Figuras Detalles

Figuras de Dicción en la Biblia

Una figura es sencillamente una palabra o frase modelada según una forma especial, diferente de su sentido o uso ordenari. Estas fromas con de uso constante entre los oradores y escritores. Es imposible mantener la conversación más corriente o escribir unas cuantas frases sin hacer uso, al menos inconscientemente, de figuras. A veces decimos: "El campo necesita lluvia"; èsta es una afirmación lisa y llana, fría. Pero también podemos decir: "El campo está sediento"; ya hemos usado una figura. No es cierto literalmente que el campo tenga sed; por eso, es una figura; pero ¡cuán expresiva es la frase! ¡y cuán llenade calor y de vida! Por eso empleamos frases como éstas: "tiene un corazón duro; "tiene una voluntad férrea"; "es un  pasaje escabroso", etc. En todos estos casos, hacemos uso de una palabra que tiene su propio y definido significado, y aplicamos su nombre, sucualidad o su acción a otra cosa con al cual guarda cierta analogía, ya sea por el tiempo, el lugar, lacausa, el efecto, la relación, la semejanza, etc. 

Accismo

    Del latín accído = cortar, pero no por medio, esta figura se da cuando se expresa un rechazo que no es definitivo o es sólo aparente.

Acróstico 

    En general, el acróstico consiste en que las letras iniciales, medias o finales de una composición poética formen un vocablo o frase. Es notable el acróstico latino siguiente:


S  A  T  O  R

A  R  E  P  O

T  E  N  E  N

O  P  E  R  A

R  O  T  A S


  Que significa: «El sembrador Arepón sujeta con trabajo las ruedas.» Lo notable (y sumamente difícil) de esta composición es que la frase se puede leer igualmente: siguiendo las líneas de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de arriba abajo, y de abajo arriba.


     Pero el único acróstico usado en la Biblia consiste en que cada versículo de una porción, o cada porción sucesiva de versículos, comienzan respectivamente por una letra diferente del alfabeto o abecedario hebreo, siguiendo el orden alfabético. Por medio de esta figura, se pone de relieve la especial importancia de ciertas porciones de la Biblia Hebrea, a fin de que nuestra atención se fije en ellas con más interés. Dichas porciones bíblicas son precisamente trece, número que, para los judíos, no indica mala suerte.


Aféresis

    Aféresis es una palabra griega que significa el acto de quitar algo, y se emplea para suprimir una letra o una sílaba al comienzo de la palabra. Así tenemos que la antigua Tesalónica es ahora Salónica; ha desaparecido la primera sílaba.


    En la Biblia tenemos el ejemplo del último rey de Judá, Joa­quín (v. 2Re_24:6 y ss.), el cual es llamado Jeconías (hebr. Yekhonyáh) en su genealogía, según aparece en 1Cr_3:16; pero, en Jer 22:24, cuando Dios declara que lo va a arrancar (v. tam­bién Jer 37:1), su nombre es cortado para que corresponda al acto, y es llamado «Conías».


    Jeconías significa «Yahweh establezca». Al quitarle la prime­ra sílaba, se le quita precisamente el componente «Yah», abre­viatura de Yahweh, y queda así sin la ayuda de Dios para que­dar establecido.


    El piadoso rey Josías, cuyo nombre significa «Yahweh sane», expresó su deseo de que Dios estableciera su reino, po­niendo a su hijo el nombre de Eliaquim (Dios establecerá»), quien fue llamado después Joacim («Yahweh establecerá»), que tiene el mismo significado que el del hijo de éste, y nieto de Jo­sías, Joaquín o Jeconías. Pero las esperanzas de Josías fueron en vano. La familia de Josías es notable por la forma en que los nombres de sus descendientes fueron rotos o cambiados, y el reino mismo acabó en el desastre.


    El texto de Jer 22:4 dice así: «Vivo yo, dice Yahweh, que si Conías, hijo de Joacim rey de Judá, fuera anillo en mi mano de­recha, aun de allí te arrancaría.» Además de la aféresis en el nombre de Jeconías, convirtiéndolo en Conías, es sorprendente en dicho versículo el súbito cambio de la tercera a la segunda persona del singular.


    En el v. Jer 22:30 del mismo capítulo, leemos: «Así dice Yahweh: Escribid lo que sucederá a este hombre (Conías, v.Jer 22:28) privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá.» Este versículo, que contiene una grave maldición profética, ne­cesita ciertas aclaraciones.


    En primer lugar, la frase «privado de descendencia» no sig­nifica que careciese de hijos, pues tuvo siete (v. 1Cr_3:17-18), sino que ninguno de su descendencia según la carne ocuparía el trono de David. Zorobabel, su nieto (v. 1Cr_3:19), llegó a ser gobernador de Judá, después que su abuelo Conías murió en Babilonia (2Re_25:29-30), pero la monarquía no fue restaurada con él.

      En segundo lugar, lo que es aún más importante, la monar­quía de Judá (e Israel), «el trono de David» para gobernar so­bre toda «la casa de Jacob», había de ser restaurada en la per­sona de Jesucristo (v. Luc 1:32-33), pero Jesús no descendía, «se­gún la carne», de Conías, sino sólo según los derechos legales a través de José, esposo de María (v. Mat 1:16), el cual no era el padre físico, sino legal, de Jesús, mientras que, por la línea de María, la madre de Jesús, el Señor descendía físicamente de David, pero no a través de Conías, como puede verse en la ge­nealogía de Luc 3:23 y ss., que es, sin duda alguna, la genealogía física de María, «de la cual nació Jesús, llamado el Cristo» (Mat 1:16). José, pues, no era hijo de Elí (el griego de Luc 3:23 dice: «el de Elí»), sino su yerno. De este modo admirable, Dios dis­puso que pasasen a Jesús los derechos legales a la corona de Is­rael, sin incurrir en la maldición pronunciada contra la descen­dencia física de Conías.


    Las figuras de dicción llamadas síncope (corte en el medio) y apócope (corte al final) no ocurren en la Biblia, aun cuando el griego modifique algunos nombres (por ejemplo, dice Judas en Vez de Judá, que es el correspondiente hebreo). Por consiguiente, no vamos a tratar de ellas aquí.


Alegoría

    Así como la parábola es un símil continuado, así también la alegoría es una metáfora, o una hipocatástasis, continuada. La alegoría, pues, se divide en dos clases: metáfora continuada, como en el Sal. 23; e hipocatástasis continuada, como en el Sal 80:8-15.

    Una alegoría puede, a veces, ser ficticia, sin fundamento en las Escrituras, pero Gal 4:22 , Gal 4:24 nos muestra que una verdade­ra historia, como la narración de Gn. 21, puede ser alegorizada (siempre que esté garantizada por el Espíritu Santo en la Bi­blia misma), sin detrimento de la verdad histórica. Nótese que la alegoría siempre se refiere a un tiempo pasado; en esto se dis­tingue de la profecía, la cual siempre se refiere al futuro.

Aliteración

    Esta figura consiste en la repetición de la misma letra (o sí­laba) al comienzo de dos o más palabras sucesivas. Por ejemplo: Pedro perdió preciosas perlas. Por supuesto, esta figura sólo presenta su belleza en los originales hebreo y griego de las Escrituras, pues es muy difícil reproducirla en la traducción a nuestro idioma. Si alguna vez se da también en castellano, será puramente casual y no comportará énfasis alguno.

    El cántico de Débora en Jueces 5 abunda en ejemplos de ali­teración, que añaden al texto gran fuerza y belleza en el original. Resulta imposible reproducir esta figura en nuestras ver­siones de la Biblia, pero podemos ofrecer al lector alguna idea del uso de esta figura.

    Veamos primero un esquema de la estructura de Jueces 5, antes de presentar unas breves muestras de aliteración en di­cha porción:

  

A. 2-. Alabanza a Yahweh por la vindicación de Israel.

           B. a. -2, 3. Israel. Ofrecimiento voluntario del  pueblo.

                   b. 4-8. Contrastes en la situación del país.

               a. 9. Israel. Ofrecimiento voluntario de los jefes.

                   b. 10, 11. Contrastes en la situación del país.

           B.    b. 12-18. Contraste de actitudes.

               a. 19-22. El enemigo. Asalto y derrota.

                   b. -23-27. Contraste de actitudes.

          a. 28-30. El enemigo. Presunción y decepción. 

  A. 31. Alabanza a Yahweh por la vindicación de Israel.


Breves muestras de aliteración en Jueces 5:


Versículos Jue 5:3-4 : «... Yo cantaré a Yahweh,

Cantaré salmo a Yahweh, el Dios de Israel. 

Cuando saliste de Seír, oh Yahweh, 

Cuando te marchaste...».


Versículo Jue 5:12 : «Despierta, despierta, Débora;

                           Despierta, despierta, entona cántico...»


Versículo Jue 5:23 : «Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Yahweh,

                          Maldecid severamente a sus moradores...»


Amebeon

Esta figura consiste en la repetición de la misma frase o cláusula al final de sucesivas porciones. Procede del griego «amoibe» = cambio, alteración. Ejemplos: 


Ampliación

    Esta figura (del latín ampliare = ensanchar o extender) tiene el sentido técnico de «prolongación en el tiempo». Se le da este nombre porque un epíteto es aplicado a un sujeto (1) antes de haber obtenido la razón para llamado así, o (2) después que tal razón ha cesado. Por ejemplo, el lobo es llamado por su nom­bre, incluso cuando su naturaleza ha sido cambiada (Isa 11:6), mientras que Jesús es llamado por los ángeles «Salvador» cuando acaba de nacer (Luc 2:11).


    La ampliación se distingue de la amplificación (si bien am­bos vocablos proceden de la misma raíz) en que la primera hace referencia a un cambio que ya se ha efectuado, mientras que la segunda ocurre cuando el sentido de una palabra o de una expresión se ensancha y extiende mediante la repetición de las palabras en forma diferente, a fin de alargar el relato y po­ner más de relieve lo que se lleva dicho.


    Así que la ampliación es una forma de epíteto, ya que el nombre sobrevive a través del cambio efectuado. Más adelante, veremos una forma de prolepsis que se distingue de la amplia­ción (en cuanto que ésta se opone a la ocupación), pero sólo con relación al tiempo, y consiste en hablar de sucesos futuros como si fueran presentes, mientras se deja para otra ocasión la inter­pretación de los mismos.

Anábasis

Esta figura, que significa «subida», tiene lugar cuando un escrito o un discurso va aumentando su fuerza o su énfasis. Cuando la figura afecta únicamente a palabras, no al sentido, se llama clímax (ya estudiado). Cuando la gradación es de más a menos, se llama catábasis (la estudiaremos a continuación de la anábasis). Cuando la gradación no es un mero aumento de vehemencia o énfasis, sino que nos conduce de cosas terrenales a celestiales, de cosas mundanas a espirituales, etc., la figura se llama anagoge, que significa «guiar hacia arriba». Ejemplos de anábasis

    Aquí tenemos una triple anábasis, relacionada con paralelismo


1) Primero, los malos en su mente (consejo)

    Segundo, los pecadores, que no sólo piensan, sino que obran, mal.

    Tercero, los burladores , que se glorian en su impiedad y escarnecen a los que obran bien. 


2) Primero está seguir el mal consejo.

    Segundo, adoptar la conducta de los malos. 

    Tercero, hacer causa común (asentarse) con los perversos. 


3) Los primeros representan a los "gentiles" de Sal 2:1

    Los segundos, a los "pueblos" (¿tribus de Israel?) de Sal 2:1b. 

    Los terceros, a los "reyes de la tierra" de Sal 2:2


    Hch 4:27 nos da el cumplimiento: 1) Herodes y Poncio Pilato; 2) los gentiles; 3) el pueblo de Israel. Sobre el salmo 1, v. también en paralelismo, ya estudiado. 

    ¿Por qué esta anábasis? Para dejar bien claro que, cualquiera sea la oposición que se nos haga, hemos de hablar y proclamar la palabra de Dios, ya sea que los hombres la escuchen o no la escuchen (vv. 5, 7), y no hemos de alterar el mensaje por complacerlos. Tampoco hemos de distribuir versiones de la Biblia que hagan decir al texto lo que mejor se adapte al gusto de la gente, sino lo que más se ajuste a la letra y al sentido del original. 

    Con esta anábasis, se pone de relieve la causa primordial del trágico cautiverio tras la desolación de Jerusalén. 

    Véase también en asíndeton

Anacenosis

       Esta figura, que significa «comunicación», se da cuando el que habla apela a la opinión de sus oponentes, como a quienes tienen intereses comunes en cuanto a la materia de que se tra­ta. Si está en forma de pregunta, es una de las especies de eró­tesis.

Anacoluto

Esta figura, del griego «an» = sin + «akoloúthos» = siguien­te, ocurre cuando, en la construcción de una cláusula, hay una especie de inconsecuencia, por omisión de la segunda parte (apódosis) que habría de corresponder a la primera (prótasis). En los escritos meramente humanos, esta inconsecuencia pue­de atribuirse a negligencia, descuido o falta de atención por parte del escritor, pero en el caso de las Escrituras, de las que el Espíritu Santo es el autor principal, no cabe ninguna irregu­laridad; por consiguiente, dondequiera se halle esta figura, ha de ser con el fin de atraer la atención del lector. En algunos lu­gares, un estudio atento y profundo del pasaje demuestra que no hay anacoluto, pues la apódosis o segunda parte de la cláu­sula se halla en otro lugar.


1. A veces, el acusativo aparece en solitario al comienzo de una frase.

No se trata del acusativo llamado «absoluto», sino del que necesita que se le anteponga, en la traducción, la frase prepo­sicional «en cuanto a» o similares.


Luc 21:6. El original comienza: «Estas cosas que contem­pláis...», y, a continuación, añade: «días vendrán, etc.». Así que es menester suplir: «En cuanto a estas cosas que contempláis.» Más sencillo aún: «De estas cosas, etc.»



2. A veces, la primera parte de la cláusula queda interrum­pida por un paréntesis; y, cuando el paréntesis ha pasa­do, la conexión gramatical experimenta un cambio.


Esto es lo que ocurre en lugares como Juan 6:22-24 y Gal 2:6 , Gal 2:7.


3. Otras veces, la construcción cambia repentinamente (sin paréntesis) por alteración de persona; o pasando de participio a otra forma del verbo; o del singular al plu­ral, y viceversa.


Mar 6:11. «Y cualquier lugar que no os reciba ni os escu­chen, sacudid el polvo, etc.» El paso súbito del singular al plu­ral es un anacoluto, el cual se aclara con el final «contra ellos», haciendo referencia al sujeto implícito del «escuchen» (está cla­ro que el lugar, al comienzo de la frase, está sustituyendo a los habitantes del lugar).


          4. Otras veces, la construcción queda interrumpida sin que se complete en forma alguna.

Mar 11:32. Dice textualmente: «Pero ¿vamos a decir: De los hombres? Temían a la multitud.» Los pensamientos de los in­terlocutores quedan aquí interrumpidos y han de suplirse relle­nando la elipsis (véase en su lugar).


5. Algunas veces, el cambio consiste en una súbita transi­ción del estilo indirecto al directo


Mar 6:8-9. «Y les encargaba que no tomasen nada, etc. (estilo indirecto)... y no os pongáis dos túnicas» (estilo directo).


6. Otras veces, el cambio se realiza del estilo directo al indirecto. 


Jua 13:29. «... que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta (estilo directo); o que diese (estilo indirecto) algo a los pobres».



7. A veces, finalmente, se unen en una misma cláusula dos construcciones equivalentes.


Esto no necesita aclaración, pues el estudioso de la Biblia las puede analizar fácilmente por sí mismo. Por ejemplo: Gen 35:3 ; Jos 23:16 ; Jue 16:24 ; Neh 10:30 ; Mar_6:7 ; Mar 1:1 ; Rom 12:4 ; 1Co_14:5 ; Efe 5:27 , Efe 5:33 .


Anacóresis o Regresión

Esta figura, que significa «retirada» (de «aná» = atrás + «khóresis» = retirada) consiste en volver al tema anterior, después de una digresión. Los griegos la llamaban también epa­naclesis (de «epí» = encima + ((aná» = atrás + ((klésis» = lla­mada), el). el sentido de volver al punto principal después de una excursión o digresión.

Todo buen estudioso y observador hallará ejemplos de esta figura. Mencionaremos únicamente dos:


Anadiplosis

    Esta figura consiste en la repetición de la misma palabra o frase al final de una cláusula y al comienzo de la siguiente. También se la llama epanástrofe (del gr. epí = sobre + aná = de nuevo + strépho = volver).


    La Mesorah ofrece también aquí dos listas, que hemos incluido en los ejemplos, marcándolas con asteriscos. La figura se pierde con frecuencia en nuestras versiones. Para conservarla, trataremos de ajustarnos lo mejor posible al original. 


Anáfora

    Esta figura consiste en la repetición de una misma palabra al comienzo de frases sucesivas, añadiendo así peso y énfasis a las afirmaciones que en ellas se hacen. Algunos ejemplo:

    Esta misma figura se repite en los vv. 16-19, pero allí no se repiten bendiciones, sino maldiciones. 

     Esta figura está en contraste con la de los vv. 9-11, llamada epístrofe (véase en su lugar), por la que se repiten los finales, no los comienzos de las líneas. Otros ejemplos similares, en Sal 121:7-8; 122:6-7; 123:2-3; 124:1-2. 3-5; 126:2; 127:1; 128:5-6; 129:1-2. 


Anámnesis

    Del griego «aná» = de nuevo + «mimnéskein» = recordar, esta figura se usa cuando el curso de una exposición directa se suspende para expresar un recuerdo. Es un método muy efec­tivo para poner de relieve lo que queremos imprimir en la men­te de los destinatarios del escrito o del discurso.

Un ejemplo interesante, ya mencionado en epitrecon e hipér­bole, es:


    La figura ocurre al comienzo de la parte dispensacional de la Epístola a los romanos. V. en correspondencia.


Anantapódoton 

IV. Cuando toda la cláusula es omitida en un pasaje


1. Cuando se omite el primer miembro de la cláusula

 

2. Cuando se omite el segundo miembro de la cláusula


        El nombre específico de esta elipsis es  anantapódoton. Ejemplos:

En el original, falta la segunda parte de la segunda cláusula del versículo.

3. Cuando falta el término de una comparación. Ejemplos: Ro 7:3; 1 Ti 1:3-4; 2 Ti 2:20.  


Anástrofe

    Esta figura (del gr. «aná» = de nuevo + «stréphein» = vol­ver), recibe su nombre de la trasposición de una palabra fuera de su orden normal en una cláusula. Es, pues, una especie de hipérbaton, pero que afecta sólo a una palabra, en vez de a va­rias. Los griegos la llamaban también parálage; y los latinos, in­versión.

Anéresis

    Esta figura (del gr. «aná» = arriba + «hairéo» = llevarse) es un paréntesis por medio del que, con una expresión negativa, parece que quitamos algo del sentido, cuando en realidad le añadimos algo y lo ponemos de relieve. Es la misma figura que tapéinosis (v. en su lugar), pero usada parentéticamente. 


Ánesis

    Cuando la conclusión se añade para disminuir el efecto de lo que se ha dicho, la figura recibe el nombre de ánesis, que sig­nifica relajamiento o abatimiento, y es lo contrario de epítasis. Ejemplo:

Anfibología

    Esta figura (del gr. «amphí» = a ambos lados + «bó­los» = algo que se arroja + «lógos» = palabra) significa que una palabra o frase se puede interpretar de dos maneras. No es sinónimo de ambigüedad, pues en el caso de esta última, el sen­tido es simplemente incierto o equívoco, mientras que en la an­fibología ambos sentidos son absolutamente verdaderos. La fi­gura ocurre muchas veces en la Biblia y, en realidad, todas las profecías participan, más o menos, de este carácter. Son pala­bras del Dios que era, es y será; de aquí que sus palabras ten­gan una plenitud de referencia y significado que no puede ser agotada por una sola interpretación. Por eso, una profecía pue­de ser verdadera simultáneamente con referencia al pasado y al futuro, en cuanto a que hay parte de verdad en ambas direccio­nes, pero resultan falsas cuando se sustituye la una por la otra, o se toma la parte por el todo.

Anfidiortosis o Doble Corrección

    De «amphí» = por ambos lados + «diá» = a través de + + «orthoún» = enderezar, esta figura se llama así porque es una corrección, pero no sólo con referencia al sentido que le da el que habla, sino también con referencia a los sentimientos del que escucha. Hay otra figura similar, llamada prodiortosis, usa­da en la argumentación, la cual se distingue de la anfidiortosis en que en ésta la corrección se hace antes que el oyente o el lec­tor se sienta desconcertado, mientras que la prodiortosis es una preparación para el desconcierto que va realmente a llegar.

    Algunos confunden ambas figuras, pero hay una clara dis­tinción entre ellas.

Antanaclasis

    Esta figura consiste en la repetición de la misma palabra en la misma cláusula, pero con diferente sentido. Por ejemplo: «Hace poco tiempo, hacía mal tiempo.» En el primer caso, la palabra «tiempo» pertenece a la cronología; en el segundo, a la metereología.

Anteisagogé

Así llamaban los griegos (de «antí» = en lugar de + «eis» = hacia + «ágein» = conducir o traer) a una figura por la que se responde a una pregunta con otra pregunta. Tam­bién la llamaban antikatállaxis = contrapeso, yanthypophorá = réplica a una objeción. Los latinos la llamaban compensa­tio = compensación. Ejemplos:

Antenantiosis (Tapeinosis)

    Esta figura, también llamada antenantiosis, significa «em­pequeñecimiento», y ya hemos dicho que se distingue de la li­tote en que, a diferencia de ésta, tiene por objeto engrandecer la misma cosa o persona que se empequeñece. Antenantiosis significa «contraposición». Cuando se usa en forma de parénte­sis, se llama anéresis.

    La figura se usa en conexión con nombres, verbos y adver­bios, ya sea: (1) positivamente, o (2) negativamente.


1. Positivamente.


2. Negativamente.

     Cuando el énfasis se hace por medio de una negación, a fin expresar lo positivo en un grado más elevado, la figura se llama antenantiosis (véase arriba). Así, cuando decimos de al­guien: «no es tonto», queremos decir que «es muy listo». O, cuando decimos: «no está a muchos kilómetros de aquí», que­remos decir que «está al alcance de la mano».


  Antífrasis

    Esta figura (del gr. «antí» = contra + «phrásis» = expre­sión) se llama así porque una palabra o frase se usa en un sen­tido opuesto al que tiene en su origen. Por ejemplo, cuando a un tribunal de justicia se le llama «tribunal de venganza». Par­ticipa, pues, del concepto de ironía, pero se diferencia de ésta en dos cosas: 

(1) la antífrasis se usa en palabras o frases sueltas, mientras que la ironía se usa en frases conectadas; 

(2) la antí­frasis afecta al sentido de las palabras, mientras que la ironía afecta a la aplicación de las palabras.

Antimeria

    El vocablo antimeria se deriva del griego «antí» = contra, o en lugar de + «meros» = parte, y significa que se usa una parte de la oración (es decir, del lenguaje) por otra. Por ejemplo: un sustantivo por un verbo, o un verbo por un sustantivo, etc. Las distintas clases de antimeria son las siguientes:


 I.   Del verbo:

 II.   Del adverbio:


 III. Del adjetivo:


 IV. Del sustantivo:

 I.   ANTIMERIA DEL VERBO

        1. El infinitivo por un sustantivo.

        2.  El participio activo por un sustantivo.


 II.    ANTIMERIA DEL ADVERBIO

        1. El adverbio por el sustantivo.

 

        2. El adverbio por un adjetivo.


 III ANTIMERIA DEL ADJETIVO

        1. Un adjetivo por un adverbio.


        2. Un adjetivo por un sustantivo.


IV ANTIMERIA DEL SUSTANTIVO


     2. Un sustantivo por un adverbio.


     3. Un sustantivo por un adjetivo.

    Con frecuencia, los vocablos «circuncisión» e «incircuncisión»  significan «personas circuncidadas» y «no circuncida­das» respectivamente. También el vocablo griego «anáthema», que significa «voto u ofrenda prometida», se usa en lugar de «persona o cosa maldita».


     4. Un sustantivo (repetido) por un adjetivo.

    A veces, se repite un sustantivo para expresar el adjetivo en grado superlativo. Esta figura entra también dentro de la lla­mada epizeuxis. Ejemplo:


     5. Un sustantivo (en régimen) por un adjetivo.

    La expresión «en régimen» significa que el uno gobierna al otro en genitivo; entonces, el segundo vocablo (a veces, dos vo­cablos) se convierte en adjetivo. En efecto, el modo natural y ordinario de cualificar a un sustantivo es por medio de un ad­jetivo. Pero, si se desea colocar el énfasis en el adjetivo, se hace por medio de esta particular especie de antimeria. Por ejemplo, si queremos destacar el adjetivo «poderosos» en la frase «ánge­les poderosos», usaremos un sustantivo en lugar del adjetivo «poderosos» y diremos: «ángeles de poder». Es importante que el lector conozca cuándo y dónde está el énfasis, puesto que no todo genitivo es un caso de antimeria (v. el Apéndice B: «Sobre el uso del genitivo»). Damos a continuación varios ejemplos de antimeria, donde se usa un sustantivo en genitivo (en régimen) en lugar de un adjetivo:


Los Nombres Divinos forman clase aparte.

Los nombres de Dios: «Dios» (hebr. El o Elohim) y «Yahweh» se usan, a veces, en régimen de genitivo, como adjetivos, con énfasis en la Deidad, o implicando lo que es infinitamente grande, alto, poderoso, glorioso o hermoso. Ejemplos:

Gen 23:6. «... eres un príncipe de Dios»; es decir, un príncipe poderoso.

Gen 30:8. «Con luchas de Dios»; es decir, con esfuerzos y lu­chas sobrehumanos; con todas mis fuerzas.

Exo 9:28. «... los truenos (lit. voces) de Dios»; es decir, true­nos muy sonoros (comp. con 1Sa 14:15).


El nombre de Dios se usa también igualmente en dativo.

Rut 2:20. «... Sea él bendito para Yahweh» (lit.); es decir, bendito de Dios en todas las cosas. Igualmente en Rut 3:10 : «Bendita seas tú para Yahweh.»

Jua 3:3. «Y era Nínive una ciudad grande para Dios» (lit.); esto es, una ciudad extremadamente grande.

Hch 7:20. «... nació Moisés, y fue hermoso para Dios» (lit.); es decir, divinamente hermoso.

2Co_10:4. «porque las armas de nuestra milicia no son car­nales, sino poderosas para Dios» (lit.); es decir, inmensamente poderosas.

El vocablo «hijos», con un sustantivo en régimen, es hebraísmo.

La palabra «hijo», si va cualificada por otro sustantivo, de­nota la naturaleza y el carácter de la persona o personas así llamadas, e incluso su origen; por ejemplo: «hijos de Be-lial» = personas diabólicas (v. Deu 13:13; Jue 19:22). Igualmen­te tenemos:

«Hijos de bravura» (2Sa 2:7 ; 1Re 1:52) . = hombres valien­tes.

«Hijos de la fianza» (2Re 14:4) = rehenes.

«Hijos del aceite» (Isa 5:1) = fértil.

«Hijos de la luz» (Luc 16:8 ; Juan 12:36 ; Efe 5:8 ; 1Ts 5:5) = personas iluminadas desde lo alto.

«Hijos del diablo» (1Jn 3:10 ; Hch 13:10 . Comp. con Juan 8:44).

«Hijos de ira» (Efe 2:2).

«Hijos de este mundo (lit. siglo)» (Luc 20:34); es decir, per­sonas cuyo estilo de vida es modelado por el espíritu del mun­do actual.

«Hijos de la resurrección» (Luc 20:36); es decir, resucitados de entre los muertos.

«Hijos de desobediencia» (Efe 2:2) = desobedientes en ex­tremo.

«Hijos de obediencia» (1Pe 1:14) = hijos obedientes.


En general, las expresiones: «hijo de hombre» (no: «El Hijo del Hombre» —aplicable sólo al Mesías), «hijos de los hom­bres», son modismos hebreos (hebraísmos) para designar a los seres humanos, distintos, por una parte, de los brutos animales y, por otra parte, distintos de los seres angélicos y, sobre todo, de Dios.

La expresión hebrea «Beney Ha-Elohim» = «los hijos de Dios», se usa seis veces en el A. T. con referencia a los ángeles: Job 1:2 ; Job 2:6 ; Job 38:7 ; Sal 29:1 ; Sal 89:6 y Dan 3:25 . Se discute si en Gen_6:2, esa misma expresión se refiere también a los ángeles, a la vista de 2Pe_2:4-9, Jud 1:6-7 (e incluso, según algunos, 1Pe_3:18-20) y del códice A de la Septuaginta (LXX), que lee «ánge­les de Dios», o si se refiere a los descendientes de Set, en con­traste con «las hijas de los hombres» (Gen 6:2-4), definidas así como descendientes de Caín. En Ose 1:10 (Biblia Hebrea, 2:1) hallamos «hijos del Dios viviente», pero aquí la expresión he­brea es «Beney 'el-jay».


6. Un sustantivo (en régimen) por un adjetivo.

Cuando el primer sustantivo, en régimen, en lugar del segun­do, se cambia usándose en lugar del adjetivo, la figura se llama hipálage (v. más abajo).


7. El primero de dos sustantivos (ambos, en régimen), usado en lugar de un adjetivo.

Cuando dos sustantivos están en régimen, y sólo uno de ellos es usado en lugar de un adjetivo, es, a veces, el primero el enfatizado, como en los ejemplos siguientes:

Gen 17:4-5. «... padre de muchedumbre de gentes (o: nacio­nes)». El énfasis recae en muchedumbre», como se ve por Rom 4:17.

Hch 7:30. «... en la llama de fuego de una zarza»; es decir, en la llama de una zarza ardiente.



8. El segundo de dos sustantivos (ambos, en régimen), usado en lugar de un adjetivo.

Gen 9:5. «... de mano de un varón de su hermano (lit.) de­mandaré la vida del hombre»; es decir, de mano de su prójimo (hermano de raza).

Rom 8:3. «... en semejanza de carne de pecado»; es decir, se­mejanza de carne pecadora.

Col 1:11. «... conforme a la potencia de su gloria»; es decir, conforme a su potencia gloriosa.

Col 1:13. «...y trasladado al reino del Hijo de su amor» (lit.); es decir, al reino de su Hijo amado (v. Mat 3:17).


9. Uno de dos sustantivos que están en el mismo caso (pero nno en régimen), usado en lugar de un adjetivo.

Cuando dos sustantivos van unidos por una conjunción en el mismo caso, uno de ellos (generalmente, el segundo) es usado enfáticamente en lugar de un adjetivo. Ejemplo:

Hch 14:13. «... trajo toros y guirnaldas»; es decir, trajo toros enguirnaldados. Aquí entra también la figura endíadis (véase en su lugar).


10.    Un sustantivo (en régimen) en lugar de un adjetivo en grado superlativo.


    Cuando el segundo sustantivo es el genitivo de plural del mismo sustantivo que aparece en primer lugar, significa el gra­do superlativo del adjetivo correspondiente. Por ejemplo: «el santo (lugar) de los santos», en vez de «el (lugar) santísimo», etc. Comoquiera que esto es una especie de poliptoton, pueden verse varios ejemplos bajo dicha figura.


Antimetábola

    Como ya dijimos, esta figura repite las palabras en orden inverso, a fin de ponerlas en contraste recíproco. Ejemplos:­


    En cambio, en el v. Isa 55:9, las frases guardan su orden natural, siendo así un ejemplo de epánodo doble: uno, por la repetición de las frases; otro, por la repetición de «mis» y «vuestros».


Antimetátesis

    Esta figura (del gr. «antí» = frente a + «metá» = más allá + + «thésis» = posición) consiste en trasponer una cosa frente a otra, especialmente una persona gramatical frente a otra, como cuando un escritor u orador se dirige a un lector, o persona au­sente, en segunda persona; es decir, como si estuviese presente. Cuando la figura es continua se llama diálogo. V. la continua antimetátesis que el Apóstol Pablo presenta en Ro. 2 y 3. Des­pués de la trasposición (sin diálogo) del cap. 2, el Apóstol parece entablar un largo diálogo en el cap. 3, como ha hecho notar Macknight, del modo siguiente:


Judío: «¿Qué ventaja tiene, pues, el judío?, ¿o de qué apro­vecha la circuncisión?»

Pablo: «Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente,que les ha sido confiada la palabra de Dios

Judío: «¿Pues qué? Si algunos de ellos han sido incrédulos, ¿ acaso su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?»

