Arqueológia
Gálatas
Arqueología de Gálatas
PUEBLOS, TERRITORIOS Y GOBERNANTES ANTIGUOS
Gálatas 1. ¿Cuál Galacia?
En la época en que Pablo escribió esta carta a las «iglesias de Galacia» (Gá 1:2), la provincia romana con ese nombre se extendía desde la región central-norte de Asia Menor' (Turquía), donde los gálatas se habían establecido siglos antes, hasta la región central-sur de Asia Menor, la cual se había incorporado a la provincia a finales del siglo I a.C. ¿Dirigió acaso esta carta a los creyentes del norte quienes eran probablemente gálatas étnicos o era para aquellos que vivían en la parte sur de la provincia romana?
Hechos indica que Pablo viajó a Antioquía de Pisidia, lconio, Listra y Derbe durante su primer viaje misionero (Hch 13:14-14:21). Aunque Lucas no se refiere a estas como ciudades de Galacia, sí pertenecían a la parte sur de esa provincia. Si Pablo escribió estas cartas a los creyentes en esas ciudades poco tiempo después de su primer viaje, esta habría sido su primera carta, y probablemente el documento más antiguo en el Nuevo Testamento. Por otro lado, Hechos 16:6 y 18:23 pueden indicar que Pablo también viajó a través del norte de Galacia durante su segundo y tercer viaje misionero. Si fue así, pudo haber dirigido esta carta a las iglesias que había fundado en ese momento.
Este asunto es importante para determinar el destino y la fecha de la carta de Pablo a los gálatas; así como para interpretar los pasajes importantes que se relacionan con la vida del apóstol. a «teoría de Galacia del sur» data la carta por los años 49-50 d.C. y la «teoría de Galacia del norte» a mediados de los cincuenta. Algunos estudiosos creen que Gálatas 2:1-10 se refiere al concilio de Jerusalén de Hechos 15, mientras que otros lo consideran como una referencia a la aflicción de la hambruna de Hechos 11.
Muchos estudiosos dudan que Pablo se hubiese referido a sus lectores como «gálatas» (Gálatas 3:1) si no lo eran étnicamente. Otros piensan que este término habría sido más apropiado para los creyentes de varios orígenes étnicos que vivían en esa provincia romana. Algunos intérpretes argumentan que, al describirlas ubicaciones geográficas y los grupos étnicos, Pablo habría usado los mismos términos que su contemporáneo y su compatriota judío Josefo usó. Este famoso historiador parece haber considerado a todos los habitantes de la provincia romana de Galacia como «gálatas».
Actualmente, la mayoría de los eruditos sostienen la «teoría de Galacia del sur» y consideran que la carta se refiere a las iglesias que Pablo evangelizó en la región (Antioquía de Pisidia, lconio, Listra y Derbe). De hecho, no existe evidencia clara de que Pablo haya evangelizado alguna vez la región de Galacia del norte.
SITIOS ARQUEOLÓGICOS ANTIOQUÍA DE SIRIA, CENTRO DEL CRISTIANISMO
Gálatas 2. “Antioquía de Siria, centro del Cristianismo”
Hay dos ciudades en el Nuevo Testamento con el nombre de Antioquía: Antioquía de Pisidia en Asia Menor, evangelizada por Pablo (Hch 13:14-50), y Antioquía de Siria, un antiguo centro del cristianismo. Antioquía de Siria se localizaba en el río Orontes, a unos 24 km de la costa Mediterránea. En la actualidad este es el sitio de Antakya en el sur de Turquía, cerca de la frontera con Siria. Debido a su condición como un importante centro comercial en la intersección de las rutas comerciales que se dirigen al este hacia Mesopotamia, al oeste hacia el Egeo y al sur hacia Damasco, Palestina y Egipto, fue una de las grandes ciudades en el mundo antiguo. Pablo, en Gálatas 2:11-14, nos proporcionó un vistazo a la vida de la iglesia en este antiguo centro del cristianismo, un lugar donde los judíos y los gentiles se reunían. Este sitio se convirtió en la base de la iglesia primitiva como resultado de la persecución, la cual obligaba a los seguidores de Jesús ,1 huir hasta allí desde Judea durante el siglo
1 (Hch 11:19).
Pablo y Bernabé pasaron tiempo predicando y enseñando (Ildi 11:25-26; 15:35). Pablo se embarcó hacia sus viajes misioneros desde allí (Hch 13:1-3; 15:36-41; 18:23); y fue allí que a los creyentes en Cristo se les llamó por primera vez cristianos (Hch 11:26). Las excavaciones de 1932 a 1939 revelaron la calle principal de la Antioquía del siglo 1, flanqueada por amplios pasillos, templos, tiendas y baños. Herodes el Grande pavimentó la calle con mármol, y posteriormente Tiberio agregó columnatas.
