro del contexto del pacto (cf. Gn 15:7-18; Jer 34:17-20) señalaba la maldición de ser «cortado», apartado, que caería sobre todos los infractores del pacto (cf, Gn 17:14; Éx 4:25).

La eliminación total del prepucio en todo Israel hizo su estilo de circuncisión una marca de distinción étnica, separando a los varones israelitas de los egipcios y de muchos otros vecinos semíticos occidentales de Israel (cf. Jer 9:24-25), quienes llevaron a cabo el rito únicamente haciendo un recorte al prepucio; de los filisteos «incircuncisos» y los semitas orientales de Mesopotamia, los cuales no practicaron del todo el ritual; y, finalmente, de los griegos y romanos de los periodos intertestamentario y el Nuevo Testamento, quienes rechazaron todas las formas de circuncisión.

No es de sorprender que para Israel el término «prepucio» tuviera una connotación negativa, representaba todo lo se oponía a Dios y a su pueblo. Por el contrario, el término «circuncisión» se usaba de manera metafórica para señalar a quien renunciaba a las prácticas paganas y se dedicaba por completo al Señor (Dt 10:16; Jer 4:4). Siguiendo el establecimiento de la fe cristiana, todos los  indicadores nacionales tales como la circuncisión física perdieron su valor, y el pueblo de Dios se distinguía solamente por la fe que actúa mediante el amor: la verdadera señal de su identificación con el Mesías a través de la obra transformadora del Espíritu (Ro 2:28-29; Gá 5:6; 6:14-16; cf. Dt 30:6; Jer 31:33; 32:39; Ez 36:26-27).

PUEBLOS, TERRITORIOS Y GOBERNANTES ANTIGUOS

Romanos 4. “El Imperio Romano”

La tradición afirma que Roma fue fundada en 753 a.C. y originalmente gobernada por una serie de reyes. Localizada en un grupo de colinas en el río Tíber en la parte central de Italia, Roma, desde sus primeros años presionó contra los etruscos al norte y los colonos latinos y griegos al sur en un largo proceso de obtener control de la península italiana. La monarquía romana llegó a su fin alrededor de 509 a.C. y fue reemplazada por la república. La mayor parte de Italia estaba bajo el control romano hacia mediados del siglo III a.C., y en la última parte del siglo, Roma peleó una serie de guerras contra la ciudad de Cartago en el norte de África (las Guerras Púnicas). En la segunda guerra púnica (218-201 a.C.), Roma sufrió una serie de derrotas catastróficas contra el cartaginés Aníbal, pero al final prevaleció debido a pura fuerza de voluntad, de este modo obtuvo el control del oeste mediterráneo. Al moverse hacia el este mediterráneo, los romanos sometieron a los griegos, Anatolia (Turquía), Siria y la Tierra Santa. La independencia de Egipto terminó cuando la última reina, Cleopatra, se suicidó frente al ataque de las fuerzas romanas en 30 a.C.

Mientras tanto, el gobierno en la República Romana, que había sido diseñado con una compleja serie de equilibrio de poderes, se volvió cada vez más paralizado y caracterizado por la contienda política. Los generales como Cayo Mario (aprox. 157-86 a.C.) y Lucio Cornelio Sila (aprox. 138-78) demostraron que un general exitoso podría controlar la política de Roma únicamente con su ejército. Cayo Julio César (aprox. 100-44) aprovechó esto al máximo y, después de conquistar Galia (Francia) y derrotar entonces a su rival Pompeyo el Grande (aprox. 106-48 a.C.) en una guerra civil, fue declarado dictador vitalicio en Roma. Los conservadores en el Senado lo asesinaron en un intento de restaurar la república pero esto ya había tomado su curso. En una serie de guerras civiles, Octaviano (César Augusto), sobrino nieto y un heredero adoptado de Julio César, se estableció a sí mismo como el único gobernador del mundo romano.