Pablo: «¡De ninguna manera! Antes bien, sea hallado Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras y venzas cuando seas juzgado.»

Judío: «Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Acaso es injusto Dios que da castigo?» 

Pablo: «¡En ninguna manera! De otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?»

Judío: «Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador?»

Pablo: «¿Y por qué no decir (como se nos calumnia y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros deci­mos); Hagamos males para que vengan bienes?»

Judío: «¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos?»

Pablo: «En ninguna manera; pues ya hemos acusado a ju­díos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escri­to, etc.»


    Aunque la figura no resulte satisfactoria en alguno de los puntos señalados, nos sirve como ejemplo de la manera en que ciertos vocablos y expresiones deben ser traducidos. Otros ejemplos:

Antiprosopopeya

    Esta figura es la contraria de la prosopopeya, y se da cuando las personas son presentadas como animales o cosas. V. 2Sa 16:9. Un perro no maldice; y menos, un perro muerto; pero la figura es elocuente.


Antiptosis

    Esta figura (del gr. «antí» = contra —o: en lugar de— + «ptósis» = caída) tiene lugar cuando se usa un caso de la de­clinación en lugar de otro (especialmente, en hebreo, cuando el absoluto es puesto en lugar del constructo). Se distingue de la hipálage en que en ésta hay un intercambio de palabras y de casos, de manera que se invierte el sentido y la relación de am­bas palabras, mientras que en la antiptosis el sustantivo que rige se convierte en adjetivo, en lugar del sustantivo regido. Nótese que, cuando el que se convierte en adjetivo es el sustan­tivo regido (en régimen), tenemos una forma de antimeria, como ya vimos anteriormente. Ejemplos de antiptosis:

Antístrofe

    Del griego «antí» = contra + «strépho» = volverse, esta figu­ra se llama así porque en ella, las palabras del que habla se vuelven contra él en boca del interlocutor.



    Cuando las palabras que se vuelven contra el que habla es­tán en forma de acusación, la figura se llama anticategoría (de «antí» = contra + «kategoréo» = acusar), como en el ejemplo si­guiente:



Aquí tendríamos una anteisagogé, si fuese una simple pre­gunta, en lugar de ser una acusación.


Antítesis

    Esta figura (del gr. «antí» = frente a (o: contra), + «thesis» = = posición, consiste en poner un pensamiento, idea o frase fren­te a otro, a fin de que el contraste resulte más llamativo. Los hombres usan, con frecuencia, esta figura sin necesidad alguna, sino sólo para llamar la atención y echárselas de ingeniosos, pero la Palabra de Dios la usa con gran propiedad y belleza, es­pecialmente en el libro de Proverbios. Cuando la antítesis se forma contrastando frases afirmativas con otras negativas, se llama enantiosis (que estudiaremos después).


   Antonomasia 

Del griego antonomázein = nombrar en lugar de, esta figura se usa cuando un nombre común se aplica a alguien como pro­pio. Por ejemplo, si llamamos a David «el Salmista», o a Pablo «el Apóstol».

                    "Nunca más te llamarán "Desamparada", 

                      ni tu tierra se dirá más "Desolada"; 

                      sino que serás llamada "Hefzi-bah" (mi deleite en ella), 

                      y tu tierra "Beulah" (desposeída)."


    Nótese cómo se alternan aquí las cuatro líneas: la primera y la tercera se refieren al Pueblo, mientras que la segunda y la cuarta se refieren al País.  

                        

Antropopatía

 Esta figura (del gr. «ánthropos» = hombre + «páthos» = a­fecto o sentimiento) consiste en atribuir a Dios acciones, pasio­nes o cualidades humanas. Los hebreos llamaban a esta figura «dérekh benéy 'adám» = camino de los hijos de hombre. Los griegos tenían también otro nombre (además de antropopatía): synkatábasis (de «syn» = junto con + «katá» = abajo + «baí­nein» = ir). De ahí, el vocablo latino «condescensio» = conde­censión.


Las diversas formas en que esta figura puede presentarse dan lugar a las siguientes divisiones y subdivisiones:


I. SERES HUMANOS, RACIONALES:


1. Partes y miembros del hombre. 

2. Sentimientos propios de hombres. 

3. Acciones de hombres.

4. Circunstancias:

   (a) Negativas. 

   (b) Positivas. 

   (c) De lugar. 

   (d) De tiempo. 

   (e) De persona.


                        II. CRIATURAS IRRACIONALES:


1 . Animales.

2. Acciones de ciertos animales.

3. Partes o miembros de ciertos animales. 

4. Plantas:

       (a) Genéricamente. 

       (b) Específicamente. 

                          

                       III. COSAS INANIMADAS:


1. Universales. 

2. Particulares. 

3. Los elementos. 

4. La Tierra.


III. COSAS INANIMADAS.


1. Universales o generales.


Profundidad y altura: Job 11:7 , Job 11:8 ; 1Co 2:10.

Magnitud o grandeza: Exo 15:16 ; Exo 18:11 ; Núm 14:9 ; Deu 3:24 ;Esd 5:8 ; Sal 48:1 (BH, 2); Jer 32:17 , Jer 32:18, 

Jer 32:19 ; Dan 2:45 ; Mal 1:14, etc.

Comparaciones: Se dice de él que es:

Mayor que el hombre: Job 33:12.

Mayor que nuestro corazón: 1Ju 3:20.

Mayor que todos: Jua 10:29 (según lectura probable).


Multitud o plenitud: Sal 86:15 ; Sal 103:8 ; Sal 130:7 .

A pesar de toda esta condescensión, es imposible imaginar

la grandeza de las perfecciones infinitas de Dios (v. Sal 36:5-8, BH, 6-9); Rom 11:33 ; 1Co 2:10, etc.


2. Particulares.


Luz: 1Ju 1:5. Se necesitaría un libro entero para investigar y explicar todo lo que esta metáfora significa. Primeramente, tendríamos que conocer la naturaleza íntima de la luz. En todo caso, «luz» es símbolo de «santidad» pura, así como «tinieblas» es símbolo de «pecado» voluntario.

Luces: Stg 1:17 llama a Dios «Padre de las luces»; es decir, la fuente, no sólo de la luz misma, sino de todo lo que produce, lleva y da luz, incluyendo la luminarias celestes: el sol, la luna y las estrellas.

Sal 27:1. «Yahweh es mi luz»; esto es, la fuente y el origen de mi vida, de mi salvación, etc. Comp. Núm 6:25 ; Sal 36:9 (BH, 10); 

Sal 43:3, etc.


3. Ciertos elementos son usados como emblemas de Dios.


Se habla de Dios como:


Fuego: Deu 4:24 ; Deu 9:3 ; Deu 32:27 ; Isa 10:17. De ahí que el «humo del fuego» (lit., esto es, furor o indignación) denote el punto ál­gido de Su ira: Deu 29:20 ; Sal 74:1 ; Sal 80:4 (BH, 5).

    Lámpara: 2Sa 22:29 ; Sal 18:28 (BH, 29). De ahí que Su pa­labra sea llamada así: Sal 119:105 ; Pro 6:23 ; 2Pe 1:19.

   Aire, viento, aliento: Job 4:9; Sal 18:15 (BH, 16); Isa 30:33.

   Agua: Sal 36:8 , Sal 36:9 (BH, 9, 10); Jer 2:13 ; Jer 17:13 ; Juan 7:37-39. El don del Espíritu Santo pertenece a esta figura: Isa 44:3 ;Joel 2:28 , Joe 2:29 (BH, 3:1, 2); Zac 12:10 ; Hch 2:17 ,  Hch 2:18 ,  Hch 2:33 ; Tit_3:5 , Tit_3:6. Las bendiciones impartidas mediante los méritos de Cristo son llamadas «agua de vida»: Juan 4:10,  Juan 4:14 (comp. Isa 55:1 ; Eze 36:25 ; Zac 14:8).

  Trueno: Sal 29:3-9, donde repetidamente se le llama: «Voz de Yahweh.»

  Roca: Deu 32:31 ; Sal 18:2 (BH, 3); Sal 31:2 , Sal 31:3 (BH, 3,4); Sal 42:9 ; Sal 73:26 ; Isa 26:4 .

  Refugio o escondedero: Sal 91:1 ; Sal 119:114 ;Isa 4:6 .

  Fortaleza o baluarte: Sal 31:2, Sal 31:3 (BH, 3, 4); Sal 71:3 ; Sal 91:2 ; Sal 144:2 ; Zac 2:5.

  Torre fuerte: Sal 61:3 (BH, 4); Pro 18:10 ; 2Sa 22:51 . 

  Templo: Apoc 21:22.

  Sombra: Sal 91:1; Sal 121:5; Isa 49:2; Isa 51:16 (comp. Luc 1:32 , Luc 1:34 , Luc 1:35).


Apófasis o Insinuación

   Esta figura consiste en añadir, en forma negativa, una insi­nuación mediante la cual el escritor dice cosas que, según ha­bía declarado con anterioridad, deseaba omitir. Tenemos un ejemplo en:

 

Aporía o Perplejidad

    Del griego «a» = sin + «póros» = paso, esta figura se usa cuando el que habla se expresa como si no supiera qué camino tomar.

Aposiopesis

    Ésta es, en realidad, una figura retórica, más bien que gra­matical, pero bien se la puede considerar entre las figuras de omisión, ya que, en ella, se omite algo. Su nombre significa «si­lencio brusco». También se llama, derivándola del latín, reticen­cia. Se expresa mediante una súbita parada después de lo escri­to o hablado, a fin de causar una mayor impresión, como dan­do a entender que lo que se omite es demasiado solemne, pro­fundo, sublime o majestuoso como para ser expresado en pala­bras.

Se divide en cuatro clases, de acuerdo con las característi­cas del tema tratado; según que se refiera a:


1. Promesa.

2. Ira y amenaza.

3. Pesadumbre y Queja.

4. Indagación y deprecación.


1. Promesa: cuando se promete algo demasiado grande para ser expresado en palabras.

Exo 32:31-32. El hebreo dice textualmente: «Y Moisés volvió a yahweh y dijo: ¡Oh, este pueblo ha cometido un gran pecado, y han hecho para sí dioses de oro! Y ahora, si perdonarás el pe­cado de ellos... Si no, ráeme, te ruego, de tu libro que has es­crito.» Parece como si Moisés estuviese a punto de hacer alguna promesa en nombre del pueblo; pero no sabe qué promesa ha­cer ni hasta qué punto puede responder de su cumplimiento por parte del pueblo. Su brusco silencio es solemnemente elo­cuente.



2. Ira y amenaza.

Gen 3:22. «Y ahora, pues, para que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siem­pre...» Hay un silencio brusco, que deja sin revelar las conse­cuencias de comer del árbol de la vida dentro de una condición de caída, como si fuesen demasiado terribles para ser expresa­das en palabras («¡delincuente inmortal!»), pero, con base en el v. siguiente, podemos entender la resolución tomada por Dios: «¡Lo llevaré lejos del árbol de la vida!»



3. Pesadumbre y queja.

Jue 5:29-30. Aquí tenemos, en el cántico de Débora, una maravillosa aposiopesis. La madre de Sísara se asoma por entre las celosías y se inquieta por la suerte de su hijo. Sus damas de compañía tratan de calmada con pensamientos optimistas, que ella se repite a sí misma. Su soliloquio se quiebra en un brusco silencio, para terminar el canto en una triunfal imprecación: «¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Yahweh!»


4. Indagación y deprecación.

Ose 9:14. El original dice: «Dales, Yahweh; ¿qué les darás?..» Como si el profeta se sintiera incapaz de expresar el castigo que merecen, se para bruscamente y vuelve al pensa­miento del v. Ose 9:11.


Apóstrofe

    Esta figura (del gr. «apó» = de + «stréphein» = volverse) se da cuando el orador hace como que se marcha del auditorio al que se está dirigiendo y habla a una persona o a un auditorio imaginario. Puede dividirse de la manera siguiente, de acuerdo con los distintos interlocutores a los que el orador o escritor apostrofa:

I. APÓSTROFE A DIOS.

II. APÓSTROFE A HOMBRES:

1. Determinados. 

2. A uno mismo. 

    Esto se expresa, de acuerdo con el idioma hebreo, por medio de la frase "mi hija", que significa, por sinécdoque, la persona misma. 

3. Indeterminados. 

4. En profecías.

    En algunas profecías solemnes, Dios le dice al profeta lo que ha de decir, no en estilo indirecto (como es lo corriente), sino en directo, Por ejemplo: 

III. APÓSTROFE A ANIMALES.

IV. APÓSTROFE A COSAS INANIMADAS.

Asíndeton

    Esta figura se entiende mejor; Si se la estudia juntamente con su opuesta, polisíndeton, que examinaremos más adelante. Asíndeton significa: «sin unión», y se llama así porque suprime las conjunciones, como saltando por encima de detalles de me­nor importancia, a fin de llegar antes a lo principal. La belleza de esta figura se percibe mejor si se la compara con su opuesta o polisíndeton, ya que ésta se caracteriza por multiplicar las conjunciones.

El asíndeton se divide en cuatro clases:

 (1) copulativo, cuan­do las palabras o frases han de unirse;

 (2) disyuntivo, cuando han de separarse;

 (3) explicativo, cuando unas palabras o frases aclaran a las otras; y

 (4) causal, cuando subyace alguna razón o motivación. Para facilitar las referencias, los ejemplos si­guientes van en el mismo orden en que aparecen en la Biblia, sin atender a la clase a que pertenecen:

- Perseguiré,

- apresaré,

- repartiré despojos;

- mi alma se saciará de ellos;

- sacaré mi espada,

- los destruirá mi mano.

- Soplaste con tu viento;

- los cubrió el mar;

- se hundieron como plomo en las impetuosas aguas.»


    Después de la frase: «El enemigo dijo», las cláusulas se pre­cipitan con rapidez, porque lo que dijo es digno de desprecio. Lo importante es el final, donde se pone el énfasis en el texto sagrado, y debería ponerse también en su lectura.


- quedó tendido;

- entre sus pies quedó encorvado; - cayó donde se retorció,

- y quedó muerto.»


- Idos,

- Apartaos,

- salid de entre los de Amalec,

- para que no os destruya juntamente con ellos.»



- devuelve lo que haya robado,

- camina en los estatutos de la vida,

- no haciendo iniquidad,

- no morirá.

- No se le recordará ninguno de los pecados..., ­

- ha practicado el derecho y la justicia; 

- vivirá ciertamente.»


- El Sábado fue instituido para el hombre, 

- no el hombre para el sábado.

- Por tanto, el Hijo del Hombre es también señor del sábado.


    «Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al homb­re.» La importante verdad, puesta aquí de relieve, nos muestra la necedad de todos los intentos modernos de «mejorar la naturaleza humana», pues ignoran el hecho de que, en nuestro corazón no hay cosa buena (comp. con Jer 17:9; Mat 15:18-20; Rom 7:18). Mientras no nos es dado un «corazón nuevo» (Ez 36:26), todos los intentos de hacer blanco lo que es negro resul­tarán vanos.


- Comían,

- bebían,

- se casaban (ellos),

- se daban en casamiento (ellas),

- hasta el día en que entró Noé en el arca, 

- y vino el diluvio y los destruyó a todos. 

- Asimismo como sucedió en los días de Lot: 

- Comían,

- bebían,

- compraban,

- plantaban,

- edificaban;

- mas el día en que Lot salió de Sodoma 

- llovió del cielo fuego y azufre, y los destru­yó a todos.

- Lo mismo será el día en que el Hijo del Hombre sea manifestado» (lit. revelado).

­




- oro,

- plata,

- piedras preciosas, 

- madera, 

- heno,

- paja,

- la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará...»


    Aquí tenemos una importante porción de la enseñanza bí­blica sobre el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Veamos bre­vemente la estructura de este capítulo:

A. 1-11. Nueve dones que Dios ha dado a su Iglesia.

B. 12-17. La unidad del Cuerpo. Nueve enumeraciones. 

B. 18-27. Lo que Dios ha puesto en el Cuerpo. Ocho enumeraciones.

A. 28-31. Lo que Dios ha puesto en la Iglesia. Ocho dones.


Así que, en A y A, tenemos la Iglesia; en B y B, el Cuerpo. En A y A, tenemos 17 enumeraciones, y otras 17 en B y B. De este modo, los cuatro grupos del capítulo están unidos de una forma notabilísima, para mostrar que «el Cuerpo es uno».



- para enseñar,

- para redargüir,

- para corregir,

- para instruir en justicia,

- a fin de que el hombre de Dios sea entera­mente apto, bien pertrechado para toda obra buena.»


   Aquí se nos lleva rápidamente a través de las cosas para las que es útil la Escritura, pues el Apóstol quiere que nos fijemos en el objetivo principal: pertrechar bien al hombre de Dios para todo lugar y tiempo en que tenga que actuar. Los vocablos que hemos traducido por «apto» y «pertrechado» son, en grie­go, de la misma raíz aria AR, que significa «adaptar». El pri­mer vocablo «ártios») indica un equilibrio perfecto en la adap­tación; el segundo «exertisménos) significa literalmente «com­pletamente amueblado, equipado, pertrechado». Los griegos usaban el primer vocablo también para medir el tiempo con exactitud o para indicar un número perfecto, en oposición a otro que no está bien ordenado, distribuido o clasificado. Asimismo usaban el segundo vocablo también para hacer todos los prepa­rativos necesarios para presentar batalla al enemigo, o para pertrechar un navío con toda clase de elementos necesarios para cualquier estado del mar: frío, calor, calma, tormenta, paz, guerra, fuego, inundación o cualquier otro accidente.

Por consiguiente, el que estudie a fondo la Palabra de Dios, si vive lo que sabe, será «un hombre de Dios», apto y pertrecha­do para todas las circunstancias y emergencias de la vida. Pero el que descuide este estudio, aunque conozca muchos otros li­bros, será, a lo sumo, «un gran hombre de los hombres», dota­do de la sabiduría del mundo, presa de cualquier enemigo, ex­puesto a todo peligro.

El adjetivo griego ártios ocurre únicamente en este versícu­lo; el verbo exartizo, del que es exertiménos participio de preté­rito, ocurre solamente aquí y en Hch 21:5.

La importancia de la porción que estamos analizando se echa de ver por la perfección de su estructura:


           A.  a.   Toda Escritura es inspirada por Dios;

                        b. y es útil

                     B. para enseñar,

                  C. para redargüir,

                   B. para corregir,

                     B. para instruir en justicia,

           A.  a     a fin de que el hombre sea apto,

                       b. bien pertrechado para toda obra buena.


En A Y A, la conexión es con Dios; mientras que, en B, C y B, C, la conexión es con su Palabra. Así, pues, tenemos:


      A. a.    La palabra divinamente inspirada por Dios.

               b. Su utilidad para el hombre de Dios:

            B. Positiva (1): Enseñar lo verdadero;

         C. Negativa (1): Convencer de lo falso en conducta.

         C. Negativa (2): Corregir lo falso en doc­trina.

            B.   Positiva (2): Instruir en lo que es recto. 

A.   a    El hombre de Dios bien pertrechado. 

             b. Su utilidad en la obra de Dios.


Todavía podemos encontrar otra referencia a esta porción en los vv. 2-3 del siguiente capítulo. Comparando ambos pasa­jes, tenemos: Que la palabra de Dios es útil:

 

                       2Ti 3:16                                               2Ti 4:2-3


- para enseñar. 

            Por consi­guiente:         - «Predica la palabra; insta a tiempo y fuera de tiempo;

- para redargüir. 

            Por consi­guiente:         - redarguye;

- para corregir. 

            Por consi­guiente:          - reprende;

- para instruir en justicia. 

             Por eso:                         - exhorta con toda paciencia y enseñanza.»

Véase ahora el final climático de 2Ti 4:2-3 : «Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina.» La importante conclusión es enfatizada y explicada con todo pormenor, a fin de mostramos que, cuando los hombres «no aguanten la sana doctrina», no hemos de buscar en la predicación algo distinto, para que los hombres puedan «aguantarlo», sino que, precisa­mente por eso mismo, hemos de insistir «a tiempo y fuera de tiempo» en «¡predicar la Palabra!». Ninguna otra cosa nos ha dado Dios para predicar, ya sea que los hombres la oigan o la dejen de oír.

Stg 1:19-20. «pronto para oír,

- tardo para hablar,

- tardo para airarse;

- porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios».

Stg 5:6. El texto original no contiene aquí ninguna conjun­ción, con lo que adquiere especial énfasis el v. siguiente: «Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor.»

Apoc 3:7-8. «Esto dice el Santo,

- el Verdadero,

- el que tiene la llave de David;

- el que abre y ninguno cierra; y cierra y ningu­no abre: Yo sé tus obras.»

Compárese este asíndeton con el polisíndeton de los vv. Apo 3:8, Apo 3:12, Apoc 3:17, Apoc 3:18. Otros ejemplos de asíndeton: Isa 21:11; Mar 16:6, Mar 16:17-18; Luc 1:17; Rom 2:19-23; 1Co 4:8; 1Co 13:4-7; 1Co 15:41-44; 2Co 7:2-4; Heb 11:32-38; Apo 7:5-8; Apoc 21:18-20.


Asteísmo

    Esta figura, que significa una expresión graciosa, elegante (del gr. ásty = ciudad; por tanto, equivalente a «urbano»), consiste en añadir alguna expresión llena de gentileza, mediante la cual se viene a descubrir lo que se aparentaba querer ocultar. Por ser una- adición clasificada como razonamiento, la inclui­mos aquí, aunque también se incluye en las figuras que impli­can cambio, como se verá en la siguiente Sección.


Asterismo

    Esta figura consiste en llamar la atención del lector median­te un asterisco (*), vocablo que procede del griego «astér» = as­tro o estrella. Pero aquí no la empleamos en este sentido, sino en el uso de ciertos vocablos que cumplen la función de un as­terisco, al dirigir nuestra atención a un punto particular. Co­moquiera que una buena Concordancia suministra la lista com­pleta de tales vocablos, no es necesario extendernos en dar ejemplos. Sólo queremos hacer notar que el vocablo «¡Mirad!» no es una interjección, sino un verbo que nos invita realmente a fijamos con atención en algo importante. De hecho, el voca­blo «¡Mirad!» parece ser un término usado por el Espíritu San­to como inspirador que es de las Escrituras, mientras que la ex­presión «De cierto» es la usada preferentemente por el Señor Jesús, y el adverbio «Sí» el usado, en especial, por Dios el Pa­dre.

Batología

    Existe una figura, llamada batología (que significa «repeti­ción vana» -v. Mat 6:7-, donde ocurre el verbo), la cual nunca ocurre en la Biblia con respecto a Dios, sino sólo en boca de in­crédulos, como puede verse en 1Re 18:26; Hch 19:34 , etc.


Braquilogía

    Esta forma particular de elipsis tiene su propio nombre: Braquilogia (del griego brakhús = corto, y lógos = expresión). Es, pues, una forma de elipsis en la que, en atención a la bre­vedad, se omiten palabras que pueden suplirse fácilmente con base en la naturaleza del asunto que allí se trata. Ejemplos:





    En Mar. 5 tenemos, por vía de ilustración, tres oraciones:


        1) En los vv. Mar 5:12-13: «Le rogaron los demonios... Él les dio permiso.»

2) En el v. Mar 5.17: «Y comenzaron a rogarle que se alejara.» Y se fue.

3) En los vv. Mar 5:18-19: «El que había estado endemoniado le rogaba que le dejara quedarse con él. Pero  no se lo permitió.»

             

 También un ¡no! es una buena respuesta de Dios a una ora­ción. Y, con mucha frecuencia, es la más amorosa respuesta.


Ninguna calamidad mayor nos podría sobrevenir que el que Dios respondiera «¡sí!» a todas nuestras ignorantes peticiones. Mejor es recibir un «no» como el de ese hombre a quien Jesús había hecho objeto de su amor, de su gracia y de su poder, que recibir un «sí» como el de los demonios y los malvados gada­renos.


Catábasis

    Esta figura, que significa «bajada», es la opuesta a la aná­basis y se usa para enfatizar humillación, degradación, pesar, etc. Ejemplos:


  Isa 40:31. «pero los que esperan a Yahweh tendrán nuevo vi­gor, 

                    levantarán el vuelo como las águilas;

                         correrán y no se cansarán; 

                         caminarán y no se fatigarán».


    La figura catábasis sirve aquí para indicar, literalmente, la disminución del peligro a medida que se acerca uno al propio país y al propio hogar; pero, espiritualmente, es la descripción del progresivo crecimiento en gracia: Al principio, el creyente vuela; conforme va aumentando su experiencia, corre; y al final de su carrera, anda. Como Pablo que, al principio, decía «y pienso que en nada he sido inferior a los más eminentes após­toles» (2Co_11:5 ; 2Co_12:11). Más tarde, escribe «A mí, que soy me­nos que el más pequeño de todos los santos» (Efe_3:8); mientras que, al final de su vida, se llama a sí mismo ¡el primero en la la de los pecadores! (1Ti 1:15).


¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro,

¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!»



bronce

y estaño

y hierro

                  y plomo en medio del horno; 

                  y en escorias de plata se convirtieron.»




allá los sacará mi mano;

y aunque suban hasta el cielo, de allá los haré

descender.

Si se esconden en la cumbre del Carmel, allí los 

buscaré y los agarraré;

y aunque se escondan de delante de mí en lo 

profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y 

los morderá.»


De esta manera tan expresiva se muestra la imposibilidad de escapar de los juicios de Dios.


1. No considerá el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

2. sino que se despojó a sí mismo,

3. tomando forma de siervo,

4. hecho semejante a los hombres;

5. y hallado en su porte exterior como hombre, se humilló a sí mismo

6. al hacerse obediente hasta la muerte,

7. y muerte de cruz».


    Estos siete escalones de humillación del Salvador son segui­dos, en los vv.  Flp 2:9-11, de otros siete escalones de exaltación.


    En cuanto al vocablo griego harpagmós, que significa «algo a lo que uno se aferra con violencia, por miedo a perderlo». Te­nemos aquí un marcado contraste entre el Primer Adán y el Postrero. El diablo prometió a nuestros primeros padres que «serían como Dios», y ellos quisieron aferrarse a ser iguales a Dios desobedeciendo a Dios. En cambio, el Postrer Adán, no su­cumbió a la tentación, sino que se humilló a sí mismo, siendo Dios y, al hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, fue exaltado a la suprema posición, pues Dios «le otorgó el nombre (lit. no: «un nombre») que está sobre todo nombre».


    Probablemente, hay aquí también una referencia a Jua 6:15. Nuestro Señor era perfectamente consciente de haber nacido «Rey» (Mat 2:2). También Herodes y todo Jerusalén lo sabían. De ahí, la explicable alarma. Pero el Señor sabía también que el César tenía, por algún tiempo, autorización divina para go­bernar sobre Israel, a causa de los pecados del pueblo y para que se cumpliesen sus misteriosos designios. Por consiguiente, no estaba dispuesto a servir los intereses políticos de aquellos que no querían creer en lo que él era, tanto en su naturaleza di­vina y Sus derechos como en su naturaleza humana y la sumi­sión de su voluntad al plan salvífico de Dios.


   Nótese también el uso del verbo griego hegeísthai = conside­rar, ponerse a pensar. Adán y Eva, ante la tentación de la ser­piente, llegaron a considerar que lo que el diablo les sugería era algo a lo que había que aferrarse. Eva, por lo menos, parece ser que llegó a esa conclusión. De Adán, en cambio, se nos dice expresamente que «no fue engañado» (1Ti_2:14), lo cual au­mentó, al parecer, su culpabilidad. Pero ninguna «serpiente as­tuta» (v. 2Co_11:3) pudo engañar, ni por un momento (nótese, en Flp_2:6, el aoristo hegésato) al «Postrer Adán», al «Señor de los cielos», y hacer que considerase el ser igual a Dios como algo a que aferrarse, siendo así que era realmente Dios: el Hijo de Dios, tan verdaderamente como que era también el Hijo del Hombre. De ahí que podemos traducir el v. 6 de la manera si­guiente: «Quien, estando en posesión (gr. hypárkhon) de la for­ma de Dios, nunca consideró que el ser igual a Dios fuese una usurpación.» Ser lo que uno es no es usurpación. El que ha na­cido noble, príncipe o rey, es precisamente el que puede des­cender del pedestal sin perder la dignidad.

 

Catacresis 

    Esta figura (del gr. «katá» = contra + «khresthai» = usar) consiste en cambiar un vocablo por otro que no guarda rela­ción con el primero, de modo que tal conexión es aparentemen­te incongrua. En la metonimia, hay una relación entre los voca­blos; en la sinécdoque hay asociación; en la endíadis, conexión; pero en la catacresis no hay ninguna de estas tres analogías. No siempre usa el hombre con tino y acierto esta figura, pero cuan­do la usa el Espíritu Santo, es para que paremos nuestra aten­ción, precisamente mediante la aparente incongruidad. A ve­ces, los traductores de la Biblia introducen catacresis donde no las hay. Por ello, es menester estudiar bien los pasajes en que ocurre.


La catacresis puede ser de tres clases:


     i. De dos palabras, cuyos respectivos sentidos son remo­tamente afines.

     ii. De dos palabras, cuyos respectivos sentidos son dife­rentes.

     iii. De un vocablo en que el griego recibe su verdadero sen­tido por permuta con el hebreo u otro idioma, o con el uso extranjero de tal vocablo.


i. De dos palabras cuyos sentidos son remotamente afines.


ii. De dos palabras cuyos sentidos difieren entre sí.



iii De una palabra que, en griego, recibe su sentido real por permuta con otro idioma, o con el uso extranjero del vocablo

Catáfasis

 Cuando la insinuación se añade, no en forma negativa, sino afirmativa, la figura recibe el nombre de catáfasis.

Cataplocé

    Esta figura (del gr. «katá» =abajo + «ploké» = trenza) se lla­ma así porque la breve frase interpuesta está como trenzada con otra. Es, pues, un paréntesis en forma de súbita exclama­ción. Ejemplos: 

Cenotes

    Esta figura (del griego «koinótes» = la acción de compartir algo en común) se da cuando dos frases se repiten; la una, al principio de cláusula; la otra, al final. Es una combinación de anáfora y epístrofe (v. en sus lugares), pero afectando a frases, no a meras palabras, pues entonces tendríamos una epanadiplo­sis repetida. Ejemplos:

«Mejor es confiar en Yahweh

que confiar en el hombre.

Mejor es confiar en Yahweh

que confiar en príncipes.»


    Asimismo, en los vv. Sal 118:10-12, tenemos combinadas 3 figuras: anáfora, en la triple repetición de «me rodearon», al principio de cláusulas; epístrofe, en la repetición de «Mas en el nombre

de Yahweh yo las rechacé», al final de las cláusulas; yepizeuxis en el v. Sal 118:11, por la repetición, en sucesivas cláusulas, del «me ro­dearon».

«La diestra de Yahweh hace proezas. 

La diestra de Yahweh es sublime; 

la diestra de Yahweh hace valentías.»


Cicloides o Repetición circular

    Esta figura (del griego «kyklos» = círculo + «eídos» = for­ma) consiste en la repetición de la misma frase a intervalos re­gulares, como si fuera en círculos. Si la repetición se efectúa al final de las frases respectivas, se llama amebeon; y si se repite tanto el principio como el final, se llama cenote o cenotes. 

Clímax o Gradación

    Cuando la anadiplosis se repite en cláusulas sucesivas, se llama clímax, que significa escala. Hay dos clases de clímax: de palabras Y de sentido. El primero pertenece a la gramática; el segundo, a la retórica. Nos ocuparemos ahora del primero. El clímax de sentido, del que nos ocuparemos más adelante, se di­vide en anábasis, cuando la gradación es hacia arriba, y catá­basis, cuando es hacia abajo. Veamos ejemplos del clímax de palabras:

los cielos, y

ellos responderán a 

         la tierra; y 

         la tierra responderá al 

                         trigo, al vino y al aceite,

                         y ellos responderán a Jizreel.»


    De este modo pone de relieve el Espíritu Santo las bendicio­nes que otorgará Dios a su pueblo, cuando Israel haya alcanza­do misericordia. Por medio de una bella prosopopeya, los pro­ductos de la tierra son presentados aquí como oyendo; ellos, a su vez, gritan a la tierra para que los produzca; la tierra, por su parte, grita a los cielos para que hagan descender la lluvia, el calor, la luz y el aire; y, finalmente, los cielos gritan al Crea­dor, el Dador de todos los bienes, quien, en su justicia, había hecho de bronce los cielos; de hierro, la tierra; y como polvo a la lluvia (v. Deu 28:23-24); pero en aquel día, Dios dará arrepen­timiento a Israel, y el clamor de Israel llegará a los oídos de DIOS, quien abrirá los cielos y enviará la lluvia para que la tie­rra dé su fruto (v. Jer 14:22).


