Arqueología 

Mateo

Arqueología de Mateo

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Mateo 1. “Genealogías en el antiguo Israel”

 

En sociedades organizadas con base en el parentesco, las genealogías (listas de nombres que hacen un trazado de los antepasados de un individuo o grupo) sirven como un registro público que documenta la historia, establece la identidad o justifica el cargo. La clave para la validez e identidad es una atadura familiar directa e irrefutable con el pasado. Tales listas pueden ascender desde un individuo, utilizando la fórmula «x el hijo de y, el hijo de z...»(1Cr 6:33-43; Esd 7:1-5; Lc 3:23-38) o descender de un antepasado común, utilizando el patrón «x fue el padre de y, y el padre de z...» (Gn 5:1-32; Rt 4:18-23; Mt 1:1-17). Estos dos tipos básicos de genealogía pueden combinarse (cf. v. 1 y w. 2-17). Además, los rollos genealógicos pueden contener ya sea una simple sucesión de nombres o ser complementada con un amplio contenido con respecto a los actos de ciertos individuos prominentes de la lista.

Las genealogías delinean las características importantes tanto de la historia antigua de Israel como su historia reciente. Existen diez listas genealógicas principales solo en Génesis, (p.ej., «el relato escrito de los descendientes de Adán» en Gn 5). Estos registros sirvieron para establecer y proteger la identidad en cuanto que estos regularon una variedad de interacciones sociales, incluyendo el matrimonio y las tierras heredadas (Dt 25:5-10; Esd 10:18-43). De esta manera, el registro de familias que habían regresado del exilio, fue una preocupación profunda durante el período postexílico (1Cr 1-9; Esd 8:2-14; Neh 7:7-63). Las genealogías eran especialmente importantes en el antiguo Israel porque el derecho a mantener cargos importantes era un privilegio hereditario. Por ejemplo,   el sacerdocio era confiado a los hijos de Leví (Éx 6:16-26; Nm 3:10; 1Cr 6:1-53), mientras que el reinado estaba reservado para los descendientes de Judá (Gn 49:10) y más específicamente para el hijo de David (2S 7:12-16; Sal 89:29; Is 9:7; 11:1-3).

En la era del Nuevo Testamento, algunos registros genealógicos fueron guardados en archivos públicos en el templo, mientras que otros los conservaron familias privadas. La predicación de los primeros cristianos redefinía radicalmente la descendencia genealógica al considerar toda persona que se identificaba con Jesús como descendiente legal y verdadero de Abraham, «herederos según la promesa» (Gá 3:29; cf. Mt 3:9; Jn 8:33,39; Ro 4:16) .

El Nuevo Testamento conserva dos listas genealógicas, las cuales presentan la ascendencia humana de Jesús como el hijo de David (Mt 1:1-17; Lc 3:23-38). Los dos listados son diferentes, y las razones de esta variación han sido ampliamente discutidas. Puede ser que el registro en Lucas, preserva el árbol genealógico biológico de José, mientras que en Mateo se registra la línea legal de descendientes que autenticaron la demanda de José (y la de Jesús) al trono de David. Otros sugieren que la genealogía en Mateo es la de José, mientras que la que se halla en Lucas, es la de María.

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Mateo 3. “El bautismo en el mundo antiguo”

  

La inmersión ritual en agua, o bautismo, representaba un símbolo religioso poderoso usado con frecuencia en el judaísmo antiguo. Esta ceremonia sacramental fue establecida para simbolizar la purificación y la eliminación de pecados, o era usada algunas veces como un rito de iniciación para consagrar un cambio de estatus o una conversión.

Jerusalén, Jericó y en otras partes. Según la ley rabínica estos tenían que contener al menos 227 litros de agua y ser lo suficientemente profundos para sumergir el cuerpo entero.

Al surgir el cristianismo, el rito del bautismo adquirió una importancia fundamental. El bautismo en agua definió el hecho simbólico principal requerido por Juan a lo largo de su predicación de preparación en el desierto (Mt 3; Mr 1:4). Es precisamente este hecho, para el que fue comisionado por orden divina y por el que más tarde recibió el epíteto «el Bautista» (Mt 3:1; Josefo, Antigüedades, 18.5.2). Juan convocó a sus oyentes a que se bautizaran debido al inminente advenimiento del juicio de Dios sobre la tierra (Mt 3:5-6; Lc 3:17). De este modo, su bautismo evocaba imágenes proféticas de limpieza con agua para el perdón, la purificación y el arrepentimiento que caracterizaría la era mesiánica (Jer 31; Ez 36:25; Zac 13:1).

Los Evangelios presentan el bautismo de Juan como un precursor necesario para el ministerio público de Jesús, quien bautizaría «con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3:11; véase Mr 1:8; Jn 1:31). Jesús sancionó este acto sacramental como un aspecto importante de la conversión, requiriendo el bautismo «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28:19). Otros textos del Nuevo Testamento registran ligeras variaciones en la redacción de la fórmula bautismal, tales como «en el nombre de Jesucristo» (Hch 2:38; 10:48), «en el nombre del Señor Jesús» (Hch 8:16; 19:5) o simplemente «en Cristo» (Gá 3:27). El lugar del bautismo en los comienzos del cristianismo ocasionó críticas prolongadas por parte de varios autores del Nuevo Testamento en relación al significado de este acto simbólico. En el Nuevo Testamento se ve el canon del bautismo como la identificación simbólica del creyente con la muerte y resurrección de Jesús (Ro 6; Col 2:12), a través de la cual el creyente se «reviste de Cristo» (Gá 3:27), así como una clara expresión de arrepentimiento ante Dios (1P3:21).