El principado romano provee el esquema político y cultural para los escritos del Nuevo Testamento. Las ciudades que cayeron bajo el control romano tenían diferentes historias de relación con Roma. Tarso, por ejemplo, era una ciudad libre que no pagaba impuestos, y Corinto y Filipos, como colonias romanas oficiales, se les permitía algunos beneficios legales. La ciudadanía romana, aunque muy generalizada, no fue concedida a todos los que vivían bajo el control romano. Un sistema extenso de caminos benefició la actividad militar y comercial del imperio. Con una economía basada mayormente en la agricultura y la esclavitud, el grupo de las clases bajas aumentó.

El mundo romano incorporó una confusa variedad de religiones, cultos y supersticiones. Además, los emperadores romanos fueron deificados a la hora de su muerte, y todos dentro del imperio debían manifestar su lealtad a Roma al participar en el culto imperial, rindiendo homenaje al César vigente como señor. Cuando los cristianos se negaron a hacerlo, fueron acusados de traición. Aun así, las condiciones pacíficas que prevalecían en la época (la pax romana o «paz de Roma»), la común cultura greco-romana y el amplio sistema de transporte le permitieron al cristianismo florecer.

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Romanos 6. “Escatología judaica en el siglo I d.C.”

La escatología se refiere al «estudio de las últimas cosas» y la manera en la que comunidades religiosas particulares conciben el fin o la meta de la historia. La Biblia no utiliza el término abstracto «escatología», sin embargo, sugiere la idea con frases como «los días venideros», «los últimos días», «el final de los tiempos» o «el día del Señor» y su versión abreviada «en aquel día» (Dt 4:30; Is 11:11; Dn 2:28; JI 2:1). Dentro del judaísmo y el cristianismo en sus principios, la escatologia era una consecuencia necesaria de las convicciones duales de que un Dios verdadero y vivo ha creado el universo e intenta redimirlo.

Aunque las creencias escatológicas judías del siglo l d.C. fueron tremendamente diversas, mantenían en común algunos conceptos:

Un aspecto importante de este panorama general es la noción de un Redentor personal, un representante autorizado quien sirve de mediador en la relación entre Dios y su pueblo. Este Ungido, o Mesías, se entendía variablemente como un segundo Moisés, un hijo real, un siervo sufriente o un sumo sacerdote elegido. Todos estos conceptos están en profunda deuda con los profetas del Antiguo Testamento y reflejan una perspectiva general común a los diferentes grupos que existían en Israel. Algunos grupos judíos en realidad esperaban dos mesías: uno sacerdotal y otro real.

La creencia escatológica judía era difícilmente un secreto. Incluso los historiadores romanos Suetonio y Tácito estaban enterados de la esperanza judía de una salvación mesiánica. La liturgia de la sinagoga incluía también oraciones diarias enfocadas en la esperanza de Israel.

A pesar de la gran unidad de la escatología judía, existía una amplia variedad de opiniones en cuanto al momento preciso y la manera exacta en la que estos grandes acontecimientos ocurrirían (1P 1:10-12). Los autores particulares expresaron la esperanza de Israel para el futuro a través de una gama de imágenes y metáforas, la suma total de las cuales puede ser difícil de conciliar. Diferentes grupos religiosos mantenían interpretaciones muy divergentes sobre los precursores necesarios de la era mesiánica, así como sobre las únicas perspectivas que sus propios movimientos mantenían en relación con esto:

Las diversas interpretaciones de la profecía en el primer siglo del judaísmo sirven para infundir cautela en las modernas interpretaciones de profecía. El principal mensaje del Nuevo Testamento es que la esperanza de Israel se cumple en Jesús (Mr 1:15; 1Co 10:11; Heb 9:26; 1P 20), y es exactamente este punto crítico que muchos líderes judíos, a pesar de su lectura minuciosa de la profecía, fracasaron en reconocer. Esfuerzos recientes para utilizar la profecía bíblica para describir con precisión cómo y cuándo se cumplirán los acontecimientos del fin del mundo, puede que también demuestren estar tan equivocados como aquellos de los intérpretes del primer siglo.

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Romanos 8. “La adopción en el mundo romano”

La adopción era ampliamente practicada en el mundo antiguo; se han encontrado ejemplos mesopotámicos, egipcios, griegos, romanos y de fuentes judías antiguas. Por ejemplo, según Éxodo 2:10, Moisés fue hallado y adoptado por la hija del faraón. En términos generales, solo los hombres libres (no mujeres ni esclavos) podían adoptar, y el adoptado era por lo general un adulto en lugar de un niño. Algunas veces la adopción era asumida en parte para beneficio del adoptante. Por ejemplo, un hombre mayor cuyos hijos naturales ya habían muerto podría adoptar a un hombre más joven como su heredero; el adoptado sería responsable de cuidar al adoptante en su vejez.

