De Malaquías a Cristo

De Malaquías a Cristo

 

El Período Intertestamentario (400 años de silencio)

   El período comprendido entre los dos testamentos, o intertestamentario, fue uno de fermento y de cambio: una época de reorganización de los grupos de poder tradicionales y la transición de una tradición cultural del Oriente Cercano que había dominado por casi tres mil años. 

   En la historia bíblica, los aproximadamente cuatrocientos años que separan la época de Nehemías del nacimiento de Cristo se conocen como período intertestamentario (aprox. 432-5 a.C:). En ocasiones llamado los años de "silencio", fueron todo menos silenciosos. Los acontecimientos, la literatura y las fuerzas sociales de esos años esculpieron el mundo del Nuevo Testamento.

 

   Con el cautiverio babilónico, Israel dejó de ser una nación independiente para convertirse en un territorio minoritario dentro de una sucesión de imperios más grandes. Muy poco se sabe de los últimos años de la dominación persa porque el historiador judío Josefo, nuestra fuente primaria del período intertestamentario,  prácticamente los pasó por alto.

   Cuando Alejandro Magno se posesionó de Palestina (332 a.C), surgió para Israel una nueva amenaza y más insidiosa. Alejandro estaba dedicado a la creación de un mundo unido por la lengua y la cultura griegas, política seguida por sus sucesores. Esta política, llamada helenización, marcó un impacto catastrófico en los judíos.

   A la muerte de Alejandro (323 a.C.) el imperio que él conquistara fue dividido entre sus generales. Dos de ellos fundaron dinastías: los tolomeos en Egipto, y los seléucidas en Siria y Mesopotamia, que por más de un siglo lucharían por el control de Palestina.     

   El gobierno de los tolomeos tuvo consideración de los sentimientos religiosos de los judíos, pero en 198 a.C. los seléucidas tomaron el control y pavimentaron el camino para uno de los periodos más heroicos de la historia Judía.

   Los primeros años de los seléucidas fueron en su mayor parte una continuación del gobierno tolerante de los tolomeos, pero Antíoco IV Epífanes (cuyo título significa "dios manifestado"  y reinó de 175-164 a.C.) lo cambió todo cuando intentó consolidar su imperio decadente mediante una política de helenización radical. Aunque un segmento de la aristocracia judía ya había adoptado las costumbres griegas, la mayoría se sintió ultrajada.  

   Las atrocidades de Antíoco tuvieron como fin la erradicación de la religión judía. Prohibió algunos de los elementos centrales de la práctica judía, intentó destruir todas las copias de la Torah (el Pentateuco) y demandó que se hicieran sacrificios a Zeus, el dios griego. El mayor ultraje fue la construcción de una estatua de Zeus y el sacrificio de una cerdo en el mismo templo de Jerusalén.

   Matatías, un anciano lugareño de la casa sacerdotal, y sus cinco hijos: Judas (Macabeo), Jonatán, Simón, Juan y Eleazar, dirigieron el movimiento de oposición a Antíoco. Matatías destruyó el altar griego que se había levantado en su pueblo, Modein y mató al emisario de Antíoco. Esto dio origen a la revuelta de los Macabeos, una guerra que duró veinticuatro años (166-142 a.C.) que culminó con la independencia de Judá hasta que los romanos tomaron el control en 63 a.C.

   El triunfo de la familia de los Matatías, sin embargo, fue una victoria pírrica. Con la muerte de su hijo menor, Simón, las dinastía asmonea que habían fundado se convirtió en un régimen aristócrata, helenístico, que en ocasiones no podía distinguirse de los seléucidas. Durante el gobierno del hijo de Simón, Juan Hircano, los judíos ortodoxos que habían ayudado a los macabeos, cayeron en desgracia. Con pocas excepciones, el resto de los asmoneos apoyaron a los judíos helenizantes. Los fariseos fueron de hecho perseguidos por Alejandro Janeo (102-76 a.C.)

   La dinastía asmonea llegó a su fin cuando, en 63 a.C., un Imperio Romano que se expandía intervino en el conflicto entre los dos hijos de Janeo, Aristóbulo II e Hircano II. Pompeyo, el general que conquistó al Oriente para Roma, se tomó a Jerusalén después de un sitio de tres meses en la zona del templo, con la masacre de sacerdotes que realizaban sus obligaciones y la entrada al Lugar Santísimo. Este sacrilegio comenzó el dominio romano de una forma tal que los judíos no olvidarán ni perdonarán.               

 

   Durante estos infelices días de opresión y luchas internas, el pueblo judío produjo un considerable cuerpo literario que registraron su época y le hablaron de ella. Tres de las obras más significativas con la Septuaginta, los apócrifos y los rollos del mar muerto.