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Mateo 5. Los Fariseos

Los fariseos fueron una secta política y religiosa influyente durante el periodo del Segundo Templo. Durante este tiempo de aumento de influencia extranjera, ellos promovieron el fiel cumplimiento de la ley judía, tanto a nivel nacional como individual. El significado exacto del término fariseo, permanece dudoso. El sustantivo se deriva del verbo hebreo que significa «separar» o «distinguir». Este título parece haber sido aplicado originalmente en un sentido negativo cuando los fariseos fueron expulsados de la membresía en el Sanedrín bajo Juan Hircano (135-104 a.C.), aunque más tarde fue entendido en sentido positivo ya sea como «aquellos que se apartaban a sí mismos» de todas las fuentes de impureza ritual (véase Mr 7:1 - 23; Gá 2:12-13) o «aquellos que interpretaban la ley correctamente» (véase Hch 22:3; 26:5; Antigüedades de Josefó, 17.2.4).

Los fariseos creían que Dios era el Creador soberano, quien expresó su voluntad a la humanidad a través de la Escritura. Además, él le concedió a la humanidad los dones de decisión moral responsable y raciocinio para poner en práctica las Escrituras en esta vida como preparación para la resurrección, el juicio y la vida venidera (cf. Hch 23:6-8). Los miembros de esta secta cumplieron cuidadosamente la ley mosaica, interpretándola de forma sistemática y adaptándola a las condiciones de su propia época para mantener un sentido de pureza entre la población (Mt 23:2-3). El sistema de interpretación y el estilo de vida fueron transmitidos por generaciones de maestros y llegaron a conocerse de varias maneras, como la ley oral, la tradición de los ancianos (Mr 7:3-5; Gá 1:14), las obras de la ley (Ro 3:20-28; Gá 2:16—3:10), o simplemente como la Halajá (de la palabra hebrea que significa «caminar»; la Halajá es la enseñanza tradicional judía que dirige la conducta y la práctica religiosa).

Los fariseos se veían a sí mismos como los herederos de una amplia tradición interpretativa que les permitía servir como guías de confianza para él pueblo judío durante la época tumultuosa (Ro 2:17-20). Aunque algunos fariseos llegaron a creer en Jesús como el Cristo (Hch 155; Fil 3:4-11), la mayoría justificaba su oposición a él tomando como base que Jesús claramente enseñaba por su propia autoridad (Mt 7:29; Jn 3:1-3; 8:13), así como sobre la base de sus interpretaciones de varios temas que eran de mucha importancia para ellos.

Jesús criticó a los fariseos aduciendo que, a pesar de todo su encomiable cumplimiento de mandatos y tradiciones, ellos eran fundamentalmente impenitentes, y no conocían a Dios ni amaban a las personas (Mt 23).

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Mateo 6. “El ayuno en la Biblia y en el antiguo Cercano Oriente”

El ayuno en el Antiguo Testamento

Mientras que el día de la Expiación era el único día de ayuno obligatorio en el Antiguo Testamento, habían ocasiones a lo largo del año para el ayuno voluntario. En vez de evitar alimentos específicos, por lo general el ayuno implicaba la abstinencia de todo tipo de alimento durante un periodo de tiempo predeterminado. Era siempre acompañado de oración y se usaba para expresar duelo, penitencia o devoción humilde a Dios. Se animaba al ayuno en tiempos de crisis nacional como señal de que Israel, o Judá, estaba dedicada al Señor de todo corazón (Jue 20:26; Jl 1:14). Las personas con una aflicción en particular, también ayunaban (1S 1:7;2S 12:22).

La duración del ayuno en cuestión variaba desde varias horas hasta tanto como 40 días. Luego del exilio comúnmente se practicaban al menos cuatro periodos de ayuno (Zac 8:19). Por ejemplo, una tradición comenzó con un ayuno en el noveno de Ab (el quinto mes, que abarcaba nuestro julio y agosto). Este ayuno tenía como propósito conmemorar la destrucción del templo de Jerusalén, y se volvió una costumbre leer Lamentaciones ese día.

El ayuno en la religión pagana

La religión pagana griega también practicaba algunas formas de ayuno. Uno de los ritos de iniciación de la religión de los misterios eleusinos incluía un ayuno y el culto a Isis y Cibeles también implicaba algún ayuno. Con frecuencia se pensaba que abstenerse de alimento, así como la abstinencia sexual, era una preparación necesaria antes de someterse a un ritual. Los griegos casi nunca practicaban ayunos prolongados, sin embargo, muchos cultos tenían una cantidad de tabúes que involucraban alimentos (los pitagóricos, p.ej., eran vegetarianos).

El ayuno en el Nuevo Testamento y la iglesia

El ayuno permaneció como práctica común a lo largo de la era del Nuevo Testamento. Los fariseos ayunaban dos veces por semana, los lunes y los jueves (Lc 18:12). Jesús, los discípulos de Juan el Bautista y Pablo, también practicaban ayunos importantes. Mateo 6:16-18 indica que el ayuno permanece como una forma legítima de adoración para los cristianos. Durante los primeros siglos de la iglesia cristiana, surgió una teología de ascetismo con hechos heroicos de ayunos prolongados. No obstante, las palabras de Jesús también proveen un recordatorio de que el verdadero ayuno se dirige a Dios, no a impresionar a otros. Al igual que los profetas antes que él (Is 58:1 -12; Jer 14:10-12; Zac 7), Jesús declaró que el verdadero ayuno es una señal de la inclinación del corazón hacia Dios.

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Mateo 8. “Demonios y la Biblia”

Muchos lectores asumen que la creencia en demonios atestiguada en el Nuevo Testamento es simplemente algo que sus autores comparten con las creencias y prácticas supersticiosas de todos los pueblos antiguos. La interrogante acerca de la realidad de los demonios, por supuesto, no puede ser resuelta por la arqueología. No obstante, los investigadores pueden demostrar que el concepto de que los escritores del Nuevo Testamento simplemente compartieron los puntos de vista precientíficos de sus contemporáneos es simplista y erróneo.

