Figuras Detalles

Figuras de Dicción en la Biblia

Una figura es sencillamente una palabra o frase modelada según una forma especial, diferente de su sentido o uso ordenari. Estas fromas con de uso constante entre los oradores y escritores. Es imposible mantener la conversación más corriente o escribir unas cuantas frases sin hacer uso, al menos inconscientemente, de figuras. A veces decimos: "El campo necesita lluvia"; èsta es una afirmación lisa y llana, fría. Pero también podemos decir: "El campo está sediento"; ya hemos usado una figura. No es cierto literalmente que el campo tenga sed; por eso, es una figura; pero ¡cuán expresiva es la frase! ¡y cuán llenade calor y de vida! Por eso empleamos frases como éstas: "tiene un corazón duro; "tiene una voluntad férrea"; "es un  pasaje escabroso", etc. En todos estos casos, hacemos uso de una palabra que tiene su propio y definido significado, y aplicamos su nombre, sucualidad o su acción a otra cosa con al cual guarda cierta analogía, ya sea por el tiempo, el lugar, lacausa, el efecto, la relación, la semejanza, etc. 

Accismo

    Del latín accído = cortar, pero no por medio, esta figura se da cuando se expresa un rechazo que no es definitivo o es sólo aparente.

Acróstico 

    En general, el acróstico consiste en que las letras iniciales, medias o finales de una composición poética formen un vocablo o frase. Es notable el acróstico latino siguiente:


S  A  T  O  R

A  R  E  P  O

T  E  N  E  N

O  P  E  R  A

R  O  T  A S


  Que significa: «El sembrador Arepón sujeta con trabajo las ruedas.» Lo notable (y sumamente difícil) de esta composición es que la frase se puede leer igualmente: siguiendo las líneas de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de arriba abajo, y de abajo arriba.


     Pero el único acróstico usado en la Biblia consiste en que cada versículo de una porción, o cada porción sucesiva de versículos, comienzan respectivamente por una letra diferente del alfabeto o abecedario hebreo, siguiendo el orden alfabético. Por medio de esta figura, se pone de relieve la especial importancia de ciertas porciones de la Biblia Hebrea, a fin de que nuestra atención se fije en ellas con más interés. Dichas porciones bíblicas son precisamente trece, número que, para los judíos, no indica mala suerte.


Aféresis

    Aféresis es una palabra griega que significa el acto de quitar algo, y se emplea para suprimir una letra o una sílaba al comienzo de la palabra. Así tenemos que la antigua Tesalónica es ahora Salónica; ha desaparecido la primera sílaba.


    En la Biblia tenemos el ejemplo del último rey de Judá, Joa­quín (v. 2Re_24:6 y ss.), el cual es llamado Jeconías (hebr. Yekhonyáh) en su genealogía, según aparece en 1Cr_3:16; pero, en Jer 22:24, cuando Dios declara que lo va a arrancar (v. tam­bién Jer 37:1), su nombre es cortado para que corresponda al acto, y es llamado «Conías».


    Jeconías significa «Yahweh establezca». Al quitarle la prime­ra sílaba, se le quita precisamente el componente «Yah», abre­viatura de Yahweh, y queda así sin la ayuda de Dios para que­dar establecido.


    El piadoso rey Josías, cuyo nombre significa «Yahweh sane», expresó su deseo de que Dios estableciera su reino, po­niendo a su hijo el nombre de Eliaquim (Dios establecerá»), quien fue llamado después Joacim («Yahweh establecerá»), que tiene el mismo significado que el del hijo de éste, y nieto de Jo­sías, Joaquín o Jeconías. Pero las esperanzas de Josías fueron en vano. La familia de Josías es notable por la forma en que los nombres de sus descendientes fueron rotos o cambiados, y el reino mismo acabó en el desastre.


    El texto de Jer 22:4 dice así: «Vivo yo, dice Yahweh, que si Conías, hijo de Joacim rey de Judá, fuera anillo en mi mano de­recha, aun de allí te arrancaría.» Además de la aféresis en el nombre de Jeconías, convirtiéndolo en Conías, es sorprendente en dicho versículo el súbito cambio de la tercera a la segunda persona del singular.


    En el v. Jer 22:30 del mismo capítulo, leemos: «Así dice Yahweh: Escribid lo que sucederá a este hombre (Conías, v.Jer 22:28) privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá.» Este versículo, que contiene una grave maldición profética, ne­cesita ciertas aclaraciones.


    En primer lugar, la frase «privado de descendencia» no sig­nifica que careciese de hijos, pues tuvo siete (v. 1Cr_3:17-18), sino que ninguno de su descendencia según la carne ocuparía el trono de David. Zorobabel, su nieto (v. 1Cr_3:19), llegó a ser gobernador de Judá, después que su abuelo Conías murió en Babilonia (2Re_25:29-30), pero la monarquía no fue restaurada con él.

      En segundo lugar, lo que es aún más importante, la monar­quía de Judá (e Israel), «el trono de David» para gobernar so­bre toda «la casa de Jacob», había de ser restaurada en la per­sona de Jesucristo (v. Luc 1:32-33), pero Jesús no descendía, «se­gún la carne», de Conías, sino sólo según los derechos legales a través de José, esposo de María (v. Mat 1:16), el cual no era el padre físico, sino legal, de Jesús, mientras que, por la línea de María, la madre de Jesús, el Señor descendía físicamente de David, pero no a través de Conías, como puede verse en la ge­nealogía de Luc 3:23 y ss., que es, sin duda alguna, la genealogía física de María, «de la cual nació Jesús, llamado el Cristo» (Mat 1:16). José, pues, no era hijo de Elí (el griego de Luc 3:23 dice: «el de Elí»), sino su yerno. De este modo admirable, Dios dis­puso que pasasen a Jesús los derechos legales a la corona de Is­rael, sin incurrir en la maldición pronunciada contra la descen­dencia física de Conías.


    Las figuras de dicción llamadas síncope (corte en el medio) y apócope (corte al final) no ocurren en la Biblia, aun cuando el griego modifique algunos nombres (por ejemplo, dice Judas en Vez de Judá, que es el correspondiente hebreo). Por consiguiente, no vamos a tratar de ellas aquí.


Alegoría

    Así como la parábola es un símil continuado, así también la alegoría es una metáfora, o una hipocatástasis, continuada. La alegoría, pues, se divide en dos clases: metáfora continuada, como en el Sal. 23; e hipocatástasis continuada, como en el Sal 80:8-15.

    Una alegoría puede, a veces, ser ficticia, sin fundamento en las Escrituras, pero Gal 4:22 , Gal 4:24 nos muestra que una verdade­ra historia, como la narración de Gn. 21, puede ser alegorizada (siempre que esté garantizada por el Espíritu Santo en la Bi­blia misma), sin detrimento de la verdad histórica. Nótese que la alegoría siempre se refiere a un tiempo pasado; en esto se dis­tingue de la profecía, la cual siempre se refiere al futuro.

Aliteración

    Esta figura consiste en la repetición de la misma letra (o sí­laba) al comienzo de dos o más palabras sucesivas. Por ejemplo: Pedro perdió preciosas perlas. Por supuesto, esta figura sólo presenta su belleza en los originales hebreo y griego de las Escrituras, pues es muy difícil reproducirla en la traducción a nuestro idioma. Si alguna vez se da también en castellano, será puramente casual y no comportará énfasis alguno.

    El cántico de Débora en Jueces 5 abunda en ejemplos de ali­teración, que añaden al texto gran fuerza y belleza en el original. Resulta imposible reproducir esta figura en nuestras ver­siones de la Biblia, pero podemos ofrecer al lector alguna idea del uso de esta figura.

    Veamos primero un esquema de la estructura de Jueces 5, antes de presentar unas breves muestras de aliteración en di­cha porción:

  

A. 2-. Alabanza a Yahweh por la vindicación de Israel.

           B. a. -2, 3. Israel. Ofrecimiento voluntario del  pueblo.

                   b. 4-8. Contrastes en la situación del país.

               a. 9. Israel. Ofrecimiento voluntario de los jefes.

                   b. 10, 11. Contrastes en la situación del país.

           B.    b. 12-18. Contraste de actitudes.

               a. 19-22. El enemigo. Asalto y derrota.

                   b. -23-27. Contraste de actitudes.

          a. 28-30. El enemigo. Presunción y decepción. 