                               vuestros hijos, y 

                                vuestros hijos a 

                                                     sus hijos, y

                                                     sus hijos a la otra generación.»


     Tras de ésta, viene otra gradación: «Lo que quedó de la oruga se lo comió 

     la langosta; y lo que quedó de 

     la langosta, se lo comió 

                                                el pulgón, y lo que quedó del 

                                                pulgón, se lo comió el 

                                                                saltón.


        «En el principio era (existía ya) el Verbo, y 

                                                    el Verbo estaba con 

                                                              Dios, y 

                                                              Dios era 

                                                                      el Verbo. 

                                                                      Éste estaba en el principio con Dios.


    El clímax se obtiene aquí mediante el hipérbaton, es decir, mediante la inver-sión de las palabras en el original: «¡ Y Dios era el Verbo!», a la vez que el sentido es cuidadosamente expre­sado al hacer del Verbo el sujeto de la frase (mediante el artícu­lo) y de Dios el predicado (sin artículo, con lo que se expresa la Deidad, no la persona del Padre, como en la frase anterior)


                          vida; y la 

                          vida era la 

                                  luz de los hombres. La 

                                  luz resplandece en las 

                                        tinieblas, y las 

                                  tinieblas no la dominaron (o:comprendieron).»


             tribulación produce

                                 paciencia; y la 

                                paciencia, 

                                                   carácter probado; y el 

                                                   carácter probado, 

                                                                   esperanza; y la 

                                                                   esperanza no aver­güenza. »


                             predestinó... y a los que 

                             predestinó, a éstos también 

                                                  llamó; y a los que 

                                                  llamó, a éstos también 

                                                              justificó; y a los que 

                                                              justificó, a éstos también 

                                                                                 glorificó. »


                               invocare el nombre del Señor, será salvo.¿ y cómo 

                               invocarán a aquel en el cual no han 

                                                  creído? ¿ Y cómo 

                                                  creerán en aquel de quien no han 

                                                                  oído? ¿ Y cómo 

                                                                  oirán sin haber quien les 

                                                                             predique? ¿Y cómo 

                                                                             predicarán si no han sido 

                                                                                                  enviados?


                       paciencia. Mas tenga la 

                      paciencia su obra 

                                        perfecta, para que seáis 

                                       perfectos y cabales, sin faltaras nada.»



                             concupiscencia, y seducido. Entonces, la 

                             concupiscencia, después de concebir, da a luz el 

                                                          pecado; y cuando el 

                                                         pecado es consumado, produ­ce la 

                                                         muerte. »


  virtud; a la

  virtud, 

              conocimiento; al 

              conocimiento, 

                                      dominio propio; al

                                     dominio propio,

                                                                  paciencia; a la 

                                                                 paciencia,

                                                                                   piedad; a la 

                                                                                   piedad, 

                                                                                                afecto fraternal; y al

                                                                                                afecto fraternal, 

                                                                                                                             amor»




Correspondencia

    Esta figura consiste en la repetición de materias o temas no de palabras, líneas ni cláusulas. Esta repetición, como en el paralelismo, puede darse en alternancia o en introversión. Cada tema ocupa un párrafo distinto, que llamaremos miembro. En letra cursiva, como siempre, marcaremos los miembros que se corresponden con los primeros. A veces, el asunto de que se tra­ta en un miembro no está claro, pero el miembro correspondiente nos ayudará a hallarlo o entenderlo. Esto es lo que ocurre en porciones como 1Pe_3:18-22 y el Sal_144:1-15 . Vamos a omitir el análisis de 1Pe_3:18-22, por ser un lugar demasiado contro­vertido entre los exegetas, y consideraremos la estructura del Sal. 144:

 

A. 1-4. Acción de gracias.

B. 5-7. Oración (... inclina tus cielos y desciende...»).

C. 8. Descripción de los «hombres extranjeros».

A. 9-10. Acción de gracias.

B. 11-. Oración «  (Rescátame...»).

      C. -11 -15. Descripción de los «hombres ex­tranjeros».


    El versículo 12 comienza, en hebreo, con el pronombre re­lativo 'asher = que, el cual, los cuales. Por tanto, pide un verbo que está omitido (elipsis) en el texto, y no puede ser otro que «dicen:», con lo que todo lo que sigue es puesto en boca de los malvados, excepto la segunda parte del v. 15, que es una répli­ca firme a lo que vemos en el contexto anterior, definiendo cla­ramente en qué consiste la verdadera felicidad. Por aquí vemos la enorme importancia del estudio de esta figura llamada co­rrespondencia. Se divide y se subdivide de la manera siguiente:


 I. CORRESPONDENCIA ALTERNANTE.


            1. Simple: cuando sólo contiene dos series, constando cada

una de dos miembros.

           2. Extendida: cuando tiene dos series, pero cada una consta

de más de dos miembros.

3. Repetida: cuando hay más de dos series:

(a) las cuales constan de dos miembros cada una;

(b) las cuales constan de más de dos miembros cada una.


II.   CORRESPONDENCIA INTROVERTIDA.

    En esta figura, el primer miembro de una serie se corresponde con el último de la segunda. Y así sucesivamente. Esta figura es la más elegante dentro de su género y, por eso, es usada siempre en las procesiones más solemnes e importantes de las Escrituras. Como observa Bengel, esta figura sirve para mejor percibir la ornamentación y la fuerza del lenguaje; para mejor entender el verdadero y pleno sentido; para dejar en claro la auténtica interpretación; para demostrar el exacto análisis de un pasaje del texto sagrado. Ejemplo: 

        A. "Y tomará el cedro, el hisopo, la grana

            B. Y la avecilla viva

                C. y los mojará en la sangre de la avecilla muerta y en las aguas vivas,

                    D. y rociará la casa siete veces. 

                    D. Y purificará la casa

                C. con la sangre de la avecilla, son las aguas vivas, 

            B. con la avecilla viva,

        A. la madera de cedro, el hisopo y la grana."


 

III.  CORRESPONDENCIA COMPLEJA O COMBINADA.

    Esta figura tiene lugar cuando los miembros de una estructura están dispuestos tanto en alternancia (simple  o extendida) como en introversión, combinadas de varias maneras, dando a la presentación del tema la mayor variedad y belleza posibles. En algunos de los ejemplos que siguen, veremos primero la estructura general de todo un pasaje, y aun de todo un libro, y después daremos la extensión de los miembros más extensos de los que se componga el conjunto. Así vemos que, por ejemplo, los dIez Mandamientos son un hermoso ejemplo de estructura compleja, sólo tomados globalmente, sino también uno por uno. Tomemos como modelo el cuarto (Ex 20:8-11): 


    A. 8. "Acuérdate del día del sábado para santificarlo.  

        B. a. 9. Seis días trabajarás y harás toda tu obra;

            b. 10. mas el séptimo es sábado para Yahweh tu Dios...

        B. a. 11. Por que en seis días hizo Yahweh los cielos y la tierra 

        b. 11b. y reposó en el séptimo día;

    A. 11b. por tanto; Yahweh bendijo el día del sábado y lo santificó." 


    Como puede verse, la primera parte (A y B) hace referencia al hombre t a su obligación; la segunda parte (A y B), hace referencia a Dios. 


Cronografía

    Esta figura (del gr. "khrónos" = tiempo) se usa para añadir, por medio de la designación del tiempo, alguna explanación que sirva para entender mejor lo que se dice. Expresiones como "entonces", "en aquel tiempo", etc., deben tenerse en cuenta, y ha de reflexionarse sobre el hecho de que tal detalle particular sea tenido en consideración en el texto sagrado. Ejemplo:


Derivación

    Esta figura, que los griegos llamaban paregmenon (de «para» = al  lado + y «ágein» = conducir), consiste en la repeti­ción de palabras derivadas de la misma raíz y, por tanto, seme­jantes en origen y sonido, pero diferentes en su significado. Esta es una de las figuras más difíciles de conservar en una tra­ducción. Ejemplos:

1) que Pedro no es meramente un nombre que Jesús le dio sin más, sino que se lo dio con un sentido específico: pétros es una piedra o trozo de roca que puede arrojarse con la mano, mientras que pétra es una roca fija, inmovible y segura. Ambas palabras proceden de la misma raíz, tienen la misma deriva­ción y suenan casi iguales, pero no tienen el mismo significa­do. 

2) En el caso de pétros, tenemos también la figura silepsis, pues la palabra es usada en dos sentidos de una vez: 

(a) como nombre propio de Pedro; 

(b) como significando una piedra, donde vemos la metáfora llamada hipocatástasis. 

3) Mientras que el vocablo pétros es aplicado a Pedro, pétra es aplicado a Cristo, pues así lo entendió el propio Pedro (Hch 4:11-12; 1Pe 2:4-6) y Pablo, movido por el Espíritu Santo, lo afirma en 1Co_1:1 : «Y la roca era Cristo», donde tenemos una simple metáfo­ra. Así que pétros, como persona, es compatible con la inestabi­lidad común a toda persona meramente humana, mientras que pétra representa la firme estabilidad de Cristo como el funda­mento que el propio Dios ha puesto (v. 1Co_3:11; Isa_28:16). Por eso, Pedro es pétros firme cuando confiesa la mesianidad y la divinidad de Cristo, pero es Satanás cuando intenta desviar a Cristo del camino de la Cruz (a. Mat 16:23).



Dialogismo

    Esta figura se da cuando se representan dos o más personas hablando sobre algo, en lugar de decirlo todo una sola. Esto es lo que llamamos comúnmente diálogo. Las personas se presen­tan hablando cada una de acuerdo con su propio carácter. Pero cuando es una sola persona la que pregunta y responde, la fi­gura se llama logismo y lo que se expresa toma la forma de dialogismo. A veces, el que habla hace como que presenta a otra persona dialogando con él, y usa las palabras de esa persona adaptándolas al tema en cuestión. Ejemplo:

Diasqueue (Perístasis)

    Cuando la descripción se limita a las circunstancias, se llama peristasis (del gr. «peri» = alrededor + «stásis» = estancia. Ejemplos, en Juan 4:6; Jua 18:18, etc. Si la figura se usa con objeto de impresionar el ánimo por medio de la descripción de las cir. cunstancias, recibe el nombre griego de diasqueue, del verbo diaskeuázesthai = armarse, equiparse o prepararse.


Diéxodo

    Esta figura pertenece, en cuerto modo, a las figuras de omisión, si se mira a la ausencia de conjunciones copulativas; pero, por otra parte, pertenece a las figuras de adición, si se atiende a la copiosa cantidad de palabras Un ejemplo de esta figura es: 


    Cuando el sinatresmo o enumeración se usa con relación a hechos, más bien que a palabras, cosas, personas, etc., la figura se llama diéxodo o expansión. Esta figura se emplea cuando hay una exposición o afirmación de hechos, no tanto con el objeto de amplificar, ni de abreviar, sino en forma de digresión. En realidad, es la opuesta de sintonía, la cual es en sí una abrevia­ción, mientras que el diéxodo es una digresión extensa. Como ejemplos, puedes verse 2Pe 2:13 e, 2Pe 1:1 e, 2Pe 1:1 e; Jud 1:12 e, Jud 1:13 e, Jud 1:16 e, etc. 


Digresión (o Parécbasis)

     Esta figura (del gr. «pará» = al lado + «ek» = de + «baí­nein» = ir) consiste en pasar provisional y momentáneamente de un tema a otro. A veces, se menciona explícitamente la di­gresión, junto con la promesa de volver al tema. Se diferencia del paréntesis en que éste forma parte del tema, mientras que la digresión es una salida a otro tema-.

    Digresiones como éstas surgen a menudo de las estructuras mismas en que nos es presentada la Palabra de Dios, y la figura parécbasis o digresión debe estudiarse en conexión con dichas estructuras.


Duplicación

    Esta figura se puede dar de dos maneras: cuando la palabra se repite sin que haya otra palabra por medio, sino que se suceden sin solución de continuidad, la figura se llama iteración. Cuando no se suceden inmediatamente, sino que hay por medio una o más palabras, se llama epizeuxis. La duplicación, en am­bos casos, tiene por objeto poner de relieve la importancia de la persona, de la cosa o de la circunstancia en que se hace la re­petición. Hemos de prestar atención, por consiguiente, a lo que el Espíritu Santo nos quiere decir por medio de tal énfasis.

Ecfónesis o Exclamación

 El vocablo ecfónesis (del gr. «ek» = de + «phonein» = dar voces) significa exclamación. Se usa como figura cuando, a cau­sa de ciertos sentimientos, cambiamos nuestro modo de hablar y, en lugar de hacer una declaración, la expresamos mediante una exclamación. Así que la ecfónesis es como una explosión de palabras, ocasionada por la emoción, y no se usa como si se es­perase una respuesta. Pero nótese que, cuando la exclamación ocurre al final de una cláusula,como una adición a modo de conclusión, se llama epifonema (ya estudiado). Finalmente, si la exclamación se lanza en paréntesis, se llama interjección (ya estudiada).


    Aquí tenemos una verdadera ecfónesis; pero, al ser también la conclusión de todo el capítulo, es, en ese aspecto, una forma de epifonema.


    Dicho versículo expresa la continua experiencia de cada verdadero hijo de Dios, percatándose del conflicto que hay en­tre sus dos naturalezas: el hombre viejo y el hombre nuevo; la carne y el espíritu; la vieja naturaleza, aún remanente, y la nueva naturaleza implantada en él por el Espíritu Santo. Una persona meramente religiosa no experimenta este conflicto, pues es algo que un hipócrita no puede imitar, ya que nunca tiene el sentimiento de su corrupción interior y del conflicto consiguiente, pues no posee la nueva naturaleza. por medio de la cual, y sólo por medio de ella, se manifiesta y sale a la luz. Mientras no se vea la verdad del conflicto que hay entre las dos naturalezas, no es posible gozar de paz espiritual. Cuando se ha descubierto esa raíz, el hijo de Dios clama a su Padre y su deseo se ve realizado y su fe se ve recompensada, como lo expresa Pa­blo en el v. siguiente, donde es menester suplir la elipsis: «Gra­cias doy a Dios, que él me librará por medio de Jesucristo nues­tro Señor.»


Eficción 

    Esta clase de descripción (del griego «prósopon» = perso­na + «grafia» = descripción) es la representación vívida del ca­rácter o del porte exterior de una persona. Véase, por ejemplo, Mat 3.4, donde se describe el porte exterior de Juan el Bautista. Véase también la gráfica descripción de Yahweh, en Isa 63:1-6, en el día de su venganza (comp., para la recta interpretación de esta porción, con Isa 34:8; Isa 61:2b). También, la descripción de Jerusalén, comparada a una persona a la que se le hace reco­nocer sus propias abominaciones, en Eze 16:4-26 (véase v. 2).


    Cuando la descripción está limitada a la apariencia exterior de la persona, la figura se llama eficción. En cambio, cuando dicha descripción se limita a representar el carácter o la moral de una persona, se llama caracterismo. Si la descripción se re­fiere a los modales, hábitos, caprichos o gestos de una persona, se llama etopeya, de la que tenemos ejemplos en Isa 3:16; Jer 48:3-46; Luc 18:9-14; 1Pe_3:3. Cuando la descripción está limi­tada a los sentimientos, se llama patopeya (del gr. «páthos» = = pasión + «poietn» = hacer). Tenemos ejemplos de patopeya en Isa 22:4 ; Isa 49:15 ; Jer 9:1-2 ; Jer 23:9 ; Jer 31:20 ; Ose 11:7-9 ; Mar _3:5 ; Mar 6:32 ; Mar 7:34 ; Mar 10:14 , Mar_10:21 ; Luc 19:41 ; 2Co_2:4 ; Gal 4:19-20.


    Si la descripción se usa para describir o imitar los dichos de otro, con objeto de añadir énfasis, la figura se llama mimesis, que significa «imitación». Véanse ejemplos en Exo 15:9 (v. en asindeton); Sal 137:7 ; Sal 144:12-15 (v. en elipsis); Isa 14:13-14 ; Isa 28:15 ; Ose 14:2-3 ; Eze 36:2 ; Miq 2:11 ; Miq 3:11 . También, en 1Co 15:35 ; Flp 3:4 , Flp 3:5. A veces, se usa una palabra que otra persona suele emplear, y es repetida de forma delicada, pero lo suficien­temente punzante, para servir de correctivo, como, por ejem­plo, en 2Co 10:1, 2Co 10:10.


    La descripción de acciones se llama propiamente pragmato­grafia (del gr. «prágma» = acción + «grafia» = descripción). Véanse ejemplos en Joe 2:1-11 , donde se describen hasta los más minuciosos detalles de las acciones del pueblo grande y fuerte que caerá sobre Sión, Mat. 24 y Mar. 13, que describen los eventos de la Gran Tribulación, y Luc 21:12 y ss., que describe los eventos que precederán a dicha Gran Tribulación. Véanse también delicados toques, especialmente en Mar 8:33 ; Hch 6:15 ; Hch 7:55 , Hch 7:56. 


Ejemplo

No ha de confundirse esta figura con el uso de ejemplos en el curso de un argumento, sino que tiene lugar cuando se con­cluye una afirmación con un ejemplo que sirve de precedente que se ha de seguir o se ha de evitar. Esto ocurre en Luc. 17:31-­32, que concluye con la frase: «Acordaos de la mujer de Lot.»


Elipsis

    El vocablo elipsis procede del griego élleipsis = omisión inte­rior, de en = en, y leipein = dejar.

    Esta figura se llama así porque existe en la frase un hueco, a causa de la omisión de una o más palabras, palabras que nor­malmente se requieren gramaticalmente, pero que no son nece­sarias para el sentido de la frase. Las leyes de la geometría nos dicen que, para cerrar un espacio, se requieren, por lo menos, tres líneas. Asimismo las leyes de la sintaxis declaran que se necesitan, al menos, tres palabras para dar sentido completo a una frase. Los gramáticos no coinciden en los nombres que dan a estas tres palabras. En la frase «Tu palabra es verdad», «tu palabra» es el sujeto del que se habla, «verdad» es lo que se dice (el predicado) de la palabra, y el verbo «es» (llamado tam­bién «cópula») conecta el predicado con el sujeto. Pero cual­quiera de estas tres palabras puede omitirse, por lo que la ley de la sintaxis puede ser suspendida legítimamente por medio de la elipsis.


    Esta omisión no se debe a mengua de concepto o a indolen­cia u otra circunstancia accidental, sino que se lleva a cabo adrede, a fin de que no tengamos que pararnos a pensar o a po­ner de relieve la palabra omitida, sino que tengamos tiempo para prestar la debida atención a las otras palabras que, preci­samente por dicha omisión, adquieren mayor relieve. Por ejem­plo, en Mat 14:19, leemos que el Señor Jesús «partió los panes y los dio a los discípulos, y los discípulos a la multitud». La úl­tima frase, tomada como está, «los discípulos a la multitud», está incompleta, puesto que no tiene verbo; se omite el verbo «dieron» mediante la figura elipsis, y ello se debe a algún pro­pósito. Si leemos la última frase conforme está, parece como si Jesús ¡diese los discípulos a la multitud!


    Esto sirve para concentrar nuestra atención y percatamos de la figura empleada; nos damos cuenta del énfasis y aprendemos la lección intentada por el Espíritu Santo. ¿Cuál es esta lección? Simplemente, hacemos notar el hecho de que los dis­cípulos dieron el pan no de sí mismos, sino sólo instrumental­mente, ya que únicamente Jesús fue el Dador de aquel pan. De este modo, nuestro pensamiento se centra, no en los discípulos, sino en el Señor.


    Tales elipsis aparecen corregidas frecuentemente en cursiva en las versiones de la Biblia. En muchos casos es correcto su­plir de este modo la palabra o palabras omitidas; pero, en al­gunos casos, los traductores cometen graves errores al comple­tar así las frases. Curiosamente, hay veces en que no ven la elipsis del texto y, por tanto, no la toman en cuenta en la tra­ducción, mientras que otras veces imaginan elipsis que no exis­ten en el original y completan de mala manera el texto sagrado.

Cuando una elipsis es completada de mala manera (o de ninguna manera), las palabras del Texto han de ser traducidas libremente, a fin de que hagan sentido, pero aparece entonces, con frecuencia, una desviación del sentido literal del pasaje. Por el contrario, cuando se corrige debidamente la elipsis (a veces, intercalando una sola palabra), se nos facilita el tomar todas las demás palabras de la porción en su sentido literal, lo cual supone una enorme ganancia, además de la grandio­sa luz que emerge entonces, a nuestros ojos, de la Palabra de Dios.

Por tanto, estas elipsis no deben ser corregidas arbitraria­mente según el capricho de nuestros personales puntos de vis­ta, sino que obedecen a ciertas leyes bien conocidas y clasifica­das, y a estas leyes hay que atenerse para completar el sentido de la frase.

Las elipsis pueden ser de tres clases:


A) Absolutas, cuando la palabra o palabras omitidas deben ser suplidas a la vista del texto mismo.

B) Relativas, cuando la palabra o palabras omitidas han de suplirse con base en el contexto.

        C) De repetición, cuando la palabra o palabras omitidas han de suplirse repitiéndolas con base en la cláusula anterior o posterior.


Estas tres clases de elipsis se subdividen como sigue:


A) ELIPSIS ABSOLUTAS, en que se omiten:


I. Nombres y pronombres:

1. El nominativo.

2. El acusativo.

3. Algún pronombre.

4. Otros vocablos de conexión.


II. Verbos y participios:


1. Cuando falta el verbo, especialmente el verbo ser (no en infinitivo).

2. Cuando falta un verbo en infinitivo:

(a) después del hebreo yakhol = poder.

(b) después del verbo acabar o terminar.

(c) después de otro verbo, personal o impersonal.

3. Cuando falta el verbo sustantivo (ser, estar, ha­ber).

4. Cuando falta el participio.


III Ciertas palabras conectadas en el mismo miembro de un pasaje.

IV. Toda una cláusula en un pasaje conectado, ya sea:

1. La primera cláusula (prótasis).

2. La última cláusula (apódosis). 

3. Una comparación.


B) ELIPSIS RELATIVAS, en que se omiten:


I. Palabras que hay que suplir con base en otra palabra afín que se halla en el contexto:

1. El nombre, suplido con base en el verbo. 

2. El verbo, suplido con base en el nombre.

II. Palabras que deben suplirse con base en un vocablo contrario.

III. Palabras que han de suplirse a base de vocablos aná­logos o de alguna manera emparentados con ellas.

IV. Palabras que se hallan contenidas implícitamente en otro vocablo, el cual comporta el significado propio junto con el de la palabra omitida (concisión, laconis­mo, locución «pregnante», es decir, cargada de senti­do).


C) ELIPSIS DE REPETICIÓN, que puede ser:


1. Simple, cuando la elipsis ha de ser completada a par­tir de la cláusula precedente, o de la siguiente:

1. A partir de la precedente, ya sea de:

(a) nombres o pronombres;

(b)  verbos; 

(c) partículas:

      (i) negativas;

      (ii) interrogativas;


                 (d) una frase entera.


2. A partir de la cláusula siguiente.


II. Compuesta, cuando las dos cláusulas se implican recí­procamente, de forma que la elipsis, en la primera cláusula, ha de suplirse o completarse a base de la se­gunda y, al mismo tiempo, la elipsis de la segunda ha de completarse a base de la primera cláusula. Esto puede darse de dos maneras:


1. Supliendo palabras.

2. Supliendo frases.


Pasemos ya a examinar ejemplos concretos de las tres clases de elipsis:


II.   Elipsis de repetición COMPUESTAS: Cuando ambas cláusulas se hallan implicadas

Es ésta una forma de expresión abreviada, en la que una elipsis en el primer miembro ha de suplirse del segundo, y, re­cíprocamente, otra elipsis del segundo miembro ha de suplirse del primero. Las elipsis simples consisten en poner un miem­bro y dejar que el otro se deduzca del ya puesto. En cambio, las compuestas consisten en que ponen dos miembros, pero impli­can otros dos, por lo que se necesita hacer un doble intercam­bio. Se dividen en dos clases:

1.   Cuando lo que se halla implícito son PALABRAS sueltas

2.   Cuando lo que se halla implícito son FRASES enteras


ELIPSIS FALSAS

    No solo hay muchos casos en que las elipsis existentes en el texto sagrado han sido suplidas incorrectamente por los tra­ductores, sino que hay también casos en que se han suplido elipsis no existentes. Examinaremos algunos ejemplos de estas falsas elipsis:




1) el relativo «que»; 

2) la segunda persona del plural del imperfecto (masculino); 

3) el sufijo «nosotros» tras la preposición 'al = sobre. Estos tres elementos están bien CLAROS en el texto sagrado original.




    Lo que el comienzo del salmo, por consiguiente, nos expresá es que las bendiciones espirituales de Dios no se obtienen me­diante esfuerzo incesante (levantándose muy temprano y acos­tándose muy tarde, a fin de esforzarse en el trabajo hasta fati­garse), sino que Dios da las mejores bendiciones al hombre mientras éste duerme y descansa (comp. con Mar 4:26-29), «a fin de que nadie se jacte en su presencia» (1Co_1:29). Por eso, fue durante «un profundo sueño» cuando Dios preparó a Adán su «ayuda idónea» (Gén 2:21-22), y también fue cuando Abra­ham estaba «sobrecogido de sueño» cuando Dios le ratificó so­lemnemente el pacto (Gén 15:12-16). Bullinger (nota del traduc­tor) concluye este análisis de Sal 127:2, con una preciosa poe­sía, que ofrecemos a continuación para delicia de los que en­tiendan el inglés:


How wondrously He gives! E'en while we sleep

When we from all our «works» have ceased, and rest;

And He our life doth mercifully keep,

Then, without works, are His beloved blest (v. Rom 11:6).

Yes.! «His beloved»! loved not because

Of any work which we have ever done; (v. Tit_3:5)

But loved in perfect grace, «without a cause»: (Rom 3:24, comp.

con Jua 15:25).

This is the source whence all our blessings come.

He gives in sleep! In vain we toil and strive

And rise up early and so late take we rest:

But, while our powers in sweetest sleep revive,

And we abandon all our anxious quest

Then He bestows His gifts of grace on us,

And where we've never sown, He makes us reap

A harvest, full of richest blessing. «Thus

He gives to His beloved while they sleep».


a. Como reúnen...

b. para soplar el fuego...

C. y fundido;

a. así os reuniré...

b. y soplaré,

C. y os fundiré.

   

Enálage

    Enálage es una palabra griega que significa cambio y consiste en sustituir una palabra por otra. Se diferencia de la metonimia en que, en ésta, se sustituye un nombre por otro con el que guarda una relación de causa a efecto, continente a contenido, o signo a cosa significada; mientras que la enálage es el cambio de una parte de la oración por otra {antimeria), de un tiempo, modo, persona o número por otro (heterosis), de un caso de la declinación por otro (antiptosis) o de una inversión del nombre sobre el que recae el énfasis de la frase (hipálage). Con esto, te­nemos la subdivisión de la enálage en sus cuatro formas:

Antimeri, 

Antiptosi, 

Heterosi e 

Hipálage.


De estas figuras, la antimeria y la heterosis se vuelven a subdividir, como veremos en su lugar.


Enantiosis­

    Esta figura significa «oposición» y es una especie de antíte­sis que se caracteriza por expresar los contrastes mediante fra­ses afirmativas y negativas. Cuando lo que se ha dicho afirma­tivamente, se repite negativamente, es propiamente pleonasmo, mientras que la enantiosis establece sus tesis contrastando fra­ses afirmativas con otras negativas. Ejemplos: 

Endíadis

    Esta figura, que significa «uno mediante dos» (gr. «hen» = = uno + «diá» = mediante + «dys» = dos veces) tiene lugar cuando se emplean dos palabras para expresar una sola idea. Una de las dos palabras expresa la idea; la otra sirve para in­tensificar el sentido de la primera. Es una figura típicamente oriental, aunque se halla también en latín, así como en griego y en hebreo. Un ejemplo latino, sacado de Tácito (Annales, 1, 49, 5), nos servirá de modelo para entenderla: «ultio et satietas» significa: «venganza y saciedad»; el segundo sustantivo se con­vierte, por endíadis, en un potentísimo adjetivo, viniendo a sig­nificar la frase: «una venganza más que suficiente».


    El hecho de que dos sustantivos o dos verbos vayan juntos no quiere decir, sin más, que exista endíadis; es preciso que los dos vocablos guarden entre sí alguna relación; no puede haber endíadis cuando los vocablos se oponen entre sí o cuando no guardan entre sí ninguna conexión. Por ejemplo, leemos en Flp 1:25 : «... para vuestro provecho y gozo de la fe». No podemos decir que haya endíadis aquí, pues una cosa es el progresar en la fe, y otra el gozarse con otros en la salvación que se obtiene al recibir el evangelio o «buena noticia».

Algunos de los ejemplos que presentamos van por vía de su­gerencia más bien que de ilustración. No cabe duda en la ma­yoría de ellos, pero hay unos pocos que se prestan a la discu­sión y, por ello, los sometemos a la consideración y al discer­nimiento del lector.

1. NOMBRES.


2. VERBOS.

Endíatris

    Aunque los griegos no dieron nombre a esta figura, está cla­ro su uso en las Escrituras, ya que, a veces, hallamos en cone­xión manifiesta tres nombres, de los cuales dos hacen de adje­tivos que enfatizan la importancia del nombre principal.

Enigma

Este vocablo (gr. aínigma significa un «dicho oscuro», que necesita una investigación, más o menos profunda, para descu­brir su significado. Difiere, pues, de la parábola en que ésta sue­le ir seguida de su interpretación. Si no es interpretada, puede ser llamada enigma.

Enmiendas (de los Soferim)

    La Massorah, es decir, la letra pequeña en los márgenes de los MSS. hebreos, consiste en una concordancia de vocablos y frases, destinada a salvaguardar el texto sagrado. En dichos MSS., se halla a veces una nota, al margen, que dice: «Ésta es una de las dieciocho enmiendas de los Soferim.» En realidad, son más de 18 las enmiendas hechas en el texto primitivo, como ve­remos después, pero se habla de 18 como de las que están con­tenidas en la lista «oficial».


    Estas enmiendas se llevaron a cabo en una época muy an­terior a la era cristiana, antes de que el texto hebreo obtuviese su forma actual. Por tanto, fueron hechas mucho antes de que el texto pasase a manos de los masoretas, y de éstos a los co­pistas oficiales de los MSS. y grandes códices. No se las puede llamar corrupciones del texto, puesto que las respectivas notas marginales advierten que se trata de enmiendas. La mayor par­te de estas enmiendas fueron hechas mediante el cambio de una sola letra, con lo que la alteración no parece tan grande.


    Un cuidadoso examen de dichas porciones muestra que el objeto de tales enmiendas fue, por un equivocado sentimiento dé reverencia, eliminar del texto ciertos antropomorfismos (véa­se esta figura en su lugar) que se suponían ofensivos a Dios y, por tanto, no debían ponerse en labios de los lectores, mientras que el texto primitivo era conservado en el margen. Sin embar­go, desde la invención de la imprenta, las Biblias Hebreas pre­sentan el texto sin las notas masoréticas destinadas a salvaguar­darlo, con lo que el conocimiento de dichas enmiendas se ha perdido para los estudiosos de la Biblia Hebrea. Pero, como­quiera que tales enmiendas afectan a la figura antropopatía (véase en su lugar), las ponemos aquí para beneficio de los es­tudiosos.


1. Gen 18:22. «... pero Abraham estaba aún delante de Yahweh». El texto primitivo era: «... pero Yahweh estaba aún delante de Abraham». Se creyó que era indigno de Dios el esperar a que Abraham indicase lo que mejor le parecía y fue alterado el texto, conforme lo tenemos hoy en la Biblia Hebrea y en todas sus versiones.

2. Núm 11:15. «Si vas a tratarme así, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal (lit.).» El texto primitivo decía: «... tu mal», por metonimia (v. en su lugar); dando a entender el castigo o «mal» (comp. con Exo 32:12 , Exo 32:14) que Dios iba a enviar a Su pueblo.

3. Núm 12:12. Aquí, el texto primitivo decía: «nuestra ma­dre» y «nuestra carne», pero fue cambiado en «su madre» y «su carne», para no ofender la gran dignidad del caudillo y media­dor de la ley divina, Moisés.