Demonios en el antiguo Cercano Oriente

La sociedad del antiguo Cercano Oriente estaba inundada de textos que contenían conjuros mágicos y amuletos con la intención de protegerá pueblo de los malos espíritus (los encantamientos para la defensa contra los demonios son llamados «conjuros apotropaicos»). Por ejemplo, uno de los demonios más temidos de la época neoasiria era la figura femenina con cabeza de león, Lamashtu, del que se pensaba especialmente atacaba a las mujeres embarazadas y a los recién nacidos. Como protección, las mujeres usaban un collar con un pendiente del dios Pazuzu. Una gran cantidad de conjuros apotropaicos han sobrevivido de Babilonia, que utilizaban palabras y rituales mágicos que involucraban plantas, partes de animales y otros objetos sagrados. Aún hoy, en el Mediterráneo oriental no es inusual ver amuletos destinados a prevenir el «mal de ojo».

Demonios en la literatura judía no bíblica

La antigua literatura judía también estaba fascinada con la magia como una manera de lidiar con los demonios. El libro apócrifo de Tobit narra la historia de una «Sara, hija de Raguel», quien se había casado siete veces, pero enviudado siempre en su noche de bodas mediante la intervención del demonio Asmodeus. Mientras tanto Tobías, el hijo del ciego Tobit es enviado a Media, donde vivía Sara, él viajó en compañía de un hombre que resultó ser el ángel Rafael. Mientras Tobías estaba sentado junto al río Tigris, un pez trató de morderle un pie. Rafael le ordenó a Tobías que atrapara al pez y le extrajera su vesícula, corazón e hígado. Si él quemará el corazón e hígado en presenda de un individuo que estuviera afligido por un demonio, esa persona seria liberada. Al llegar a Media, Rafael le informó a Tobías que debía casarse con Sara, pero que podría derrotar al demonio Asmodeus, al quemar el hígado y el corazón del pez cuando él entrara por ella. Tobías tomó con confianza a Sara como su esposa, luego de lo cual usó la vesícula del pez para curar la ceguera de su padre.

El testimonio de Salomón ilustra aún más la generalizada creencia en la magia apotropaica. Esta es una obra seudoepigráfica (que falsamente reclama haber sido escrita por una persona famosa del Antiguo Testamento) que se le atribuye a Salomón. En ella, Salomón recibió un poderoso anillo del ángel Miguel, con el cual podía encarcelar o controlar los demonios y liberar al pueblo de la aflicción. Por ejemplo, Salomón obligó al demonio Lix Tetrax a ayudar a construir el templo lanzando piedras hacia a arriba, a los trabajadores.

Demonios en el Antiguo Testamento

Demonios en el Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento demuestra dos realidades en relación a los espíritus malos:

Jesús no hizo uso de los espíritus demoníacos y no buscó emplearlos para que cumplieran su mandato.

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Mateo 9. “Comidas judías y comidas habituales”

El origen de las prácticas alimenticias del Nuevo Testamento

Las referencias a cenar y a los alimentos en el Nuevo Testamento, y especialmente en los Evangelios, combina características de la práctica greco-romana con la tradición religiosa judía. De las costumbres greco-romanas vemos lo siguiente:

Sin embargo, la mayor parte de las prácticas alimenticias que vemos en los Evangelios, se derivaban del judaísmo. De las enseñanzas religiosas judías vemos lo siguiente:

Los animales admisibles eran aquellos que rumiaban y que tenían pezuñas hendidas.

Los peces con escamas y aletas, así como ciertos tipos de aves, también se permitían.

La Biblia prohibía ciertos tipos de alimentos considerados paganos o adquiridos por medios crueles. Esto incluía el consumo de carne que se tomaba de un animal aún con vida o de uno encontrado muerto, el tomar sangre o hervir un cabrito en la leche de su madre.

La importancia de las prácticas alimenticias del Nuevo Testamento

Los intérpretes han dado una gran variedad de explicaciones para las leyes alimentarias judías. Algunos sostienen que su intención principal era la higiene y la buena salud, mientras otros arguyen que el evitar las prácticas idólatras era la razón principal para la leyes kosher. Aun otros sugieren simplemente que estas leyes funcionaban como un límite artificial para recordar a los judíos que ellos eran diferentes de los gentiles. La mayoría de los judíos parece haber considerado estas complicadas restricciones como expresiones de santidad diarias y concretas (Lv 11:44-45), lo que también se expresó en las comidas judías mediante el hecho de diezmar todos los medios de sustento, la recitación de bendiciones antes y después de cada comida (Dt 8:10; Jn 6:11; 1Co 11:24) y la caracterización de cada fiesta en el calendario litúrgico mediante la comida de alimentos peculiares preparados de maneras específicas.

El cumplimiento de las leyes alimentarias adquirió un nuevo significado durante la era macabea cuando «muchos israelitas se mantuvieron firmes y tuvieron el valor de no comer alimentos impuros; prefirieron la muerte antes que mancharse con esos alimentos y quebrantar la santa alianza» (1 Mac 1:62-63). Esta realidad histórica, junto con las imágenes proféticas heredadas, lleva a la idea de un gran banquete mesiánico en el que el justo disfrutará la hospitalidad de Dios en la era venidera (Is 25:6- 8; Mt 22:1-10; Ap 19:9-17).

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Mateo 10. “Los zelotes y los Esenios”

Los zelotes eran judíos radicales quienes buscaron el derrocamiento violento del régimen romano en Judea bajo el llamado de «¡No rey sino Dios!». Ellos alcanzaron prominencia durante la revuelta judía contra Roma en 66-73 d.C., sin embargo, las raíces de la violenta rebelión se extendían mucho más atrás en el tiempo. Mientras que los eruditos debaten si existía un movimiento de insurrección continuo y organizado a través del primer siglo d.C., es al menos interesante resaltar que algunos líderes del levantamiento en 66 d.C. eran descendientes directos de hombres que habían peleado contra Roma durante el primer siglo a.C. Cuando Jesús abogó por una resistencia no violenta a los enemigos, pudo haber estado completamente en oposición a este tipo de revolución armada.