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
Gálatas 3. “Adversarios judíos de Pablo
A lo largo de su ministerio cristiano, Pablo fue perseguido por enemigos judíos, quienes buscaban socavar su mensaje. Algunos de estos contrincantes eran judíos que rechazaban las afirmaciones mesiánicas de Jesús y buscaban frenar el crecimiento de la iglesia por medio de una persecución manifiesta (Hch 13:45; 14:19), al igual que el mismo Pablo lo había hecho anteriormente. No obstante, en otras ocasiones parece que a Pablo se le opusieron judíos que quizás no les ofendía mucho el hecho de que el apóstol predicara a Cristo, pero les molestaba el hecho de que no les demandara a los gentiles que se convirtieran en prosélitos del judaísmo (i.e., adoptar las costumbres del judaísmo, como la circuncisión, la observancia del sábado y evitar consumir comidas que no fueran kosher). Parece que a los cristianos en Galacia no se les había persuadido de que se alejaran de Cristo, sino de que se convirtieran en prosélitos. Para Pablo este era un desarrollo alarmante porque menoscababa la esencia del mensaje del evangelio; si la salvación no podía alcanzarse si no se adoptaba el judaísmo, entonces la muerte de Cristo era insuficiente.
Los estudiosos se han vuelto vitalmente interesados en entender a los adversarios judíos de Pablo, ya que esta situación es clave para comprender a Pablo. El punto de vista protestante tradicional es que los oponentes de Pablo eran «legalistas» que creían que la salvación no se recibía por gracia a través de la fe, sino que debía ganarse con «buenas obras» (las cuales en este caso significaban la adherencia a las leyes rituales del judaísmo).
Contra esto algunos han argumentado recientemente que el judaísmo del siglo I realmente no era «legalista» del todo, sino que se aferraba a las creencia de que el perdón se obtenía meramente por la misericordia de Dios. Estos estudiosos denuncian que los protestantes han juzgado a los antiguos judíos fuera del contexto de la reforma protestante, cuando Lucero enfrentó el legalismo de las misas e indulgencias católicas romanas, en vez de escuchar verdaderamente a los judíos del siglo I. Por el contrarío, insisten dichos críticos, los judíos fieles creían que Dios los había escogido meramente en base a su gracia y que él solamente les requería que regularan sus vidas de acuerdo a los términos de su pacto. Las «reglas» del judaísmo, según esta perspectiva, les ayudaban a preservar su identidad y fidelidad, pero no eran medios para adquirir el favor de Dios.
Este punto de vista sobre el judaísmo ha conducido a una perspectiva alterada sobre Pablo. Si los primeros judíos de verdad no eran legalistas, entonces nuestras interpretaciones de algunas de las palabras de Pablo necesitan una revisión importante. Por otro lado, muchos creen que es válido afirmar que muchos judíos del siglo I adoptaban una perspectiva de la religión excesivamente moralista e institucionalizada y que Pablo estaba reaccionando contra este código. Los expertos actualmente están involucrados en una búsqueda para intentar determinar exactamente lo que estos primeros judíos creían sobre cómo se obtenía el favor de Dios.
No obstante, es probable que sea innecesario probar que el judaísmo del siglo I fue formal y teológicamente legalista con el fin de demostrar que muchos de los antagonistas de Pablo eran legalistas en su acercamiento a su religión. Cuando Jesús se opuso al liderazgo judío, no le interesaba tanto discutir con los fariseos sobre elementos hipotéticos de teología como discutir su falta de arrepentimiento (p.ej. Mt 23). Cuando las personas religiosas se obsesionan con el error y el pecado, a menudo se vuelven crueles y censuradores, y se apegan a la letra de ley en su código de estándares éticos y morales. Su habilidad para realizar ritos religiosos y deberes se convierte en un sustituto para un conocimiento auténtico y personal de Dios.
Esto es verdad en las comunidades cristianas también, a pesar del hecho de que nadie en estas comunidades discute que el cristianismo propugna la salvación «por gracia y no por obras» como una de sus enseñanzas esenciales. De ese modo, aunque muchos de los contendientes de Pablo pueden haber aceptado formalmente que el perdón depende por completo de la misericordia de Dios, en sus vidas religiosas prácticas bien pueden haber sido legalistas.