La ley romana reconocía dos tipos de adopción: adrogatio, en la que un hombre y todos aquellos bajo su autoridad eran adoptados dentro de otra familia, y adoptio, en la que un individuo era adoptado en una familia. En adrogatio, la familia adoptada en efecto dejaba de existir como un ente separado y se volvía parte de la familia del adoptante.

Un hombre o joven adoptado ya no pertenecía más a la casa de su padre y legalmente se volvía un hijo del adoptante. En el mundo romano, el adoptado tomaba el nombre y la categoría del adoptante y se convertía en su heredero legal. La adopción debía llevarse a cabo bajo un protocolo específico (p.ej., en la presencia de un gobernador), y por lo general se preparaba un testamento conjuntamente con el proceso oficial. La asociación de ambas actividades deja ver la conexión entre lo legal, el estatus familiar del adoptado y sus derechos de herencia.

Pablo adoptó la metáfora de adopción en Romanos 8 para describir el estatus de los cristianos en relación con Dios. Dios como Padre de sus hijos adoptados tiene autoridad sobre ellos, mientras que ellos sucesivamente han tomado su identidad. Pablo también escribió que la herencia pertenece a los creyentes porque Dios los ha adoptado como sus hijos (Gá 4:5-7). La redención física es uno de los aspectos de la herencia de los cristianos que Pablo resaltó en Romanos 8:23.

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Romanos 13. “Impuesto Romano”

En la república romana, el impuesto habitual se llamaba el vectigalia, aunque un cargo extra llamado el tributum podía también ser recaudado. Anualmente, el Senado establecía la cantidad de ingresos que debía ser recogida. Con la expansión del poder romano, sin embargo, una gran cantidad de riquezas se vertió sobre Roma desde las provincias, y el imperio se hizo menos dependiente de los impuestos recaudados de sus propios ciudadanos. Los gobernadores recaudaban impuestos para Roma de sus provincias, enriqueciéndose ellos mismos en el proceso. Los provincianos sufrieron seriamente bajo este acuerdo, no obstante, un gobernador que mostrará moderación y equidad podría ganarse la admiración del pueblo (como lo hizo Cicerón cuando gobernaba Cilicia en Asia Menor).

Con el establecimiento del imperio, César Augusto creó una burocracia habitual para llevar a cabo el censo y para la recaudación de impuestos (véase Lc 2:1). Las provincias estaban sometidas a un impuesto per cápita y a un impuesto territorial. Los ingresos mantenían al ejército, la casa real, los salarios de gobierno, el mantenimiento de caminos y los trabajos públicos, así como el subsidio del cereal para las multitudes romanas.

La verdadera tarea de recoger los ingresos en la provincias estaba encargada a compañías privadas de recaudación de impuestos llamadas publicani o conductores. Estos recaudadores de impuestos acumulaban suficiente dinero para satisfacer las demandas del estado y también para retener una ganancia para sí mismos. Como lo refleja el Nuevo Testamento, las publicani recibían el odio del pueblo (Mt 18:17; Lc 18:11). El sistema tributario podía ser pesado e injusto, y las publicani fueron consideradas como traidoras codiciosas que servían a amos extranjeros.

Los temas que involucraban impuestos aparecen repetidamente en el Nuevo Testamento. Jesús mismo pagó impuestos, aunque para hacerlo sus medios para recaudar el dinero fueron inusuales (véase Mt 17:24-27; este impuesto fue recogido entre los judíos para gastos de mantenimiento del templo de Jerusalén). La propia imagen de César en las monedas romanas causó un dilema religioso para los judíos, aunque Jesús consideró los escrúpulos en cuanto al asunto de ser más artificial que sincero (Mt 22:15-22). Pablo, en Romanos 13:6-7, fue claro en que la recaudación de impuestos por un gobierno es legítima y el pago de los impuestos por los cristianos es obligatorio. Ponerse en contra del trasfondo de los impuestos romanos de la época, era claramente una posición que se basaba en un principio y no en la satisfacción popular con el sistema.

SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Romanos 14. “Pompeya”

El 24 de agosto de 79 d.C. el Monte Vesubio, un volcán en la costa occidental de Italia, hizo erupción violentamente, arrojando lava, rocas y ceniza hasta una altura de alrededor de 19 km, lo cual sepultó una cantidad de ciudades establecidas cerca de su base. Entre estas estaba Pompeya. El historiador Plinio el Joven presenció la erupción desde una isla frente a la costa y describió en detalle cómo el cielo del día se volvió negro totalmente. Más tarde, esa noche el Vesubio emitió una tremenda explosión piroclástica de gas nocivo y ceniza que cubrió todo, excepto la parte superior de algunas estructuras y de manera inmediata mató a todos los que no habían aún escapado. El lugar fue abandonado y finalmente olvidado. Pompeya se redescubrió brevemente en 1594, pero las excavaciones regulares del sitio no comenzaron hasta en 1748. Con unas pocas interrupciones, los arqueólogos han estado trabajando continuamente allí desde entonces.

Lo que significaba una tragedia para los primeros habitantes se convirtió en gran ayuda para la arqueología romana. Bajo una capa de más de 9 m de ceniza, Pompeya estaba maravillosamente bien preservada. Las excavaciones revelaron una ciudad grande y relativamente rica ubicada dentro de un piano cuadriculado. Dentro de las casas, los investigadores descubrieron mosaicos preciosos, frescos coloridos e incluso la advertencia conocida Cave Canem (“Cuidado con el perro»). Utensilios y objetos artísticos revelaron mucho acerca de la cultura de Pompeya.

Otro descubrimiento emocionante en las cenizas fue la existencia de cavidades que una vez estuvieron ocupadas con los cadáveres de quienes murieron a causa de la explosión piroclástica. Los cuerpos finalmente se descompusieron, dejando cavidades en la ceniza seca. Los científicos vaciaron yeso blanco en estas cavidades y crearon moldes tridimensionales de los cuerpos de las víctimas que eran tan exactos que los especialistas fueron capaces de calcular la edad, la ocupación probable y el estado general de salud de estos individuos.

Tomados en conjunto, estos restos arquitectónicos, artísticos y humanos han probado ser un recurso invaluable para los historiadores al reconstruir la vida en una ciudad romana durante el periodo del Nuevo Testamento. Las excavaciones también se han iniciado bajo el nivel de la ciudad romana, para aprender más acerca del desarrollo de Pompeya a largo plazo. También se está dirigiendo un gran esfuerzo y gastos hacia la conservación, debido a que la contaminación y el tránsito humano plantean serias amenazas a estos tesoros antiguos.

LA VERACIDAD DE LA BIBLIA

Romanos 15. “Los Textos del Nuevo Testamento”

Ningún otro texto antiguo está corroborado por tal riqueza de pruebas textuales antiguas como lo está el Nuevo Testamento. Aproximadamente 5.500 manuscritos individuales están disponibles, conteniendo de diferente manera algo desde el cuerpo completo del Nuevo Testamento hasta un pequeño fragmento de un simple versículo. También hay cientos de copias de traducciones antiguas (o versiones) del Nuevo Testamento que revelan la forma del texto conocida por sus traductores, así como muchas citas del Nuevo Testamento en los escritos de los primeros padres de la iglesia que dan a conocer la forma de textos particulares conocidos por ellos.

Este apoyo textual es mucho más superior a aquel disponible para cualquiera de los otros documentos antiguos, como los textos clásicos de escritores griegos y romanos (p.ej., Platón, Aristóteles y Cicerón). Solo manuscritos parciales han sobrevivido para muchas obras de antigüedad, y no es extraño encontrar que el único manuscrito completo para algunos escritos antiguos es una copia que data desde 1.000 años después de su composición.