Los esenios fueron otro grupo de protesta en el judaísmo antiguo. Esta facción muy probablemente se distanció de los movimientos reformistas de mediados del segundo siglo a.C. que surgieron durante la revuelta macabea. Alrededor del primer siglo d.C., los esenios eran una fuerza importante para renovación en el judaísmo. Al igual que los fariseos, estaban preocupados con la pureza y el llamado a una adherencia estricta a la Ley, a pesar de que ambos grupos discrepaban en puntos específicos de interpretación y práctica. Los esenios sobresalieron por sus tendencias ascéticas, por su falta de participación en la adoración en el templo y por su deseo de aislarse a sí mismos en comunidades firmemente integradas. Algunos de los esenios más radicales quienes siguieron al así llamado Maestro de Rectitud finalmente perdieron la esperanza de renovación mediante las vías normales y se retiraron al desierto de Judá a vivir cerca del Mar Muerto.

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Mateo 11. “Corazín”

Al inicio de su ministerio, Jesús salió de su pueblo natal, Nazaret y se asentó en Capernaúm, localizada en la costa norte del Mar de Galilea. Él ministró en Capernaúm y en los pueblos cercanos de Corazín y Betsaida. Corazín se menciona en la Biblia únicamente en Mateo 11:21 y en el pasaje paralelo de Lucas 10:13, donde los tres pueblos cayeron bajo la condenación de Jesús por su fracaso en arrepentirse. Ellas eran, después de todo, «las ciudades en las que había hecho la mayor parte de sus milagros» (Mt 11:20).

Corazín está ubicada aproximadamente a una hora de camino (4 km) al norte de Capernaúm en una meseta de basalto conocida como la meseta Corazín, a unos 244 m más allá del Mar de Galilea. En fuentes judías se describe como un pueblo de tamaño medio que sobresale por su producción de trigo. El principal camino a Damasco pasaba un poco al norte, por lo que el comercio, así como la agricultura, jugaron un papel importante en la economía de la comunidad.

Las ruinas de Corazín cubren una área de más de 32.3 hectáreas. Las excavaciones y fuentes literarias indican que la ciudad fue fundada en el primer siglo d.C. y prosperó hasta la conquista árabe en el siglo VIII. Los edificios municipales y una cantidad de complejos nacionales, todos construidos con piedra de basalto negras y que datan de entre los siglos III y VIII d.C.fueron descubiertos. Los edificios municipales, colocados en dirección este-oeste sobre la ligeramente inclinada meseta, están compuestos por una sinagoga, un complejo de baños rituales, cisternas y edificios públicos. Después de la conquista árabe, Corazín decayó y finalmente fue abandonada.

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Mateo 12. ·La familia de José, María y Jesús”

El Evangelio provee detalles limitados acerca de la familia inmediata de Jesús. Sabemos, por supuesto, que él nació de María y que su padrastro fue José. Este mismo, carpintero de oficio, sólo se menciona en las narraciones del nacimiento e infancia de Jesús, llevando a muchos a pensar que murió antes de la época del ministerio público de Jesús. Los Evangelios registran los nombres de cuatro de los hermanos de Jesús: Jacobo, José, Simón y Judas (Mt 13:55), y menciona a las hermanas sin dar sus nombres.

Quienes creen que María permaneció virgen a lo largo de toda su vida sugieren que estos hermanos eran hijos de José de un matrimonio anterior. La Escritura misma, sin embargo, no hace ningún reclamo de que María mantuvo su virginidad luego de nacimiento de Jesús, y es muy probable que los hermanos y hermanas de Jesús eran simplemente los hijos nacidos de María y José después del nacimiento de Jesús. En la antigua cultura judía hubiera sido impensable para un hombre y una mujer vivir juntos de manera permanente en un matrimonio sin consumarse. Mateo 1:25, en efecto insinúa que María y José tuvieron relaciones sexuales normales luego del nacimiento de Jesús.

Aunque las relaciones entre Jesús y su familia estaban caracterizadas por la tensión y los desacuerdos (p.ej., Mr 3:31-34), al menos dos de sus hermanos más tarde llegaron a ser sus seguidores. Jacobo, un líder de la iglesia de Jerusalén (Hch 12:17) fue martirizado a principios de los años sesenta. La tradición le atribuye a él el libro de la epístola de Santiago en el Nuevo Testamento. De forma similar, la epístola de Judas se le atribuye a Judas, el hermano de Jesús.

SITIOS ARQUEOLÓGICOS

 

Mateo 14. “La casa de Pedro en Capernaúm”

Las condiciones de las viviendas en la Tierra Santa del primer siglo variaban dramáticamente según la situación financiera de las personas. Las casas mejor conservadas son aquellas que fueron construidas con artesanía obviamente de materiales duraderos. De estas, los ejemplos más espléndidos son los restos de los fastuosos palacios de Herodes el Grande en Jerusalén, Masada y Jericó.

Estas estructuras junto con otras lujosas casas fueron descubiertas en la ciudad alta de Jerusalén, reflejan las prácticas estilísticas de las villas romanas contemporáneas. La villa estaba estructurada alrededor de un patio columnata abierto y contenía una amplia habitación de recepción y un comedor que tenía espacio para grandes concurrencias. Los pisos estaban cubiertos por mosaicos de piedra detallados y las paredes estaban pintadas con frescos. Estas casas de clase alta y palacios en Judea también poseían características judías distintivas, tales como los baños rituales al lado de los baños ordinarios, la ausencia de representación humana o animal en los mosaicos y frescos, y la presencia de símbolos judíos (p.ej., la menorá).