  A. 31. Alabanza a Yahweh por la vindicación de Israel.


Breves muestras de aliteración en Jueces 5:


Versículos Jue 5:3-4 : «... Yo cantaré a Yahweh,

Cantaré salmo a Yahweh, el Dios de Israel. 

Cuando saliste de Seír, oh Yahweh, 

Cuando te marchaste...».


Versículo Jue 5:12 : «Despierta, despierta, Débora;

                           Despierta, despierta, entona cántico...»


Versículo Jue 5:23 : «Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Yahweh,

                          Maldecid severamente a sus moradores...»


Amebeon

Esta figura consiste en la repetición de la misma frase o cláusula al final de sucesivas porciones. Procede del griego «amoibe» = cambio, alteración. Ejemplos: 


Ampliación

    Esta figura (del latín ampliare = ensanchar o extender) tiene el sentido técnico de «prolongación en el tiempo». Se le da este nombre porque un epíteto es aplicado a un sujeto (1) antes de haber obtenido la razón para llamado así, o (2) después que tal razón ha cesado. Por ejemplo, el lobo es llamado por su nom­bre, incluso cuando su naturaleza ha sido cambiada (Isa 11:6), mientras que Jesús es llamado por los ángeles «Salvador» cuando acaba de nacer (Luc 2:11).


    La ampliación se distingue de la amplificación (si bien am­bos vocablos proceden de la misma raíz) en que la primera hace referencia a un cambio que ya se ha efectuado, mientras que la segunda ocurre cuando el sentido de una palabra o de una expresión se ensancha y extiende mediante la repetición de las palabras en forma diferente, a fin de alargar el relato y po­ner más de relieve lo que se lleva dicho.


    Así que la ampliación es una forma de epíteto, ya que el nombre sobrevive a través del cambio efectuado. Más adelante, veremos una forma de prolepsis que se distingue de la amplia­ción (en cuanto que ésta se opone a la ocupación), pero sólo con relación al tiempo, y consiste en hablar de sucesos futuros como si fueran presentes, mientras se deja para otra ocasión la inter­pretación de los mismos.

Anábasis

Esta figura, que significa «subida», tiene lugar cuando un escrito o un discurso va aumentando su fuerza o su énfasis. Cuando la figura afecta únicamente a palabras, no al sentido, se llama clímax (ya estudiado). Cuando la gradación es de más a menos, se llama catábasis (la estudiaremos a continuación de la anábasis). Cuando la gradación no es un mero aumento de vehemencia o énfasis, sino que nos conduce de cosas terrenales a celestiales, de cosas mundanas a espirituales, etc., la figura se llama anagoge, que significa «guiar hacia arriba». Ejemplos de anábasis

    Aquí tenemos una triple anábasis, relacionada con paralelismo


1) Primero, los malos en su mente (consejo)

    Segundo, los pecadores, que no sólo piensan, sino que obran, mal.

    Tercero, los burladores , que se glorian en su impiedad y escarnecen a los que obran bien. 


2) Primero está seguir el mal consejo.

    Segundo, adoptar la conducta de los malos. 

    Tercero, hacer causa común (asentarse) con los perversos. 


3) Los primeros representan a los "gentiles" de Sal 2:1

    Los segundos, a los "pueblos" (¿tribus de Israel?) de Sal 2:1b. 

    Los terceros, a los "reyes de la tierra" de Sal 2:2


    Hch 4:27 nos da el cumplimiento: 1) Herodes y Poncio Pilato; 2) los gentiles; 3) el pueblo de Israel. Sobre el salmo 1, v. también en paralelismo, ya estudiado. 

    ¿Por qué esta anábasis? Para dejar bien claro que, cualquiera sea la oposición que se nos haga, hemos de hablar y proclamar la palabra de Dios, ya sea que los hombres la escuchen o no la escuchen (vv. 5, 7), y no hemos de alterar el mensaje por complacerlos. Tampoco hemos de distribuir versiones de la Biblia que hagan decir al texto lo que mejor se adapte al gusto de la gente, sino lo que más se ajuste a la letra y al sentido del original. 

    Con esta anábasis, se pone de relieve la causa primordial del trágico cautiverio tras la desolación de Jerusalén. 

    Véase también en asíndeton

Anacenosis

       Esta figura, que significa «comunicación», se da cuando el que habla apela a la opinión de sus oponentes, como a quienes tienen intereses comunes en cuanto a la materia de que se tra­ta. Si está en forma de pregunta, es una de las especies de eró­tesis.

Anacoluto

Esta figura, del griego «an» = sin + «akoloúthos» = siguien­te, ocurre cuando, en la construcción de una cláusula, hay una especie de inconsecuencia, por omisión de la segunda parte (apódosis) que habría de corresponder a la primera (prótasis). En los escritos meramente humanos, esta inconsecuencia pue­de atribuirse a negligencia, descuido o falta de atención por parte del escritor, pero en el caso de las Escrituras, de las que el Espíritu Santo es el autor principal, no cabe ninguna irregu­laridad; por consiguiente, dondequiera se halle esta figura, ha de ser con el fin de atraer la atención del lector. En algunos lu­gares, un estudio atento y profundo del pasaje demuestra que no hay anacoluto, pues la apódosis o segunda parte de la cláu­sula se halla en otro lugar.


1. A veces, el acusativo aparece en solitario al comienzo de una frase.

No se trata del acusativo llamado «absoluto», sino del que necesita que se le anteponga, en la traducción, la frase prepo­sicional «en cuanto a» o similares.


Luc 21:6. El original comienza: «Estas cosas que contem­pláis...», y, a continuación, añade: «días vendrán, etc.». Así que es menester suplir: «En cuanto a estas cosas que contempláis.» Más sencillo aún: «De estas cosas, etc.»



2. A veces, la primera parte de la cláusula queda interrum­pida por un paréntesis; y, cuando el paréntesis ha pasa­do, la conexión gramatical experimenta un cambio.


Esto es lo que ocurre en lugares como Juan 6:22-24 y Gal 2:6 , Gal 2:7.


3. Otras veces, la construcción cambia repentinamente (sin paréntesis) por alteración de persona; o pasando de participio a otra forma del verbo; o del singular al plu­ral, y viceversa.


Mar 6:11. «Y cualquier lugar que no os reciba ni os escu­chen, sacudid el polvo, etc.» El paso súbito del singular al plu­ral es un anacoluto, el cual se aclara con el final «contra ellos», haciendo referencia al sujeto implícito del «escuchen» (está cla­ro que el lugar, al comienzo de la frase, está sustituyendo a los habitantes del lugar).


          4. Otras veces, la construcción queda interrumpida sin que se complete en forma alguna.

Mar 11:32. Dice textualmente: «Pero ¿vamos a decir: De los hombres? Temían a la multitud.» Los pensamientos de los in­terlocutores quedan aquí interrumpidos y han de suplirse relle­nando la elipsis (véase en su lugar).


5. Algunas veces, el cambio consiste en una súbita transi­ción del estilo indirecto al directo


Mar 6:8-9. «Y les encargaba que no tomasen nada, etc. (estilo indirecto)... y no os pongáis dos túnicas» (estilo directo).


6. Otras veces, el cambio se realiza del estilo directo al indirecto. 


Jua 13:29. «... que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta (estilo directo); o que diese (estilo indirecto) algo a los pobres».



7. A veces, finalmente, se unen en una misma cláusula dos construcciones equivalentes.


Esto no necesita aclaración, pues el estudioso de la Biblia las puede analizar fácilmente por sí mismo. Por ejemplo: Gen 35:3 ; Jos 23:16 ; Jue 16:24 ; Neh 10:30 ; Mar_6:7 ; Mar 1:1 ; Rom 12:4 ; 1Co_14:5 ; Efe 5:27 , Efe 5:33 .


Anacóresis o Regresión

Esta figura, que significa «retirada» (de «aná» = atrás + «khóresis» = retirada) consiste en volver al tema anterior, después de una digresión. Los griegos la llamaban también epa­naclesis (de «epí» = encima + ((aná» = atrás + ((klésis» = lla­mada), el). el sentido de volver al punto principal después de una excursión o digresión.

Todo buen estudioso y observador hallará ejemplos de esta figura. Mencionaremos únicamente dos:


Anadiplosis

    Esta figura consiste en la repetición de la misma palabra o frase al final de una cláusula y al comienzo de la siguiente. También se la llama epanástrofe (del gr. epí = sobre + aná = de nuevo + strépho = volver).