Los manuscritos originales del Nuevo Testamento probablemente deben haber sido registrados en papiros, el material de escritura más común de la época, y debió de haber sido leído y copiado continuamente hasta que se volvió ilegible. Como invariablemente era el caso en la antigüedad, nunca eran exactamente iguales dos copias de un manuscrito, a pesar del cuidado meticuloso por parte de los copistas. Aunque nosotros ya no podemos consultar los manuscritos originales, la riqueza y antigüedad de esos que están a disposición de los eruditos es tal, que generalmente no es difícil determinar lo que escribieron los autores originales. En muchos casos, podemos también discernir cómo y por qué surgieron las variaciones en los manuscritos. En ningún caso una enseñanza cristiana fundamental depende de aceptar la lectura de un manuscrito por sobre otro.

La historia de la tradición de los manuscritos al final de la carta de Pablo a los romanos es una de las más complicadas en todo el Nuevo Testamento. La bendición sacramental de cierre que se encuentra en Romanos 16:25-27, aparece en otros tres lugares en los diferentes manuscritos: ya sea inmediatamente después del capítulo 14, inmediatamente después del capítulo 15 o al final de los capítulos 14 y 16. Para complicar la situación, algunos manuscritos no incluyen la doxología del todo. Esta evidencia, ha llevado a un gran despliegue de sugerencias acerca de la historia de los escritos de Romanos:

Algunos creen que la doxología misma fue una adición posterior, que originalmente se escribió para proveer un final apropiado a una de las formas más cortas, no obstante posteriormente se agregó al final de las otras formas también. Es muy probable, sin embargo, que la doxología fue el final original de Romanos y que luego fue movido al final de versiones más cortas, llevando a la complicada situación que se encuentra en la historia de la tradición de los manuscritos.

TEXTOS Y ARTEFACTOS ANTIGUOS

Romanos 16. “La inscripción Erasto”

Erasto fue un cristiano del primer siglo que trabajó con Pablo. La primera mención de él está en Hechos 19:22: Pablo, en Éfeso, en su tercer viaje misionero alrededor de 53-55 d.C., «envió a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto». Luego, en Romanos 16:23, Pablo escribió (probablemente desde Corinto alrededor del año 57) que «Erasto, que (era) el comisionado de obras públicas de la ciudad», enviaba saludos. Finalmente, en 2 Timoteo 4:20, cuando Pablo escribía desde la prisión en Roma cerca del final de su vida (alrededor de 66-67), dio un reporte del estado de sus colaboradores, incluyendo la declaración de que «Erasto se quedó en Corinto». Parece que Erasto era un residente de Corinto y, si fue así, es muy probable que llegó a ser creyente como resultado de los 18 meses de ministerio de Pablo en esa ciudad en su segundo viaje misionero, alrededor de 50-52 d.C. (Hch 18:1-17).

En 1929, se descubrió una inscripción en Corinto que mencionaba a un Erasto quien puede haber sido el mismo al que se refiere el Nuevo Testamento. Se localizó en una zona pavimentada al noreste del teatro y fechada a mediados del siglo I d.C., la cual dice, «Erasto, a cambio de su colaboración (por el pavimento) corriendo los gastos por su cuenta”. Un aedile, un oficial elegido, era un gerente de negocios de la ciudad responsable de propiedades tales como calles, edificios públicos y mercados, así como por las ganancias recogidas de ellas. Él era también un juez que decidía la mayoría de los litigios comerciales y financieros de la ciudad. Además, un aedile era responsable de los juegos públicos que se realizarán dentro de una ciudad.

De esta manera, el término «comisionado de obras públicas» en Romanos 16:23, probablemente describe la posición de Erasto como un aedile. Algunos han argumentado que en vista de la palabra griega que Pablo usó, oiko-nomos, puede que no haya sido el equivalente exacto del latín aedile, Erasto puede haber tenido una posición más baja en la época de los escritos de Pablo. Por otro lado, es posible que Pablo encontró por primera vez a Erasto mientras él estaba entregando sus responsabilidades fiscales y por eso, lo percibió principalmente en esta función. También, Corinto se distinguía en que allí los juegos se llevaban a cabo por un grupo diferente de oficiales y no por el aedile. Así, el aedile en Corinto básicamente funcionaba como un tesorero de la ciudad (término utilizado en varias versiones).

(Biblia de Estudio Arqueológica. Vida. p. 1879)