Puesto que relativamente poca gente vivía en casas suntuosas, mayor cantidad de ejemplos de viviendas de la dase media han sido revelados mediante la arqueología. Un ejemplo importante, que se descubrió en Jerusalén en 1970, es conocido como la «casa quemada». Esta casa estaba completamente enterrada con hollín y ceniza de la destrucción de la ciudad en 70 d.C. y, por lo tanto, se había conservado muy bien. El plano de planta refleja un patrón común de tres habitaciones de mediano tamaño, un aposento pequeño para almacenaje, una cocina pequeña y una baño ritual escalonado construido alrededor de un patio enlosado. Las paredes estaban cubiertas con una capa delgada de yeso de piedra caliza, y los pisos era de tierra compactada. El mobiliario de la casa incluía mesas rectangulares de piedra, tazones, platos, tazas y pesas cilíndricas, una de las cuales identificaba al dueño como Bar Karos.

Otros ejemplos importantes de las casa del primer siglo han sido desenterrados en Capernaúm. Las excavaciones hechas allí, cerca de la antigua sinagoga, revelaron un grupo aproximadamente 12 casas construidas con rocas de basalto negro y piedra pequeña, distintas alrededor de un patio central que tenía hornos y piedras de afilar.

Estas viviendas de un solo piso tenían pisos hechos de tierra negra compactada y escaleras que llevaban a techos planos. Los techos menos sólidos eran construidos probablemente con ramas de árbol cubiertas con lodo y paja (cf. Mr 2:4).

La particularidad que más atraía la atención de estas casas era que poseían un piso de piedra caliza picada y sus paredes encaladas estaban llenas con decoraciones (incluyendo flores, granadas y muchas cruces) e inscripciones que estaban fragmentadas y en muchos idiomas: 124 en griego, 18 en siríaco (asirio), 15 en hebreo y 1 en latín. La mayoría de las inscripciones eran oraciones cortas, como «Cristo tiene misericordia» o «Señor Jesucristo ayuda». Otras contenían el nombre de Pedro, sugiriendo que esta casa era venerada en la antigüedad como un lugar de peregrinaje cristiano y que estaba asociada con el recuerdo de Pedro. Por lo tanto, esta vivienda se ha llegado a conocer como la casa de Pedro en Capernaúm (Mt 8:14; Mr 1:29; Lc 4:38).

Las clases urbanas de más bajo nivel vivían en edificios comunitarios atestados que se llamaban insulae: edificios de varios pisos divididos en numerosos apartamentos llamados cenaculi. El piso de abajo generalmente tenía una tienda en la cual también vivía el dueño. A los pisos superiores se llegaba a través de escaleras exteriores. El insulae normalmente carecía de un sistema de calefacción, agua corriente o de aguas negras. Eutico muy probablemente cayó desde la ventana del tercer piso de un ínsula mientras escuchaba a Pablo predicar acerca de Cristo en Troas (Hch 20:7-12).

PUEBLOS, TERRITORIOS Y GOBERNANTES ANTIGUOS

Mateo 15. “Galilea en la época de Jesús”

Jesús creció en Nazaret, ubicada como a 24 km del Mar de Galilea. La región había sido colonizada por judíos desde tiempos antiguos y había permanecido como un bastión del judaísmo a lo largo de los siglos. Ciertos aspectos de la zona ayudan a definir el entorno cultural en el que Jesús vivió, habló y actuó:

SITIOS ARQUEOLÓGICOS


Mateo 16. “Cesarea de Filipo”

El área de Cesárea de Filipo se conoció primero (aprox. 200 a.C.) con el nombre de Panion, que significa «santuario de Pan», un dios pagano asociado a los campos y rebaños. En 23 a.C., Augusto asignó la zona a Herodes I para que la gobernará para los romanos, y el hijo de Herodes, Felipe, tomó el control de la región luego de la muerte de su padre. Felipe construyó un capitolio administrativo en Panion y cambió el nombre a Cesárea de Filipo, dando honor tanto a César como a sí mismo. (Cesárea de Filipo no debe confundirse con Cesárea Marítima, una ciudad en la costa mediterránea).

En el año 53 o 54 d.C., Herodes Agripa II se convirtió en rey del principado y transformó a Cesárea de Filipo en una ciudad greco-romana. El esplendoroso palacio administrativo fue convertido en un baño público y se construyó una larga calle a través del centro de la ciudad con una secuencia de columnas. Se suplió agua dulce a través de tuberías subterráneas y de un nuevo acueducto. En 70 d.C., la ciudad fue la escena de una muy conocida barbarie. El general romano Tito, después de destruir a Jerusalén, trajo una gran cantidad de prisioneros judíos a Cesárea de Filipo, donde fueron masacrados en juegos como un espectáculo público. La ciudad llegó a su máximo apogeo en el segundo y tercer siglos d.C., pero parece haber experimentado una marcada decadencia desde el cuarto siglo en adelante.

SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Mateo 17. “La Sinagoga de Capernaúm”

 

La ciudad de Capernaúm ocupa un lugar importante en las narraciones del Evangelio como un lugar desde el cual Jesús llevó a cabo la mayor parte de su ministerio público (Mt 4:13; Mr 2:1). Allí, él realizó muchos milagros y se reportó que entró varias veces a la sinagoga de Capernaúm para enseñar (Mr 1:21; 3:1-5; Lc 4:31; Jn 6:59). Según Lucas 7:5, la sinagoga de Capernaúm fue construida bajo el auspicio de un centurión romano quien amaba al pueblo de Israel.

