El mensaje esencial de la Biblia permanece igual, no importa si nosotros estamos leyendo acerca del patriarca Abraham o del apóstol Pablo, de Débora la jueza o sobre María, la madre de Jesús.
Como con un faro, las Escrituras revelan las manchas del pecado en nuestra vida. Pero no nos deja expuestos; nos ofrece un camino para ser limpios. Incluso Miqueas, un profeta que dedicó gran parte de su tiempo a advertir a los israelitas del juicio que venía, habló de la salvación de Dios.
Dios aleja nuestros pecados tan lejos como el oriente está del occidente (Sal 103:12)
Dios nos limpia completamente de la mancha de nuestros pecados (Is 1:18)
Dios echa tras sus espaldas nuestros pecados (Is 38:17)
Dios no se acuerda más de nuestros pecados (Jer 31:34)
Dios sepulta nuestros pecados (Mi 7:19)
Dios echa nuestros pecados en lo profundo del mar (Mi 7:19)
Profetiza a Judá 742-687 a.C
En cuatro secuencias proféticas, Miqueas comienza en su tiempo y avanza hacia estos
eventos futuros hasta llegar a la era del Nuevo Testamento.
1. Juicio contra Israel y Judá (1-3)
2. Israel y Judá tiene esperanza (4-5)
3. El caso del Señor contra Israel (6)
4. La miseria se convierte en triunfo (7)
El castigo de las capitales (1:1-2:13)
El castigo de los líderes (3:1-5:15)
El castigo del pueblo (6:1-7:20)
Miqueas enfatizó la necesidad de justicia y paz. Como un abogado, presenta el caso de Dios en contra de Israel y Judá, de sus líderes y de su pueblo. A lo largo del libro se encuentran profecías acerca de Jesús, el Mesías, que reuniría al pueblo en una sola nación. Será su rey y gobernante, i,partiendo misericordia en ella. Miqueas aclara que Dios aborrece la idolatría, la falta de bondad, la injusticia, los rituales vacíos y los sigue aborreciendo en la actualidad. Pero Dios está dispuesto a perdonar los pecados de toda persona que se arrepienta.