    La Mesorah ofrece también aquí dos listas, que hemos incluido en los ejemplos, marcándolas con asteriscos. La figura se pierde con frecuencia en nuestras versiones. Para conservarla, trataremos de ajustarnos lo mejor posible al original. 


Anáfora

    Esta figura consiste en la repetición de una misma palabra al comienzo de frases sucesivas, añadiendo así peso y énfasis a las afirmaciones que en ellas se hacen. Algunos ejemplo:

    Esta misma figura se repite en los vv. 16-19, pero allí no se repiten bendiciones, sino maldiciones. 

     Esta figura está en contraste con la de los vv. 9-11, llamada epístrofe (véase en su lugar), por la que se repiten los finales, no los comienzos de las líneas. Otros ejemplos similares, en Sal 121:7-8; 122:6-7; 123:2-3; 124:1-2. 3-5; 126:2; 127:1; 128:5-6; 129:1-2. 


Anámnesis

    Del griego «aná» = de nuevo + «mimnéskein» = recordar, esta figura se usa cuando el curso de una exposición directa se suspende para expresar un recuerdo. Es un método muy efec­tivo para poner de relieve lo que queremos imprimir en la men­te de los destinatarios del escrito o del discurso.

Un ejemplo interesante, ya mencionado en epitrecon e hipér­bole, es:


    La figura ocurre al comienzo de la parte dispensacional de la Epístola a los romanos. V. en correspondencia.


Anantapódoton 

IV. Cuando toda la cláusula es omitida en un pasaje


1. Cuando se omite el primer miembro de la cláusula

 

2. Cuando se omite el segundo miembro de la cláusula


        El nombre específico de esta elipsis es  anantapódoton. Ejemplos:

En el original, falta la segunda parte de la segunda cláusula del versículo.

3. Cuando falta el término de una comparación. Ejemplos: Ro 7:3; 1 Ti 1:3-4; 2 Ti 2:20.  


Anástrofe

    Esta figura (del gr. «aná» = de nuevo + «stréphein» = vol­ver), recibe su nombre de la trasposición de una palabra fuera de su orden normal en una cláusula. Es, pues, una especie de hipérbaton, pero que afecta sólo a una palabra, en vez de a va­rias. Los griegos la llamaban también parálage; y los latinos, in­versión.

Anéresis

    Esta figura (del gr. «aná» = arriba + «hairéo» = llevarse) es un paréntesis por medio del que, con una expresión negativa, parece que quitamos algo del sentido, cuando en realidad le añadimos algo y lo ponemos de relieve. Es la misma figura que tapéinosis (v. en su lugar), pero usada parentéticamente. 


Ánesis

    Cuando la conclusión se añade para disminuir el efecto de lo que se ha dicho, la figura recibe el nombre de ánesis, que sig­nifica relajamiento o abatimiento, y es lo contrario de epítasis. Ejemplo:

Anfibología

    Esta figura (del gr. «amphí» = a ambos lados + «bó­los» = algo que se arroja + «lógos» = palabra) significa que una palabra o frase se puede interpretar de dos maneras. No es sinónimo de ambigüedad, pues en el caso de esta última, el sen­tido es simplemente incierto o equívoco, mientras que en la an­fibología ambos sentidos son absolutamente verdaderos. La fi­gura ocurre muchas veces en la Biblia y, en realidad, todas las profecías participan, más o menos, de este carácter. Son pala­bras del Dios que era, es y será; de aquí que sus palabras ten­gan una plenitud de referencia y significado que no puede ser agotada por una sola interpretación. Por eso, una profecía pue­de ser verdadera simultáneamente con referencia al pasado y al futuro, en cuanto a que hay parte de verdad en ambas direccio­nes, pero resultan falsas cuando se sustituye la una por la otra, o se toma la parte por el todo.

Anfidiortosis o Doble Corrección

    De «amphí» = por ambos lados + «diá» = a través de + + «orthoún» = enderezar, esta figura se llama así porque es una corrección, pero no sólo con referencia al sentido que le da el que habla, sino también con referencia a los sentimientos del que escucha. Hay otra figura similar, llamada prodiortosis, usa­da en la argumentación, la cual se distingue de la anfidiortosis en que en ésta la corrección se hace antes que el oyente o el lec­tor se sienta desconcertado, mientras que la prodiortosis es una preparación para el desconcierto que va realmente a llegar.

    Algunos confunden ambas figuras, pero hay una clara dis­tinción entre ellas.

Antanaclasis

    Esta figura consiste en la repetición de la misma palabra en la misma cláusula, pero con diferente sentido. Por ejemplo: «Hace poco tiempo, hacía mal tiempo.» En el primer caso, la palabra «tiempo» pertenece a la cronología; en el segundo, a la metereología.

Anteisagogé

Así llamaban los griegos (de «antí» = en lugar de + «eis» = hacia + «ágein» = conducir o traer) a una figura por la que se responde a una pregunta con otra pregunta. Tam­bién la llamaban antikatállaxis = contrapeso, yanthypophorá = réplica a una objeción. Los latinos la llamaban compensa­tio = compensación. Ejemplos:

Antenantiosis (Tapeinosis)

    Esta figura, también llamada antenantiosis, significa «em­pequeñecimiento», y ya hemos dicho que se distingue de la li­tote en que, a diferencia de ésta, tiene por objeto engrandecer la misma cosa o persona que se empequeñece. Antenantiosis significa «contraposición». Cuando se usa en forma de parénte­sis, se llama anéresis.

    La figura se usa en conexión con nombres, verbos y adver­bios, ya sea: (1) positivamente, o (2) negativamente.


1. Positivamente.


2. Negativamente.

     Cuando el énfasis se hace por medio de una negación, a fin expresar lo positivo en un grado más elevado, la figura se llama antenantiosis (véase arriba). Así, cuando decimos de al­guien: «no es tonto», queremos decir que «es muy listo». O, cuando decimos: «no está a muchos kilómetros de aquí», que­remos decir que «está al alcance de la mano».


  Antífrasis

    Esta figura (del gr. «antí» = contra + «phrásis» = expre­sión) se llama así porque una palabra o frase se usa en un sen­tido opuesto al que tiene en su origen. Por ejemplo, cuando a un tribunal de justicia se le llama «tribunal de venganza». Par­ticipa, pues, del concepto de ironía, pero se diferencia de ésta en dos cosas: 

(1) la antífrasis se usa en palabras o frases sueltas, mientras que la ironía se usa en frases conectadas; 

(2) la antí­frasis afecta al sentido de las palabras, mientras que la ironía afecta a la aplicación de las palabras.

Antimeria

    El vocablo antimeria se deriva del griego «antí» = contra, o en lugar de + «meros» = parte, y significa que se usa una parte de la oración (es decir, del lenguaje) por otra. Por ejemplo: un sustantivo por un verbo, o un verbo por un sustantivo, etc. Las distintas clases de antimeria son las siguientes:


 I.   Del verbo:

 II.   Del adverbio:


 III. Del adjetivo:


 IV. Del sustantivo:

 I.   ANTIMERIA DEL VERBO

        1. El infinitivo por un sustantivo.

        2.  El participio activo por un sustantivo.


 II.    ANTIMERIA DEL ADVERBIO

        1. El adverbio por el sustantivo.

 

        2. El adverbio por un adjetivo.


 III ANTIMERIA DEL ADJETIVO

        1. Un adjetivo por un adverbio.


        2. Un adjetivo por un sustantivo.


IV ANTIMERIA DEL SUSTANTIVO


     2. Un sustantivo por un adverbio.


     3. Un sustantivo por un adjetivo.

    Con frecuencia, los vocablos «circuncisión» e «incircuncisión»  significan «personas circuncidadas» y «no circuncida­das» respectivamente. También el vocablo griego «anáthema», que significa «voto u ofrenda prometida», se usa en lugar de «persona o cosa maldita».