Las ruinas de la sinagoga fueron reconocidas por Edward Robinson en 1852, como el sitio de Tell Hum. La primera excavación la dirigió Charles Wilson en 1865-1866. En 1894, la Custodia Franciscana de la Tierra Santa adquirió el lugar de los turcos, construyó un monasterio, cubrió las ruinas y plantó cultivos sobre ellas para mantenerlas seguras hasta que la situación política permitiera excavaciones cuidadosas. Durante los años 1905-1926, se excavó la antigua sinagoga y los equipos alemanes y franciscanos la restauraron parcialmente.

La espera valió la pena. Los equipos descubrieron una sinagoga de piedra caliza, de gran tamaño y ornamentada, planificada como una basílica rectangular de aproximadamente 18 m de ancho por 24.5 m de largo. El plano de planta consistía de una nave central flanqueada por naves laterales. Escaños de piedra se alineaban con las paredes orientales y occidental. El punto central de la estructura estaba orientada al sur, hacia Jerusalén. Por varios años, los eruditos creyeron que estas ruinas visibles representaban la misma estructura en la que Jesús había enseñado. Sin embargo, la continuación de las excavaciones ocurrió en 1968 y estas revelaron los restos de una estructura más antigua construida de piedra de basalto negra, con un plano de planta similar. Las paredes de basalto con un grosor de 1.2 m de grosor, están desalineadas en relación a las paredes de piedra caliza y, por lo tanto, no podrían haber servido como su cimiento. En 1981, se descubrió un piso de adoquines de basalto, junto con cerámica del primer siglo d.C. Por consiguiente, si duda esta estructura más antigua es desde la cual Jesús declaró, «Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre» (Jn 6:51).

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS


Mateo 19. “Puerta como el ojo de una aguja”

Desde los comentaristas de la Edad Media se ha considerado la posibilidad de que la declaración de Jesús con respecto a «el ojo de una aguja» (Mt 19:24) puede haber sido una referencia a ciertas puertas o entradas que realmente existieron en su época. Algunas casas, de hecho tenían puertas grandes que hubieran permitido a un camello completamente cargado entrar al patio. Puesto que tales puertas eran pesadas e incómodas y requerían de mucho esfuerzo para abrirías, habían siempre puertas más pequeñas cortadas dentro de ellas, que permitían la entrada de gente y animales pequeños a la casa con mayor facilidad. Algunos intérpretes han sostenido que esta puerta más pequeña era «la puerta como el ojo de una aguja», mientras que otros han sugerido que el ojo de la aguja se refería a puertas más pequeñas dentro de entradas más grandes de la ciudad, como aquellas en Jaffa y Hebrón. Pasar a través de la puerta más pequeña, se decía, habría obligado al camello a doblar sus rodillas. Por consiguiente, el punto de las enseñanzas de Jesús en el versículo 24, es, supuestamente, que un hombre rico puede entrar al reino de los cielos solamente si cae de rodillas.

Así como son de ilustrativas estas teorías, ellas de hecho menoscaban el poder de las palabras de Jesús. El punto no es que la salvación es difícil sin Dios, sino que es imposible sin él. La comparación de Jesús del animal más grande conocido en Palestina con el más pequeño de los agujeros, creaba una ilustración vívida y memorable. El hecho de que puertas modernas han sido tan nombradas pueden muy probablemente atribuirse a la influencia de esta y otras declaraciones similares dentro del Talmud y el Corán. En otras palabras, el término «puerta como el ojo de una aguja» muy probablemente no precede a la enseñanza; por el contrario, la popularidad del término surgió a causa de la enseñanza. No obstante, en el entorno original de Jesús, es muy probable que el ojo de una aguja fuera simplemente el ojo de una aguja y no, del todo, una puerta.

Los lectores de la Biblia hacen bien en tener cuidado de interpretaciones legendarias y seudo- arqueológicas, las que pueden ser bastante engañosas e incluso distorsionan o minan el verdadero significado de un texto bíblico.

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Mateo 21. “ Un Rey monta un burro: significado cultural-político en el antiguo Cercano Oriente”

La entrada de Jesús a Jerusalén, el domingo de Pascua, representa uno de los acontecimientos públicos más importantes de su ministerio. Cada uno de los cuatro Evangelios registra este incidente, aunque con detalles distintivos (Mt 21:1-11; Mr 11:1-10; Lc 19:29-38; Jn 12:12-15). Lo principal de cada reporte es la decisión deliberada de Jesús de entrar a la ciudad montado sobre un burro. Los eruditos han resaltado tres puntos importantes con respecto a su elección del animal. Estos aspectos no son excluyentes mutuamente, y cada uno contribuye a una apreciación más completa del significado de las acciones simbólicas de Jesús y sus consecuencias decisivas:

Cercano Oriente (Jue 10:4; 12:14; 2S 16:2); por consiguiente, Jesús estaba haciendo un reclamo implícito de ser el rey de su pueblo.

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Mateo 22. “ Los Saduceos”

Los saduceos fueron una secta religiosa y política durante el periodo del Segundo Templo, cansados principalmente del gobierno sacerdotal y de elementos aristocráticos en la sociedad judía. Este grupo controló la adoración en el templo, y muchos de sus adeptos también eran miembros del Consejo supremo legal judío, llamado el Sanedrín (Hch 23:6). Dos relatos separados acerca del origen de los saduceos vincula el nombre de estas sectas con dos figuras históricas diferentes, ambos llamados Sadoc.

Los máximos oponentes de los saduceos fueron los fariseos. A diferencia de esta facción rival, los saduceos negaban la resurrección de los muertos (Mt 22;23-33; Hch 4:1-2; 23:6-8), la inmortalidad del alma, la doctrina de recompensa y castigo y la validez de la ley oral (regulaciones transmitidas por la tradición rabínica). Ellos aceptaban como vinculantes solo aquellas leyes que se basaban directamente en el texto escrito del Pentateuco. Es por esta razón que Jesús defendió la doctrina de la resurrección, ante la negación de ellos, desde el punto de vista de Éxodo 3:6 en lugar del de los profetas (Mt 23:32). La influencia de los saduceos virtualmente cesó con la destrucción del templo en 70 d.C., dejando que el judaísmo post bíblico se desarrollará junto a las políticas fariseas. Más tarde, la enseñanza rabínica contiene muchos ejemplos y propaganda antisaducea.