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
Gálatas 4. “Los dioses greco-romanos”
El «mercado religioso» estuvo sumamente abarrotado durante la era helenística. Las deidades olímpicas (y sus equivalentes romanos) todavía ocupaban un lugar en la religión popular: el poderoso Zeus y su consorte Hera, el guerrero Ares, la erótica Afrodita, el profético Apolo, la guerrera virgen Atenea, Artemisa la cazadora,' Hermes el mensajero de los dioses, Efestos el herrero, Poseidón dios del mar, Demetra del campo y Hestia de la tierra. A Plutón, el dios sombrío del inframundo, no siempre se le mencionaba entre los «Doce» pero conservaba un lugar significativo en el pensamiento religioso. Aunque con certeza estas deidades eran reverenciadas, raras veces se les veía como personajes admirables. Por el contrario, los mitos los describen como violentos y lascivos, así como caprichosos y mañosos en sus tratos con los humanos y entre ellos mismos (como se ve en la ilíada y la Odisea de Homero y en Metamorfosis de Ovidio).
Entonces, no es de sorprenderse que los filósofos posteriormente procedieran a sanear estas deidades y sus historias. En algunos sistemas, por ejemplo, a Zeus se le comparó con el principio organizador del universo (algunos ejemplos son el himno de Cleante a Zeus el Phaenomena de Arato). Esta transformación de la idea de Zeus fue tan minuciosa que los judíos y los cristianos en ocasiones podían hacer uso del material relacionado con Zeus en su enseñanza apologética en el mundo helenístico (como en la referencia de Pablo a un poema del estoico Arato en Hechos 17).
Los cultos extranjeros también proliferaban en Grecia y en Roma durante el periodo o helenístico. La adoración al dios Serapis era particularmente popular, aunque parece que fue creada tan tarde como el siglo III a.C., y reunía características de varias deidades griegas y egipcias. Historias difundidas de la ayuda que les ofrecía a sus seguidores (libramiento de naufragios, sanidad, etc.) compensaban la falta de una historia larga. Isis y Osiris, otras deidades egipcias, también eran objetos de adoración populares.
Además de estas deidades importantes, allí aún permanecían una multitud de espíritus y dioses locales que atraían la veneración a lo largo del imperio. Los dioses de las casas, que preservaban el hogar y la vivienda, eran especialmente populares entre los romanos.
A las Náyades se les describía como ninfas de las aguas dulces relacionadas con fuentes, así como a las Dríades se les asociaba con los árboles y a las Nereidas con el mar. Se creía que varios espíritus relacionados con la tierra traían fertilidad a las cosechas, y también se les relacionaba con la muerte y el infierno. La aterradora diosa Hécate era particularmente prominente, y frecuentemente se le invocaba en conjuros mágicos. Finalmente, se creía que los héroes del pasado, especialmente Hércules, ayudaban a las personas en problemas y en ocasiones se desempeñaban como mentores espirituales.
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
Gálatas 5. “La magia en el mundo greco-romano”
Varios tipos de prácticas mágicas florecieron en el mundo greco-romano. Conjuros, encantos, amuletos, pociones y hasta muñecos tipo vudú se usaban para procurar el favor de los poderes sobrenaturales. Las fronteras de lo mágico eran difusas; algunas «pociones mágicas» pueden haber sido intentos legítimos de farmacología, aunque ciertos «conjuros mágicos» tenían un fuerte componente de oración y adoración.
No obstante, la idea de la magia para manipular a los seres espirituales para el beneficio
personal todavía representa esta espiritualidad clandestina.
En los conjuros se empleaban varios materiales, desde cabellos de la persona amada hasta excremento de babuino o ratoncillos de campo ahogados. Estos elementos, combinados con las prácticas rituales «correctas» y las palabras mágicas apropiadas, supuestamente garantizaban la condescendencia de la deidad que llevaría a cabo la tarea. Las palabras podían ser sílabas sin sentido o nombres secretos de los dioses. Era común que tales hechizos terminaran con una orden abrupta como: «¡Ahora!, ¡ahora!, ¡hazlo!».
Aunque los practicantes de la magia comúnmente invocaban a los espíritus malignos del inframundo para hacerlos propicios, probablemente se invocaba a cualquier divinidad.
Algunos magos hasta intentaron manipular al Dios de Israel. De hecho, con frecuencia se le invoca en el papiro mágico, generalmente bajo el nombre «Lao», una posible mala pronunciación del nombre Yahveh.
(Biblia de Estudio Arqueológica. Vida. p.1948)