     4. Un sustantivo (repetido) por un adjetivo.

    A veces, se repite un sustantivo para expresar el adjetivo en grado superlativo. Esta figura entra también dentro de la lla­mada epizeuxis. Ejemplo:


     5. Un sustantivo (en régimen) por un adjetivo.

    La expresión «en régimen» significa que el uno gobierna al otro en genitivo; entonces, el segundo vocablo (a veces, dos vo­cablos) se convierte en adjetivo. En efecto, el modo natural y ordinario de cualificar a un sustantivo es por medio de un ad­jetivo. Pero, si se desea colocar el énfasis en el adjetivo, se hace por medio de esta particular especie de antimeria. Por ejemplo, si queremos destacar el adjetivo «poderosos» en la frase «ánge­les poderosos», usaremos un sustantivo en lugar del adjetivo «poderosos» y diremos: «ángeles de poder». Es importante que el lector conozca cuándo y dónde está el énfasis, puesto que no todo genitivo es un caso de antimeria (v. el Apéndice B: «Sobre el uso del genitivo»). Damos a continuación varios ejemplos de antimeria, donde se usa un sustantivo en genitivo (en régimen) en lugar de un adjetivo:


Los Nombres Divinos forman clase aparte.

Los nombres de Dios: «Dios» (hebr. El o Elohim) y «Yahweh» se usan, a veces, en régimen de genitivo, como adjetivos, con énfasis en la Deidad, o implicando lo que es infinitamente grande, alto, poderoso, glorioso o hermoso. Ejemplos:

Gen 23:6. «... eres un príncipe de Dios»; es decir, un príncipe poderoso.

Gen 30:8. «Con luchas de Dios»; es decir, con esfuerzos y lu­chas sobrehumanos; con todas mis fuerzas.

Exo 9:28. «... los truenos (lit. voces) de Dios»; es decir, true­nos muy sonoros (comp. con 1Sa 14:15).


El nombre de Dios se usa también igualmente en dativo.

Rut 2:20. «... Sea él bendito para Yahweh» (lit.); es decir, bendito de Dios en todas las cosas. Igualmente en Rut 3:10 : «Bendita seas tú para Yahweh.»

Jua 3:3. «Y era Nínive una ciudad grande para Dios» (lit.); esto es, una ciudad extremadamente grande.

Hch 7:20. «... nació Moisés, y fue hermoso para Dios» (lit.); es decir, divinamente hermoso.

2Co_10:4. «porque las armas de nuestra milicia no son car­nales, sino poderosas para Dios» (lit.); es decir, inmensamente poderosas.

El vocablo «hijos», con un sustantivo en régimen, es hebraísmo.

La palabra «hijo», si va cualificada por otro sustantivo, de­nota la naturaleza y el carácter de la persona o personas así llamadas, e incluso su origen; por ejemplo: «hijos de Be-lial» = personas diabólicas (v. Deu 13:13; Jue 19:22). Igualmen­te tenemos:

«Hijos de bravura» (2Sa 2:7 ; 1Re 1:52) . = hombres valien­tes.

«Hijos de la fianza» (2Re 14:4) = rehenes.

«Hijos del aceite» (Isa 5:1) = fértil.

«Hijos de la luz» (Luc 16:8 ; Juan 12:36 ; Efe 5:8 ; 1Ts 5:5) = personas iluminadas desde lo alto.

«Hijos del diablo» (1Jn 3:10 ; Hch 13:10 . Comp. con Juan 8:44).

«Hijos de ira» (Efe 2:2).

«Hijos de este mundo (lit. siglo)» (Luc 20:34); es decir, per­sonas cuyo estilo de vida es modelado por el espíritu del mun­do actual.

«Hijos de la resurrección» (Luc 20:36); es decir, resucitados de entre los muertos.

«Hijos de desobediencia» (Efe 2:2) = desobedientes en ex­tremo.

«Hijos de obediencia» (1Pe 1:14) = hijos obedientes.


En general, las expresiones: «hijo de hombre» (no: «El Hijo del Hombre» —aplicable sólo al Mesías), «hijos de los hom­bres», son modismos hebreos (hebraísmos) para designar a los seres humanos, distintos, por una parte, de los brutos animales y, por otra parte, distintos de los seres angélicos y, sobre todo, de Dios.

La expresión hebrea «Beney Ha-Elohim» = «los hijos de Dios», se usa seis veces en el A. T. con referencia a los ángeles: Job 1:2 ; Job 2:6 ; Job 38:7 ; Sal 29:1 ; Sal 89:6 y Dan 3:25 . Se discute si en Gen_6:2, esa misma expresión se refiere también a los ángeles, a la vista de 2Pe_2:4-9, Jud 1:6-7 (e incluso, según algunos, 1Pe_3:18-20) y del códice A de la Septuaginta (LXX), que lee «ánge­les de Dios», o si se refiere a los descendientes de Set, en con­traste con «las hijas de los hombres» (Gen 6:2-4), definidas así como descendientes de Caín. En Ose 1:10 (Biblia Hebrea, 2:1) hallamos «hijos del Dios viviente», pero aquí la expresión he­brea es «Beney 'el-jay».


6. Un sustantivo (en régimen) por un adjetivo.

Cuando el primer sustantivo, en régimen, en lugar del segun­do, se cambia usándose en lugar del adjetivo, la figura se llama hipálage (v. más abajo).


7. El primero de dos sustantivos (ambos, en régimen), usado en lugar de un adjetivo.

Cuando dos sustantivos están en régimen, y sólo uno de ellos es usado en lugar de un adjetivo, es, a veces, el primero el enfatizado, como en los ejemplos siguientes:

Gen 17:4-5. «... padre de muchedumbre de gentes (o: nacio­nes)». El énfasis recae en muchedumbre», como se ve por Rom 4:17.

Hch 7:30. «... en la llama de fuego de una zarza»; es decir, en la llama de una zarza ardiente.



8. El segundo de dos sustantivos (ambos, en régimen), usado en lugar de un adjetivo.

Gen 9:5. «... de mano de un varón de su hermano (lit.) de­mandaré la vida del hombre»; es decir, de mano de su prójimo (hermano de raza).

Rom 8:3. «... en semejanza de carne de pecado»; es decir, se­mejanza de carne pecadora.

Col 1:11. «... conforme a la potencia de su gloria»; es decir, conforme a su potencia gloriosa.

Col 1:13. «...y trasladado al reino del Hijo de su amor» (lit.); es decir, al reino de su Hijo amado (v. Mat 3:17).


9. Uno de dos sustantivos que están en el mismo caso (pero nno en régimen), usado en lugar de un adjetivo.

Cuando dos sustantivos van unidos por una conjunción en el mismo caso, uno de ellos (generalmente, el segundo) es usado enfáticamente en lugar de un adjetivo. Ejemplo:

Hch 14:13. «... trajo toros y guirnaldas»; es decir, trajo toros enguirnaldados. Aquí entra también la figura endíadis (véase en su lugar).


10.    Un sustantivo (en régimen) en lugar de un adjetivo en grado superlativo.


    Cuando el segundo sustantivo es el genitivo de plural del mismo sustantivo que aparece en primer lugar, significa el gra­do superlativo del adjetivo correspondiente. Por ejemplo: «el santo (lugar) de los santos», en vez de «el (lugar) santísimo», etc. Comoquiera que esto es una especie de poliptoton, pueden verse varios ejemplos bajo dicha figura.


Antimetábola

    Como ya dijimos, esta figura repite las palabras en orden inverso, a fin de ponerlas en contraste recíproco. Ejemplos:­


    En cambio, en el v. Isa 55:9, las frases guardan su orden natural, siendo así un ejemplo de epánodo doble: uno, por la repetición de las frases; otro, por la repetición de «mis» y «vuestros».


Antimetátesis

    Esta figura (del gr. «antí» = frente a + «metá» = más allá + + «thésis» = posición) consiste en trasponer una cosa frente a otra, especialmente una persona gramatical frente a otra, como cuando un escritor u orador se dirige a un lector, o persona au­sente, en segunda persona; es decir, como si estuviese presente. Cuando la figura es continua se llama diálogo. V. la continua antimetátesis que el Apóstol Pablo presenta en Ro. 2 y 3. Des­pués de la trasposición (sin diálogo) del cap. 2, el Apóstol parece entablar un largo diálogo en el cap. 3, como ha hecho notar Macknight, del modo siguiente:


Judío: «¿Qué ventaja tiene, pues, el judío?, ¿o de qué apro­vecha la circuncisión?»

Pablo: «Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente,que les ha sido confiada la palabra de Dios

Judío: «¿Pues qué? Si algunos de ellos han sido incrédulos, ¿ acaso su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?»

Pablo: «¡De ninguna manera! Antes bien, sea hallado Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras y venzas cuando seas juzgado.»

Judío: «Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Acaso es injusto Dios que da castigo?» 

Pablo: «¡En ninguna manera! De otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?»

Judío: «Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador?»