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Mateo 23. “Interpretación bíblica en el Qumrán y entre los primeros rabinos”


Qumrán es el lugar en donde se descubrieron los Rollos del Mar Muerto, la antigua comunidad que estuvo establecida allí, produjo una biblioteca de más de 800 manuscritos, muchos de to cuales tenían que ver con la interpretación bíblica. Esta colección incluye una amplia variedad de documentos:

Maestro de Justicia, el líder dominante de la comunidad de Qumrán, creía que Dios le había revelado, a él, todos los misterios de los escritos proféticos. Las interpretaciones bíblicas en el Qumrán reflejaban su entendimiento de que las Escrituras estaban llenas de referencias ocultas para su comunidad y para sus conflictos con otros líderes judíos y con el mundo exterior. Algunos de los documentos del Qmrám sugieren que la comunidad se percibía a sí misma como autorizada no sólo para proveer interpretaciones inspiradas de las Escrituras, sino también para generar nuevas obras inspiradas en condiciones de igualdad con la Escritura.

Las interpretaciones en el Qumrán se enfocaron en las reglas que gobernaron la comunidad y sobre la interpretación profética que apoyaba sus ideales y esperanzas.

Las antiguas interpretaciones rabínicas estaban principalmente preocupadas con el Halajá, las normas que gobernaban la vida diaria y la práctica religiosa. La demanda para una aplicación precisa de la ley bíblica entre los judíos significaba que Halajá tenía que ofrecer la guìa de lo que una persona podía comer o usar, a las acciones se le permitían llevar a cabo circunstancias específicas. Según cambiaba la época y las situaciones, surgían nuevas preguntas en cuanto a lo que se permitía o requería; de manera que la interpretación era una tarea continua, resultando en un proceso ininterrumpido de refinamientos a previos juicios legales.

Esos refinamientos tomaron lugar en una estilo dialogístico, mientras los rabinos discutían acerca de la correcta aplicación de los textos bíblicos y principios legales. Es sus deliberaciones tendían a citar o a colocar una serie de versículos basándose en algún parecido, tal como el hecho de que cada versículo tuviera en común, una palabra específica. Por ejemplo, los rabíes podrían citar o asociar varios versículos de diferentes partes de la Biblia que tengan en común la palabra uvas, incluso si los versículos que ellos citaban no tenían nada que ver el uno con el otro y utilizaban la palabra en contextos radicalmente diferentes. Esta estrategia consideraba a la Biblia como un «hipertexto» (una red compleja de asociaciones en las cuales uno puede saltar de un pasaje a otro); tal interpretación era como resolver un rompecabezas cuyas piezas necesitaban ser constantemente giradas, rotadas y reacomodadas. Lo deseado, la finalidad buscada: cuando la combinación correcta de los pasajes bíblicos se colocaba lado con lado, estos revelaban el significado, por otra parte evasivo, del texto en particular bajo consideración.

El proceso no era del todo arbitrario. Una serie de normas se desarrolló para controlar el proceso interpretativo. Las primeras siete de estas se atribuyeron a Hilel, un rabí famoso del primer siglo d.C. Los dos principios más importantes fueron el argumento a fortiori (que significaba que un principio que funciona en un caso menor debería ser aplicado a uno más importante) y el principio de analogía verbal (que significa que dos pasajes diferentes que tienen palabras en común pueden ser usados para interpretarse el uno al otro).

En Mateo 23, Jesús reprendió a los escribas y fariseos por establecer normas elaboradas y meticulosas que atendían características específicas en asuntos secundarios, pero que ignoraban los temas importantes. Él, de forma particular, rechazó la tendencia de ellos a enfocarse en temas menores de pureza externa y ritual, mientras que ignoraban los temas mayores de la contaminación interna de sus corazones.

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Mateo 24. “Josefo y la caída de Jerusalén”

El historiador judío Josefo es nuestra principal fuente de información acerca de la caída de Jerusalén. Durante la revuelta judía de 66-70 d.C., Josefo comenzó como un líder rebelde, sin embargo, a mitad del camino cambió su alianza al lado romano del conflicto. Él acompañó al general romano Tito al asedio de Jerusalén y de este modo fue un testigo ocular de los horrendos acontecimientos de la caída de la ciudad.

Conforme los romanos lentamente aplastaban la revuelta en las áreas periféricas, los refugiados inundaron a Jerusalén por la batalla culminante de la guerra. Los judíos dentro de la ciudad estaban desgarrados por la disensión interna, con varios grupos rebeldes que competían por el control. Hubo una horrorosa pérdida de vidas, y las condiciones empeoraron conforme los romanos pusieron asedio a Jerusalén en la primavera de 70 d.C.

Las tropas de Tito tomaron la muralla exterior alrededor de mayo y capturaron la estratégica Fortaleza Antonia, la destrucción del templo era inminente, sin embargo, muchos de los defensores judíos probablemente creían que Dios los defendería a ellos y a su templo hasta el final. No obstante, a finales de agosto los romanos atacaron el templo con mucho éxito, incendiaron sus entradas y aplastaron a sus defensores. Con la oída de su santuario, los judíos perdieron la esperanza y la matanza continuó.