4. 1Sa_3:13. Aquí, nuestras versiones siguen a los LXX, quienes debieron de percatarse de la enmienda y tradujeron conforme al texto primitivo: «porque sus hijos han blasfemado (lit. han maldecido) a Dios», pues el texto hebreo actual, alte­rado, dice: «se han hecho viles a sí mismos» (hebr. lajem, en vez de Elohim = Dios).

5. 2Sa_16:12. David dice: «Quizá mirará Yahweh mi aflic­ción» (lit. mi ojo, como indicando el llanto). El texto primitivo decía: «Quizá mirará Yahweh con su ojo (hebr. beeinó, en lugar del actual be'einí).

6. 2Sa_20:1 ,

7. 1Re_12:16, y

8. 2Cr_10:16. «Cada uno a sus tiendas.» El texto primitivo decía: «Cada uno a sus dioses.» La enmienda se hizo traspo­niendo una letra por otra: el he y el lamed, de modo que dijese «le ohaleikhá» en lugar de «le eloheikhá».

9. Jer 2:11. «.. Sin embargo, mi pueblo ha trocado su glo­ria por lo que no aprovecha». El texto decía «mi gloria» (hebr. kebodí, que fue cambiado en kebodó).

10. Eze 8:17. El texto hebreo actual dice: «... ponen la rama a sus narices». Pero el texto primitivo decía: «ponen la rama a mis narices ». Con esta enmienda, rebajaban un tanto el pecado de Judá, ya que la «rama» o «ramo» de referencia no era otra cosa que el aserá o falo de madera, en cuya forma eran cortados los árboles en el bosque donde se daba culto a Astarté. Este obsce­no culto había sido introducido en el templo y en sus atrios, y el pecado de que se habla consistía en aplicar tal ramo o aserá a las narices de Yahweh mismo, por la figura antropopatía.

11. Ose 4:7. Como en el n.° 9, también aquí fue cambiado el texto primitivo («mi gloria») en el texto actual («su gloria»).

12. Hab 1:12. «¿No eres tú desde el principio, oh Yahweh, mi Dios, mi Santo? No moriremos.» En el texto primitivo, la última frase era: «Tú no mueres.»

13. Zac 2:8 (BH, 12). «...porque el que os toca, toca la niña de su ojo». Pero el texto primitivo decía: «... de mi ojo».

14. Mal 1:13. «... y lo'habéis tratado con desdén». El texto primitivo decía: «... y me habéis tratado con desdén» (el hebreo 'othí fue así cambiado en 'othó).

15. Sal 106:20. Lo mismo que en los n.os 9 y 11, «mi gloria», (hebr. kebodí) fue cambiado en «la gloria de ellos» (hebr. kebo-darrí).

16. Job 7:20. «... hasta convertirme en una carga para mí mismo». El texto primitivo decía: «...para ti».

17. Job 32:3. «... aunque habían condenado a Job», El tex­to primitivo decía: «y porque habían condenado a Dios».

18. Lam 3:20. «Mi alma lo recuerda todavía, y está abati­da dentro de mí.» El texto original era: «Y tu alma guardará luto por mí» (o: «condescenderá hasta mí»).


    Los tres pasajes siguientes están también marcados por la Massorah, aun cuando no figuran en ninguna de las listas espe­ciales:




    En efecto, aquí, como en 1Re 21:10, 1Re 21:13 ; Job 1:5 , Job 1:11 ; Job 2:5 , Job 2:9, el verbo que figuraba en el texto hebreo original no era barakh = bendecir, sino qalal = maldecir, o gadaph = blasfemar, pero, para evitar el uso de tales verbos con relación a Dios, el verbo de referencia fue sustituido por barakh, con una nota ex­plicativa al margen. Sin embargo, en éste y en los lugares arri­ba citados, el sentido era tan claro que los traductores lo ver­tieron ordinariamente por «maldecir». (Bueno será, pues, que tomemos nota de esta enmienda y usemos el verbo apropiado cuando el contexto lo exija. Nota del traductor.)


Entimema (Omisión de premisas)

    Entimema es un vocablo griego que significa consideración y es una figura opuesta a la indicación, porque, mientras en ésta es la conclusión lo que se omite, en el entimema se omite una de las premisas o las dos. Se parece a la hipocatástasis en que es una implicación; pero lo que se implica en la hipocatástasis es una palabra o una afirmación ordinaria, mientras que en el entimema es la premisa de un silogismo. Por ejemplo: «Somos dependientes; luego debemos ser humildes.» Aquí se omite la premisa mayor, a saber: «Las personas dependientes deben ser humildes.»



    Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, también hemos re­sucitado con él (Rom 6:8; Col_2:12), pues fuimos complantados con él (Rom 6:4). Y nótese que no se trata ya de una mera unión conyugal. Para impedir que se saque esta conclusión, el verbo casarse no ocurre en los vv. Rom 7:3-4, sino que, en lugar de hallar di­cho verbo, como podría esperarse, hallamos el verbo llegar a ser (con régimen de caso dativo), y debe suplirse la elipsis en la aplicación a cada uno de los cónyuges. En el caso de la mujer, llega a ser del marido por ley del matrimonio. Pero en el caso de los creyentes, llegamos a ser de Cristo estando unidos a él como miembros de su Cuerpo y personas de su propiedad. Nuestra unión con él no es en su Encarnación, sino en su Muer­te, Sepultura y Resurrección; y, habiendo muerto con él, esta­mos libres de la Ley, en lugar de estar ligados a ella.



Es perverso castigar a un inocente (premisa mayor).

Este hombre es inocente (premisa menor).

Luego no tengas nada que ver con su castigo (conclusión)


Vemos, pues, que fueron cuatro los testimonios de gentiles a favor de la inocencia del Señor Jesús en el tiempo de su con­denación a muerte:


1. El de la mujer de Pilato (Mat 27:19).

2. El del propio Pilato (Mat 27:24).

3. El del ladrón arrepentido en la cruz (Luc 23:41). 

4. El del centurión (Luc 23:47).


Entretejido

    Esta figura, que los griegos llamaban symploké «syn» = con + «ploké» = pliegue), consiste en la repetición de diferentes palabras en diferentes cláusulas, pero en el mismo orden y con el mismo sentido. Es una combinación de las figuras anáfora y epístrofe. Los latinos la llamaban «complicación» (en el sentido de «plegado con»). Cuando lo que se repite son frases, en lugar de palabras, la figura se llama cenote. No siempre aparece la fi­gura en las versiones. Ejemplos:



«Su tierra está llena de plata y oro,

no tienen fin sus tesoros;

Su tierra está llena de caballos,

no tienen número sus carros.

Su tierra está llena además de ídolos, etc.»


   He aquí que mis siervos comerán,

     y vosotros tendréis hambre;

   he aquí que mis siervos beberán,

    y vosotros tendréis sed;

   he aquí que mis siervos se alegrarán,

    y vosotros seréis avergonzados;

   he aquí que mis siervos cantarán por júbilo del corazón,

   y vosotros clamaréis por la pesadumbre del corazón.»


    En las dos últimas líneas, tenemos también epístrofe en la palabra «corazón».




Oraré con el espíritu, pero

oraré también con el entendimiento;

        entonaré salmos con el espíritu, pero

entonaré salmos también con el entendimien­to.»


Como puede verse, el énfasis está en el contraste entre espí­ritu y entendimiento.


«... se siembra en corrupción;

      resucitará en incorrupción.

Se siembra en deshonor,

     resucitará en gloria;

se siembra en debilidad,

     resucitará en poder.

Se siembra cuerpo natural,

    resucitará cuerpo espiritual».



    Con esta figura, se combina aquí también la figura anadiplo­sis en la repetición de las palabras «escasamente» y «generosa­mente».


Enumeración o Sinatresmo

    Esta figura que, en griego, se llama sinatresmo ( = recoger juntamente), consiste en la enumeración de las partes de un todo que ha sido mencionado previamente. En esto se distingue del merismo. Se distingue asimismo de la sinonimia, en que los términos del sinatresmo no son sinónimos, sino que pueden ser de muchas clases y formas. También se distingue del simperas­ma, en que la enumeración no se hace en la conclusión, sino du­rante el curso de lo que se va diciendo. Esta figura tiene por ob­jeto enriquecer un discurso, o una parte de él, mediante la enu­meración de detalles particulares o mediante la multiplicación de epítetos. Ejemplos:


    Cuando la enumeración o sinatresmo se hace, no precisa­mente por amplificar, sino por compendiar, pasando deprisa por lo que ya se ha dicho, más bien que por detenerse en cada uno de los detalles, y llegar antes así a otro tema, la figura se llama epitrocasmo (gr. «epi» = sobre + «trokházein» = correr aprisa).


      Esta figura pertenece, en cierto modo, a las figuras de omi­sión, si se mira a la ausencia de conjunciones copulativas; pero, por otra parte, pertenece a las figuras de adición, si se atiende a la copiosa cantidad de palabras. Un ejemplo de esta figura es:


    Cuando el sinatresmo o enumeración se usa con relación a hechos, más bien que a palabras, cosas, personas, etc., la figura se llama diéxodo o expansión. Esta figura se emplea cuando hay una exposición o afirmación de hechos, no tanto con el objeto de amplificar, ni de abreviar, sino en forma de digresión. En realidad, es la opuesta de sintonía, la cual es en sí una abrevia­ción, mientras que el diéxodo es una digresión extensa. Como ejemplos, puedes verse 2Pe 2:13 e, 2Pe 1:1 e, 2Pe 1:1 e; Jud 1:12 e, Jud 1:13 e, Jud 1:16 e, etc. 


Eonismo

    El vocablo griego oionismós, al que corresponde dicho tér­mino, significa adivinar mediante el vuelo de las aves. Y, como­quiera que los antiguos adivinos veían generalmente lo que de­seaban ver, el vocablo vino a significar un deseo expectante. Por medio de esta figura, la expresión deja de ser una aserción lisa y llana y se convierte en un ardiente deseo, introducido con fre­cuencia mediante las palabras: «Oh, si» «¡Quién diera...», o se­mejantes. Ejemplos: 


Epadiplosis

    Esta figura ocurre cuando la epanadiplosis aparece tanto al comienzo como al final de cláusulas sucesivas. Ejemplos:


Epanadiplosis

    Esta figura consiste en la repetición de la misma palabra o frase, tanto al comienzo como al final de una cláusula. Literal­mente significa: «nueva duplicación» (gr. epí = sobre + aná = de nuevo + diplosis = duplicación ). La Masorah (Biblia He­brea con vocales) da dos listas de esta forma de repetición, una de las cuales marcaremos con asterisco inicial, dejando sin as­terisco la otra. Esta figura se pierde, con alguna frecuencia, en las versiones.


Epanalepsis

    Esta figura consiste en la repetición de una misma palabra después de una frase intermedia. En esto se distingue de la aná­fora, ya ,que en ésta, las palabras se repiten sucesivamente o en forma rítmica.


    Es de notar que la frase del v. Flp 1:23 «de ambos lados me siento apremiado», no significa «entre ambos lados», ya que la preposición griega ek, que ocurre 857 veces en el N. T. nunca significa «entre», sino «de» o «fuera de».


Epánodo

    Esta figura, que significa realmente «regreso» «de nuevo sobre el camino»), consiste en la repetición de las mismas pa­labras en orden inverso. Por eso, se llama también «inversión», Cuando no son las palabras las que se repiten invertidas, sino las frases mismas, la figura se llama antimetábola. Ejemplos de epánodo:

                              Los hijos de Jafet... (vv. 2-5).

                      Los hijos de Cam... (vv. 6-20).

                      Los hijos de Sem...» (vv. 21-31).

y agrava sus oídos,

y ciega sus ojos,

no sea que, viendo con sus ojos,

y oyendo con sus oídos

y entendiendo con su corazón...»

    Las palabras «por naturaleza» deben unirse así a «no tienen ley», no a «hacen». Los gentiles, por naturaleza, no están bajo la Ley de Moisés; sin embargo, hacen muchas cosas de acuerdo con la Ley. De esta forma, le dan crédito en alguna forma, y también se condenan a sí mismos al no guardarla. Pero la ob­servancia de esta ley no les salvaría a ellos, así como a los ju­díos no les salva la observancia de la Ley de Moisés. Todos es­tán bajo pecado (Rom 3:9) y todos, tanto el gentil (cap. 1) como el ju­dío (cap. 2), son culpables ante Dios (Rom 3:19).


Epanortosis o Corrección

    Esta figura (del gr. «epí» = sobre + «aná» = de nuevo + + «orthoún» = enderezar) se da cuando un escritor u orador, después de decir algo, vuelve inmediatamente sobre ello para sustituirlo por otra expresión que le parece mejor o más fuerte, corrigiendo así lo que llevaba dicho. Esta figura no se debe a un defecto de forma, sino que es un medio de dar mayor belleza al discurso, por lo que los griegos la usaban con mucha fre­cuencia. Por ello, la tenemos también en la Biblia.


La epanortosis o corrección puede ser de tres clases:


1. Cuando la corrección es total o absoluta.

2. Cuando es parcial o relativa.

3. Cuando es condicional. 


1.  la corrección es absoluta. 


2. Cuando la corrección es parcial o relativa. 


3. Cuando la corrección es condicional. 

Epexégesis

    Esta figura (del gr. «epí» = sobre + «ex» = de + «hége­sis» = acto de guiar) consiste en la repetición llevada a cabo con objeto de explicar algo. Hay tres clases de epexégesis: 

1) exergasia, cuando lo que se añade sirve para desarrollar lo que se ha dicho antes; 

2) epimoné, cuando lo que se repite sirve para hacer más profunda la impresión causada por afirmacio­nes anteriores; y 

3) hermeneia, cuando lo que se repite hace la función de interpretar lo que precede.


1) Ejemplos de exergasia:


está atento a mi clamor. 

Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.»

Yahweh, roca mía y castillo mío, y mi liberta­dor;

Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;

mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.»


 a1.   «Pleitea, oh Yahweh, con los que contra mí contienden;

        b1. Pelea contra los que me combaten.

 a2.   Embraza el escudo y la coraza (o: pavés) y levántate en mi ayuda.

         b2. Blande la lanza, cierra contra mis perseguidores;

 a3.    di a mi alma: Yo soy tu salvación.

         b3. Sean avergonzados, etc.» (vv. 4-8).


    En a1, a2  y a3, tenemos oración por él mismo (defensiva); en b1, b2  y b3, oración contra sus enemigos (ofensiva). En ambos casos, hay un desarrollo progresivo.

Jua 2.2 (Biblia Hebrea, v. 3). Véase en estructura alter­nante:

             a. «Invoqué en mi angustia a Yahweh,

          b. y él me oyó;

             a. Desde el seno del Seol clamé,

       b. y oíste mi voz.»


Véase ahora el v. siguiente (3; en la BH, 4), en introversión:


C. «Me echaste a lo profundo,

d. en medio de.. los mares,

d. y me rodeó la corriente;

c. todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.»


Aquí, en a y a tenemos la aflicción de Jonás; en b y b, la atención que Dios le prestó; en c y e, la profundidad del mar en su conjunto; en d y d, el movimiento de las aguas en torno de Jonás.


Zac 6:12-13. «... Así dice Yahweh de las huestes:

He aquí el varón cuyo nombre es el Retoño, el cual retoñará de su lugar,

y edificará el templo de Yahweh.

Él edificará el templo de Yahweh,

y él llevará las insignias reales,

y se sentará y dominará en su trono,

y habrá un sacerdote junto a su solio;

y consejo de paz habrá entre ambos.»


La figura es realzada aquí por medio del polisíndeton.


2) Ejemplos de epimoné:


3) Ejemplos de henneneia:

A. «Nadie puede servir a dos señores,

       B. a. porque o aborrecerá al uno

               b. y amará al otro,

       B.     b. o se adherirá al uno

            a. y menospreciará al otro.

A. No podéis servir a Dios y a Mamón.»


    Aquí, A interpreta lo de A, mostrando que los dos amos son Dios y Mamón; mientras que, en B y B, se da una doble razón en la forma de la figura epánodo (Véase en su lugar).


    Además, todos los lugares en que el propio texto sagrado dice: «lo cual, siendo interpretado, es...» entran dentro de esta figura que llamamos herrneneia.

Existe una figura, llamada batología (que significa «repeti­ción vana» -v. Mat 6:7-, donde ocurre el verbo), la cual nunca ocurre en la Biblia con respecto a Dios, sino sólo en boca de in­crédulos, como puede verse en 1Re 18:26; Hch 19:34 , etc.


Epibolé

Esta figura, del griego epibállein = cargar sobre, arrojar so­bre, consiste en la repetición de una frase a intervalos irregu­lares.


A. «No alleguéis

       B. tesoros en la tierra,

           C. donde la polilla y el orín corroen,

     D. y donde los ladrones horadan y hurtan;

A. sino allegaos

    B. tesoros en el cielo,

        C. donde ni la polilla ni el orín corroen,

D. y donde los ladrones no horadan ni hur­tan» (contraste).


    Semejante a ésta, es la figura sinántesis (de synantáo = en­contrarse con) y consiste en la repetición de frases o cláusulas en orden inverso, no de palabras, en lo que se diferencia de epá­nodo y antimetábola.


Epícrisis

    La epícrisis (del gr. «epí» = sobre + «krísis» = juicio) es una breve frase añadida al final de un párrafo por vía de deducción, mostrando, al mismo tiempo, que hay allí algo más, o de ma­yor profundidad, que lo que aparece en la superficie. Ejemplos:


Epifonema

    Esta figura (del gr. epí = sobre + foneín = hablar en voz alta) es una conclusión por vía de exclamación. Cuando ocurre como pasaje independiente, se llama ecfónesis (v. en su lugar). Si la exclamación forma una especie de paréntesis, se llama in­terjección (v. en su lugar).

Epístrofe (Epífora)

    Esta figura consiste en la repetición de la misma palabra (o de la misma expresión) al final de sucesivas frases o cláusulas. Es, pues, la figura opuesta a la anáfora. Ejemplos:

                                 Yahweh Tsebaoth es el Rey de la gloria.»


                       Él es su ayuda y escudo.

                              Casa de Aarón, confiad en Yahweh;

                              Él es su ayuda y escudo.

                              Los que teméis a Yahweh, confiad en Yahweh;

                      El es su ayuda y escudo» (lit.).


    Con el repetido epístrofe, se pone de relieve la fortaleza y se­guridad del pueblo de Dios.

    Esta figura puede existir en el original y pasar desapercibi­da en las versiones, mientras que, en otras porciones puede existir en algunas versiones, pero no en el original. Por ejem­plo, la AV inglesa traduce Hch 19:15: «Jesus I know, and Paul I know; pero los verbos son diferentes en el original: el primero es ginósko = conocer, en el sentido de recibir una influencia personal experimental (para bien o para mal) de tal conoci­miento; mientras que el segundo es epístamai que significa te­ner un conocimiento exterior, teórico, científico, etc.


     Cuando la figura se usa dentro de una argumentación o en una especie de desafío, como en 2Co 11:22, recibe el nombre de epífora (gr. epí = sobre + phero =llevar, en el sentido peyo­rativo de «lanzar» o «lanzarse» contra alguien o algo, especial­mente por medio de palabras). Dice el pasaje citado:


«¿Son hebreos? Yo también.

  ¿Son israelitas? Yo también.

  ¿Son descendientes de Abraham? Yo también.»


    Esta repetición sirve para poner mejor de relieve los senti­mientos del Apóstol Pablo.


Epítasis

    Esta figura (del gr. «epí» = sobre + «teínein» = extender o estirar) se da cuando la conclusión se añade por énfasis. Se distingue de la amplificación en que se usa en forma de conclusión. 

Ejemplos:

Epiterapia

    Esta figura consiste en añadir una conclusión en forma de modificación. Se llama así del griego «epí» = sobre + therá­peia = asistencia, especialmente en sentido médico. De ahí, que esta figura tenga por objeto añadir una especie de remedio cu­rativo, a fin de suavizar, mitigar o modificar lo que se ha dicho. De este modo, no se ofende la modestia o cualquier otro senti­miento. Cuando la figura va por delante, a fin de asegurar la benevolencia, se llama prodiortosis (v. en su lugar).

Cuando lo que se ha dicho concluye en un ejemplo, se llama con ese mismo nombre: 

Ejemplo


    No ha de confundirse esta figura con el uso de ejemplos en el curso de un argumento, sino que tiene lugar cuando se con­cluye una afirmación con un ejemplo que sirve de precedente que se ha de seguir o se ha de evitar. Esto ocurre en Luc. 17:31-­32, que concluye con la frase: «Acordaos de la mujer de Lot.»


Epíteto

 Esta figura (del gr. «epí» = sobre + «thetos» = puesto) se da cuando un sustantivo o un adjetivo sirven para designar algo por medio del atributo o cualidad que mejor lo caracterizan. Dicho sustantivo o adjetivo van así unidos, por aposición, al ob­jeto o sujeto, con el propósito de amplificar el sentido por vía de distinción, explanación o descripción. Se distingue de la am­pliación en que ésta implica cierto cambio, mientras que el epí­teto es una adición.

Epitímesis o Reprimenda

    Esta figura, también llamada epiplexis = castigo, se usa cuando quiere expresarse una reprensión. En vista de que los caminos y los pensamientos de los hombres son contrarios a los de Dios, es inevitable que Dios hable al hombre sin reprender­le. Estas reprensiones pueden ser de varias clases como vere­mos a continuación:


     I. REPRENSIÓN POR VÍA DE CORRECCIÓN.


    II. REPRESIÓN POR VÍA DE FRANQUEZA.

 

    Esta figura, que también se llama eleuteria = libertad, y parresia = franqueza, se da cuando el orador o escritor, sin ánimo de ofender, se expresa con toda libertad. Las palabras de Eliú en Job, caps. 32 al 37, son un hermoso ejemplo de esta figura. 

    Con una Concordancia griega, pueden verse los lugares en que la palabra griega parrhesía ocurre, con lo que se tienen interesantes y abundantes ejemplos.V. los lugares siguientes: Mr. 8:32; Jn 7:4, 13, 26; 11:14; 16:25, 29; Hch 2:29; 4:13, 29, 31; 28:31; 2 Co 3:12; 7:14; Ef 3:12; 6:19; Fil 1:20; COl 2:15; 1 Ti 3:13; Flm 8; He 3:6; 4:16; 10:19, 35; 1 Jn 2:28; 3:21; 4:17; 5:14. Se traduce, según el contexto, por "franqueza", "libertad", "denuedo", "claramente", etc. 



    III REPRESIÓN POR VÍA DE INDIGNACIÓN.


    La figura se llama en este caso aganactesis = irritación, y que se usa cuando  la reprensión produce de un vivo sentimiento de indignación. V: Gn 3:13; 4:10; 20:9; 31:26. 



    IV. REPRENSIÓN POR VÍA DE DETESTACIÓN. 


    En este caso, la figura se llama appodioxis. Se da cuando el orador o escritor rechaza algo como cosa absurda o malvada. 



    V. REPRENSIÓN POR VÍA DE DEPRECACIÓN. 


    El nombre de esta figura viene del latín "deprecativo", que viene a significar "orar contra" algo. La figuera se usa en tres sentidos: 

    1) Una ruego contra el mal, a fin de prevenir o retirar sus efectos. 

    2) Una oración para que el mal recaiga sobre otros o, incluso, sobre sí mismo. Esto último se llama propiamente imprecación.  

    3) Cuando el ruego se ace para prevenir o retirar cualquier mal. 


    Tenemos un ejemplo en la reprecación de Moisés: 


    VI. REPRENSIÓN POR VÍA DE DESENMASCARAMIENTO. 


    En este  caso, la figura se llama técnicamente diasirmo, vocablo griego que significa: hacer pedazos. El verbo sýrein, del que se deriva el nombre de la figura, ocurre dos veces en conexión con Pablo: Hch 8:3 ("arrastraba", Pablo) y 14:9 ("le arrastraba" a Pablo). La figura se llama así porque es como si rasgara un velo o cualquier otra cobertura de la realidad en cuestión, para mostrar las cosas como son.   



    VII. REPRENSIÓN POR VÍA DE MENOSPRECIO.


    La figura se llama, en este caso, exutenismo, vocablo griego que significa desprecio. Pueden verse ejemplos de ella en 2Sa 6:20 ; Job 26:2 ; Jer 22:23 .


     Otras figuras afines son la maldición (ya sea en forma de de­precación o de imprecación), de la que pueden verse ejemplos en 1Sa_3:17 ; Rut 1:17 ; Sal 109:6-19 (V. también en elipsis); Eze 34:2 y, en general, las que comienzan por «¡Ay de...!», como en Deu 28:11-19 ; Isa 3:11 ; Jer 48:46 ; Mat 11:21 ; la deasis o conju­ro (afín a la figura apóstrofe), que puede verse en Deu 4:26 ; Deu 4:30 : Deu 4:19; 2Sa 20:20 ; Job 27:5 ; Isa 14:24 ; Isa 62:8 ; Jer 22:5 ; Jer 27:5 ; Ez 5:11 ; Eze 33:11 ; Eze 34:8 ; Hch 20:26, y que suele expresarse en frases como: «¡lejos de mí! ¡Así me haga Yahweh...!» «Como vive Yahweh...», etc. Finalmente, dentro de esta clase, tenemos el cleuasmo o burla. Esto es lo que los fariseos hacían con respecto a las enseñanzas de Jesús (v. Luc 16:14), y que llevó al Señor a reprenderles severamente. Esto es precisamente lo que hará Dios mismo: se burlará de los que han tratado así a Su Ungido:

Epitrecon

    La figura descrita con este vocablo griego (de epí y tré­khein = correr) consiste en la adición parentética de una frase más o menos breve, intercalada rápidamente como un comen­tario fugaz. Ejemplos:



«Subiste a lo alto,

condujiste cautivos,

tomaste (y diste, v. en elipsis) dones para los hombres, 

(aun para los rebeldes, lit.),

para que habitara entre ellos Yah Dios.»


    ¡Cuán preciosa y consoladora es la verdad que aquí se nos enseña! Vemos al Señor abajándose y alcanzando con sus ben­diciones aun a los más indignos recipientes de los dones divi­nos.



    Lo mismo ha de decirse de Rom 3:8 ; Rom 10:6 , Rom 10:7 ; Ef _2:5, al final; Col 2:22 . También Heb. 12:20-21 contienen un epitrecon, aunque el paréntesis no esté señalado en nuestras versiones. Merecen especial mención: 

A. 19. Expectación.

B. 20-. Razón: (la creación, sometida a vanidad).

A. 20b. Expectación.

B. 21. Razón: (la creación, liberada de la servidumbre).


    Véase en elipsis, y nótese que las palabras «no por su propia voluntad, sino por causa del que la sometió» son un epitrecon; en realidad, el empalme habría de hacerse desde el v. 19 hasta el final del v. 20, del modo siguiente: «... es el aguardar la re­velación de los hijos de Dios en esperanza de que también...».


Epitrocasmo

    Cuando la enumeración o sinatresmo se hace, no precisamente por amplificar, sino por compendiar, pasando deprisa por lo que ya se ha dicho, más bien que por detenerse en cada uno de los detalles, y llegar antes así a otro tema, la figura se llama epitrocasmo (gr. "epí" = sobre "trokházein" = correr aprisa).


    Esta figura pertenece, en cierto modo, a las figuras de omisión, si se mira a la ausencia de conjunciones copulativas; pero, por otra parte, pertenece a las figuras de adición, si se atiende a la copiosa cantidad de palabras. Un ejemplo de esta figura es:   

    Cuando el sinatresmo o enumeración se usa con relación a hechos, más bien que a palabras, cosas, personas, etc., la figura se llama diéxodo o expansión. Esta figura se emplea cuando hay una exposición o afirmación de hechos, no tanto con el objeto de amplificar, ni de abreviar, sino en forma de digresión. En realidad, es la opuesta de sintomia, la cual es en sí una abreviación, mientras que el diéxodo es una digresión extensa. Como ejemplos, puede verse 2 P 2:13, 15, 17; Jud 12, 13, 16.  


Epítrope

    De «epí» = sobre + «trépo» = volver, esta figura se usa cuando admitimos algo que es malo en sí, pero lo hacemos sólo por dar fuerza a nuestro argumento. La figura se aproxima a la ironía, si lo que se admite, no se da realmente por descontado, sino sólo en apariencia.

Erótesis o Interrogación

    Esta figura se usa cuando un orador o escritor hace pregun­tas en forma muy animada, pero no para obtener información. En lugar de hacer declaraciones lisas y llanas, cambia súbita­mente de estilo y pone en forma de interrogación lo que estaba a punto de decir, o podía haber dicho, sin esperar respuesta.


    La figura es tan importante, que sale con mucha frecuencia en la Biblia. En los 1.189 capítulos de que consta la Escritura Sagrada, hay no menos de 3.298 erótesis. Por consiguiente, es obvio que no podemos citadas todas. De los 1.189 capítulos, sólo hay 453 que no contienen ninguna interrogación. Se divi­den de la siguiente manera: Los 929 capítulos del Antiguo Tes­tamento contienen 2.274 preguntas; mientras que los 260 del Nuevo Testamento contienen no menos de 1.024. Así que la me­dia de preguntas por capítulo es mucho más alta en el N. T. que en el A. T. Concretamente, en el A. T., la media es de 2.3, en el N. T. es de 3.9 (casi el doble). El libro con mayor número de erótesis es Job, con 329; en segundo lugar, está Jeremías con 195. En el N. T. el primero es Mateo con 177, al que sigue Juan con 167.


    Estos hechos son interesantes, pero no son muy importantes en cuanto a la división en capítulos, la cual es de origen huma­no; en cambio, tiene cierta importancia su irregular distribu­ción en cada una de las dos secciones: A. T. y N. T. Su estudio es enormemente instructivo, ya sea en las preguntas que Dios hace al hombre, o en las que el hombre hace a Dios, o en las que el hombre se hace a sí mismo.


    No es fácil clasificar las distintas formas de erótesis, pero presentamos la siguiente clasificación en diecinueve grupos, los cuales abarcan prácticamente todas las divisiones en las que las interrogaciones de la Biblia pueden ordenarse:


1. En afirmación positiva. 

2. En afirmación negativa. 

3. En negación afirmativa. 

4. En demostración.

5. En admiración.

6. En arrebato. 

7. En deseos.

8. En rechazos.

9. En dudas.

10. En amonestación.

11. En reconvención.

12. En prohibición o disuasión.

13. En compasión.

14. En desprecio.

15. En reproche.

16. En lamentación.

17. En indignación.

18. En absurdos e imposibilidades. 

19. Dobles preguntas.


Etiología

    Esta figura (del gr. «aitía» = causa + «lógos» = palabra o razón) ocurre cuando el escritor u orador, directa o indirecta­mente, presenta una razón de lo que piensa, dice o hace. Los griegos la llamaban también apódeixis = plena demostración.

    Lo mismo digamos de Rom 3:20 ;Rom 4:14-15 y otros lugares en los que la conjunción «gar» = porque, apunta la razón; y ((dio­tí» = puesto que, muestra la causa.

      Los ejemplos son demasiados para ser citados todos, pero su importancia debe ser siempre tenida en cuenta.


Etopeya

    Si la descripción se re­fiere a los modales, hábitos, caprichos o gestos de una persona, se llama etopeya, de la que tenemos ejemplos en Isa 3:16; Jer 48:3-46; Luc 18:9-14; 1Pe 3:3.


Eufemismo

    Del griego euphemízein = usar palabras de buen augurio, esta figura consiste en el empleo de palabras o expresiones agradables, en lugar de otras desagradables, duras o malsonantes. Aunque parezca extraño, la Biblia nunca usa eufemis­mos para hablar de las funciones naturales u ordinarias de la vida; sin embargo, hay en las Escrituras bellos eufemismos para expresar sentimientos tiernos y delicados. Tanto es así que una de las mayores pruebas de la inspiración divina de la Biblia es este marcado contraste entre el hebreo y otros idio­mas a este respecto. Otros idiomas abundan en vocablos y ex­presiones indecentes, mientras que «las palabras de Yahweh son palabras puras». En cuanto a las «partes vergonzosas», como el Espíritu Santo las llama, no hay ningún vocablo en he­breo para expresar las de la mujer; para las del hombre, se usa un eufemismo. Por otro lado, mientras los hombres inventan eu­femismos para cubrir pecados, la Biblia nunca dora el pecado con bellos nombres, sino que lo describe plenamente en toda su miseria y abominación, con lo que el lector no se llama a en­gaño por causa de adornos indebidos. Lo mismo digamos de la muerte, que para los mundanos es «lo irremediable», mientras que, para el creyente, es «dormición».