Pablo: «¿Y por qué no decir (como se nos calumnia y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros deci­mos); Hagamos males para que vengan bienes?»

Judío: «¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos?»

Pablo: «En ninguna manera; pues ya hemos acusado a ju­díos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escri­to, etc.»


    Aunque la figura no resulte satisfactoria en alguno de los puntos señalados, nos sirve como ejemplo de la manera en que ciertos vocablos y expresiones deben ser traducidos. Otros ejemplos:

Antiprosopopeya

    Esta figura es la contraria de la prosopopeya, y se da cuando las personas son presentadas como animales o cosas. V. 2Sa 16:9. Un perro no maldice; y menos, un perro muerto; pero la figura es elocuente.


Antiptosis

    Esta figura (del gr. «antí» = contra —o: en lugar de— + «ptósis» = caída) tiene lugar cuando se usa un caso de la de­clinación en lugar de otro (especialmente, en hebreo, cuando el absoluto es puesto en lugar del constructo). Se distingue de la hipálage en que en ésta hay un intercambio de palabras y de casos, de manera que se invierte el sentido y la relación de am­bas palabras, mientras que en la antiptosis el sustantivo que rige se convierte en adjetivo, en lugar del sustantivo regido. Nótese que, cuando el que se convierte en adjetivo es el sustan­tivo regido (en régimen), tenemos una forma de antimeria, como ya vimos anteriormente. Ejemplos de antiptosis:

Antístrofe

    Del griego «antí» = contra + «strépho» = volverse, esta figu­ra se llama así porque en ella, las palabras del que habla se vuelven contra él en boca del interlocutor.



    Cuando las palabras que se vuelven contra el que habla es­tán en forma de acusación, la figura se llama anticategoría (de «antí» = contra + «kategoréo» = acusar), como en el ejemplo si­guiente:



Aquí tendríamos una anteisagogé, si fuese una simple pre­gunta, en lugar de ser una acusación.


Antítesis

    Esta figura (del gr. «antí» = frente a (o: contra), + «thesis» = = posición, consiste en poner un pensamiento, idea o frase fren­te a otro, a fin de que el contraste resulte más llamativo. Los hombres usan, con frecuencia, esta figura sin necesidad alguna, sino sólo para llamar la atención y echárselas de ingeniosos, pero la Palabra de Dios la usa con gran propiedad y belleza, es­pecialmente en el libro de Proverbios. Cuando la antítesis se forma contrastando frases afirmativas con otras negativas, se llama enantiosis (que estudiaremos después).


   Antonomasia 

Del griego antonomázein = nombrar en lugar de, esta figura se usa cuando un nombre común se aplica a alguien como pro­pio. Por ejemplo, si llamamos a David «el Salmista», o a Pablo «el Apóstol».

                    "Nunca más te llamarán "Desamparada", 

                      ni tu tierra se dirá más "Desolada"; 

                      sino que serás llamada "Hefzi-bah" (mi deleite en ella), 

                      y tu tierra "Beulah" (desposeída)."


    Nótese cómo se alternan aquí las cuatro líneas: la primera y la tercera se refieren al Pueblo, mientras que la segunda y la cuarta se refieren al País.  

                        

Antropopatía

 Esta figura (del gr. «ánthropos» = hombre + «páthos» = a­fecto o sentimiento) consiste en atribuir a Dios acciones, pasio­nes o cualidades humanas. Los hebreos llamaban a esta figura «dérekh benéy 'adám» = camino de los hijos de hombre. Los griegos tenían también otro nombre (además de antropopatía): synkatábasis (de «syn» = junto con + «katá» = abajo + «baí­nein» = ir). De ahí, el vocablo latino «condescensio» = conde­censión.


Las diversas formas en que esta figura puede presentarse dan lugar a las siguientes divisiones y subdivisiones:


I. SERES HUMANOS, RACIONALES:


1. Partes y miembros del hombre. 

2. Sentimientos propios de hombres. 

3. Acciones de hombres.

4. Circunstancias:

   (a) Negativas. 

   (b) Positivas. 

   (c) De lugar. 

   (d) De tiempo. 

   (e) De persona.


                        II. CRIATURAS IRRACIONALES:


1 . Animales.

2. Acciones de ciertos animales.

3. Partes o miembros de ciertos animales. 

4. Plantas:

       (a) Genéricamente. 

       (b) Específicamente. 

                          

                       III. COSAS INANIMADAS:


1. Universales. 

2. Particulares. 

3. Los elementos. 

4. La Tierra.


III. COSAS INANIMADAS.


1. Universales o generales.


Profundidad y altura: Job 11:7 , Job 11:8 ; 1Co 2:10.

Magnitud o grandeza: Exo 15:16 ; Exo 18:11 ; Núm 14:9 ; Deu 3:24 ;Esd 5:8 ; Sal 48:1 (BH, 2); Jer 32:17 , Jer 32:18, 

Jer 32:19 ; Dan 2:45 ; Mal 1:14, etc.

Comparaciones: Se dice de él que es:

Mayor que el hombre: Job 33:12.

Mayor que nuestro corazón: 1Ju 3:20.

Mayor que todos: Jua 10:29 (según lectura probable).


Multitud o plenitud: Sal 86:15 ; Sal 103:8 ; Sal 130:7 .

A pesar de toda esta condescensión, es imposible imaginar

la grandeza de las perfecciones infinitas de Dios (v. Sal 36:5-8, BH, 6-9); Rom 11:33 ; 1Co 2:10, etc.


2. Particulares.


Luz: 1Ju 1:5. Se necesitaría un libro entero para investigar y explicar todo lo que esta metáfora significa. Primeramente, tendríamos que conocer la naturaleza íntima de la luz. En todo caso, «luz» es símbolo de «santidad» pura, así como «tinieblas» es símbolo de «pecado» voluntario.

Luces: Stg 1:17 llama a Dios «Padre de las luces»; es decir, la fuente, no sólo de la luz misma, sino de todo lo que produce, lleva y da luz, incluyendo la luminarias celestes: el sol, la luna y las estrellas.

Sal 27:1. «Yahweh es mi luz»; esto es, la fuente y el origen de mi vida, de mi salvación, etc. Comp. Núm 6:25 ; Sal 36:9 (BH, 10); 

Sal 43:3, etc.


3. Ciertos elementos son usados como emblemas de Dios.


Se habla de Dios como:


Fuego: Deu 4:24 ; Deu 9:3 ; Deu 32:27 ; Isa 10:17. De ahí que el «humo del fuego» (lit., esto es, furor o indignación) denote el punto ál­gido de Su ira: Deu 29:20 ; Sal 74:1 ; Sal 80:4 (BH, 5).

    Lámpara: 2Sa 22:29 ; Sal 18:28 (BH, 29). De ahí que Su pa­labra sea llamada así: Sal 119:105 ; Pro 6:23 ; 2Pe 1:19.

   Aire, viento, aliento: Job 4:9; Sal 18:15 (BH, 16); Isa 30:33.

   Agua: Sal 36:8 , Sal 36:9 (BH, 9, 10); Jer 2:13 ; Jer 17:13 ; Juan 7:37-39. El don del Espíritu Santo pertenece a esta figura: Isa 44:3 ;Joel 2:28 , Joe 2:29 (BH, 3:1, 2); Zac 12:10 ; Hch 2:17 ,  Hch 2:18 ,  Hch 2:33 ; Tit_3:5 , Tit_3:6. Las bendiciones impartidas mediante los méritos de Cristo son llamadas «agua de vida»: Juan 4:10,  Juan 4:14 (comp. Isa 55:1 ; Eze 36:25 ; Zac 14:8).

  Trueno: Sal 29:3-9, donde repetidamente se le llama: «Voz de Yahweh.»

  Roca: Deu 32:31 ; Sal 18:2 (BH, 3); Sal 31:2 , Sal 31:3 (BH, 3,4); Sal 42:9 ; Sal 73:26 ; Isa 26:4 .

  Refugio o escondedero: Sal 91:1 ; Sal 119:114 ;Isa 4:6 .

  Fortaleza o baluarte: Sal 31:2, Sal 31:3 (BH, 3, 4); Sal 71:3 ; Sal 91:2 ; Sal 144:2 ; Zac 2:5.

  Torre fuerte: Sal 61:3 (BH, 4); Pro 18:10 ; 2Sa 22:51 . 

  Templo: Apoc 21:22.

  Sombra: Sal 91:1; Sal 121:5; Isa 49:2; Isa 51:16 (comp. Luc 1:32 , Luc 1:34 , Luc 1:35).