   La Septuaginta

La leyenda judía cuenta que setenta y dos eruditos (sabios), bajo el patrocinio de Tolomeo Filadelfo (250 a.C.) se reunieron en la isla de Faros, cerca de Alejandría, donde produjeron una traducción griega del Antiguo Testamento en setenta y dos días. De esta traducción la palabra latina para setenta, "Septuaginta", se asoció a esta traducción. El número romano LXX, se usa como abreviatura para la misma.

   Más allá de la leyenda está la probabilidad de que por los menos la Torah, los cinco libros de Moisés, se tradujeron al griego aprox. en 250 a.C. para que lo usaran los judíos de habla griega de Alejandría. El resto del Antiguo Testamento y algunos libros no canónicos también se incluyeron en la LXX antes del comienzo de la era cristiana, aunque es difícil decir con certeza cuándo fue. 

   Muy pronto la Septuaginta llegó a ser la Biblia de los judíos que se encontraban fuera de Palestina, los que, como los alejandrinos, ya no hablaban hebreo. Sería difícil sobreestimar su influencia. Gracias a ella las Escrituras estuvieron al alcance tanto de los judíos que ya no hablaban su lengua ancestral y a todo el mundo greco hablante. Posteriormente se convirtió en la Biblia de la iglesia primitiva. De la misma manera, su vasta popularidad y uso contribuyeron a que algunas ramas del cristianismo conservarán los libros apócrifos.

 

  Los Apócrifos. 

Posteriormente de una palabra griega que significa "oculto, escondido", los apócrifos han adquirido el significado de "falsos", pero en sentido técnico describe a un cuerpo específico de escritos. Esta colección consiste en una variedad de libros y adiciones a libros canónicos que, con la excepción de 2 Esdras (90 a.C.), se escribieron durante el período intertestamentario. El reconocimiento de su autoridad en el cristianismo romano y oriental es el resultado de un complejo proceso histórico.

   El canon del Antiguo Testamento que los protestantes aceptan hoy fue posiblemente establecido en el comienzo del segundo siglo d.C., aunque después de la caída de Jerusalén y de la destrucción del templo en 70. El alcance preciso del Antiguo Testamento fue objeto de discusiones por parte de los judíos hasta al Concilio de Jamnia (90). La iglesia primitiva, que usaba la Septuaginta, no acepto este canon hebreo. A pesar de los desacuerdos entre algunos de los padres de la iglesia en lo concerniente a cuáles eran los libros canónicos y cuáles no, los apócrifos siguieron siendo de uso común entre la mayoría de los cristianos hasta la Reforma. Fue en este período cuando la mayoría de los protestantes decidió seguir el canon hebreo original mientras que en Roma, en el concilio de Trento (1546) y más recientemente en el Primer Concilio Vaticano (1869-70), afirmó el canon más largo "alejandrino" que incluye los apócrifos.    

   Los libros apócrifos han conservado su lugar gracias principalmente al peso de la autoridad eclesiástica, sin la cual no se recomendarían a sí mismos como literatura canónica. No hay prueba clara de que Jesús o los apóstoles hubieran citado alguna vez de los libro apócrifos como Escritura. La comunidad judía que los originó los repudió, y los sondeos históricos de los sermones apostólicos registrados en el libro de los Hechos pasan por alto completamente el período que cubren. Incluso la narración seria e histórica de 1 Macabeos está manchada por innumerables errores y anacronismos.  

   No hay nada de valor teológico en los libros apócrifos que no pueda encontrarse en las Escrituras canónicas, y contienen mucho que va contra sus enseñanzas. No obstante, este cuerpo de literatura proporciona una fuente valiosa de información para el estudio del período intertestamentario. 

 

   Los Rollos del Mar Muerto. 

En la primavera de 1947, un pastor araba accidentalmente entró a una cueva de las montañas que dominan la costa sudoriental del Mar Muerto donde encontró lo que se ha llamado "el descubrimiento del manuscrito más grande de los tiempos modernos". Los documentos y fragmentos encontrados en esas cuevas, denominados "Rollos del Mar Muerto", incluían libros del Antiguo Testamento, unos cuantos apócrifos, obras apocalípticas, seudoepígrafos (libros que alegan ser obra de héroes antiguos de la fe), y un sinnúmero de libros peculiares de la secta que los originó.  

   Aproximadamente una tercera parte de los documentos con bíblicos, siendo los Salmos, Deuteronomio e Isaías - los libros que con más frecuencia se citan en el Nuevo Testamento - los que más se encuentran.   Unos de los descubrimientos más extraordinarios fue un rollo completo de Isaías, de ocho metros de largo.