Genitivo

    Ya hemos observado, al estudiar la figura antimeria, que cuando un nombre «en régimen» (esto es, regido por otro nom­bre, y colocado así en genitivo) se usa en lugar de un adjetivo, el nombre en genitivo no siempre está usado en lugar de un ad­jetivo. Por consiguiente, la preposición de genitivo «de» no comporta un significado uniforme, sino que se usa de varias maneras. Los gramáticos difieren en cuanto a la clasificación de los diversos usos del genitivo. Presentamos nuestra propia clasificación.


    El caso genitivo se llama así del griego genos = género, raza, etc., porque designa el género de la cosa o persona a la que afecta, o de la que recibe su naturaleza (o es generada). Por consiguiente, es lo que podríamos llamar el caso del origen o de la pertenencia. Nuestra preposición castellana —nota del traductor—; «de» (como preposición de genitivo, no de ablativo) puede indicar un genitivo objetivo; por ej. «el amor de Dios», significando el amor que le tenemos a Él; o subjetivo, si queremos dar a enten­der el amor que Él nos tiene. De ordinario (no siempre), el con­texto nos hará ver en qué sentido ha de tomarse.


    Esta misma norma siguen muchas de las lenguas modernas, pero sería un error pensar que dicha preposición representa el caso genitivo en hebreo u otras lenguas. A veces, es difícil de­cidir a qué clase pertenece el ejemplo que estemos consideran­do. Puede, a menudo, ser correcto clasificarlo bajo más de un epígrafe. Es tarea del estudioso, cuando encuentre la preposi­ción como señal del genitivo, considerar y decidir a qué clase pertenece. Los ejemplos no son exhaustivos. La clasificación que adoptamos es como sigue:


GENITIVO DE:

1. Carácter.

2. Origen y causa eficiente.

3. Posesión.

4. Aposición.

 5. Relación.

 6. Material.

 7. Contenido.

 8. Partición.

 9. Dos genitivos, dependiendo el uno del otro.


1.    Genitivo de CARÁCTER.

    Este genitivo tiene una función más adjetival que los otros, y es siempre enfático. El énfasis se carga siempre en el adjetivo que con él se forma, no en el sustantivo al que califica. Hemos dado ejemplos de este genitivo en antimeria.


2.    Genitivo de ORIGEN y CAUSA EFICIENTE.

    Este empleo del genitivo señala la fuente u origen de la que algo se deriva. Dentro de este grupo, podemos poner los ejem­plos que denotan la causa que efectúa o produce algo.


3.    Genitivo de POSESIÓN.

    Éste es quizás el uso más común y frecuente del caso geni­tivo. Nos limitaremos a los ejemplos más difíciles dentro de los más importantes:

Gnome o Cita

    Del griego gnomé = conocimiento, o medio de conocer, esta figura consiste en citar dichos expresivos de máximas útiles o de sentimientos universales en cuanto a los asuntos humanos, sin que se mencione el nombre del autor. En Pro 1:2 , se llaman «dichos inteligentes»; a ellos se refiere Ecl 12:11.


    Esta figura se distingue del proverbio en que todo proverbio es gnome, pero no todo gnome es proverbio; de ahí que tenga ma­yor amplitud de significado que el proverbio. Siendo el gnome propiamente una cita, ello nos introduce de lleno en el proble­ma de las citas del A. T. que hallamos en el Nuevo. Es un hecho que existen variaciones en esas citas. Las diferencias se deben a que, en la mayoría de los casos, las citas del N. T. se toman de la versión de los LXX; a veces, se toman directamente del hebreo; y algunas veces, se diferencian de ambos textos. Ello se debe a que no todas son propiamente citas literales; no faltan las meras alusiones, y en algunos lugares se usan citas combi­nadas de varias porciones. De ahí la dificultad de elaborar una lista exacta de tales citas. 


    Suele admitirse que en el N. T., según el recuento de Spearman, hay 189 pasajes citados del A. T. De ellos, 105 están de acuerdo con la versión de los LXX, 21 con el texto hebreo, 45 que difieren de ambos, y 18 que son neutrales. Pueden verse en la siguiente tabla:


 

N°. de citas en Total De los LXX Del hebreo Dif.  de ambos Neutrales    

Mateo 38 25 4 8 1    

Marcos 3 1 2    

Lucas 5 3 2    

Juan 11 3 2 5 1    

Hechos 19 11 1 7    

Romanos 51 30 4 5 12    

1 Corintios 11 4 2 5    

2 Corintios 8 4 1 1 2    

Gálatas 4 3 1    

Efesios 2 1 1    

Hebreos 22 15 3 4    

1 Pedro 7 6 1    

Judas 1 1    

Apocalipsis 7 2 2 3    

Totales 189 105 21 44 19  


    Las dificultades en esta materia han surgido por no haberse percatado muchos críticos de que la Biblia tiene un solo Autor principal, no obstante la multiplicidad de autores humanos, se­cundarios. Nuestros estudios quedarían incompletos si no observaremos el modo como el Espíritu Santo cita en el N. T. las Escrituras del A. T. Véanse los siguientes ejemplos:



    Los pasajes del A. T. son introducidos de diversas maneras:

 (1) gégraptai = «Está escrito» (Mat 4:4-10 ; Luc 4:4 , Luc 4:8 ; Rom 1:17 ; Rom 3:4 , Rom 3:10 ; Rom 10:15 ; 1Co_1:19 , 1Co_1:31; 1Pe_1:16 , etc. 

(2) Légei gar he gra­phé = «Pues dice la Escritura» (Rom 9:17 , -de Exo 9:16 -; Rom 10:11 -de Isa 28:16-; 1Ti 5:18 - de Deu 25:4-). 

(3) Ha nó­mas = «La ley». Jua 15:25 pone de relieve, sobre la base de Sal 35:19 ; Sal 69:4 (BH, 5), que las Sagradas Escrituras del A. T., vistas como un todo, constituían la Ley de Israel, como lo prueba el pronombre «su» (de ellos). Juan 10:34 (de Sal 82:6) está escrito en Exo 21:6 ; Exo_22:8 , Exo_22:9 (BH, 7,8). Y 1Co_14:21 (de Isa_28:11-12) hace referencia a Deu 28:49. De este modo, la referencia es to­mada, no sólo del pasaje que se cita, sino de un pasaje anterior en el que tenía su origen.


    En el N. T. se especifican ocho personas como agentes del Espíritu Santo: Moisés (13 veces), David (7), Elías (11), Isaías (12), Joel (11), Oseas (11), Jeremías (2) y Daniel (11).


    Esta persona que figura en el N. T. como agente del Espíritu Santo es nombrada: 

En Mateo, 13 veces (Jeremías, Isaías, Moi­sés, David y Daniel); en 

Marcos, 7 (Moisés, Isaías, David y Da­niel); en 

Lucas, 6 (Moisés, Isaías y David); en 

Juan, 4 (Isaías y Moisés); en 

Hechos, 10 (David, Joel, Moisés y Elías); en 

1 Corintios, 11 (Moisés); en 

Hebreos, 3 (David y Moisés); y en 

Apocalip­sis, 11 (Moisés). 

    

    Estos hechos son muy significativos, ya que, por ejemplo, mientras los críticos liberales y modernistas divi­den el libro de Isaías en dos o tres partes, como si estuviese escrito por dos o tres hagiógrafos, el N. T. atribuye a Isaías seis pasajes de los caps. 1 al 39, y siete de los caps. 40 al 66. Con esto bastaría para echar por tierra la doble o triple autoría de dicho libro.

Siendo, pues, libre y soberano el Espíritu Santo en el modo de citar las Escrituras, y no siendo susceptible de error, es de todo punto necesario investigar las diferencias en tales citas, a fin de que podamos atisbar no sólo lo que puede ser una espe­cie de comentario divino sobre las verdades antiguamente reve­ladas, sino también lo que es una revelación que se nos hace de nuevas verdades.


    El estudioso de la Santa Biblia puede determinar por sí mismo las diferentes maneras en que el Espíritu Santo se ha expresado en tales citas, pero podemos dad e una pauta si­guiendo la clasificación llevada a cabo por Clasio de la forma siguiente:


      I. En cuanto a su forma INTERNA (es decir, el sentido como distinto de la fraseología), se subdivide en tres clases: 

         1. Cuando se preserva el sentido intentado originalmente. 

         2. Cuando el sentido original aparece modificado. 

         3. Cuando el sentido aparece acomodado (acomoda­ción) . 


II. En cuanto a la forma EXTERNA (las palabras como dis­tintas del sentido), se subdivide en cinco clases; la tercera de ellas se vuelve 

      a subdividir:

1. Cuando las palabras citadas son las mismas del tex­to hebreo o de los LXX.

2. Cuando las palabras varían, ya sea por omisión, po­sición o adición.

3. Cuando las palabras experimentan un cambio, ya sea:

(a) por diferente lectura;

(b) por una inferencia;

(c) por diferente número gramatical;

(d) por diferente persona;

(e) por diferente modo o tiempo.

4. Cuando se amalgaman varias citas (cita compuesta). 

5. Cuando las citas se extraen de libros que no figuran en la Biblia.


Heterosis

    Del gr. «héteros» = otro diferente, se da el nombre de heterosis a una forma de enálage que consiste en el cambio, no de una parte de la oración por otra, sino de una desinencia o fle­xión de una misma parte de la oración por otra desinencia o flexión. Incluye el cambio de una forma del verbo por otra (por ej. intransitiva por transitiva); de un modo o tiempo por otro; de una persona por otra; de un grado de comparación por otro; de un número o género por otro.

Cuando el cambio es de un caso del nombre por otro, es antiptosis; y cuando el cambio es de una parte de la oración por otra, es antimeria.

La heterosis se divide y subdivide del modo siguiente:


I.    DE FORMAS Y VOCES.


II.    DE MODOS.


III.    DE TIEMPOS.


IV.DE PERSONAS.


V.   DE GRADOS DE ADJETIVO Y ADVERBIO.


VI.   DE NÚMERO EN SUSTANTIVOS, ADJETIVOS Y PRONOMBRES.


VII   DE GÉNERO.


VII   HETEROSIS DEL GÉNERO.

    Comoquiera que el hebreo (como el francés) carece de géne­ro neutro, se usa, en su lugar, unas veces el masculino, otras ve­ces el femenino. Esto puede observarse también en el griego del N. T., a pesar de que el griego tiene el género neutro. Hay, sin embargo, otros cambios de género, además de esto.

1. El masculino, por el femenino.

Hch 9:37. Dice textualmente: «... y habiéndola lavado, etc». El participio griego «loúsantes» es masculino, a pesar de que fueron mujeres, sin duda, las que lavaron el cuerpo de la di­funta.


2. El masculino, por el neutro.

Gen 2:18. «Y dijo Yahweh Dios: No es bueno...»; es decir, no es cosa buena (que habría de ser neutro). V. también Sal 119:65 ; Isa 5:20 ; Isa 7:15.


3. El femenino, por el neutro.

Gen 50:20. «Vosotros pensasteis mal (lo malo) contra mí, pero Dios lo encaminó a bien (lo bueno).» Ambos vocablos es­tán en femenino en el original. Igualmente, en Job 5:9 ; Sal 12:3 ; Sal 27:4.

Esto tiene aplicación, del mismo modo, en el uso de los pro­nombres (v. Gen 15:6 ; Gen 43:32 ; Exo 10:11 ; Num 23:23 ; Sal_118:23 ; Mat 21:42 ; Mar 12:11).


4. El neutro, por el masculino o el femenino.

Mat 1:20. «... porque lo engendrado en ella, etc.». «Loengen­drado» es neutro, a pesar de que se refiere al Señor (masculi­no). Igualmente, en Luc 1:35 : «...lo santo» (lit.).

Mat 18:11 . «Porque el Hijo del Hombre vino a salvar lo per­dido» (en neutro). Aun cuando este v. falta en muchos MSS, se halla igualmente en Luc 19:10 : «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo perdido» (los seres humanos de am­bos sexos).

Hipálage

    Esta figura (del gr. hypó = debajo + allássein = cambiar) consiste en un intercambio de construcción mediante el que un adjetivo (u otra palabra) que lógicamente pertenece a una cone­xión, se une gramaticalmente a otra, de forma que lo que se dice de una cosa debería decirse de otra. En el caso de dos sus­tantivos (el segundo de ellos, en régimen), se intercambian en cuanto al sentido, no como en la antiptosis (donde el primero se convierte en adjetivo, en lugar del segundo), pero se invierten en el orden o en la construcción, sin tener en cuenta para nada el sentido puramente adjetival. Shakespeare nos ofrece un bello ejemplo de hipálage, poniendo en labios de Casio la siguiente frase, referente a Julio César: «Sus cobardes labios volaron de su color»; en lugar de decir: «El color voló de sus cobardes la­bios.» Este intercambio atrae la atención hacia lo que se está diciendo y, de este modo, enfatiza el verdadero sentido de la frase. Ejemplos:


Hipérbaton

    Esta figura (del griego «hypér» = sobre + «bainein» = dar pasos) consiste en trasponer las palabras de una cláusula, de forma que se hallen fuera del natural orden gramatical. Cada idioma tiene sus propias leyes gramaticales en cuanto a la or­denación de las palabras. Esto es lo que se llama sintaxis, vo­cablo griego que significa «coordinación». Las lenguas moder­nas suelen ordenar las palabras conforme a la línea del pensa­miento. Así, el alemán guarda rigurosamente el mismo orden en todas las frases, según las variantes de cada tipo de cláusula. También el inglés, aunque no con tanta rigidez. El castellano admite una mayor libertad. El latín y el griego usan el hipérba­ton en abundancia, colocando en posición estratégica (al co­mienzo o al final de la frase, o en ambos a la vez) lo que quie­ren destacar. La sintaxis hebrea tiene sus propias peculiarida­des.


    La finalidad del hipérbaton es, pues, atraer la atención hacia cierto sujeto u objeto que merecen tal énfasis. Podemos ilus­trado de la manera siguiente. Alguien tiene en su habitación una silla especial a la que desea que sus amigos presten espe­cial atención. Si está colocada entre las demás sillas, continua­rá desapercibida; pero un día la coloca encima de la mesa. ¿Quién dejará de percatarse de ella, tan pronto como entre en la habitación? Esto es lo que hace el hipérbaton: Atraer la aten­ción sobre una palabra o frase. Si se colocan en el riguroso or­den gramatical, pasan desapercibidas; pero si se las coloca fue­ra de tal orden, no es posible que un lector atento deje de notar la diferencia. Por ejemplo, si decimos: «El misterio de la pie­dad es grande», no nos llamará la atención, puesto que el orden de las palabras es el natural; pero si leemos: «Grande es el mis­terio de la piedad» (1Ti 3:16), enseguida vemos que todo el én­fasis recae sobre el adjetivo «grande».


Hipérbole o exageración

    Esta figura (del griego «hypér» = sobre + «bolé» = el hecho de arrojar), se llama así porque añade al sentido una especie de exageración, con la que se aumenta o se disminuye considerablemente algo, más allá de lo que se da a entender literalmente. Ejemplos: 

Hipocatástasis

    Esta figura es semejante al símil ya la metáfora, pero se dis­tingue de dichas figuras en que, en la hipocatástasis, la semejanza (o la representación) se hallan solamente implícitas, con lo que la figura resulta más vívida que las anteriores. Por ejem­plo, si decimos: «eres como una bestia», tenemos un símil; si decimos: «eres una bestia», es una metáfora; pero si decimos simplemente: «¡Bestia!», tenemos entonces una hipocatástasis (del griego «hypá» = debajo + «katá» + abajo + «stásis» = co­locación; por consiguiente = colocar abajo en profundidad).


    Para mejor notar  la fuerza de esta figura, veamos la diferencia entre los dos textos siguientes: 

1) Jer 49:19, donde se dice del rey de Babilonia, que viene contra Edom. "He aquí que como león subirá de la espesura del Jordán,   ...."; tenemos, pues, un símil.

2) Jer 4:7 " EL león sube de la espesura"; esto es una hipocátasis. Otros ejemplos: 


Hipotímesis

    Esta figura (del gr. «hypó» = bajo, debajo + «timesis» = e­valuación, estimación) consiste en una adición parentética en forma de excusa. 


Hipotiposis

    Esta figura (del gr. «hypá» = debajo + «typoún» = impri­mir) consiste en la representación visible de un objeto o de una acción por medio de palabras. El término mismo aparece dos veces en el N. T. (1Ti_1:16 y 2Ti_1:13). En plural vendría a expresar lo que llamamos «esquemas». Se da este nombre a di­cha figura porque sirve para describir con gran viveza una ac­ción, persona, condición, etc. Los ejemplos de esta figura en la Biblia son tan numerosos, que sería necesario transcribir pasa­jes enteros y aun capítulos enteros. Nos limitaremos a clasifi­carlos de alguna manera en nueve grupos:


(1) Las bendiciones de la obediencia de Israel (Deu 28:1-14). 

(2) Las maldiciones, juicios y lamentaciones (Deu 28:15-25,Deu 28:26-45  ;Isa_1:6-9; 34; Jer 4:19-31; Lam., especialmente  Lam 4:4-8).

(3) La cautividad y dispersión de Israel (Deut 28:49-68).

(4) Los ejecutores de los juicios de Dios (Isa 5:26-30).

(5) La vaciedad de una mera religiosidad, tal como existía en Israel cuando el Señor vivía en la tierra (Isa 1:11-15).

(6) La insensatez de los idólatras y de los ídolos, así como de la idolatría (Isa 44:9-17; Isa 46:6-7).

(7) Los sufrimientos de Cristo (Sal 22:1-15, Sal 22:16-31 y Sal 59:1-17 ; Isa 53:1-12).

(8) La gloria y el triunfo de Cristo (Col 2:14-15, etc.).

 (9) Ciertos símiles, como cuando las bendiciones de la ve­nida de Cristo son comparadas al amanecer (Mal 4:2) o a un guerrero 

Histéresis

    Esta figura, que significa «venir más tarde», se usa como una forma especial de histerología, pero no se refiere a relatos conectados, sino que, más tarde, refiere ulteriores detalles de sucesos anteriores, o presenta sucesos que no se narraron en ningún lugar anterior. Con esta figura, el Espíritu Santo añade detalles suplementarios (y, a veces, hechos históricos) de los que no se había hecho mención anteriormente. No cabe duda que, en esta aparente discrepancia histórica, Dios tiene propósitos muy elevados para dicha transposición.

Histerología

    En esta figura, lo que se pone al final debería ir primero, según el orden gramatical. Es, pues, la opuesta a histeropróteron, excepto en que se refiere a la trasposición de sucesos conecta­dos, más bien que de palabras. Se distingue de la histéresis, en que, en ésta última, los acontecimientos no están conectados.


Histeropróteron

     Esta figura tiene lugar cuando lo que debería ir al final (hýsteron = último) va primero (próteros = anterior). Es, por tm una especie de hipérbaton, en que «la carreta va delante de bueyes», como suele decirse. Se usa en la mayoría de los idiomas, pero siendo más bien una figura falta de elegancia, cabría preguntarse si tiene lugar en la Biblia. Sí que se usa en las escrituras, a fin de poner de relieve algo importante. Ejemplos:

La estructura de los vv. Flp 3:18-19 nos lo hará ver mejor:


a. «Porque por ahí andan muchos,

      b. de los cuales os dije muchas veces y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo;

      b. el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza;     

            a. que sólo piensan en lo terrenal.»


    Aquí, en «a» y «a» tenemos los que andan; en «b» tenemos cómo andan; en «b», cómo terminan. De ahí que su andar mina en destrucción, su adoración termina en el vientre, y su gloria termina en su vergüenza.


Homeoptoton

    Esta figura se diferencia de las dos anteriores en que las ter­minaciones no sólo son similares, sino que la semejanza se debe también a las mismas inflexiones de los verbos, nombres etc. El término «homeoptoton» significa «inflexión (gr. Ptosis lit. caída) semejante» (gr. homoíos). Por supuesto, esta figura se halla en las lenguas originales, y no siempre puede observarse en las versiones. Ejemplos:



    Estas terminaciones similares pueden ocurrir, como hemos visto más arriba, en palabras que son completamente diferen­tes. Pero cuando las palabras se derivan de la misma raíz, o cuando salen así no en el lenguaje en que aparecen en el texto, sino en el lenguaje del que son vertidas (ya sea por escrito u oralmente), entonces se trata de la figura que vamos a estudiar a continuación.


Homeoteleuton

    Esta figura consiste en la repetición de las mismas letras o sílabas al final de palabras sucesivas. Es, por tanto, la figura contraria a la aliteración. Veamos un par de ejemplos:

Homónimos hebreos

    Del griego «hornos» = el mismo + «ónoma» = nombre, el vocablo «homónimo» designa palabras que se escriben igual, pero tienen diferente significación. Baste un ejemplo en nuestra lengua castellana: el vocablo «vela» puede significar tres cosas distintas: 

(1) candela; 

(2) lienzo de las naves; 

(3) estado de aten­ta vigilancia.


Veamos ahora una serie de homónimos hebreos:


Azav. Puede significar dejar, como en Gen 2:24 ; Gen 39:6 ; Neh 5:10 ; Sal 49:10 (BH, 11); Mal 4:1 (BH, 3:19).

Puede también significar restaurar, reparar, fortificar, como en Neh 3:8. Que éste es el caso también en Exo 23:5 («ayudar»), se ve por el paralelo Deu 22:4, aunque en éste último se usa el verbo qum = levantarse.

Significa finalmente soltar, como se ve por la frase «ni siervo (atado) ni libre (suelto)», en Deu 32:36 ; 1Re 14:10 ; 2Re 14:26.


Jesed.

Misericordia, como en la mayoría de los casos (v. Gen 24:12 ; 2Sa 7:15 ; 1Cr_19:12 ; 2Cr_6:14 ; Job 37:13 ; Sal 103:4 , Sal 103:8 , Sal 103:11 , Sal 103:17, etc.

Vergüenza, desgracia, reproche, etc., como en Lev 20:17 («es cosa execrable» = vergonzosa); Pro 25:10 («infamia»).


Nesheph.

Oscuridad, como en Job 24:15 ; Pro 7:9 ; Isa 5:11 ; Isa 21:4 ; Isa 59:10 (en estos tres últimos, «noche»); Jer 13:16.

Amanecer o mañana, como en 1Sa 30:17 ; Job 7:4 ; Sal 119:147.


Gaal.

Redimir, como en Exo 6:6 ; Sal 72:14 ; Isa 48:17 , etc.

Rechazar, excluir, profanar, como en Esd 2:62 ; Neh 7:64 ; Neh 13:29 ; Isa 59:3 ; Lam 4:14 ; Sof 3:1 ; Mal 1:7.


Ta'av.

Desear, anhelar, como en Sal 119:20, Sal 119:40, Sal 119:174.

Aborrecer, como en Amós 6:8.


Nakhar.

Juzgar equivocadamente, malentender, etc., como en Deu 32:27 («se envanezcan»; propiamente: «lo interpreten mal»).

Reconocer, como en Job 34:19 («favorece»).

Entregar, como en 1Sa 23:7.


'Asaph.

Proteger, curar, recuperar, etc., como en Num 12:14 , Num 12:15 ; 2Re_5:6 ; Sal 27:10 («me recogerá» = será mi protector).

Destruir o quitar, como en Sal 26:9 (en lugar de «no juntes», «no destruyas»); Jer 16:5 («yo he quitado»).


Pajad.

(1)Tener miedo, como en Deu 28:66; Job 23:15 («tiemblo»). 

(2)    Regocijarse o alabar, como en Isa 60:5 («se maravillará»); Ose 3.5 («con regocijo», mejor que «con miedo»).

'Avon.

Fuerza, como en Gen 49:3; Deut 21:17.

Dolor, pesar, luto, como en Gen 35:18 ; Deu 26:14 ; Ose 9:4 .


Tsiwah.

Mandar. Éste es el significado ordinario del vocablo.

Prohibir, como en Deu 4:23.

Parats.

Crecer, ensancharse, como en Gen 30:43 («se enrique­ció»); Exo 1:12 («crecían»).

Romper, destruir, como en 2Cr 20:37 («ha roto», en vez de «destruirá»).


Idiotismo

    El significado primordial de este vocablo (que admite tam­bién un sentido peyorativo en castellano) es: «la manera pecu­liar de hablar en un determinado idioma» (del griego «idío­ma» = peculiaridad). En realidad, el vocablo puede tomarse en tres sentidos: 

(1) aplicado al modo de hablar del vulgo, en con­traposición al clásico y castizo; 

(2) aplicado al lenguaje pecu­liar de un escritor u orador; 

(3) aplicado al lenguaje de una na­ción o tribu, en contraposición al de otras naciones (lenguas o dialectos distintos). Sólo en el último de estos sentidos es im­portante como figura de dicción. No debe olvidarse que, como ya hemos dicho en otros lugares, aunque el idioma del N. T. es el griego, los redactores humanos eran hebreos, por lo que usa­ban los modismos peculiares del idioma hebreo. Esta es la ra­zón por la que el griego del N. T. se diferencia del griego clá­sico, no porque sea un griego de clase «baja». Estos idiotismos son, pues, hebraísmos.


    Esto nos lleva al problema de las versiones «fieles» de la Bi­blia. Si por «fiel» se entiende lo más ajustado posible al pensamiento del autor, estamos de acuerdo; pero si se entiende «lo más ajustado a la pura letra de la Escritura», no puede seguirse en muchos casos, porque simplemente carecería de sentido. Un sencillo ejemplo servirá para hacer entender esto a un lector de habla española. La frase castellana «tomar el pelo» no tiene sentido en la versión literal inglesa «take the hair», mientras que la frase equivalente a la nuestra en inglés es «pull the leg» = tirar de la pierna, lo cual no tiene sentido en castellano. Un buen ejemplo bíblico (que Bullinger no menciona -todo esto es nota del traductor-) lo tenemos en Pro 23:26, que dice al pie de la letra: «Dame, hijo mío, tu corazón», pero que significa realmente: «Hijo mío, préstame atención», como traduce muy bien la Nueva Biblia Española.


    Lo que venimos diciendo tiene aplicación a vocablos y a fra­ses enteras. Podemos estudiar esta figura dividiéndola en once clases: 

     I. Uso idiomático de VERBOS.

    II. Uso idiomático especial de NOMBRES y VERBOS.

   III. GRADOS DE COMPARACIÓN idiomáticos. 

   IV. Uso idiomático de PREPOSICIONES.

    V. Uso idiomático de NUMERALES. 

  VI. Formas idiomáticas de CITAR.

VII. Formas idiomáticas de PREGUNTAR.

VIII. FRASES idiomáticas.

  IX. Idiotismos que se deben a otras FIGURAS DE DIC­CIÓN.

   X. Cambios en el uso de PALABRAS en griego.

  XI. Cambios en el uso de PALABRAS en castellano.

  XI. Cambios del uso de vocablos en nuestro propio idioma.


      Estos cambios, que son peculiares de cada lengua viva, pue­den observarse comparando las versiones antiguas de la Biblia con otras más modernas. Hay vocablos que se han hecho ya clásicos, como «publicano»; «escriba», «justificación» y mu­chos otros, difíciles de entender para un lector novato. Hasta qué punto, y en qué cantidad, es conveniente ponerlos al día en nuestras versiones, no es asunto de la presente obra.

Inclusión

    Este nombre se da a esta figura porque el escritor u orador se incluye a sí mismo en lo que dice a otros, o incluye a otros en lo que dice de sí mismo, o incluye a muchos en lo que dice de uno. Ejemplos:


    A veces, este cambio por el que se incluye a otros es sólo aparente; es decir, puede que haya cambio con relación al con­texto inmediato, pero no del contexto general del tema, como puede verse por la siguiente estructura sumaria de Heb. caps. 1 y 2:


A. 1:1-2. Dios habla a nosotros. 

B. 2-14. El Hijo es «mejor que los ángeles» (ellos). 

A. 2:1-4. Dios habla a nosotros. 

B. El Hijo es «menor que los ángeles» (ellos). 


    Aquí, Heb 2:1 es, en realidad, continuación de Heb 1:2, y no de Heb 1:14; mientras que Heb 2:5 es continuación de Heb 1:4, y no de Heb 2:4. Así que el cambio de persona es sólo aparente.


Indicación (Omisión de la conclusión)

    En la rama de la Filosofía llamada Lógica, se llama silogis­mo a un argumento compuesto por dos premisas y una conclusion. Por ejemplo:

    Todo hombre es mortal (premisa mayor). 

    Juan es hombre (premisa menor). 

    Luego Juan es mortal (conclusión).


    Pero, si de la Lógica pasamos a la Retórica, hallamos que, a veces, la omisión de la conclusión sirve para dar pábulo a la imaginación y elevar el valor de la conclusión al dejarla implí­cita y permitir que la mente saque por sí misma la consecuen­cia. Los latinos llamaban a esta figura significatio = indicación. No se trata, pues, de una omisión de palabras, como en la elip­sis) ni del sentido, como en la litote o la tapéinosis, sino de la conclusión de un argumento. Ejemplos:

Inserción

    Se usa esta figura cuando, en la descripción de sucesos que pertenecen propiamente a un mismo período de tiempo, uno de ellos es extraído de su Jugar histórico y colocado entre otros dos, los cuales quedan así separados de tal forma que nos toman por sorpresa. Es, pues, una especie de paréntesis histórico, o de tmesis lógica.

Interjección

Esta figura (del latín «inter» = entre + «jacia» = arrojar) es una exclamación interpuesta por causa de algún sentimiento. Pero, si se añade al final del pasaje, es epifanema (v. en su lu­gar); y si es completamente independiente del contexto, es ec­fónesis (v. en su lugar). Ejemplos de interjección (como figura de dicción):

Sal 42:2 (en la B. Hebrea, v. 3). «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.» E, inmediatamente, el salmista expresa su sen­timiento en la siguiente interjección: «¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?» 

Eze 16:23. Este lugar, que ya se ha estudiado como cataplo­cé, cae también dentro de la figura interjección.


Ironía

Esta figura, que significa «disimulo», consiste en expresar un pensamiento de tal forma que significa lo contrario de lo que se dice, no para ocultar su verdadero sentido, sino para darle más fuerza. Cuando la ironía comporta ridículo o despre­cio se llama sarcasmo (del verbo griego sarcázo = desgarrar la carne como hacen los perros al comerla). La figura puede divi­dirse en cinco clases:


I. IRONÍA DIVINA. Cuando es Dios quien habla. 

II. IRONÍA HUMANA. Cuando el que habla es un ser humano.­

III. IRONÍA PEIRÁSTICA. Cuando las palabras no consti­tuyen ironía en el sentido ordinario del vocablo, sino que se usan para poner a prueba a alguien (gr. peiras­tikos).

IV. IRONÍA SIMULADA. Cuando un ser humano usa las palabr;as con disimulo o hipocresía.

V. IRONÍA ENGAÑOSA. Cuando las palabras son pronunciadas, no sólo con disimulo, sino con engaño.­

V. IRONÍA ENGAÑOSA.


Gen 3:4-5. Las palabras de la serpiente son claramente fal­sas, pues Satanás sabía que era todo lo contrario. También Eva debía haberlo sabido, pues eran diametralmente opuestas a la palabra de Dios.

Mat 2:8. Herodes les dice a los magos: «Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.» Esto era comple­tamente falso, puesto que Herodes quería matado, no adorado.


Jaculatoria

Esta figura (del latín «jaculari» = arrojar una javalina), se llama así porque la frase parentética consiste en una brevísima oración, como «¡No lo permita Dios!», «Gracias a Dios», «Ala­bado sea Dios», etc. Ejemplo:


    Ose_9:14. «Dales, oh Yahweh; ¿qué les has de dar?» (lit.). V. también en aposiopesis


(Nota del traductor: No cabe duda de que la oración que Nehemías menciona en Neh_2:4 b, fue una especie de jaculato­ria, pues tenía que contestar al rey en aquel mismo momento.)


Letras de diferentes tipos

Sobre el uso de diferentes tipos de letra en las versiones de la Biblia.


    La práctica de indicar, por medio de diferentes tipos de le­tra, las palabras o frases que no figuran en el texto original, fue introducida, según se cree, por Sebastián Münster, de Basilea (Suiza) en una versión latina del Antiguo Testamento, publica­da en 1534. La primera versión que usó «letra pequeña» dentro del Texto, fue la Biblia de Cranmer, en 1539, aun cuando ésta tenía por objeto distinguir las cláusulas que no aparecían en el texto hebreo o griego, pero que figuraban en las versiones lati­nas; por ejemplo, en Mat_25:1, añade: «y a la esposa», al final del versículo.