Apófasis o Insinuación

   Esta figura consiste en añadir, en forma negativa, una insi­nuación mediante la cual el escritor dice cosas que, según ha­bía declarado con anterioridad, deseaba omitir. Tenemos un ejemplo en:

 

Aporía o Perplejidad

    Del griego «a» = sin + «póros» = paso, esta figura se usa cuando el que habla se expresa como si no supiera qué camino tomar.

Aposiopesis

    Ésta es, en realidad, una figura retórica, más bien que gra­matical, pero bien se la puede considerar entre las figuras de omisión, ya que, en ella, se omite algo. Su nombre significa «si­lencio brusco». También se llama, derivándola del latín, reticen­cia. Se expresa mediante una súbita parada después de lo escri­to o hablado, a fin de causar una mayor impresión, como dan­do a entender que lo que se omite es demasiado solemne, pro­fundo, sublime o majestuoso como para ser expresado en pala­bras.

Se divide en cuatro clases, de acuerdo con las característi­cas del tema tratado; según que se refiera a:


1. Promesa.

2. Ira y amenaza.

3. Pesadumbre y Queja.

4. Indagación y deprecación.


1. Promesa: cuando se promete algo demasiado grande para ser expresado en palabras.

Exo 32:31-32. El hebreo dice textualmente: «Y Moisés volvió a yahweh y dijo: ¡Oh, este pueblo ha cometido un gran pecado, y han hecho para sí dioses de oro! Y ahora, si perdonarás el pe­cado de ellos... Si no, ráeme, te ruego, de tu libro que has es­crito.» Parece como si Moisés estuviese a punto de hacer alguna promesa en nombre del pueblo; pero no sabe qué promesa ha­cer ni hasta qué punto puede responder de su cumplimiento por parte del pueblo. Su brusco silencio es solemnemente elo­cuente.



2. Ira y amenaza.

Gen 3:22. «Y ahora, pues, para que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siem­pre...» Hay un silencio brusco, que deja sin revelar las conse­cuencias de comer del árbol de la vida dentro de una condición de caída, como si fuesen demasiado terribles para ser expresa­das en palabras («¡delincuente inmortal!»), pero, con base en el v. siguiente, podemos entender la resolución tomada por Dios: «¡Lo llevaré lejos del árbol de la vida!»



3. Pesadumbre y queja.

Jue 5:29-30. Aquí tenemos, en el cántico de Débora, una maravillosa aposiopesis. La madre de Sísara se asoma por entre las celosías y se inquieta por la suerte de su hijo. Sus damas de compañía tratan de calmada con pensamientos optimistas, que ella se repite a sí misma. Su soliloquio se quiebra en un brusco silencio, para terminar el canto en una triunfal imprecación: «¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Yahweh!»


4. Indagación y deprecación.

Ose 9:14. El original dice: «Dales, Yahweh; ¿qué les darás?..» Como si el profeta se sintiera incapaz de expresar el castigo que merecen, se para bruscamente y vuelve al pensa­miento del v. Ose 9:11.


Apóstrofe

    Esta figura (del gr. «apó» = de + «stréphein» = volverse) se da cuando el orador hace como que se marcha del auditorio al que se está dirigiendo y habla a una persona o a un auditorio imaginario. Puede dividirse de la manera siguiente, de acuerdo con los distintos interlocutores a los que el orador o escritor apostrofa:

I. APÓSTROFE A DIOS.

II. APÓSTROFE A HOMBRES:

1. Determinados. 

2. A uno mismo. 

    Esto se expresa, de acuerdo con el idioma hebreo, por medio de la frase "mi hija", que significa, por sinécdoque, la persona misma. 

3. Indeterminados. 

4. En profecías.

    En algunas profecías solemnes, Dios le dice al profeta lo que ha de decir, no en estilo indirecto (como es lo corriente), sino en directo, Por ejemplo: 

III. APÓSTROFE A ANIMALES.

IV. APÓSTROFE A COSAS INANIMADAS.

Asíndeton

    Esta figura se entiende mejor; Si se la estudia juntamente con su opuesta, polisíndeton, que examinaremos más adelante. Asíndeton significa: «sin unión», y se llama así porque suprime las conjunciones, como saltando por encima de detalles de me­nor importancia, a fin de llegar antes a lo principal. La belleza de esta figura se percibe mejor si se la compara con su opuesta o polisíndeton, ya que ésta se caracteriza por multiplicar las conjunciones.

El asíndeton se divide en cuatro clases:

 (1) copulativo, cuan­do las palabras o frases han de unirse;

 (2) disyuntivo, cuando han de separarse;

 (3) explicativo, cuando unas palabras o frases aclaran a las otras; y

 (4) causal, cuando subyace alguna razón o motivación. Para facilitar las referencias, los ejemplos si­guientes van en el mismo orden en que aparecen en la Biblia, sin atender a la clase a que pertenecen:

- Perseguiré,

- apresaré,

- repartiré despojos;

- mi alma se saciará de ellos;

- sacaré mi espada,

- los destruirá mi mano.

- Soplaste con tu viento;

- los cubrió el mar;

- se hundieron como plomo en las impetuosas aguas.»


    Después de la frase: «El enemigo dijo», las cláusulas se pre­cipitan con rapidez, porque lo que dijo es digno de desprecio. Lo importante es el final, donde se pone el énfasis en el texto sagrado, y debería ponerse también en su lectura.


- quedó tendido;

- entre sus pies quedó encorvado; - cayó donde se retorció,

- y quedó muerto.»


- Idos,

- Apartaos,

- salid de entre los de Amalec,

- para que no os destruya juntamente con ellos.»



- devuelve lo que haya robado,

- camina en los estatutos de la vida,

- no haciendo iniquidad,

- no morirá.

- No se le recordará ninguno de los pecados..., ­

- ha practicado el derecho y la justicia; 

- vivirá ciertamente.»


- El Sábado fue instituido para el hombre, 

- no el hombre para el sábado.

- Por tanto, el Hijo del Hombre es también señor del sábado.


    «Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al homb­re.» La importante verdad, puesta aquí de relieve, nos muestra la necedad de todos los intentos modernos de «mejorar la naturaleza humana», pues ignoran el hecho de que, en nuestro corazón no hay cosa buena (comp. con Jer 17:9; Mat 15:18-20; Rom 7:18). Mientras no nos es dado un «corazón nuevo» (Ez 36:26), todos los intentos de hacer blanco lo que es negro resul­tarán vanos.


- Comían,

- bebían,

- se casaban (ellos),

- se daban en casamiento (ellas),

- hasta el día en que entró Noé en el arca, 

- y vino el diluvio y los destruyó a todos. 

- Asimismo como sucedió en los días de Lot: 

- Comían,

- bebían,

- compraban,

- plantaban,

- edificaban;

- mas el día en que Lot salió de Sodoma 

- llovió del cielo fuego y azufre, y los destru­yó a todos.

- Lo mismo será el día en que el Hijo del Hombre sea manifestado» (lit. revelado).

­




- oro,

- plata,

- piedras preciosas, 

- madera, 

- heno,

- paja,

- la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará...»


    Aquí tenemos una importante porción de la enseñanza bí­blica sobre el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Veamos bre­vemente la estructura de este capítulo:

A. 1-11. Nueve dones que Dios ha dado a su Iglesia.

B. 12-17. La unidad del Cuerpo. Nueve enumeraciones. 

B. 18-27. Lo que Dios ha puesto en el Cuerpo. Ocho enumeraciones.

A. 28-31. Lo que Dios ha puesto en la Iglesia. Ocho dones.


Así que, en A y A, tenemos la Iglesia; en B y B, el Cuerpo. En A y A, tenemos 17 enumeraciones, y otras 17 en B y B. De este modo, los cuatro grupos del capítulo están unidos de una forma notabilísima, para mostrar que «el Cuerpo es uno».



- para enseñar,

- para redargüir,

- para corregir,

- para instruir en justicia,

- a fin de que el hombre de Dios sea entera­mente apto, bien pertrechado para toda obra buena.»