   Los rollos fueron una contribución muy significativa a la búsqueda de una forma de textos del Antiguo Testamento que más fielmente reflejaran los manuscritos originales; suministran copias de mil años más cercanos a los originales de los que se conocían anteriormente. Se aumentó también en forma considerable el entendimiento del hebreo y arameo bíblicos y el conocimiento del desarrollo del judaísmo en el tiempo que media entre los dos Testamentos. De gran importancia para los lectores de la Biblia es la manifestación del cuidado con el que se copiaron los textos del Antiguo Testamento, lo que aporta una prueba objetiva para la confiabilidad general de estos textos.   

 

   El judaísmo de los tiempos de Jesús es, hasta cierto punto, el resultado de cambios que fueron consecuencia de las presiones del período intertestamentario

   La diáspora. 

La diáspora (dispersión) de Israel comenzó con el exilio acelerado durante estos años hasta que un escritor del día pudiera decir que los judíos llenaban "toda la tierra y todo mar".

   Los judíos que se encontraban fuera de Palestina, lejos del templo, concentraron su vida religiosa en el estudio de la Torah y en la vida de la sinagoga. Los misioneros de la iglesia primitiva comenzaron sus ministerios a los gentiles entre la diáspora, usando la traducción griega del Antiguo Testamento.

   Los saduceos

En Palestina, el mundo griego marcó su gran impacto a través del grupo de los saduceos. Constituido por aristócratas, llegó a ser el grupo del templo. Gracias a su posición, los saduceos tenían intereses creados en el status quo (estado actual de las cosas).

   Relativamente menor en número, ejercían un desproporcionado poder político y controlaban al sumo sacerdocio.  Rechazaban todos los escritos religiosos que no fueran la Torah, lo mismo que cualquier otra doctrina (como la de la resurrección) que no se encontrara en esos cinco libros.  

   La sinagoga

Durante el exilio, Israel quedó alejada del templo, desheredada de nacionalidad y rodeada de prácticas religiosas paganas. Su fe estuvo a punto de extinguirse. En estas circunstancias, los exilios hicieron que su enfoque religioso pasará de lo que habían perdido a lo retuvieron: la Torah y la creencia de que eran el pueblo de Dios. Se concentraron en la ley más que en la nacionalidad, en la piedad personal  más que la rectitud sacramental, y en la oración como reemplazo aceptable de los sacrificios que se les negaban.     

   Cuando regresaron del exilio, trajeron consigo esta nueva forma de expresión religiosa, lo mismo que la sinagoga (su centro), y el judaísmo se tornó en una fe que podía practicarse en cualquier lugar donde pudiera llevarse le Torah. El énfasis en la piedad personal y en una relación con Dios, que caracterizaba el culto de la sinagoga, no sólo ayudó a preservar el judaísmo, sino que también preparó el camino para el evangelio cristiano.

   Los fariseos

Como el grupo de la sinagoga, los fariseos lucharon para reinterpretar la ley. Construyeron una "barrera" a su alrededor para permitir a los judíos vivir rectamente delante de Dios en una mundo que había cambiado drásticamente desde Moisés. Aunque eran comparativamente menor en número, los fariseos gozaban del apoyo del pueblo y ejercían influencia sobre la opinión popular, para no decir la política nacional. Fueron los únicos que sobrevivieron a la destrucción del templo en el año 70 y los progenitores espirituales del judaísmo moderno.

   Los esenios

Una secta judía casi olvidada hasta el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, los esenios eran un pequeño grupo separatista que surgió de los conflictos de la era macabea. Como los fariseos, hacían énfasis en una estricta observancia legal, aunque consideraban que el sacerdocio del templo era corrupto y rechazaban mucho de  los rituales del templo y del sistema sacrificial. Mencionados por varios escritores antiguos, la naturaleza exacta de los esenios es aún incierta, aunque en general hay consenso de que la comunidad del Qumrán que produjo los rollos del Mar Muerto fue un grupo esenio.

   Debido a que estaban convencidos de que constituían el verdadero remanente, estos esenios de Qumrán se habían separado del judaísmo en general para dedicarse a la pureza personal y a prepararse para la guerra final entre los "hijos de la luz y los hijos de las tinieblas". Practicaban una fe apocalíptica, reflexionando sobre las contribuciones de su "Maestro de justicia" y esperando la venida de dos, y posiblemente tres, Mesías. La destrucción del templo en el año 70, sin embargo, parece haberles asestado un golpe mortal a sus expectativas apocalípticas.

   Se han hecho intentos de cotejar aspectos de las creencias de la comunidad de Qumrán con  los orígenes del cristianismo. Algunos han visto un prototipo de Jesús en el que ellos llaman su "Maestro de Justicia" y tanto Juan el Bautista como Jesús han sido reconocidos como miembros de la secta. Mas, sin embargo, solamente existe una base superficial, especulativa para estas conjeturas.                 

(Biblia de Estudio NVI. p.1497)