    Las versiones posteriores tuvieron menos en cuenta a la Vulgata Latina y retornaron al objetivo original en el uso de la letra cursiva (esto es, letra «corrida»), también llamada «itáli­ca», por usar un tipo de letra que fue dedicado por Aldo Manucio a los Estados de Italia, hacia el año 1500. (Esta misma letra cursiva fue usada, para llenar las lagunas gramaticales del ori­ginal, por Cipriano de Valera y Casiodoro de Reina, y subsistió en nuestras versiones hasta la del año 1960, cuando se suprimió por razones indicadas por el Comité de los autores de tal ver­sión. Ha sido reintroducida en la versión 1977. Nota del traduc­tor.) Con esta letra cursiva se suplen las elipsis del original, así como las palabras necesarias para dar el sentido correcto en las lenguas modernas (figura zeugma).


Litote

    Litote es una figura (del griego litotés = llaneza o sencillez) por la que alguien o algo es disminuido con el fin de poner en alto a otra persona u otra cosa. En esto se diferencia de la fi­gura llamada tapéinosis, pues en esta última lo que se disminu­ye es con el fin de enfatizar su propia grandeza o importancia. En la litote, por tanto, nuestra atención se centra, no en la pe­queñez de la cosa disminuida, sino en la grandeza de aquello con lo que es puesta en contraste.


Macarismo y Bendición 

    Por «bendición» puede entenderse el acto de bendecir o la bendición misma. En este segundo caso, si la bendición comien­za con el vocablo «bienaventurado», se suele llamar macaris­mo, del griego «makários» = dichoso.


    Se abre aquí ante nosotros un ancho campo de estudio. No es necesario que pretendamos aquí agotado. El estudioso de la Palabra de Dios hallará ricos tesoros en la investigación y clasificación de las diversas bendiciones y de los macarismos que contiene la Biblia.


    Véanse, por ejemplos, Num 6:24-26 ; Deu 28:3-6 ; Ecl 10:17 ; Isa 30:18 ; Efe 1:3.


Pueden considerarse también en grupos, como:

Las tres bendiciones de la creación: Gen 1:22 , Gen 1:28 ; Gen 2:3.


    Los macarismos en el libro de los Salmos: Sal 1:1 ; Sal 2:12 ; Sal 32:1 , Sal 32:2 ; Sal 33:12 ; Sal 34:8 (BH, 9); Sal 40:4 (BH, 5); Sal 41:1 (BH, 2); Sal 65:4 (BH, 5); Sal 84:4 , Sal 84:5 , Sal 84:12 (BH, 5,6, 13); Sal 89:15 (BH, 16); Sal 94:12 ; Sal 106:3 ; 

Sal 112:1 ; Sal 119:1-2 ; Sal 127:5 ; Sal 128:1 (BH, 2); Sal 137:8-9; Sal 144:14-15 ; Sal 146:5.


     Los macarismos del Sermón del Monte (Miq 5:3 y ss.).


    Los siete macarismos del Apocalipsis: Apo 1:3 ; Apo 14:13 ; Apo 16:15 ; Apo 19:9 ; Apo 20:6 ; Apo 22:7 , Apo 22:14.


     Además de las bendiciones y macarismos, abundan en la Bi­blia las oraciones, las imprecaciones y las exhortaciones. 


Merismo o Distribución

    Esta figura consiste en la enumeración de las partes de un todo que ha sido anteriormente mencionado. Aunque los nombres con que esta figura se define expresan división, se halla clasificada entre las figuras de adición, porque la distribución de los miembros se lleva a efecto a fin de añadirlos uno a uno, de forma que se pongan mejor de relieve y se amplifique el sentido. Ejemplos:


Mesarquía

  La mesarquía es una figura que consiste en la repetición de la misma palabra (o palabras) al comienzo (gr. arkhé) y al me­dio (gr. mésos) de cláusulas sucesivas. Se diferencia de la aná­fora en que en ésta las cláusulas son independientes; y se pare­ce a la epizeuxis cuando la repetición es muy cercana.

Ejemplos de mesarquía:

   

Mesodiplosis 

     La mesodiplosis consiste en la repetición de una misma pa­labra (o palabras) en medio de cláusulas sucesivas.

Ejemplo de mesodiplosis:

Mesoteleuton

El mesoteleuton consiste en la repetición de una misma pa­labra (o palabras) al medio y al final (gr. teleuté) de cláusulas sucesivas.       

Ejemplos de mesoteleuton:

Metáfora

Esta figura, del griego metaphorá = transferencia, consiste en transferir a una cosa, sin previo aviso, el significado de otra, por cierta analogía que existe entre ambas. Se distingue del si­mil en que éste anuncia de antemano la semejanza por medio del adverbio «como». Por ejemplo, mientras el símil dice: «Toda carne es como hierba» (1Pe 1:24), la metáfora dice: «Que toda carne es hierba» (Isa 40:6). Así que el símil se ajusta más al hecho, pero la metáfora apela mejor a la imaginación y al sentimiento. Recurrimos a la metáfora cuando decimos de una fotografía: «Éste es mi padre», aun cuando la fotografía se ase­meje ya poco al padre real, pues en ella no se trata de «seme­janza», sino de «representación». La figura está siempre en el verbo «ser», el cual expresa una analogía entre el sujeto y el predicado, no una literal identidad. Dicha analogía es, a veces, muy profunda, por lo que su hallazgo es para nosotros entonces una sorpresa. Más aún, una misma metáfora puede aplicarse a dos objetos distintos, y aun contrarios, para representar dos cualidades distintas. Por ejemplo, hallamos que el vocablo «león» se usa, tanto aplicado a Cristo (como «vencedor» -Apo 5:5-), como al diablo (como «devorador», 1Pe 5:8).


Ha de tenerse en cuenta que el hebreo no tiene, en realidad, verbo sustantivo, pues el verbo «hayah» significa propiamente «llegar a ser»; por tanto, ha de suplirse en toda traducción co­rrecta. En cambio, en griego hallamos el verbo eimi (o su su­plente: gínomai) siempre que haya de expresarse en castellano, excepto en lugares en que se omite por hebraísmo, como ocurre en las«Bienaventuranzas» (Mat 5:3 y ss.; Luc 6:20-21). Por con­siguiente, es más fácil discernir una metáfora en el Nuevo Tes­tamento que en el Antiguo.

   Sirvan estos lugares como ejemplos de las numerosas metá­foras que se hallan en el A. T. Añadiremos ahora unos pocos ejemplos del N. T.Mat 5:13. « Vosotros sois la sal de la tierra»; es decir, repre­sentáis con relación a la tierra lo que la sal literal representa con relación a otras cosas, preservando de la corrupción y de la destrucción; exactamente como diez justos, si se hubiesen ha­llado en Sodoma y Gomorra, habrían preservado de la destruc­ción a dichas ciudades.

Los estilos parabólico y apocalíptico se prestan especial­mente al uso de metáforas, como podemos ver en Mat 13:19-23 , Mat 13:37-43 ; Apo 1:20 ; Apo 5:8 ; Apo 16:14 ; Apo 17:9 , etc.

En algunos casos, el propio verbo «ser» expresa literalmen­te un significado, como en Mat 9:13 ; Mat 12:7 ; Luc 15:26 ; Hch 2:12 ; Hch 10:17 , etc.

Por otra parte, cuando se indica que hay un cambio real, no se usa en el N. T. el verbo griego eimí, sino gínomai, equivalen­te al hebreo hayah; por ejemplo, en Mar 4.39 «y se hizo gran calma» -lit.-); Luc 4:3 ; Jua 2:9 ; Jua 16:20 ; Hch 26:28 ; Apo 8:8 , Apo 8:11.

Éste es un argumento más, en favor de la interpretación metafórica de Mat 26:26, Mat 26:28 y paralelos.

  Otras metáforas interesantes pueden verse en Juan 6:35 ; Juan 8:12 ; Juan 10:9 ; Juan 15:5 (donde el adjetivo alethinós = genuino, nos ayuda a descubrir la metáfora); Gal 4:24.


Metalepsis (Doble metonimia)

Esta figura ocurre cuando hay dos metonimias, una inclui­da en la otra, pero sólo una es expresada. El vocablo procede del griego «metá» = después + «leipo» = dejar. Se llama así porque, en ella, falta algo que ha de suplirse mentalmente. Por ejemplo, si decimos que alguien «se ha bebido su casa», no que­remos decir que se haya tragado literalmente algo del edificio, sino que usamos en primer lugar el vocablo «casa» para signi­ficar el dinero que adquirió al venderla; después, mediante una segunda metonimia, mediante el verbo «se ha bebido» damos a entender que se gastó en bebidas el dinero que había adquirido en la venta de la casa. Ejemplos:

      En el Nuevo Testamento, la expresión «la sangre de Cristo» es una metalepsis, porque, primeramente, la «sangre» está en lugar del «derramamiento de sangre»; es decir, por la muerte de Cristo mediante dicho derramamiento; después, el «derra­mamiento de sangre» está en lugar del poder expiatorio que la muerte de Cristo efectuó al morir de esa manera. Por tanto, la perfecta satisfacción por nuestros pecados no fue efectuada por la sangre simplemente en cuanto que consta de los corpúsculos rojos, ni siquiera mediante la muerte de Cristo en cuanto al acto de morir, sino por los méritos de la expiación efectuada por medio de esa muerte. Esto es muy digno de tenerse en cuenta en todos los lugares en que ocurre la expresión, para no entender mallo que la «sangre de Cristo» efectúa; véanse los si­guientes lugares: Rom 3:25 (bien puntuado; lit. «a quien Dios presentó como instrumento de propiciación, por medio de la fe, en su sangre»); Rom 5:9 ; Efe_1:7 ;Efe_2:13 ; Col_1:14 , Col 1:20; Heb 9:12, Heb 9:14 ; Heb 10:19 ; Heb 12:24 ; Heb 13:12 ; 1Pe 1:2 , 1Pe 1:19.


Igualmente, la «Cruz» se usa en lugar de la crucifixión; y la «crucifixión», por la obra llevada a cabo en la Cruz del Calva­rio por Jesucristo en expiación de nuestros pecados. Véanse: 1Co 1:171Co 1:18 (Pablo no predicó la «cruz» sin más, ni siquiera la crucifixión - 1Co 2:2-, sino los benditos resultados de la muerte de Cristo en cruz, así como también la resurrección de Cristo); Gal 6:14 (Pablo no se gloriaba en unos trozos de madera, sino en lo que la crucifixión de Cristo implicó); Col 1:20 (donde «cruz» se usa por «muerte expiatoria en cruz». Ha sido precisamente por forzar el sentido literal de «cruz», como entró en la Iglesia de Roma la adoración de la «cruz»). 


Metástasis

   Del griego «metá» = más allá + «stásis» = estancia, esta figura significa una trasferencia de censura o reproche de una persona a otra.


Metátesis (Antimetábola)

    Como ya dijimos, esta figura repite las palabras en orden inverso, a fin de ponerlas en contraste recíproco. Ejemplos:­

En cambio, en el v. Isa 55:9, las frases guardan su orden natural, siendo así un ejemplo de epánodo doble: uno, por la repetición de las frases; otro, por la repetición de «mis» y «vuestros».

   a. al cual el mundo no puede recibir,

   b. porque no le ve,

        c. ni le conoce;

        c. pero vosotros le conocéis,

  b. porque mora con vosotros,

   a. y estará en vosotros». 

 

1 Jn. 2:18. «Hijitos,

a. ya es el último tiempo

b. y tal como oísteis que el Anticristo viene,

b. aun ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos

a. que es el último tiempo.»

 

2 Jn. 1:6. a. «y éste es el amor, que andemos

              b. según sus mandamientos.

             b. Éste es el mandamiento, tal como lo oísteis...,

               a. para que andéis en éL»

    Otros ejemplos de paralelismo invertido pueden estudiarse en Gen 12:16 ; Deu 16:5-6 ; Deu 28:1-2 ; 1Sa 1:2 ; 1Sa 25:3 ; 2Sa 3:1 ; 1Re 16:22; Pro 30:8-9;Isa 66:3-7; Joe 2:18-21, Joe 2:30 , Joe 2:31 ; Miq 3:12; Miq 4:2; Zac 9:5, etc. Abundan especialmente en los Salmos. Para más detalles, véase también en Paralelismo y Correspondencia.

 

Metonimia

Esta figura (del gr. meta —indicando cambio— y ónoma = = nombre) consiste en el cambio de un nombre por otro con el que el primero guarda alguna relación. Los nombres de las per­sonas se usan, a veces, para designar algo relacionado con ellas. Así decimos: «Es un Murillo», para designar un cuadro pintado por Murillo. Así que la metonimia no se funda en la semejanza, sino en la relación. Cuando de una persona decimos que escribe con mala mano, no queremos decir que su mano sea mala, sino la letra con que escribe.

La metonimia puede ser de cuatro clases: de causa, de efecto, de sujeto y de adjunto.

I. Hay metonimia de causa cuando se pone la causa por el efecto; por ejemplo: el agente, por lo hecho; el instrumento, por el efecto; la acción, por el resultado.

II. Hay metonimia de efecto cuando, por el contrario, se pone el efecto en lugar de la causa.

III.     Hay metonimia de sujeto cuando se pone el sujeto en lugar de algo que le pertenece; como, por ejemplo, el poseedor, por lo poseído; la cosa significada, por el signo.

IV.             Hay metonimia de adjunto cuando, al contrario que en la anterior, lo que pertenece a algo se pone por la cosa misma a la que pertenece.

Algunos gramáticos añaden una quinta clase de metonimia: cuando el antecedente se pone por el consiguiente; pero esto pertenece realmente a la metonimia de causa.

 

El esquema completo de la figura metonimia es como sigue:

I.   METONIMIA DE LA CAUSA:

i.      La persona agente, por la cosa hecha.

ii.     El instrumento, por la cosa efectuada.

iii.   La cosa o acción, por lo producido.

iv.    La materia prima, por algo que se saca, o se hace,   de ella.

II.   METONIMIA DEL EFECTO:

i.      La acción, o el efecto, por la persona agente.

ii.     La cosa efectuada, por el instrumento o causa or­gánica de ella.

iii.   El efecto, por la cosa o acción que lo causa.

iv.    La cosa hecha, por la materia prima de la que se hace.



    III. METONIMIA DEL SUJETO:

i.      El sujeto que recibe, por la cosa recibida.

ii.     El continente, por el contenido

iii.   El poseedor, por la cosa poseída.

iv.    El objeto, por algo que le pertenece o guarda re­lación con  él.

v.     La cosa significada, por el signo.

IV.    METONIMIA DEL ADJUNTO:

i.      El accidente, por el sujeto.

ii.     El contenido, por el continente.

iii.   El tiempo, por las cosas hechas o existentes en él.

iv.    La apariencia de una cosa, por su naturaleza; o: la opinión acerca de la cosa, por la cosa misma.

v.     La acción, o afección, por el objeto de la misma.

vi.    El signo, por la cosa significada.

vii.   El nombre de una persona o cosa, por la persona misma o la cosa.

 

Negación repetida

Esta figura es una especie de sinonimia, consistente en la re­petición de negaciones, a fin de incrementar el énfasis de lo que se dice. Existe en los idiomas modernos, pero tiene un sentido más efectivo en griego. Por ejemplo, en griego hay dos adver­bios para decir «no», que son ou y me. Se diferencian en que el primero sirve para negar un hecho, mientras que el segundo niega una suposición. Esta diferencia puede notarse en lugares como Jua 3:18, donde tenemos ou en la primera frase, y me (las dos veces) en la segunda. Es notable Mat 22:29, donde leemos textualmente: «Erráis, no (gr. me) sabiendo las Escrituras, etc.» Vemos que el adverbio me indica una condición subjetiva, pues, aun cuando sabían la letra de las Escrituras, desconocían la verdad que las Escrituras contenían. Cuando se usan junta­mente ou me, oudé me y oudé ou me, el énfasis es solemne. En realidad, es tan fuerte, que siempre que son hombres los que hablan, siempre resulta falso lo que han dicho. Ejemplos:

En cambio, cuando esta repetición es usada por el Señor, siempre se cumplió lo que él dijo. Ejemplos pueden verse en Mat 5:18 , Mat 5:20 , Mat 5:26 ; Mat 13:14 ; Mat 16:28 ; Mat 18:3 ; Mat 23:39 ; Mat 24:2 , Mat 24:21, Mat 24:34 , Mat 24:35Mat 26:29; Mar 14:25; Luc 6:37; Luc 18:7 , Luc 6:30Luc 21:18Luc 22:18Luc 22:67Luc 22:68; Juan 4:14 , Juan 4:48; Juan 6:35; Juan 8:12 , Juan 8:51 , Jua 8:52Jua 10:5 , Juan 10:28 ; Juan 11:26. Pero hay un pasaje tan importante en el uso de esta figura por el Señor, y de tanta bendición para todo lector bien dispuesto, que lo reservamos para el final:

Solamente queda un lugar en el que la figura es usada, no por un hombre, ni por el señor Jesús, sino por el ángel Gabriel: Luc 1:15, donde le dice a Zacarías con respecto al hijo que le ha­bía de nacer: «de ningún modo (gr. ou me) beberá vino ni licor», Esto también se cumplió (v. Mat 11:18).


Oximoron

Del griego «oxys» = agudo + «morós» = tonto, esta figura consiste en decir algo que, a primera vista, parece necio, pero encierra gran sabiduría. Un buen ejemplo es el famoso dicho latino «estina lente» = date prisa despacio, que ha pasado a nuestro castellano bajo otra forma: «vísteme despacio, que ten­go prisa». La Biblia nos ofrece numerosos ejemplos de esta fi­gura, porque la sabiduría de Dios es considerada necedad por los hombres, pero sobrepasa a todo conocimiento humano. Ejemplos:

 

Palinodia o Retractación

Del griego «pálin» = de nuevo + «odé» = canto, esta figura se usa cuando después de haber censurado o reprendido a una persona o cosa, hablamos bien de ella.

      Se pueden hallar varios ejemplos en las Cartas a las siete iglesias de Apo. caps. 2 y 3.

   Iglesia de ÉFESO: Ap 2:6, después del reproche contenido en los vv. 4 y 5.

       En el Antiguo Testamento, pueden hallarse ejemplos en 2 Cr 15:17; 19:3; Sal 89:33; 106:8, 44.                                                                           

      

Parábola

Del griego «pará» = junto a + «bállein» = arrojar o echar, «parábola» significa, pues, «colocar una cosa al lado de otra, a fin de comparar ambas». Como ya dijimos, la parábola es un sí­mil continuado.

En la versión griega del A. T. (LXX o Septuaginta), ocurre unas 30 veces como traducción del hebreo «mashál», que, en realidad, significa «proverbio». Así puede verse en 1Sa 10:12 ; 1Sa 24:14 (BH, 13). Comp. con Deu 28:37 ; 2Cr 7:20 ; Sal 44:14 (BH, 15); Jer 24:9 ; Eze 12:22 ; Eze 16:44 ; Eze 18:2. V. también en Paremia.

Sobre esta base surgió después el posterior sentido de mas­hal, usado con referencia a cualquier dicho que requiere una explicación. Lo vemos ya en Eze 20:47-49. Cuando el N. T. grie­go menciona una «parábola», se refiere siempre a una historia, real o imaginada, que contiene un significado oculto, sin que deba urgirse en cada detalle el punto de la comparación, ya que el símil se halla generalmente sólo en cierto detalle, pero no en los demás. Ya hemos señalado la forma en que el símil del «león» es aplicado a Cristo y al diablo, pero con referencia a cualidades totalmente diferentes. También Cristo es compa­rado a un «ladrón», no en lo que el ladrón tiene de delincuente, sino en lo que tiene de aparecer inesperadamente.


Para interpretar correctamente una parábola, es menester hallar el objetivo de todo el contexto, la gran verdad que allí se nos presenta y la importante lección que se nos enseña. Los mi­nuciosos detalles en los que la parábola puede ir envuelta no deben ser tenidos en cuenta, a no ser que lo exija el objetivo de, la parábola. Además, hay que distinguir entre la interpretación de la parábola y la aplicación que de ella pueda hacerse. Por ejemplo, en la parábola de las «Diez Vírgenes» (Mat 25:1-12), la interpretación exige que sea colocada en un especial tiempo que precede inmediatamente a la Segunda Venida del Señor, como es evidente por el adverbio de tiempo «entonces» con el que co­mienza. Cualquier otra lección que deduzcamos, como la nece­sidad de velar por nuestra parte, ha de considerarse como una aplicación de la parábola a las circunstancias actuales.

 

Lo mismo digamos de la parábola de la Gran Cena (Luc 14:1-24). La aplicación a cualquier tiempo y circunstancia no debe oscurecer la interpretación literal, la cual hace referencia a los sucesivos ministerios conectados con la invitación a la «gran cena»:

 

(1) Vemos que «un hombre» envió su siervo a los que habían sido invitados de antemano. Esto se cumplió en el ministerio de Pedro

    (Hch. caps. 2 - 7), pues los primeros invi­tados se excusaron de venir.

(2) «El padre de familia» envía a su «siervo» a que salga «por las plazas y calles de la ciudad». Este fue el segundo ministerio de

   Pedro (Hch., caps. 10 -12).

(3) El «señor» envía ahora ,al «siervo» para que salga «a los ca­minos y a los vallados». Este es el ministerio de Pablo a los gentiles

    (Hch.. caps. 13 - 28).

Los sucesos narrados en la parábola pueden ser reales o imaginarios. Pero cuando son imposibles, como cuando árboles o animales nos son presentados hablando, entonces tenemos una fábula. Y cuando la fábula es explicada, tenemos una ale­goría. Esto es lo que ocurre en Jue 9:8 y ss., como ya hemos visto. 

   Sólo resta una advertencia importante acerca del objetivo de las parábolas. El concepto corriente es que tienen por objeto poner las cosas en claro y hacer que lo complicado resulte sen­cillo. Por esta razón, cualquier joven ministro de Dios o el maestro de la Escuela Dominical recurre a las parábolas como si fueran la cosa más sencilla del mundo; mientras que las pa­rábolas tenían por objeto velar las verdades de los ojos de aquellos que «viendo, no ven; y oyendo, no oyen ni entienden» (Mt 13:13). De aquí que estén entre las porciones más difíciles de la Palabra de Dios.


Paradiástole

Esta figura consiste en la repetición de las partículas dis­yuntivas «ni», «o». Es una de las especies de anáfora, y se di­ferencia del polisíndeton en que, en lugar de unir, separa. De ahí que los latinos la llamaran disiunctio = disyunción. Se usa en la Biblia para poner de relieve lo que está escrito para especial instrucción. Ejemplos:

    Eze 34:4. «No fortalecisteis las débiles (ovejas), ni curasteis la enferma,

ni vendasteis la perniquebrada,

ni volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida...»


¡Terrible apóstrofe a los falsos pastores por su infidelidad y negligencia!

Luc 18:29. «y él (Jesús) les dijo: De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa,

o padres,

o hermanos,

o mujer,

o hijos, por el reino de Dios...»

 

   Jua 1:13. «1os cuales no han sido engendrados de sangres (lit.),

ni de voluntad de carne,

ni de voluntad de varón, sino de Dios».

 

De esta forma se pone de relieve que el nuevo nacimiento es obra enteramente de la soberana gracia de Dios.

Rom 8:35. Seis veces se repite aquí la partícula disyuntiva «o», para poner de relieve que la seguridad del creyente no depende de la perseverancia humana, sino de la preservación divi­na (comp. Juan 6:39). En la porción siguiente (vv.Jua 6:38-39), el Apóstol expresa su persuasión en diez miembros, unidos por la dis­yunción «ni», de que no hay nada ni nadie que pueda separar­nos del amor de Dios en Jesucristo.

1Co 3:21-22. El Apóstol describe aquí, repitiendo ocho ve­ces la conjunción griega eite = «ya sea», las riquezas inmensas de todo creyente. ¡Hasta la muerte está a su servicio para bien!

2Ts 2:2. «que no os dejéis sacudir (lit) fácilmente de vues­tro modo de pensar,

                          

                              ni os alarméis,

                             ni por espíritu (supuesta revelación),

                             ni por palabra (supuesto mensaje de Pablo),

                              ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el Día del

                                  Señor ha llegado».

De esta forma, quería el Apóstol enfatizar su deseo de que ningún creyente fuese sacudido, como un barco que ha soltado amarras fuera de tiempo, de la bendita esperanza de «ser reu­nidos juntamente con el Señor», como les había dicho a los te­salonicenses en su primera Carta (1Ts 4:13-18). Se ve que alguien les había engañado, asegurándoles que Pablo había dicho, o es­crito, que el Día del Señor había llegado ya, con lo que sería enorme la turbación de estos creyentes de Tesalónica, al ver que ellos no habían sido «arrebatados juntamente... para salir al encuentro del Señor en el aire» (1Ts 4:17). Por eso, escribe ahora para asegurarles que nunca había dicho ni escrito tal cosa.

La enseñanza del Apóstol Pablo, inspirado por Dios, es muy diferente de la que se ha hecho popular en la cristiandad. La opinión popular es que el Señor no vendrá hasta que el mundo se convierta. La palabra de Dios nos dice que no vendrá hasta que el mundo se pervierta por la apostasía final. La opinión po­pular es que el mundo no es aún suficientemente bueno. La Pa­labra de Dios nos dice que no es todavía suficientemente malo. Falta aún que venga la gran Apostasía y la aparición del Anti­cristo. Véase también, en la figura elipsis, ya estudiada, más in­formación sobre este pasaje.

 

Paradiégesis

 Esta figura (del gr. «pará» = junto a + «diá» = a través de + «hegeísthai» = guiar) consiste en la adición de hechos aje­nos al caso de que se trata, pero que sirven para confirmado.

  

Paraleipsis

Del griego «pará» = junto a + «leipo» = dejar, esta figura es una preterición, por la que el orador o el escritor indica que de­searía callar algo, pero añade palabras que hacen alusión a lo omitido. Tenemos un ejemplo de esta figura en:

Paralelismo

Esta figura es un género de sinonimia y consiste en la repe­tición de iguales, sinónimos, u opuestos, pensamientos (o pala­bras) en líneas sucesivas o paralelas. El paralelismo se divide en siete clases: tres simples, y cuatro compuestas.

I. Simples. Se divide en: sinónimo (progresivo), antitético (opuesto) y sintético (constructivo).

II. Compuestas. Se divide en: alternante, cuando dos líneas se repiten una sola vez (cuatro en total); alternan te repetido, cuando dos líneas se repiten más de una vez; alternante exten­dido, cuando se repiten tres o más líneas; introvertido, cuando la repetición va de los extremos al centro.

I. Paralelismos simples

1. Paralelismo sinónimo.

Tiene lugar cuando el pensamiento es similar en las líneas, y se usan vocablos sinónimos. Ejemplos:

«Ada y Zila, oíd mi voz;

mujeres de Lamec, escuchad mi dicho.

Que un varón maté por mi herida,

y un joven por mi golpe.

Si siete veces será vengado Caín,

Lamec en verdad (será vengado) setenta veces siete.»


 

2. Paralelismo antitético.

Se da cuando las palabras se contrastan en dos o más líneas en oposición mutua. Ejemplos:

   Pro 10:1. «El hijo sabio alegra al padre, pero

                    el hijo necio es la tristeza de su madre.»

   Pro 27:6. «Fieles son las heridas del que ama; pero

               importunos los besos del que aborrece.»

3. Paralelismo sintético.

Se da cuando, mediante el uso de sinónimos, se obtiene un concepto más completo; por eso, se llama también constructivo. Ejemplo:

«La ley de Yahweh es perfecta, que reconforta el alma;

el testimonio de Yahweh es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Yahweh son rectos, que alegran el corazón;

el precepto de Yahweh es puro, que alumbra los ojos.

El temor de Yahweh es limpio, que permanece para siem­pre;

los juicios (lit.) de Yahweh son verdad, todos justos.» 

II. Paralelismos compuestos

1. Alternantes

Se llama así el paralelismo cuando las líneas aparecen al­ternándose de forma que la primera y la tercera líneas (o la se­gunda y la cuarta) se pueden leer, por lo general, de forma con­tinua, mientras que la línea intermedia viene a construir una especie de paréntesis. Estas líneas que se alternan pueden cons­tituir paralelismo sinónimo o antitético. Ejemplos:

Gen 19:25 . Véase mediante la siguiente estructuración:

a. «y destruyó las ciudades,

         b. y toda aquella llanura,

a. y todos los habitantes de las ciudades,

         b. y el fruto de la tierra».

a. «y destruyó las ciudades,

         b. y toda aquella llanura,

a. y todos los habitantes de las ciudades,

         b. y el fruto de la tierra».

 

Deu 32:21. Esta es otra porción cuya estructura es digna de estudio:

 

a. «Ellos me movieron a celos

         b. con lo que no es Dios;

a. Me provocaron a ira

         b. con sus ídolos (lit. vanidades o nulidades);

c. Yo también los moveré a celos

         d. con un pueblo que no es pueblo;

c. Los provocaré a ira

         d. con una nación insensata.»

Lo mismo puede hacerse fácilmente con lugares como Deu 32:4 ; 1Cr 21:22 ; Ext 8:5 ; Pro 24:19-10 ; Isa 1:29-30 ; Isa 9:10 ; Isa 14:26-­27 ; Isa 17:7-8 ; Isa 18:6 ; Isa 31:3 (véase también en pleonasmo); Isa 34:6 ; Isa 51:20 ; Isa 59:5-6 y Isa 61:4 (véase también en epánodo, antimetábola y quiasmo).

Mención especial requiere otro lugar, por la oscuridad exis­tente en el texto hebreo masorético:

Pro 18:24. En este v., ya estudiado bajo paronomasia, el pa­ralelismo se pierde por la oscuridad del original, conforme ha llegado a nosotros. La Masorah registra que el vocablo 'ish (con i breve), que los copistas tomaron por 'ish (con i larga) -que significa «varón»-, aparece tres veces (aquí, en 2Sa 14:19 ­donde no afecta al sentido- y Miq 6:10) en lugar de yesh = hay. A esto se añade la equivocación de las versiones (en general), al suponer que el vocablo l'hithro'e'á procedía de la raíz ra'ah (con la última a breve), que significa «alimentar», en lugar de ra'ah (con las dos a largas), que significa «ser hecho peda­zos», de donde la idea de «arruinarse». Eliminada la equivocación, es observable el paralelismo alternante, con el contraste entre los muchos amigos falsos y el único amigo fiel. Véase:

a. «Hay amigos

    b. para ruina del varón;

a. Pero hay un amigo

    b. más unido que un hermano.»

 

2. Alternancia repetida.

Isa 65:21-22. Véase la estructura de esta porción:

 

a1. «Edificarán casas

   b1. y morarán en ellas;

a2, plantarán viñas

   b2, y comerán el fruto de ellas.

a3. No edificarán

   b3. para que otro habite,

a4 ni plantarán

   b4. para que otro coma. »

También puede notarse la alternancia de contraste entre el v. 21, con sus proposiciones positivas, y el v. 22, con sus propo­siciones negativas.

1Jn 2:15-16. Véase igualmente la estructura de este pasaje:

a1. «Si alguno ama al mundo,

   b1. el amor del Padre no está en él.

a2. Porque todo lo que hay en el mundo...

   b2. no proviene del Padre,

a3. sino del mundo.»

 

 3. Alternancia extendida.

Jue 10:17. Véase en este (y en el siguiente) ejemplo la exten­sión de la alternancia a tres líneas:

 

a. « Entonces los hijos de Amón

   b. se juntaron,

   c. y acamparon en Galaad;

a. asimismo los hijos de Israel

   b. se juntaron,

          c. y acamparon en Mizpá.»

   Mat 6:19-20 :

 

a. «No alleguéis tesoros en la tierra,

   b. donde la polilla y el orín corroen,

   c. y donde los ladrones horadan y hurtan

a. sino allegaos tesoros en el cielo,

   b. donde ni la polilla ni el orín corroen,

   c. y donde los ladrones no horadan ni hurtan» (V. también en epíbole).

 

4. Paralelismos introvertidos

Como ya hemos explicado anteriormente, estos paralelis­mos se dan cuando si, por ejemplo, hay seis líneas, la primera se corresponde con la sexta; la segunda, con la quinta; y la ter­cera, con la cuarta. Si la introversión consiste sólo en palabras (las mismas palabras), se llama epánodo; si en proposiciones, se llama antimetábola; si en el tema o asunto, es quiasmo (v. en sus respectivos lugares).