   Aquí se nos lleva rápidamente a través de las cosas para las que es útil la Escritura, pues el Apóstol quiere que nos fijemos en el objetivo principal: pertrechar bien al hombre de Dios para todo lugar y tiempo en que tenga que actuar. Los vocablos que hemos traducido por «apto» y «pertrechado» son, en grie­go, de la misma raíz aria AR, que significa «adaptar». El pri­mer vocablo «ártios») indica un equilibrio perfecto en la adap­tación; el segundo «exertisménos) significa literalmente «com­pletamente amueblado, equipado, pertrechado». Los griegos usaban el primer vocablo también para medir el tiempo con exactitud o para indicar un número perfecto, en oposición a otro que no está bien ordenado, distribuido o clasificado. Asimismo usaban el segundo vocablo también para hacer todos los prepa­rativos necesarios para presentar batalla al enemigo, o para pertrechar un navío con toda clase de elementos necesarios para cualquier estado del mar: frío, calor, calma, tormenta, paz, guerra, fuego, inundación o cualquier otro accidente.

Por consiguiente, el que estudie a fondo la Palabra de Dios, si vive lo que sabe, será «un hombre de Dios», apto y pertrecha­do para todas las circunstancias y emergencias de la vida. Pero el que descuide este estudio, aunque conozca muchos otros li­bros, será, a lo sumo, «un gran hombre de los hombres», dota­do de la sabiduría del mundo, presa de cualquier enemigo, ex­puesto a todo peligro.

El adjetivo griego ártios ocurre únicamente en este versícu­lo; el verbo exartizo, del que es exertiménos participio de preté­rito, ocurre solamente aquí y en Hch 21:5.

La importancia de la porción que estamos analizando se echa de ver por la perfección de su estructura:


           A.  a.   Toda Escritura es inspirada por Dios;

                        b. y es útil

                     B. para enseñar,

                  C. para redargüir,

                   B. para corregir,

                     B. para instruir en justicia,

           A.  a     a fin de que el hombre sea apto,

                       b. bien pertrechado para toda obra buena.


En A Y A, la conexión es con Dios; mientras que, en B, C y B, C, la conexión es con su Palabra. Así, pues, tenemos:


      A. a.    La palabra divinamente inspirada por Dios.

               b. Su utilidad para el hombre de Dios:

            B. Positiva (1): Enseñar lo verdadero;

         C. Negativa (1): Convencer de lo falso en conducta.

         C. Negativa (2): Corregir lo falso en doc­trina.

            B.   Positiva (2): Instruir en lo que es recto. 

A.   a    El hombre de Dios bien pertrechado. 

             b. Su utilidad en la obra de Dios.


Todavía podemos encontrar otra referencia a esta porción en los vv. 2-3 del siguiente capítulo. Comparando ambos pasa­jes, tenemos: Que la palabra de Dios es útil:

 

                       2Ti 3:16                                               2Ti 4:2-3


- para enseñar. 

            Por consi­guiente:         - «Predica la palabra; insta a tiempo y fuera de tiempo;

- para redargüir. 

            Por consi­guiente:         - redarguye;

- para corregir. 

            Por consi­guiente:          - reprende;

- para instruir en justicia. 

             Por eso:                         - exhorta con toda paciencia y enseñanza.»

Véase ahora el final climático de 2Ti 4:2-3 : «Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina.» La importante conclusión es enfatizada y explicada con todo pormenor, a fin de mostramos que, cuando los hombres «no aguanten la sana doctrina», no hemos de buscar en la predicación algo distinto, para que los hombres puedan «aguantarlo», sino que, precisa­mente por eso mismo, hemos de insistir «a tiempo y fuera de tiempo» en «¡predicar la Palabra!». Ninguna otra cosa nos ha dado Dios para predicar, ya sea que los hombres la oigan o la dejen de oír.

Stg 1:19-20. «pronto para oír,

- tardo para hablar,

- tardo para airarse;

- porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios».

Stg 5:6. El texto original no contiene aquí ninguna conjun­ción, con lo que adquiere especial énfasis el v. siguiente: «Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor.»

Apoc 3:7-8. «Esto dice el Santo,

- el Verdadero,

- el que tiene la llave de David;

- el que abre y ninguno cierra; y cierra y ningu­no abre: Yo sé tus obras.»

Compárese este asíndeton con el polisíndeton de los vv. Apo 3:8, Apo 3:12, Apoc 3:17, Apoc 3:18. Otros ejemplos de asíndeton: Isa 21:11; Mar 16:6, Mar 16:17-18; Luc 1:17; Rom 2:19-23; 1Co 4:8; 1Co 13:4-7; 1Co 15:41-44; 2Co 7:2-4; Heb 11:32-38; Apo 7:5-8; Apoc 21:18-20.


Asteísmo

    Esta figura, que significa una expresión graciosa, elegante (del gr. ásty = ciudad; por tanto, equivalente a «urbano»), consiste en añadir alguna expresión llena de gentileza, mediante la cual se viene a descubrir lo que se aparentaba querer ocultar. Por ser una- adición clasificada como razonamiento, la inclui­mos aquí, aunque también se incluye en las figuras que impli­can cambio, como se verá en la siguiente Sección.


Asterismo

    Esta figura consiste en llamar la atención del lector median­te un asterisco (*), vocablo que procede del griego «astér» = as­tro o estrella. Pero aquí no la empleamos en este sentido, sino en el uso de ciertos vocablos que cumplen la función de un as­terisco, al dirigir nuestra atención a un punto particular. Co­moquiera que una buena Concordancia suministra la lista com­pleta de tales vocablos, no es necesario extendernos en dar ejemplos. Sólo queremos hacer notar que el vocablo «¡Mirad!» no es una interjección, sino un verbo que nos invita realmente a fijamos con atención en algo importante. De hecho, el voca­blo «¡Mirad!» parece ser un término usado por el Espíritu San­to como inspirador que es de las Escrituras, mientras que la ex­presión «De cierto» es la usada preferentemente por el Señor Jesús, y el adverbio «Sí» el usado, en especial, por Dios el Pa­dre.

Batología

    Existe una figura, llamada batología (que significa «repeti­ción vana» -v. Mat 6:7-, donde ocurre el verbo), la cual nunca ocurre en la Biblia con respecto a Dios, sino sólo en boca de in­crédulos, como puede verse en 1Re 18:26; Hch 19:34 , etc.


Braquilogía

    Esta forma particular de elipsis tiene su propio nombre: Braquilogia (del griego brakhús = corto, y lógos = expresión). Es, pues, una forma de elipsis en la que, en atención a la bre­vedad, se omiten palabras que pueden suplirse fácilmente con base en la naturaleza del asunto que allí se trata. Ejemplos:





    En Mar. 5 tenemos, por vía de ilustración, tres oraciones:


        1) En los vv. Mar 5:12-13: «Le rogaron los demonios... Él les dio permiso.»

2) En el v. Mar 5.17: «Y comenzaron a rogarle que se alejara.» Y se fue.

3) En los vv. Mar 5:18-19: «El que había estado endemoniado le rogaba que le dejara quedarse con él. Pero  no se lo permitió.»

             

 También un ¡no! es una buena respuesta de Dios a una ora­ción. Y, con mucha frecuencia, es la más amorosa respuesta.


Ninguna calamidad mayor nos podría sobrevenir que el que Dios respondiera «¡sí!» a todas nuestras ignorantes peticiones. Mejor es recibir un «no» como el de ese hombre a quien Jesús había hecho objeto de su amor, de su gracia y de su poder, que recibir un «sí» como el de los demonios y los malvados gada­renos.


Catábasis

    Esta figura, que significa «bajada», es la opuesta a la aná­basis y se usa para enfatizar humillación, degradación, pesar, etc. Ejemplos:


  Isa 40:31. «pero los que esperan a Yahweh tendrán nuevo vi­gor, 

                    levantarán el vuelo como las águilas;

                         correrán y no se cansarán; 

                         caminarán y no se fatigarán».


    La figura catábasis sirve aquí para indicar, literalmente, la disminución del peligro a medida que se acerca uno al propio país y al propio hogar; pero, espiritualmente, es la descripción del progresivo crecimiento en gracia: Al principio, el creyente vuela; conforme va aumentando su experiencia, corre; y al final de su carrera, anda. Como Pablo que, al principio, decía «y pienso que en nada he sido inferior a los más eminentes após­toles» (2Co_11:5 ; 2Co_12:11). Más tarde, escribe «A mí, que soy me­nos que el más pequeño de todos los santos» (Efe_3:8); mientras que, al final de su vida, se llama a sí mismo ¡el primero en la la de los pecadores! (1Ti 1:15).


¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro,

¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!»



bronce

y estaño

y hierro

                  y plomo en medio del horno; 

                  y en escorias de plata se convirtieron.»




allá los sacará mi mano;

y aunque suban hasta el cielo, de allá los haré

descender.

Si se esconden en la cumbre del Carmel, allí los 

buscaré y los agarraré;

y aunque se escondan de delante de mí en lo 

profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y 

los morderá.»


De esta manera tan expresiva se muestra la imposibilidad de escapar de los juicios de Dios.


1. No considerá el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

2. sino que se despojó a sí mismo,

3. tomando forma de siervo,

4. hecho semejante a los hombres;

5. y hallado en su porte exterior como hombre, se humilló a sí mismo

6. al hacerse obediente hasta la muerte,

7. y muerte de cruz».


    Estos siete escalones de humillación del Salvador son segui­dos, en los vv.  Flp 2:9-11, de otros siete escalones de exaltación.


    En cuanto al vocablo griego harpagmós, que significa «algo a lo que uno se aferra con violencia, por miedo a perderlo». Te­nemos aquí un marcado contraste entre el Primer Adán y el Postrero. El diablo prometió a nuestros primeros padres que «serían como Dios», y ellos quisieron aferrarse a ser iguales a Dios desobedeciendo a Dios. En cambio, el Postrer Adán, no su­cumbió a la tentación, sino que se humilló a sí mismo, siendo Dios y, al hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, fue exaltado a la suprema posición, pues Dios «le otorgó el nombre (lit. no: «un nombre») que está sobre todo nombre».


    Probablemente, hay aquí también una referencia a Jua 6:15. Nuestro Señor era perfectamente consciente de haber nacido «Rey» (Mat 2:2). También Herodes y todo Jerusalén lo sabían. De ahí, la explicable alarma. Pero el Señor sabía también que el César tenía, por algún tiempo, autorización divina para go­bernar sobre Israel, a causa de los pecados del pueblo y para que se cumpliesen sus misteriosos designios. Por consiguiente, no estaba dispuesto a servir los intereses políticos de aquellos que no querían creer en lo que él era, tanto en su naturaleza di­vina y Sus derechos como en su naturaleza humana y la sumi­sión de su voluntad al plan salvífico de Dios.


   Nótese también el uso del verbo griego hegeísthai = conside­rar, ponerse a pensar. Adán y Eva, ante la tentación de la ser­piente, llegaron a considerar que lo que el diablo les sugería era algo a lo que había que aferrarse. Eva, por lo menos, parece ser que llegó a esa conclusión. De Adán, en cambio, se nos dice expresamente que «no fue engañado» (1Ti_2:14), lo cual au­mentó, al parecer, su culpabilidad. Pero ninguna «serpiente as­tuta» (v. 2Co_11:3) pudo engañar, ni por un momento (nótese, en Flp_2:6, el aoristo hegésato) al «Postrer Adán», al «Señor de los cielos», y hacer que considerase el ser igual a Dios como algo a que aferrarse, siendo así que era realmente Dios: el Hijo de Dios, tan verdaderamente como que era también el Hijo del Hombre. De ahí que podemos traducir el v. 6 de la manera si­guiente: «Quien, estando en posesión (gr. hypárkhon) de la for­ma de Dios, nunca consideró que el ser igual a Dios fuese una usurpación.» Ser lo que uno es no es usurpación. El que ha na­cido noble, príncipe o rey, es precisamente el que puede des­cender del pedestal sin perder la dignidad.

 

Catacresis 

    Esta figura (del gr. «katá» = contra + «khresthai» = usar) consiste en cambiar un vocablo por otro que no guarda rela­ción con el primero, de modo que tal conexión es aparentemen­te incongrua. En la metonimia, hay una relación entre los voca­blos; en la sinécdoque hay asociación; en la endíadis, conexión; pero en la catacresis no hay ninguna de estas tres analogías. No siempre usa el hombre con tino y acierto esta figura, pero cuan­do la usa el Espíritu Santo, es para que paremos nuestra aten­ción, precisamente mediante la aparente incongruidad. A ve­ces, los traductores de la Biblia introducen catacresis donde no las hay. Por ello, es menester estudiar bien los pasajes en que ocurre.


La catacresis puede ser de tres clases:


     i. De dos palabras, cuyos respectivos sentidos son remo­tamente afines.

     ii. De dos palabras, cuyos respectivos sentidos son dife­rentes.

     iii. De un vocablo en que el griego recibe su verdadero sen­tido por permuta con el hebreo u otro idioma, o con el uso extranjero de tal vocablo.


i. De dos palabras cuyos sentidos son remotamente afines.


ii. De dos palabras cuyos sentidos difieren entre sí.



iii De una palabra que, en griego, recibe su sentido real por permuta con otro idioma, o con el uso extranjero del vocablo

Catáfasis

 Cuando la insinuación se añade, no en forma negativa, sino afirmativa, la figura recibe el nombre de catáfasis.

Cataplocé

    Esta figura (del gr. «katá» =abajo + «ploké» = trenza) se lla­ma así porque la breve frase interpuesta está como trenzada con otra. Es, pues, un paréntesis en forma de súbita exclama­ción. Ejemplos: 

Cenotes

    Esta figura (del griego «koinótes» = la acción de compartir algo en común) se da cuando dos frases se repiten; la una, al principio de cláusula; la otra, al final. Es una combinación de anáfora y epístrofe (v. en sus lugares), pero afectando a frases, no a meras palabras, pues entonces tendríamos una epanadiplo­sis repetida. Ejemplos:

«Mejor es confiar en Yahweh

que confiar en el hombre.

Mejor es confiar en Yahweh

que confiar en príncipes.»


    Asimismo, en los vv. Sal 118:10-12, tenemos combinadas 3 figuras: anáfora, en la triple repetición de «me rodearon», al principio de cláusulas; epístrofe, en la repetición de «Mas en el nombre

de Yahweh yo las rechacé», al final de las cláusulas; yepizeuxis en el v. Sal 118:11, por la repetición, en sucesivas cláusulas, del «me ro­dearon».

«La diestra de Yahweh hace proezas. 

La diestra de Yahweh es sublime; 

la diestra de Yahweh hace valentías.»


Cicloides o Repetición circular

    Esta figura (del griego «kyklos» = círculo + «eídos» = for­ma) consiste en la repetición de la misma frase a intervalos re­gulares, como si fuera en círculos. Si la repetición se efectúa al final de las frases respectivas, se llama amebeon; y si se repite tanto el principio como el final, se llama cenote o cenotes. 

Clímax o Gradación

    Cuando la anadiplosis se repite en cláusulas sucesivas, se llama clímax, que significa escala. Hay dos clases de clímax: de palabras Y de sentido. El primero pertenece a la gramática; el segundo, a la retórica. Nos ocuparemos ahora del primero. El clímax de sentido, del que nos ocuparemos más adelante, se di­vide en anábasis, cuando la gradación es hacia arriba, y catá­basis, cuando es hacia abajo. Veamos ejemplos del clímax de palabras:

los cielos, y

ellos responderán a 

         la tierra; y 

         la tierra responderá al 

                         trigo, al vino y al aceite,

                         y ellos responderán a Jizreel.»


    De este modo pone de relieve el Espíritu Santo las bendicio­nes que otorgará Dios a su pueblo, cuando Israel haya alcanza­do misericordia. Por medio de una bella prosopopeya, los pro­ductos de la tierra son presentados aquí como oyendo; ellos, a su vez, gritan a la tierra para que los produzca; la tierra, por su parte, grita a los cielos para que hagan descender la lluvia, el calor, la luz y el aire; y, finalmente, los cielos gritan al Crea­dor, el Dador de todos los bienes, quien, en su justicia, había hecho de bronce los cielos; de hierro, la tierra; y como polvo a la lluvia (v. Deu 28:23-24); pero en aquel día, Dios dará arrepen­timiento a Israel, y el clamor de Israel llegará a los oídos de DIOS, quien abrirá los cielos y enviará la lluvia para que la tie­rra dé su fruto (v. Jer 14:22).


                               vuestros hijos, y 

                                vuestros hijos a 

                                                     sus hijos, y

                                                     sus hijos a la otra generación.»


     Tras de ésta, viene otra gradación: «Lo que quedó de la oruga se lo comió 

     la langosta; y lo que quedó de 

     la langosta, se lo comió 

                                                el pulgón, y lo que quedó del 

                                                pulgón, se lo comió el 

                                                                saltón.