   Gen 3:19.

               a. Destino:« ... hasta que vuelvas a la tierra»,

                     b. Origen: «porque de ella fuiste tomado».

                     b. Origen: «pues polvo eres»,

               a. Destino: «y al polvo volverás».

    Num 15:35-36:

 

a. «y Yahweh dijo a Moisés:

   b. Irremisiblemente muera aquel hombre;

     c. apedréelo con piedras (lit.)

             d. toda la congregación fuera del campamento.

             d. Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento,

        c. y lo apedrearon con piedras,

   b. y murió,

a. como Yahweh mandó a Moisés.»

 

Sal 115:4-8. Damos la estructura de los conceptos:

a. 4-. Los ídolos.

b. -4. Su fabricación.

           c. 5-. Boca sin habla (singular en hebreo).

                  d. -5. Ojos sin vista (plural en hebreo).

                        e. 6-. Orejas que no oyen (plural).

                             f. -6. Nariz sin olfato (singular).

                       e. 7-. Manos que no palpan (plural).

                d. -7. Pies que no andan (plural).

          c. -7. Garganta sin voz (singular).

   b. 8-. Los fabricantes.

a. Los idólatras.

     Sal 135:15-18. Fácilmente puede verse aquí la semejanza con el ejemplo anterior.

     Isa 6:10. Véase la estructura de este versículo, ya estudiado en poliptoton:

 

a. «Engruesa el corazón de este pueblo,

  b. y agrava sus oídos,

      c. y ciega sus ojos;

         c. no sea que, viendo con sus ojos,

      b. y oyendo con sus oídos,

a. y entendiendo con su corazón...»

Isa 11:4

 

a. «Herirá al opresor

b. con la vara de su boca,

b. y con el aliento de sus labios

a. matará al impío. » 

Es cierto que el texto hebreo corriente lee (1.ª línea) 'erets = tierra, pero ello se debe a un notorio error del copista, pues el vocablo original era, sin duda, 'arits = opresor. La equi­vocación se debe a la semejanza de sonido del alef (') y del ayin ('), pero el paralelismo muestra a las claras que la verdadera lectura es 'arits.

 

Isa 55:8-9. Es notable la estructura de este conocido pasaje:

a. «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamien­tos,

b. ni vuestros caminos mis caminos, dice Yahweh.

b. Pues así como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos,

a.   y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.»

 

Aquí, todo el párrafo está introvertido. En «a» y «a», tene­mos «pensamientos»; en «b» y «b», «caminos». Pero los adjeti­vos posesivos «mis» y «vuestros» están en alternancia con los «pensamientos»: 

c. Mis pensamientos.

        d. Vuestros pensamientos.

c. Mis pensamientos.

        d. Vuestros pensamientos.

Mientras que, en cuanto a los «caminos», están introverti­dos:

 

e. Vuestros caminos.

  f. Mis caminos.

     f. Mis caminos.

e. Vuestros caminos.

Nótese, además, que «a» y «b» son negativos; mientras que «b» y «a» son positivos.

    Isa 60:1-3. Véase la bella estructura de este pasaje:

a. «Levántate,

    b. resplandece; porque ha venido tu luz,

           c. y la gloria de Yahweh ha amanecido sobre ti.

                 d. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tie­rra,

                 d. y oscuridad las naciones;

           c. mas sobre ti amanecerá Yahweh, y sobre ti será vista su gloria.

    b. y andarán los gentiles a tu luz,

a. y los reyes al resplandor de tu amanecer» (de tu «levan­te»).

   Mat 6:24:

 

a. «Nadie puede servir a dos señores;

   b. porque o aborrecerá al uno

c. y amará al otro;

         c. o se adherirá al uno

   b. y menospreciará al otro.

a. No podéis servir a Dios y a las riquezas (lit. Ma­món). 

   Rom 11:21-23. Obsérvese la estructura de esta porción:

 

a. « Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales,

   b. a ti tampoco te eximirá.

          c. Mira, pues, la benignidad

                d. y la severidad de Dios;

                d. la severidad... para con los que cayeron,

          c. pero la benignidad para contigo, si permane­ces...;

   b. pues de otra manera, también serás cortado.

a. y aun ellos (las ramas naturales), si no permanecen en incredulidad, serán

  injertados.» 

La porción se refiere al judío y al gentil en sus diferencias dispensacionales. Por tanto, no ha de interpretarse de la Iglesia, la que, de acuerdo con el cap. 8, no puede ser cortada.

Otros ejemplos breves y fáciles de paralelismo introvertido pueden verse en Exo 9:31 ; Deu_32:16 ; 1Sa 1:2 ; 2Sa 3:1 ; 1Re 16:22 ; 2Cr 32:7-8 ; Sal 76:1 ; Pro 1:26-27 ; Pro 3:16; Isa 5:7 ; Isa 50:1 ; Dan 5:19 ; Mat 7:6 ; 1Co 1:24-25 ; 2Co 1:3 ; 2Co 8:14 y Gal 2:7-8.


Parémbole

    Esta figura (del gr. «pará» = junto a + «en» = en + «bo­lé» = cosa arrojadiza) consiste en una inserción parentética in­dependiente y completa en sí misma; tanto que habría sentido completo si se la separase de la frase o cláusula próxima. Ejem­plos: 

Otras parémboles pueden verse en Hch 2:8-11; Rom 3:27-31; Rom 6:13-17; 2Co 3:7-16; Flp 3:18-19; 1Ti 5:22-23; Heb 12:18-19; 1Pe 3:19-21; 1Jn 1:2. Especial mención merecen:


 

Paréntesis

Esta figura (del gr. «pará» = junto a + «en» = en, den­tro + «títhemi» = poner, colocar) consiste en añadir una frase, completa en sí misma, a manera de explicación necesaria para una buena comprensión del sentido, aun cuando, en lo grama­tical, el contexto podría quedar completo sin dicho paréntesis. La mayoría de los paréntesis están marcados en el propio tex­to, aunque no todos. Cuando el paréntesis queda completo, sin contar con el contexto, se llama parémbole, como veremos luego. 

  (Nota del traductor: Hay otro paréntesis, clarísimo, en el texto sagrado, que Bullinger n9 menciona: la primera cláusula de Apo 20:5; ya que la frase: «Esta es la primera resurrección» debe empalmar con el final del v.  Apo 20:4 , no con lo que la precede.)

 

Paréquesis

Esta figura (del griego «pará» = junto a + «ekhé» = sonido), también llamada paromeosis y parisosis, consiste en la repeti­ción de palabras que son semejantes en su sonido, pero proce­den de diferente idioma. Estos casos se dan en el N. T., aunque no sean observables, ya que la paronomasia, resultante en pa­réquesis, sólo se percibe en el hebreo, idioma en el que estaban pensando los escritores del N. T., todos ellos judíos, con la ex­cepción muy probable de Lucas. Ejemplos:


Paromeosis 

Esta figura, también llamada parómeon, significa «casi se­mejante» (de «para» = junto a, y «homoion» = semejante), y consiste en la repetición de inflexiones que suenan de un modo similar.


Paronomasia

Esta figura consiste en la repetición de palabras que suenan de un modo similar, pero que no tienen necesariamente el mis­mo sentido. El vocablo procede del griego «pará» = junto a + + «onomázein» = nombrar, o poner nombre. Se llama así por­que, en esta figura, una palabra es colocada junto a otra que parece similar, y suena como si fuese una repetición de la pri­mera, pero no es la misma palabra, aunque sea similar o lo pa­rezca. Sirve para centrar nuestra atención en algo importante, precisamente echando mano de esta similaridad; a veces, se nos enseña así una lección notable; otras veces, se nos hace no­tar algún contraste importante. No es fácil conservar la figura en las traducciones. Ejemplos:

 

Patopeya

Del griego «páthos» = sentimiento o pasión + «poieín» = = hacer, esta figura se llama así porque el orador o escritor manifiestan ciertaemoción. Puede ser de cuatro clases: Dos que surgen del agrado:amor y gozo; y otras dos que surgen de la contrariedad: odio y pesar.

 Entre los muchísimos ejemplos que se dan en la Biblia, bas­te con citar Isa 22:4 ; Isa 49:15 ; Jer 9:1 , Jer 9:2 ; Jer 23:9 , Jer 23:10 ;

Ose 11:8 , Ose 11:9 ; Mar 3:5 ; Mar 7:34 ; Mar 10:14 , Mar 10:21 ; Luc 19:41 , Luc 19:42 ; Hch 7:54 ,Hch 7:57 ; 2Co 2:4 ; Gál 4:19 , Gál 4:20 ; 2Ti 1:16-18.

 

140 Peanismo 

Del griego paianismós = el canto del peán (sobrenombre de Apolo, que se le dio por su victoria sobre la serpiente Pitón), el término se usó después para significar cualquier cántico solem­ne de triunfo. Así que la figura consiste en un llamamiento a otros para regocijarse por algo, en lugar de limitarse a expresar­lo como un simple hecho; de este modo, cobra mayor relieve y atrae mejor la atención.

A. 95. Exhortación a las «ovejas» de Israel (v. 7) a llegar­se a la presencia de Yahweh con alabanza (v. 2), porque Yahweh es «Dios grande» y «Rey grande sobre todos los dioses» (v. 3).

   B. a. 96. Invitación a cantar el «cántico nuevo» (v. 1), ante «Yahweh que ya llega... a juz­gar la tierra» (v. 13).

                 b. 97. El Nuevo Canto: «Yahweh reina» (v. 1).   

        B. a. 98. Invitación a cantar el «cántico nuevo» (v. 1), ante «Yahweh, porque viene a juz­gar la tierra» (v. 9).                                                                                             

                    b. 99. El Nuevo Canto: «Yahwehreina» (v.l).           

  A. 100. Exhortación a las «ovejas» de Israel (v. 3) a «ve­nir a la presencia de Yahweh con regocijo» (v. Z),«porque Yahweh es bueno» (v. 5).

Isa 44:23. Cantad loores, oh cielos, porque Yahweh lo hizo... »

Sof 3:14. «Canta, oh hija de Sión; da voces de júbilo, oh Is­rael; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén.» Lue­go viene la razón de este regocijo (hasta el final de la profecía).

Zac 9:9. «Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí que tu rey viene a ti...»

     Luc 10:21. «En aquella misma hora Jesús se regocijó en el es­píritu y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tie­rra, porque ocultaste estas cosas a sabios y entendidos y las has revelado a niños.» V. eneatácresis.

Fil 4:4. «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!» V. en epanadiplosis.

Stg 1:9. «El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación.»

   Las Escrituras abundan en bellos ejemplos de esta figura. V. Sal 57:8 (BH, 9); Isa 42:10 ; Isa 49:13 ;Jer 51:48 ; Apo 18:20 , etc.

 

Perífrasis o circunlocución

    Ambos términos significan lo mismo; el primero, en griego; el segundo, en latín: «hablar dando un rodeo». Se llama así esta figura porque, con ella, se emplean más palabras o frases de las que, a primera vista, parecen necesarias. Pero el texto sa­grado la usa para llamar la atención del lector o describir me­jor la persona o cosa de la que se trata. Cuando la circunlocu­ción se hace con el fin de evitar un lenguaje crudo o irrespetuo­so, la figura se llama eufemismo = buen lenguaje. Sin embargo, comoquiera que esto último implica cambio, el eufemismo será estudiado en la Sección Tercera del presente libro. 

Perístasis

    Cuando la descripción se limita a las circunstancias, se lla. ma peristasis (del gr. «peri» = alrededor +«stásis» = estancia. Ejemplos, en Juan 4:6; Jua 18:18, etc. Si la figura se usa con objeto de impresionar el ánimo por medio de la descripción de las cir. cunstancias, recibe el nombre griego de diasqueue, del verbodiaskeuázesthai = armarse, equiparse o prepararse.

 

Pleonasmo

Esta figura, así llamada del verbo griego pleonázein = ser más que suficiente, ocurre cuando se haya redundancia de pa­labras en una frase. A veces, parece que el sustantivo es super­fluo por hallarse ya su concepto en el adjetivo; otras veces, se usan dos nombres, cuando parecería que basta con uno. Sin embargo, esta redundancia nunca es realmente superflua cuan­do es usada por el Espíritu Santo, pues con ella se nos da un sentido más completo y perfecto de lo que, sin el pleonasmo, quedaría incompleto hasta cierto punto. La figura puede afec­tar a palabras o a frases enteras. Ambas clases se subdividen del modo siguiente:

I. Afectando a palabras: 

   1. Ciertas palabras idiomáticas.

   2. Palabras no idiomáticas.

 

II. Afectando a frases:

1. En forma afirmativa.

2. En forma negativa.

 

Polionimia 

Esta figura, que significa «muchos nombres», ocurre cuan­do a una persona o a un lugar se le dan en la Biblia varios nom­bres. Por ejemplo, en Mat 15:39, se nos dice que Jesús «vino a los confines de Magdalá». En cambio, en Mar 8:10, se nos dice que «se fue a la región de Dalmanuta». No hay contradicción, sino que DALMANUTA es el nombre de la región, y MAGDALA el nombre de la ciudad.

Otro ejemplo es Mt 8:28, donde los habitantes del lugar son llamadas gergesenos, mientras que en Mr 5:1, Lc 8:26 se les llama gadarenos. Caben varias posibilidades: que el mismo lugar tuviese dos nombres, o que dos lugares formasen un lugar más amplio, o que dos diferentes acontecimientos sucediesen en dos lugares diferentes.   

 

Poliptoton

Esta figura consiste en la repetición de la misma parte del discurso con diferentes inflexiones, es decir, diferentes casos de nombres, o diferentes tiempos, modos y personas de verbos. El nombre de la figura procede del griego poly = mucho + ptó­sis = caída (inflexión, caso). La figura, pues, se da en verbos nombres, pronombres y adjetivos. Las distintas divisiones y subdivisiones de poliptoton son como sigue:


I. Verbos

1. Verbos repetidos en diferentes modos y tiempos.

2. Verbos con sus imperativos, o participios:

(a) En afirmaciones fuertes.

         (b) En negaciones fuertes.

3. Verbos con un sustantivo afín.

4. Verbos con otras partes del discurso (poliptoton combi­nado).

II. Nombres y pronombres

1. Nombres repetidos en diferentes casos de declinación.

2. Nombres repetidos en diferente número:

(a) En singular y en plural.

(b) En singular y con dependencia de un genitivo plu­ral.

 

III. Adjetivos

Comenzamos, pues, por la primera división y sus correspon­dientes subdivisiones:


I. VERBOS

 

1. Verbos repetidos en difrentes modos y tiempos.

Gén 50:24. El original dice textualmente: «... mas Dios visi­

tando visitará a vosotros». La repetición del verbo en diferente modo, y el pronombre enfático «a vosotros», tienen aquí por objeto subrayar la certeza de la fe de José en la promesa de Dios, como se nos declara en Heb 11:22: «Por la fe, José, al mo­ ir mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio órdenes acerca ‘de sus huesos.» Es decir: José recordó la promesa que Dios había hecho a sus mayores, y tuvo tal fe en ella que expresó su certeza, por medio de esta figura, en cuanto al cumplimiento de dicha promesa.

abrie. ra los oídos para poder entender el gran cambio dispensacional que estaba a punto de llevarse a cabo.

Había sido predicho en Isa_6:9 que esto había de suceder como una consecuencia de haber cerrado el pueblo sus oídos al mensaje de Dios; y siete veces está registrada en las Escrituras de la Verdad la solemne realización de esta ceguera con que Dios ejercía su severo juicio. Nos limitaremos a enumerar las catorceocasiones en que ocurre la citada expresión:

1. Elías y Juan el Bautista (Mat 11:15).

2. La parábola del sembrador (Mat 13:9; Mar 4.9; Luc 8:8).

3. La luz sobre el candelero (Mar 4:21-23).

4. La parábola de la cizaña (Mat 13:43).

5. Las dos dispensaciones (Mar 7:16).

6. El banquete, el discipulado y la sal (Luc 14:16-35).

7-13. Las Cartas a las siete iglesias (Apo. caps. 2 y 3).

14. La Bestia que sube del mar (Apoc 13:9).

      Mat 13:9 , Mat 13:43. Véase el ejemplo anterior (Mat 11:15).

Mat 19:12. «El que sea capaz de aceptar (lit. dar cabida a) esto, que lo acepte (lit. dé cabida).» El griego dice «khoreín kho­reíto» .

Mar 4:12. V. Mat 13:13.

Mar 4:23. V. Mat 11:15.

Mar 7:16. V. Mat 11:15.

Luc 8:8. V. Mat 13:13.

Luc 14:35. V. Mat 11:15.

Jua 12:40. V. Mat 13:13.


2. Verbos con sus infinitivos y participios.

En este caso, el verbo y su participio se usan en combina­ción, a fin de añadir intensidad al sentido.

Se usa de dos ma­neras:

(a) en fuertes afirmaciones;

(b) en fuertes negaciones. Ejemplos:

(a) En afirmación, o exhortación, fuerte, enfática.

Gen 2:16. La segunda parte del versículo dice textualmente: «De todo árbol del huerto comer comerás.» El infinitivo refuer­za el futuro del verbo. Eva suprimió, en Gen 3:2, dicho infinitivo, sustrayendo así de la palabra de Dios.


(b) En negaciones fuertes.

Gen 3:4. Dice la serpiente: «De seguro que no moriréis» (hebr. lo' moth temuthún = no morir moriréis). De este modo contradecía el diablo enfáticamente la enfática afirmación de Dios en Gen 2:17.

      Exo 5:23. Otro caso de énfasis con la misma negación.


3. Verbos con sustantivo afín.

A veces se usa un verbo combinado con un sustantivo de la misma familia, para dar gran énfasis a una expresión. Ejem­plos:

Gen 1:11. «Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé se­milla» (lit. sembrando semilla). De esta manera se pone de relie­ve que las plantas de toda clase: hierbas, arbustos, árboles, fue­ron creados por Dios llevando su semilla «según su género»; no precedió la semilla al árbol. También fue creada la gallina de forma que pusiese huevos; no fueron creados antes los huevos que se convirtiesen en gallinas. Así que, ya en el primer capítu­lo de la Biblia, la moderna ficción de la «evolución de las espe­cies» queda definitivamente desacreditada.


4. Verbos con otras partes de la oración (Poliptoton combi­nado).

Isa 24:16. El texto dice literalmente: «... ¡Mi desdicha, mi desdicha,. ay de mí! Traidores han traicionado; ycon traición traidores han traicionado». Además de la epizeuxis al comienzo de esta porción, tenemos aquí un poliptoton combinado, ya que todas las palabras vienen de la misma raíz, con el énfasis climático de la última frase «(con) traición han traicionado (los) traidores»; como diciendo: «su traición ha sido realmente abo­minable» .


Polisíndeton 

    Esta figura (del griego poly = mucho, y síndeton = unido con ataduras) consiste en la repetición de la conjunción copulativa "y" al comienzo de frases sucesivas. En realidad, es una especie peculiar  de anáfora. La figura contraria, ya estudiada, es asíndeton (gr, a = no, y síndeton = unido con ataduras). Las leyes gramaticales del castellano (y otros idiomas modernos) dictan que la conjunción "y" se coloque únicamente al final de una frase o de un grupo similar de objetos o sujetos. En hebreo y en griego, por el contrario, dicha conjunción se repite constantemente, aunque con alguna variación: Cuando el Espíritu Santo quiere que no nos detengamos en detalles accesorios, sino que nos apresuremos a llegar a lo más importante, hace que el escritor sagrado suprima la conjunción (asíndeton); en cambio, cuando desea poner de relieve cada uno de los puntos de la porción, hace que se multiplique extraordinariamente la conjunción (polisíndeton). Curiosamente, en un mismo capítulo (Lucas 14), y en relación con las mismas palabras, tenemos conjuntamente un ejemplo de asíndeton (v. 13) y de polisíndeton (v.21), como se advierte en el original, donde leemos literalmente:    

    Versículo 13. "Antes bien, cuando hagas banquete, llama

        a pobres - a mancos - a cojos - a ciegos

    Versículo 21. ".. Sal inmediatamente por las plazas y las calles de la ciudad,

y trae acá los pobres - y a los mancos - y a los cojos - y a los ciegos


 Prosopografía

Esta clase de descripción (del griego «prósopon» = perso­na + «grafia» = descripción) es la representación vívida del ca­rácter o del porte exterior de una persona. Véase, por ejemplo, Mat 3.4, donde se describe el porte exterior de Juan el Bautista. Véase también la gráfica descripción de Yahweh, en Isa 63:1-6, en el día de su venganza (comp., para la recta interpretación de esta porción, con Isa 34:8; Isa 61:2b). También, la descripción de Jerusalén, comparada a una persona a la que se le hace reco­nocer sus propias abominaciones, en Eze 16:4-26 (véase v. 2).

Cuando la descripción está limitada a la apariencia exterior de la persona, la figura se llama eficción. En cambio, cuando dicha descripción se limita a representar el carácter o la moral de una persona, se llamacaracterismo. Si la descripción se re­fiere a los modales, hábitos, caprichos o gestos de una persona, se llama etopeya, de la que tenemos ejemplos en Isa_3:16; Jer_48:3-46; Luc_18:9-14; 1Pe_3:3. Cuando la descripción está limi­tada a los sentimientos, se llama patopeya (del gr. «páthos» = = pasión + «poietn» = hacer). Tenemos ejemplos de patopeya en Isa 22:4 ; Isa 49:15 ; Jer 9:1-2 ; Jer 23:9 ; Jer 31:20 ; Ose 11:7-9 ; Mar 3:5 ; Mar 6:32 ; Mar 7:34 ; Mar 10:14 , Mar  10:21 ; Luc 19:41 ; 2Co 2:4 ; Gal 4:19-20.

Si la descripción se usa para describir o imitar los dichos de otro, con objeto de añadir énfasis, la figura se llama mimesis, que significa «imitación». Véanse ejemplos en Exo 15:9 (v. en asindeton); Sal 137:7 ;Sal_144:12-15 (v. en elipsis); Isa 14:13-14 ; Isa 28:15 ; Ose_14:2-3 ; Eze_36:2 ; Miq_2:11 ; Miq 3:11 . También, en 1Co_15:35 ; Flp 3:4 , Flp 3:5. A veces, se usa una palabra que otra persona suele emplear, y es repetida de forma delicada, pero lo suficien­temente punzante, para servir de correctivo, como, por ejem­plo, en 2Co 10:1, 2Co 10:10.

La descripción de acciones se llama propiamente pragmato­grafia (del gr. «prágma» = acción + «grafia» = descripción). Véanse ejemplos en Joe 2:1-11 , donde se describen hasta los más minuciosos detalles de las acciones del pueblo grande y fuerte que caerá sobre Sión, Mat. 24 y Mar. 13, que describen los eventos de la Gran Tribulación, y Luc 21:12 y ss., que describe los eventos que precederán a dicha Gran Tribulación. Véanse también delicados toques, especialmente en Mar 8:33 ; Hch 6:15 ; Hch 7:55 , Hch 7:56.

 

Proéctesis

Cuando la conclusión se añade por vía de justificación, la fi­gura recibe el nombre de proéctesis (de «pro»= delante + «ék­thesis» = exposición o exhibición). La conclusión se añade, en este caso, como una razón que justifica lo que se acaba de de­cir. Ejemplos:

 

Proslepsis

    Esta figura, que no debe confundirse con prolepsis, y que significa «proceder a tomar algo», consiste en añadir algo que el escritor u orador ha confesado antes que lo ignoraba.


Prolepsis de ocupación

La prolepsis de que aquí hablamos es una figura que consis­te en adelantarse a las objeciones que nos puedan formular a lo que estamos diciendo. Los griegos le daban también los nom­bres de procatalepsis y apántesis. Los latinos la llamaban occu­patio y anteoccupatio = previa ocupación. Todos estos nombres muestran la importancia que esta figura tiene en la argumen­tación.

Hay otra clase de prolepsis, ya estudiada, que tiene que ver con el tiempo; se anticipa a los sucesos futuros, hablando de ellos como si fuesen presentes, pero deja para más adelante la aplicación de las palabras, por lo que también se llama amplia­ción o dilación. En cambio, la prolepsis de que ahora tratamos es una anticipación que tiene que ver con la argumentación, y se distingue de la otra, sobre todo, por el apelativo OCUPA­CIÓN que le añadimos, pues no sólo se anticipa lo que ha de ve­nir, sino que de hecho nos ocupamos de ello, sin dejado para después.

   En este sentido, la prolepsis se divide en dos clases:

(i) ocul­ta; y

(ii) abierta.

     Se llama oculta; cuando la objeción anticipada está expresada (o implícita), pero no contestada; o está contes­tada, pero no expresada claramente. Se llama abierta, cuando está expresada y contestada. Las estudiaremos por separado.

 

Prosapódosis 

Esta figura, que significa «devolución» o «regreso» (gr. «pros» = a + «apó» = de + «dosis» = el acto de dar), consiste en volver a mencionar, a fin de dar una definición o explana­ción, palabras o frases que ya se han mencionado anteriormen­te. Ejemplos: 

 

Prolepsis o Anticipación

Esta figura ocurre cuando se insinúa de antemano lo que se va a hacer y se habla de cosas futuras como si fuesen presentes. También tiene lugar cuando el escritor u orador se anticipa a la objeción que un posible oponente le puede hacer, pero en este caso recibe el apelativo de ocupación, puesto que no sólo insi­núa la objeción que se le puede hacer, sino que realmente se hace con ella, como indica el vocablo «ocupación». En cambio, cuando la prolepsis insinúa algo futuro de lo que no puede ha­cerse cargo de momento, se llama también ampliación, que sig­nifica «dilación». Ejemplos:

Igualmente, los cánticos e himnos de Ap. caps. 4 y 5, así como los juicios del cap. 6, son, en su mayor parte (si no todos) de índole proléptica.

   Sólo mediante el uso de esta figura podemos cantar muchos de los himnos que se contienen en nuestros himnarios, y que ha­blan de las futuras realidades celestes como si la resurrección de los muertos se hubiese llevado a cabo ya.

 

Prosopografia

Esta clase de descripción (del griego «prósopon» = perso­na + «grafia» = descripción) es la representación vívida del ca­rácter o del porte exterior de una persona. Véase, por ejemplo, Mat 3.4, donde se describe el porte exterior de Juan el Bautista. Véase también la gráfica descripción de Yahweh, en Isa 63:1-6, en el día de su venganza (comp., para la recta interpretación de esta porción, con Isa 34:8; Isa 61:2b). También, la descripción de Jerusalén, comparada a una persona a la que se le hace reco­nocer sus propias abominaciones, en Eze 16:4-26 (véase v. 2).

Cuando la descripción está limitada a la apariencia exterior de la persona, la figura se llama eficción. En cambio, cuando dicha descripción se limita a representar el carácter o la moral de una persona, se llama caracterismo. Si la descripción se re­fiere a los modales, hábitos, caprichos o gestos de una persona, se llama etopeya, de la que tenemos ejemplos en Isa_3:16; Jer 48:3-46; Luc 18:9-14; 1Pe_3:3. Cuando la descripción está limi­tada a los sentimientos, se llama patopeya (del gr. «páthos» = = pasión + «poietn» = hacer). Tenemos ejemplos de patopeya en Isa 22:4 ; Isa 49:15 ; Jer 9:1-2 ; Jer 23:9 ; Jer 31:20 ; Ose 11:7-9 ; Mar 3:5 ; Mar 6:32 ; Mar 7:34 ; Mar 10:14 , Mar 10:21 ; Luc 19:41 ; 2Co 2:4 ; Gal 4:19-20.

Si la descripción se usa para describir o imitar los dichos de otro, con objeto de añadir énfasis, la figura se llama mimesis, que significa «imitación». Véanse ejemplos en Exo 15:9 (v. en asindeton); Sal 137:7 ;Sal 144:12-15 (v. en elipsis); Isa_14:13-14 ; Isa 28:15 ; Ose_14:2-3 ; Eze 36:2 ; Miq 2:11 ; Miq 3:11 . También, en 1Co 15:35 ; Flp 3:4 , Flp 3:5. A veces, se usa una palabra que otra persona suele emplear, y es repetida de forma delicada, pero lo suficien­temente punzante, para servir de correctivo, como, por ejem­plo, en 2Co 10:1, 2Co 10:10.

La descripción de acciones se llama propiamente pragmato­grafia (del gr. «prágma» = acción + «grafia»= descripción). Véanse ejemplos en Joe 2:1-11 , donde se describen hasta los más minuciosos detalles de las acciones del pueblo grande y fuerte que caerá sobre Sión, Mat. 24 y Mar. 13, que describen los eventos de la Gran Tribulación, y Luc 21:12 y ss., que describe los eventos que precederán a dicha Gran Tribulación. Véanse también delicados toques, especialmente en Mar 8:33 ; Hch 6:15 ; Hch 7:55 , Hch 7:56.

  

Prosopopeya.

Esta figura (del gr. «prósopon» = persona + «poeín» = ha­cer) consiste en presentar cosas inanimadas o animales como si fuesen personas, a ausentes como si estuviesen presentes, y a muertos como si estuviesen vivos. Los latinos la llamaban personificación; con este nombre ha pasado también a nuestro idioma.

La prosopopeya o personificación puede dividirse en seis gru­pos:

 

I. Miembros del cuerpo humano. Gn 31:35

   II. Animales. Gn 9:5 

  III. Productos de la tierra. Lv 19:23

  IV. Otros objetos inanimados. Gn 4:10

   V. Reinos, países, etc, Is 1:5, 6

                        VI. Acciones humanas, atribuidas a cosas, etc. Gn 4:7


Proterapia 

Esta figura, que significa «tratamiento previo», se usa cuan­do, por precaución, nos conciliamos el favor de otros, con refe­rencia a algo que vamos a expresar. Cuando, en vez de hacerla antes de hablar, se hace al final, la figura recibe el nombre de epiterapia.


Protímesis

Esta figura (del gr. «pro» = delante + «timé» = honor) se usa para poner de relieve la fuerza de una determinada aser­ción, mediante la descripción del orden en que las cosas están o en que los eventos se suceden. Ejemplos:

 

 Proverbio

Esta figura, que los griegos llamaban «paroimía» (de «pa­rá» = junto a + «oímos» = senda, consiste en un «dicho común, trillado -por decirlo así- por el uso que de él hace la gente». Con el vocablo «paroimía»,vierte el griego de la Septuaginta el hebreo mashal, cuya raíz verbal significa «gobernar» o «ejercer control». Es, pues, obvio que hay alguna conexión entre «pro­verbio» y «norma». Esto es lo que significa el Libro de Prover­bios: Es una colección de máximas normativas que, salidas de la pluma inspirada de Salomón y de otros sabios judíos, entra­ron en el lenguaje del pueblo para servirse de ellas en la vida ordinaria. También se llaman «dichos sentenciosos» por la in­fluencia que ejercen en el gobierno y control de la conducta. El vocablo paroimía sale cinco veces en el N. T.: En Juan 10:6, don­de se traduce por «parábola»; y en Juan 16:25 (dos veces), Jua 16:29 y 2Pe 2:22 , donde se traduce por «proverbio».

Los proverbios que se hallan en la Biblia pueden dividirse en tres clases:

(1) Los que son citados como existentes ya en el uso común.

(2) Los que, aunque no se citen como tales, se usaban probablemente ya como expresiones proverbiales; y

(3) los que aparecen por primera vez en las Escrituras, pero que, debido a la profundidad de su significado y a su extensa aplicación, pa­saron después a usarse generalmente como dichos proverbiales.

 

1. Proverbios que se citan como estando ya en uso.

 

     Gen 10:9. «Éste fue vigoroso cazador delante de Yahweh; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Yahweh».

    Núm 21:27. «Por tanto, dicen los proverbistas: Venid a Hes­bón, edifíquese y repárese la ciudad de Sehón», etc. Aquí tene­mos tres estrofas, tomadas de un poema popular, y las tres co­mienzan por la expresión «por lo cual». La primera estrofa (vv.b Num 21:27-28) es una llamada irónica a los amorreos a que reedifi­quen su ciudad de Hesbón, que había sido destruida por los is­raelitas (vv. Num 21:25-26). La segunda (v. Num 21:29) es una profecía de la rui­na de Moab. Y la tercera (v. Num 21:30) es la justificación del «¡ay!» pro­ferido en el v. 29. El v. Num 21:30 es oscuro a causa de la letra «r» al final del vocablo asher. Según la Masorah, éste es uno de los 15 casos en que las palabras aparecen bajo unos puntos que indi­can «texto dudoso». De ahí que, como lectura alternativa de la que aparece en nuestras versiones, dicho versículo puede leerse de esta otra manera: «Les hemos disparado; Hesbón fue des­truida hasta Dibón; las mujeres, hasta Nofa; y los hombres, hasta Médeba.»


2. Proverbios que, aunque no se citan como tales, estaban ya probablemente en uso como expresiones proverbiales.

 

«Como un grano de mostaza» (Mat 13:31 , Mat 13:32 ; Mat 17:20 ; Luc 17:6). Este era, sin duda, un dicho proverbial entre los hebreos (no entre los griegos), para indicar una cosa muy peque­ña.

«Como la arena del mar» (o: «como la arena»). Este dicho se usaba proverbialmente para indicar una vasta multitud que nadie podía contar (Gen 22:17; Gen 32:12; Gen 41:49; Jos 11:4; Jue 7:12. ; 1Sa 13:5;2Sa_17:11; 1Re_4:20, 1Re 4:29; 1Re 5:9; Job 29:18; Sal 78:27Sal 139:18; Isa 10:22; Isa 48:19;Jer 15:8; Jer 33:22; Ose 1:10 -BH, 2:1-; Hab 1:9; Rom 9:27; Heb 11:12; Apoc 20:8). V. también en hipérbole.


 

3. Proverbios que aparecen por primera vez en la Biblia; pero que, debido a la plenitud de su significado y a su extensa aplicación, han pasado a ser de uso común como dichos proverbiales.

Gen 22:14. «Por tanto se dice hoy: En el monte de Yahweh será provisto.»

Deu_25:4 es una porción que se convirtió más tarde en pro­verbio a causa de su brevedad sentenciosa y llena de posibles aplicaciones (v. 1Co 9:9 ; 1Ti 5:18).


Repetición

Esta figura se da cuando la palabra (o palabras) se repite, no en sucesión inmediata (epizeuxis), ni al principio, medio o fi­nal de las cláusulas (como en las tres figuras consideradas re­cientemente), sino con cierta lrregulandad, dentro de la misma porción, únicamente por énfasis o por atraer la atención del lector. Ejemplos: 



Silepsis

Esta figura (del griego «syn» = con + «lepsis», de «lambá­no» = tomar) consiste en un cambio efectuado en las ideas, más bien que en los vocablos, de modo que la concordancia es de tipo lógico más bien que gramatical. Se diferencia de la ená­lage o heterosis en que el cambio no se efectúa en el vocablo, sino en la idea.


Símbolo

Esta figura, del griego «symbolon» = arrojado juntamente, la usaban los griegos para indicar que una parte de un objeto se correspondía con otra; es decir, lo que hoy llamamos «cu­pón» o cosa semejante. Indica, pues, que un objeto representa una verdad moral o espiritual. El término no ocurre en la Biblia, ni se dice en ella que algo haya de usarse en este sentido. El tér­mino que más se le aproxima es «mystérion»; tanto que los llamados «Padres» griegos lo usaban como sinónimo de «sym­bolon», como puede verse en Justino Mártir(Apología, 1, 27, donde lo aplica a Isa 7:14).

Esto es lo que viene a significar, sólo unas tres veces, en el N. T. el término «mysterion»: Efe 5:32 ;Apo_1:20 ; Apoc 17:5 , Apo 17:7 ; siem­pre en el sentido de «signo secreto».

No cabe duda de que existen muchos símbolos en la Biblia, pero su interpretación exige mucha cautela. En realidad, todas las metonimias son, en cierto sentido, símbolos. Por ejemplo, cuando «copa» se usa por bendición (Sal_16:5 ; Sal_116:13); o «ba­rro», por hombre (Isa_64:8, -BH, 7); o «puerta», por poder (Mat 1:1), lo uno es prácticamente símbolo de lo otro.

Los pasos por los que se llega al símbolo son tres:

(1) por metonimia o por metáfora, una cosa se usa para representar otra;

(2) una es usada para indicar implícitamente la otra;

(3) así que­da permanentemente como sustitutiva de la otra en calidad de símbolo de ella. Así, con respecto a la «levadura», tenemos pri­mero la cosa misma que causa la fermentación y, por ello, se prohíbe usada en los sacrificios. Después, por metonimia, se usa para significar lo que está corrompido (1 Co_ 5:6-8). Des­pués, porimplicación, las doctrinas perversas (Mat 16:6). Final­mente se usa en mal sentido, por todo lo que está corrompido de algún modo. De la misma manera, «llave» se usa como sím­bolo de poder y autoridad (Apo 1:18 ; Apoc 3:7 ; Isa_22:22). En Mat 16:19, el poder de abrir las puertas del reino de los cielos (no de la Iglesia) le es confiado a Pedro, y él ejerció este poder al hacer la oferta final del Mesías a la nación de Israel (Hch. caps., 2, 8 y 10). Este poder era intransferible; por ello, no se puede ha­blar, en este sentido, de «sucesión apostólica».


Símil

El vocablo procede del latín «símile» = semejante, ya que esta figura consiste en expresar algo que guarda cierta seme­janza con otra cosa. La figura está expresamente indicada en el texto sagrado: en el hebreo, por la partícula ke (prefijada al vo­cablo siguiente); en griego, mediante las conjunciones has o ka­thós = como.

Además de la diferencia que ya hemos anunciado entre el sí­mil y las otras dos figuras afines (metáfora ehipocatástasis), di­fiere también: de la comparación, en que ésta admite diferen­cias tanto como semejanzas; de la alegoría, en que ésta presenta sólo uno de los dos extremos de la comparación y deja al lector la tarea de hallar el otro; y de la metáfora, en que ésta transfie­re, sin aviso previo, la representación.

Por consiguiente, el símil carece de «pasión», por decirlo así. Es claro, hermoso y ajustado a la realidad, pero frío y pre­meditado. Con todo, tiene la gran ventaja de que no necesita explicación alguna. Los símiles abundan en la Biblia, añadien­do belleza y fuerza al relato.

Sal 1:3. «Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas». El símil nos dice aquí que el varón que medita en la palabra de Dios está seguro, protegido y cuidado, como un ár­bol en un jardín o huerto privados, beneficios de los que no dis­fruta un árbol forestal. V. también en elipsis.

Sal 1:4. «No así los malos, que son como el tamo que arre­bata el viento.» El contraste entre el tamo llevado por el viento, y el árbol «plantado» es de lo más solemne e impresionante. Los dos símiles son los elementos predominantes en la estruc­tura del salmo, como puede observarse fácilmente:

A. a. 1. El varón justo es dichoso por no estar entre los malos.

                  b. 2-3. Comparación: «ke'éts» = «como árbol».

                      c. 3b. Su prosperidad.

            A.              c. 4. Lo contrario: «No así...»

                 b. 4b. Comparación: «kamóts» = «como tamo».

           a. 5. Los malos son castigados por no estar entre los justos.                      

Finalmente, el último versículo forma grupo aparte, con so­lemnidad majestuosa,como explicándonos el motivo de tan tre­mendo contraste. 

Sal 5:12 (BH, 13). «... Como con un escudo lo rodearás de tu favor». ¿Por qué es ese «favor» (la gracia de Dios, que es favor gratuito para los indignos) como un escudo? Porque en el favor de Dios hay «vida» (Sal 30:5 -BH, 6-), «misericordia» (Isa 60:10); seguridad y «victoria» (Sal 41:11 -BH, 12-). Por con­siguiente, la oración de los favorecidos de este modo será la que hallamos en Sal 106:4 . 

Sal 17:8. «Guárdame como a la niña de tus ojos» (comp. con Deu 32:10 ; Zac 2:8).

Sal 131:2. «Sino que me he calmado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma.» Es decir, que no necesita ambicionar nada, así como un niño destetado ya no ansía tomar la leche materna 

Mat 7:24-27. Aquí tenemos un símil magnífico y extenso, que casi llega a ser clasificable como parábola. Es demasiado largo para recitado como un proverbio, y demasiado claro como para necesitar explicación. Nos da con claridad y fuerza una tremenda lección. 

Mat 9:36. «... porque estaban extenuadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor». 

1Pe 2:25 . «Porque erais como ovejas descarriadas (comp. con Isa_53:6), pero ahora os habiés vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas.» Aquí tenemos un símil que está en marcado contraste con el proverbiode 2Pe_2:22 , en que se habla de la «puerca». Tanto las ovejas descarriadas como la puerca «se vuelven», pero las ovejas se vuelven al pastor, mientras que la puerca se vuelve al cieno. También es digno de notarse que el verbo «volverse», en relación con las ovejas, está en la voz pa­siva, mientras que el verbo «volverse atrás», con relación al pe­rro y a la puerca (v. 2Pe_2:21) está en voz activa, dando a entender que las ovejas son constreñidas a volver mediante la fuerza de un poder exterior, mientras que la puerca vuelve al cieno por su propia libre voluntad. V. también en paremia. 

A veces, el símil es gramaticalmente una figura, pero impli­ca en realidad la cosa misma. Ejemplos: 

     Gen_ 25:31. Dice el original: «... Véndeme como en este día tu primogenitura». Lo mismo; en v.  Gen 25:33. 

Núm 11:1. Dice el original: «Y aconteció que el pueblo esta­ba como murmuradores, (era) cosa mala a los oídos de Yah­weh». Aquí el símil es idéntico a la realidad: eran realmente murmuradores. 

Neh 7:2 . «... porque éste actuaba como un varón de ver­dad»; es decir, era fiel y concienzudo. 

Sal 122:3 . «Jerusalén, que está edificada como una ciudad de un conjunto perfecto.» 

Isa 1:7 . «... y asolada (lit. desolación) como asolamiento de extraños». V. en antimeria, y comp. con Isa.13:6. 

Isa 1:9. «Si Yahweh Tsebaoth no nos hubiese dejado un resto pequeño, habríamos llegado a ser como Sodoma, y semejantes a Gomorra.» En el v. siguiente, Dios llama a los líderes religio­sos del pueblo «gobernantes de Sodoma»; y a la nación misma, «pueblo de Gomorra», para demostrar así lo correcto del símil, aplicado a los impíos que se cubrían con la capa de una religio­sidad meramente formalista. 

Ose 5.10. «Los príncipes de Judá fueron como los que des­plazan los linderos»; en efecto, cometieron este delito, cuya gravedad es declarada en Deu 19:14 ; Deu 27:17. 

      Mat 14:5. Dice literalmente: «... porque lo tenían (a Juan) como a profeta»; es decir, lo consideraban verdadero profeta.

Luc 22:44. «y su sudor se hizo como grumos de sangre que bajaba hasta el suelo» (lit.). En efecto, fueron grumos de san­gre. 

Jua 1:14 . «... y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre»; es decir, la gloria que realmente le correspondía al que es el Hijo Unigénito del Padre.

Rom 9:32. «¿Por qué? Porque iban tras ella (la justicia) no por fe, sino como por obras de la ley.»

2Co 2:17. «Pues no somos como la mayoría, que trafican con la palabra de Dios, sino que con sinceridad,como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo»; es decir, ha­blamos real y verdaderamente palabras sinceras, puras y divi­nas.

2Co 3:18. «Y todos nosotros, mirando a cara descubierta, como en un espejo, la gloria del Señor, vamos siendo transformados de gloria en gloria a la misma imagen, como por la ac­ción del Señor, del Espíritu»; es decir, es verdaderamente una obra del Espíritu Santo en nosotros. Su oficio, en efecto, es glo­rificar a Cristo; y los que son conducidos por el Espíritu, se ocupan gozosos en contemplar a Cristo, pues así se van hacien­do más y más semejantes a Él. En realidad, la medida en que «vamos siendo llenos del Espíritu» (Efe 5:18) es la medida en que así nos ocupamos en contemplar a Cristo.

 

A veces, el adverbio «como» va seguido por el adverbio «así», para dar más fuerza, profundidad y claridad a la compa­ración. Ejemplos:

Isa 24:2. «y sucederá

                      como al pueblo,

                                 así al sacerdote;

                      como al siervo,

                                 así a su amo;

                      como a la criada,

                                 así a su ama, etc.»

 

De esta forma, se muestra la universalidad del juicio por el que «la tierra será enteramente vaciada y completamente sa­queada» (v. 3). Aquí vemos una combinación de la figura síncri­sis con esta forma de símil. 

Isa 55:10-11. Véase la estructura de esta porción:

 

a. «Como desciende la lluvia y la nieve

    b. de los cielos,

         c. y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir,

d. y da semilla al que siembra, y pan al que come,

                          

a. así será mi palabra que sale

    b. de mi boca;

           e. no volverá a mí vacía,

                 d. sino que realizará lo que me place, y cum­

                        plirá aquello para que la envié.»

Aquí, en bella comparación, tenemos en a y a las dos cosas que se comparan, la Palabra que se asemeja a la lluvia y a la nieve; en b y b, sus fuentes respectivas; en c y e, su destino: no vuelven de vacío; y en d y d, sufinal próspero, con el cumpli­miento de su respectiva misión.

Otros ejemplos de «como» y «así» combinados, pueden ver­se en: Rom 5:12 , Rom 5:18 , Rom 5:19 ,Rom 5:21 ; Juan 3:14 (que declara el remedio de Rom 5:12), -comp. con  Juan 12:32 -; Juan 14:31 (que nos lleva a Isa 53:7 ; Heb 9:27-28). Después viene la «comisión» y su objetivo: Jua 17:18 ; Mat 8:13 ; Juan 5:26. Dios se revela a Sí mismo y al hom­bre: Isa 55:9 ; Sal 73:22 ; Hch 7:51 ;

Sal_103:15. Dios revela también sus atributos o perfecciones: Sal 103:11-13 ; Juan 15:9. También revela nuestras relaciones y responsabilidades como miembros de un mismo Cuerpo: Rom 12:4 ; 1Co 12:12-13 ;Col 2:6; Col 3:13; 2Co 1:5-7; 1Pe 4:10 ; con la promesa divina de Deu 33:25  e Isa 55:10-11. ¡Ojalá deseemos nosotros hacer la vo­luntad de Dios, como Sal 42:1! (BH, 2).

 

Hay otros símiles cuya fuerza y significación dependen del punto de vista que se mantenga en relación con el dispensado­nalismo:

 

Por una parte, con respecto a los judíos: Exo 24:3 , Exo 24:7 -comp. con Jer 31:32 -; Isa 54:9 ,Isa 54:10 ; Isa 62:5 ; Isa 66:13 ; Jer 33:22; Eze 34:12 ; Rom 4:18 -comp. con Gen 15:5 .

 

        Con respecto a los gentiles: Mat 19:6 ; Mat 24:27 , Mat 24:37-39 ; Hch 15:14 ; 1Co_10:32.

 

         Con respecto a la Iglesia de Dios: Hch 1:11; 1Co 15:22 (Nó­tese el «orden» en los vv. 1Co 15:23-24).

 

Simperasma

Esta figura ocurre cuando la conclusión se añade a modo de breve sumario. En lógica, es la conclusión de un silogismo. Simperasma (del gr. «syn» = con + «peraióo» = llevar a través -o: al otro lado), es pues, como un epítome de las frases o enu­meraciones que preceden. Se distingue del sinatresmo (v. en su lugar), en que se usa al final y como conclusión de lo dicho, mientras que el sinatresmo se usa en el curso de la argumenta­ción y como parte de lo que se afirma. Ejemplos: 


Sincóresis

Esta figura, que significa «consentimiento», se usa cuando hacemos una concesión en un punto a fin de ganar otro. Se di­ferencia de la epítrope (v. más adelante) en que, en esta última, admitimos algo (retóricamente) que es malo en sí, únicamente para reforzar nuestro argumento.

Los latinos la llamaban concessio = concesión, y los griegos tenían- también otro nombre para esta figura: epicóresis = a­cuerdo sobre algo.

 

Síncrisis

Por ser esta figura parecida al símil, ya que consiste en la re­petición de un cierto número de símiles, la ponemos a continua­ción de la figura anterior, ofreciendo unos pocos ejemplos de ella:

«Aunque vuestros pecados sean como la grana,

        como la nieve serán emblanquecidos;

aunque sean rojos como el carmesí,

        vendrán a ser como blanca lana.» 

 

Sinécdoque

Este vocablo, del griego «syn» = con + «ek» = de + «do­khé» = el acto de recibir, describe una figura por la que un vo­cablo recibe de otro algo, por estar asociado con él mediante al­guna conexión, como cuando se toma la parte en lugar del todo o viceversa. Se distingue de la metonimia en que, en ésta, el in­tercambio se efectúa entre dos nombres (o verbos) relacionados, mientras que, en la sinécdoque, el intercambio se efectúa entre dos ideas asociadas. Puede ser de cuatro clases:

  Sinécdoque del género: se pone el género en lugar de la es­pecie.

  Sinécdoque de la especie: se pone la especie en lugar del género.­

  Sinécdoque del todo: el todo se pone en lugar de una parte; y­

  Sinécdoque de la parte: una parte se pone en lugar del todo.

 Estas cuatro clases se subdividen de la manera siguiente:

1. SINÉCDOQUE DEL GÉNERO:

I.   El todo por la mayor parte.

II.  Una proposición afirmativa universal que no se extiende a todos los casos particulares.

III. Una negativa universal que no se extiende a todos los casos particulares.

IV. Universales, en general, por particulares.

V.  Significados amplios, en lugar de otros más es­trictos.

 

11. SINÉCDOQUE DE LA ESPECIE:

i.   Muchos, por todos.

ii.  Un sentido más estrecho, por otro más amplio.

iii.  Nombres propios, por comunes.

iv.  Una especie, por todo el género.

v.   Verbos especiales, por generales.

vi.  Un ejemplo o modelo, por todas las clases.

 

III. SINÉCDOQUE DEL TODO:

i.   Todos, o cada uno, por el todo.

ii. Lo colectivo, por lo particular.

iii.   El todo, por una de sus partes.

iv.    Un lugar, por una parte de él.

v.   Un tiempo, por una parte de él.

IV. SINÉCDOQUE DE LA PARTE:

 

i. Una parte entera de un ser humano, por toda la persona, etc.

ii.     Una parte entera del ser humano colectivo, por la humanidad.

iii. Una parte de una cosa, por la cosa entera. Una parte de tiempo, por todo el tiempo.

 

 

Sineciosis o Cohabitación

Esta figura consiste en la repetición de una misma palabra en la misma cláusula, pero en un sentidoampliado, aunque no diferente. Su etimología es: «syn» = con + oikeiosis» = habita­ción. Se llama así porque las dos palabras aparecen como vi­viendo en la misma casa; pero, en realidad, una tiene un sentido más elevado que la otra, como si debiera vivir en un piso supe­rior.

 

Sinonimia

Esta figura procede del griego «syn» = con + «ónoma» (u «ónyma») = nombre. Consiste en la repetición de palabras que, aun cuando suenen de diferente manera, tienen un significado similar. Los hombres la usan muchas veces innecesariamente. Pero, cuando la usa el Espíritu Santo, es con la intención de que paremos atención en el asunto que pone ante nuestros ojos. Ejemplos: 

                          

Síntesis

    A esta figura se la suele llamar impropiamente metalepsis, ya que ésta sólo se aplica a nombres. En latín se llama constructio praegnans por su densidad, similar a la de la preñez. Po­demos llamarla simplemente síntesis. Ejemplos:


Sínteton o Combinación

Esta figura (del griego «syn» = con + thetos = puesto) con­siste en colocar juntas dos palabras por causa de la costumbre. Por ejemplo: «de palabra y obra»; «principio y fin», etc. Se dis­tingue de la síntesis, en que ésta es una composición formada, no en virtud de la costumbre, sino de la dialéctica. También se distingue de la endíadis, ya que en ésta se usan dos palabras para decir una sola cosa (véanse en sus respectivos lugares). Ejemplos de sínteton:

    Gen 18:27. «... polvo y ceniza».

    Sal 115:13. «A pequeños y a grandes» (comp. Apo 20:12).

    Isa 58:5. «... cilicio (mejor: saco) y ceniza» (también Jon 3:6; Luc 10:13 , etc.).

    Hch 7:22. «Moisés... poderoso en sus palabras y obras.» Hay muchos otros ejemplos de esta figura: «ricos y pobres», «viejos y jóvenes», «pecados e iniquidades», «fe y obras», etc., etc. La figura opuesta es endíadis.

Suspensión

    Es lo que ha venido a llamarse «suspense», y consiste en adiciones mediante las que la conclusión del argumento es una incógnita.

 

Tapeinosis

Esta figura, también llamada antenantiosis, significa «em­pequeñecimiento», y ya hemos dicho que se distingue de la li­tote en que, a diferencia de ésta, tiene por objeto engrandecer la misma cosa o persona que se empequeñece. Antenantiosis significa «contraposición». Cuando se usa en forma de parénte­sis, se llamaanéresis.

La figura se usa en conexión con nombres, verbos y adver­bios, ya sea: (1) positivamente, o (2) negativamente.

1. Positivamente.

 

2. Negativamente.

  Cuando el énfasis se hace por medio de una negación, a fin expresar lo positivo en un grado más elevado, la figura se llama antenantiosis (véase arriba). Así, cuando decimos de al­guien: «no es tonto», queremos decir que «es muy listo». O, cuando decimos: «no está a muchos kilómetros de aquí», que­remos decir que «está al alcance de la mano».

  

Taumasmo

Este vocablo, que significa «asombro», da nombre a una fi­gura que se usa cuando, en lugar de una llana aserción, o de la declaración de un hecho, se expresa en forma de admiración, ya sea explícita o insinuada. Cuando el asombro se expresa en forma de exclamación, se combina con la figura ecfónesis que estudiaremos luego.

 

Tipo

El vocablo tipo proviene del verbo griego typtein = golpear o imprimir una marca. Como figura de dicción, significa una «sombra» (gr. skiá, Col_2:17 ; Heb 10:1) o anticipo figurativo de algo futuro, más o menos profético, que constituye el «antitipo» o realidad prefigurada por el «tipo».

En el N. T., el vocablo griego «typos» adquiere diversos sen­tidos:

1. Señalo marca (Jua 20:25).

2. Figura (Hch. 7:43 ; Rom 5:14).

3. Forma (Rom 6:17).

4. Modelo (Hch_7:44 ; Tit_2:7 ; Heb_8:5).

  5. Manera, estilo, etc. (Hch 23:25, -«términos», en la Rei­na Valera-).

  6. Ejemplo (1Co_10:6 , 1Co_10:11 ; Fil_3:17 ; 1Te_1:7 ; 2Te_3:9 ; 1Ti_4:12 ; 1Pe_5:3).

Los griegos usaban este vocablo para expresar los síntomas de una enfermedad. Galeno escribió un libro de medicina titu­lado «Perí ton typon» = «Sobre los síntomas». En sentido legal, se usaba también para designar un «caso».

Como se verá, el sentido técnico que los teólogos han dado a este vocablo no equivale exactamente a los significados arri­ba enumerados. El que más se aproxima es Rom 5:14, donde se dice que Adán es «figura» (gr. typos) del que había de venir, es decir, de Cristo (Poster Adán).

Así que la mayor parte de lo que los hombres llaman tipos en la Biblia, son meramente ilustraciones, y sería preferible lla­madas así, ya que, de suyo, no enseñan verdades, sino que ilus­tran las verdades que ya están reveladas en otros lugares de las Escrituras.

 

Topografía

Esta figura se llama así (del gr. «tópos« = lugar), porque sir­ve para describir lugares de una manera tan viva que parece que los estamos viendo. Tal es la descripción del Seol en Isa 14:9-12; Isa 30:33; la de los nuevos cielos y la nueva tierra, en Isa 65:17, etc.; Apo 21:1 y ss.; la de la futura gloria de Jerusalén y del país, en Isa 33:20Isa 33:21; Isa 35:6-10 ; Sal 46:5 , Sal 46:6Sal 60:6-9.

En el Sal 89:12, la descripción muestra que los puntos car­dinales se sitúan con referencia a Jerusalén (excepto, quizá, en partes de Ezequiel, escritas en Babilonia). El «Tabor y el Hermón» señalan respectivamente el oeste y el este.

Los nombres de los lugares, en Isa 10:28-32, nos ofrecen el curso de la invasión del país por el rey de Asiria. El «Mar», es decir, el Mediterráneo, es frecuentemente mencionado para describir el oeste, por su situación topográfica (v. Núm 2:18, en el hebreo; Jos 16:5 , Jos_ 16:6; Eze 42:19, en el hebreo). Sin embargo, en Sal 107:3, donde el vocablo hebreo para «sur» es «yam» = mar, la referencia es, sin duda, al Mar Rojo, con lo que se pone maravillosamente de relieve la liberación de Egip­to a través del Mar Rojo. En Sal 72:8, por otra parte, hallamos la expresión «de mar a mar», es decir, desde el Mediterráneo hasta el Mar Rojo y el Golfo Pérsico (comp. con Exo 23:31).

A veces, la descripción de un lugar es añadida para implicar una enseñanza o suministrar información, como en Juan 6:10, «y había mucha hierba en aquel lugar», y en Hch 8:26, «Es un de­sierto», para dar a entender que, para un fiel siervo del Señor, poco importaba si tenía que ejercer su ministerio en una popu­losa ciudad (v.Hch 8:5), dando gozo a las muchedumbres (v. Hch 8:8), o en un desierto para evangelizar a una sola persona (v. Hch 8:26). V. tam­bién Isa_65:17-25; Joe 2:3; Luc 16:24-26; Juan 11:18.


Transición o Metábasis

Esta figura (del gr. «metá» = más allá + «baínein» = ir) se da cuando el orador o escritor pasa de un tema a otro haciendo memoria a sus oyentes o lectores de lo que acaba de decir, y aludiendo breve y escuetamente a lo que podría decirse o que­

da aún por decir. Sin embargo, toma a veces la forma de una transición abrupta. Ejemplos:

1Co 11:16, 1Co 11:17. En el v. 16, alude Pablo a ciertos probables «amigos de discusiones», e inmediatamente pasa a tratar de un nuevo tema: La Cena del Señor. 

1Co 12:31. Después de aludir a «los dones mejores», Pablo anuncia que va a mostrar algo que es «más excelente»: El amor, que viene a ser el tema del capítulo 13.


Zeugma

El nombre de zeugma, que significa «yugo», se da a esta fi­gura por razón de la unión de un verbo con dos sujetos, aun cuando, desde el punto de vista gramatical, se refiere sólo a uno de ellos. Siendo dos los sujetos, habría de requerir cada uno su propio verbo. El zeugma se distingue de la elipsis rela­tiva, en que, en esta última, uno de los dos verbos omitidos per­tenece a la misma cláusula que el otro. Aquí, se omite el segun­do verbo, quebrantando las leyes de la gramática, a fin de fijar nuestra atención en el pasaje y notar que el énfasis recae sobre el verbo que aparece en el texto, sin que nos distraiga el verbo omitido. No es, por tanto, «mala gramática», ya que es legíti­mo aquí el quebrantamiento de la norma general.

Los griegos estudiaron y usaron esta figura con tal perfec­ción, que le dieron diferentes nombres de acuerdo con la posi­ción del verbo o «yugo» de la frase. Tenemos así cuatro formas de zeugma:


1. PROTOZEUGMA: «yugo al principio».

2. MESOZEUGMA: «yugo en el medio».

3. HYPOZEUGMA: «yugo al final».

4. SYNEZÉUGMENON: «yugo en conexión».

 

  1. PROTOZEUGMA 

En esta figura el verbo «en yugo desigual» es colocado al co­mienzo de la frase. Ejemplos:

Gen 4:20. «y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados.» En el original, falta el verbo subrayado, que es preciso suplir, ya que los hombres no habitaban en ganados; pero, con este zeugma, el énfasis se car­ga en el carácter nómada (eso es lo que significa Yabal) de unos hombres que se dedicaban a vagar, más bien que a cuidar de sus ganados.

  2. MESOZEUGMA 

En esta figura el verbo o adjetivo «en yugo desigual» se ha­lla en medio de la cláusula. Ejemplos: 

Mar 13:26. «Y entonces verán al Hijo del Hombre que viene en las nubes con gran poder y gloria.» En el original, el adje­tivo «grande» está colocado entre «poder» y «gloria», sin ma­tizar entre uno y otro, porque lo que aquí se pone de relieve es la «grandeza» de ambos; el énfasis se perdería si se multiplica­sen los adjetivos (véase también vv. Mar 13:40 y MAR 13:42). 

3.HIPOZEUGMA 

Se llama así esta figura, porque el verbo «en yugo» se halla al final de la frase y, por tanto, «debajo» (gr.hypó) de ambos elementos afectados por él. Ejemplo:

Hch 4:27-28. «Porque verdaderamente se aliaron en esta ciudad... para hacer cuanto tu mano y tu designio habían pre­destinado que sucediera.» Aquí el verbo «predestinar» afecta al «designio», no a la «mano» de Dios, ya que la «mano» simbo­liza la ejecución del «designio»; pero se pone aquí delante, por­que (como observa Bengel), fue el poder de su mano lo que fue primeramente manifestado, aunque era una consecuencia de sus ocultos designios (comp. con Hch 2:23; Hch 3:18).

4. SINEZEUGMENON

Recibe este nombre la figura, cuando el verbo está conecta­do con más de dos cláusulas, cada una de las cuales requeriría su propio verbo a fin de completar gramaticalmente el sentido. Ejemplos:

Exo 20:18. Dice el texto: «Y todo el pueblo vio los truenos y los relámpagos, y el sonido de la trompeta y el monte que hu­meaba.» Si se hubiesen multiplicado los verbos en este pasaje, ¡cuánta fuerza habría perdido! El pueblo vio los relámpagos y el humo del monte, pero al omitir el verbo «oír» (el apropiado para lo de los «truenos» y el «sonido de la trompeta»), se nos informa que el pueblo quedó impresionado especialmente por lo que vio, más que por lo que oyó.

Sal 15:1-5. Aquí todas las cláusulas de los vv. 2-5a están conec­tadas con un verbo que aparece en la última frase del salmo: «vacilará» o «se bamboleará»; y, por tanto, están incompletas sin él, pero dan ritmo y agilidad a todo el salmo, cuya estruc­tura es como sigue:

  

A. 1. ¿Quién habitará? (estabilidad).

          B. a. 2. Positivo.

                   b. 3. Negativo.

          B. a. 4-. Positivo.

                      b. -4-5. Negativo.

    A. -5. No vacilará jamás (estabilidad).

 Efe 4:31. El versículo dice textualmente: «Toda amargura, y enojo, e ira, y griterío y maledicencia sea quitada de vosotros con toda maldad.» Aquí un solo verbo griego, aíro (el mismo de Juan 1:29), que significa «levantar, quitar y llevarse consigo», es empleado para afectar a diferentes elementos, aunque no se aplique igualmente a cada uno de ellos. Por ejemplo, la «amar­gura» es opuesta a la «benignidad» del v. Efe 4:32; el «enojo» (gr.«thymos» = mal genio) es opuesto a la «compasión» del v.  Efe 4:32; Y la «ira» (gr.«orgé», que es sentimiento vengativo) es lo con­trario del «perdón» del v. Efe 4:32. El verbo se omite en todos esos elementos, así como en el «griterío», para recalcar todas las cosas que hemos de evitar, más bien que el acto de renunciar a ellas.

Flp 3.10. «A fin de conocerle (a Cristo, v. 8), y el poder de su resurrección y la participación (lit. comunión) de sus padeci­mientos, siendo hecho conforme a su muerte.» El verbo «cono­cer» afecta propiamente a «Él» (Cristo). Los verbos adecuados para las otras frases no están explícitos, a fin de que nuestra atención no se desvíe de lo más importante, que es «conocer a Cristo» y, con ello, llegar a experimentar el poder de su resu­rrección, para lo que es menester compartir también sus pade­cimientos; ¿cómo? haciéndonos semejantes a él en su muerte, con lo que compartimos también su resurrección (v. 11, comp. con Rom 6:5-11). Así que el orden de los vv. 10-11 es como sigue:

 

10. Resurrección.

          Padecimientos.

          Muerte.

11. Resurrección. 

Aunque es la resurrección lo primero que se menciona en el proceso de conocer a Cristo, no se puede alcanzar sin hacerse semejante a Él en los padecimientos y en la muerte, experien­cia de fe de parte del creyente. Entonces es cuando puede conocerse el poder de la resurrección mediante la posesión y la manifestación de una nueva vida; y es que sólo podemos cono­cer a Cristo en aquello que Dios ha hecho que Cristo sea para nosotros, y en aquello que Dios ha hecho que nosotros seamos en Cristo.



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