Josefo lo describió así: «Ninguna compasión se mostró a causa de la edad o por respeto a la dignidad de alguien: niños y ancianos, el pueblo común y sacerdotes por igual fueron asesinados. La lucha continuó y rodeó a todos, incluyendo tanto a aquellos que suplicaban por misericordia y a aquellos que se resistían. Las llamas se extendieron a gran distancia y su ruido se mezcló con los quejidos de los que estaban muriendo; y tal fue la altura del montículo y la magnitud del incendio, que uno podría haberse imaginado que la ciudad entera estaba en llamas» (Guerras, 6.5.1). De esta manera fue que se cumplió la profecía de Jesús acerca de la destrucción del templo (Mt 24:2).

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Mateo 26. “La última Cena y la Pascua”

Éxodo 12 registra las muertes de todos los primogénitos varones en Egipto, excepto para aquellos nacidos a los israelitas a quienes Dios libró o los «pasó por alto» cuando el ángel vengador vio la sangre del cordero en los dinteles de sus puertas. La Pascua es la fiesta conmemorativa anual de la liberación milagrosa de los israelitas del cautiverio egipcio por parte de Dios. Cada año, miles de judíos del primer siglo harían un peregrinaje a Jerusalén para celebrar este día sagrado (el día catorce del primer mes). La celebración de la Pascua involucraba un sacrificio en nombre de cada familia presente, seguido de una comida sacrificial que consistía de pan sin levadura, hierbas amargas y vino. Al día siguiente (el día quince) era el primer día de la fiesta de los Panes sin levadura que duraba siete días. Durante los ocho días de estas dos fiestas a nadie se le permitía comer pan con levadura; esto era conmemorativo de la necesidad de preparar la salida de Egipto apresuradamente al momento del éxodo (no había tiempo para esperar que la masa subiera).

Ha existido mucho debate en torno a si la Última Cena de Jesús fue una comida de Pascua. Parece que esto ciertamente Jesús lo consideraba así (Mr 14:12-16; Le 22:15). Los argumentos en contra de que esto fue una comida de Pascua incluyen lo siguiente:

Por otra parte, muchos elementos asociados con la Pascua estaban presentes en la Última Cena:

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Mateo 27. “La ubicación de la tumba de Jesús”

Según el Nuevo Testamento, Jesús fue enterrado en una tumba nueva cavada en la roca (Mt 27:60; Mr 15:46; Lc 25:53) en un jardín cerca del lugar de la crucifixión (Jn 19:41), justo fuera de la ciudad (Jn 19:20; Heb 13:12). Además, la entrada era baja y estaba sellada con una piedra (Mt 27:60; Mr 15:46; Jn 20:11), y en el lado derecho era posible sentarse en donde el cuerpo de Jesús había estado tendido (Mr 16:5; Jn 20:12). Basados en la descripción bíblica y en otras tumbas del primer siglo, la tumba de Jesús puede ser reconstruida como una que tenía una pequeña entrada o terraza, un pasillo para entrar muy bajo y una cámara de entierro con bancos, o «divanes», en tres de los lados para la colocación de los difuntos.

Existen dos principales lugares contendientes en cuanto a la ubicación de la tumba de Jesús en la ciudad vieja de Jerusalén: la Tumba del jardín, 251 m al norte de la Puerta de Damasco, y la Iglesia del Santo Sepulcro en los Barrios Cristianos. La Tumba del jardín, sin embargo, no cuenta con una tradición antigua auténtica que esté asociada con esto. Se sugirió como el lugar de entierro de Jesús después de que el renombrado héroe militar británico Charles Gordon, mientras visitaba Jerusalén en 1883, sugirió que el Calvario podría haber estado localizado en una colina cercana. Su identificación se basó en una interpretación imaginativa de la antigua Israel la cual poseía la forma de un esqueleto con el cráneo (i.e., el Gólgota) ubicado en la colina norte de la Puerta de Damasco. Esto condujo a la identificación de una tumba en el lado oeste de la colina como el lugar de entierro de Jesús, una vez referido como la tumba de Gordon. Sin embargo, investigaciones modernas de la Tumba del jardín y otras en los alrededores, indican que ellas fueron parte de un cementerio que data del periodo de la monarquía dividida en lugar que del primer siglo d.C.

Por otro lado, la localización de la Iglesia del Santo Sepulcro se remonta a los tiempos de los primeros cristianos. Cuando el emperador romano Adriano reconstruyó Jerusalén en 130/ 131 d.C., él construyó un templo a Júpiter y Venus sobre el lugar actual de la Iglesia del Santo Sepulcro. En 325 d.C., Constantino ordenó la eliminación del templo de Adriano. La tradición cristiana local reclamó este lugar como el sitio de la tumba de Jesús, y, sorprendentemente, cuando el templo de Adriano fue eliminado, de hecho se descubrió una área de sepulcro debajo de él. Constantino construyó una iglesia en el sitio y ordenó se levantara una pequeña estructura, o edículo, dentro del edificio para rodear la tumba misma. La actual Iglesia del Santo Sepulcro es la continuación de la iglesia de Constantino.

A favor de la autenticidad de este lugar, está el hecho de que hubo una continua presencia cristiana en Jerusalén desde la muerte de Jesús hasta que Constantino descubrió la tumba. La comunidad cristiana sin duda habría venerado el lugar del entierro de Jesús, preservando el recuerdo del lugar de su tumba. También, el sitio de la iglesia era una vieja cantera durante los tiempos de Jesús, aunque al menos parte de ella fue hecha jardín (Jn 19:41). El hecho de que el sitio de la Iglesia del Santo Sepulcro haya sido una cantera implica que estaba fuera de las paredes de la ciudad (hoy está dentro de la Ciudad Vieja). Esto concuerda con el hecho de que Jesús fue crucificado fuera de los muros. Dentro de esta área, se descubrieron al menos cuatro tumbas cortadas en la cara oeste de la roca, solo una de ellas corresponde al tipo en la que Jesús fue sepultado.

La iglesia se destruyó en 614 y se reconstruyó en 626. El edículo fue destruido en 1009 por el califa egipcio al-Hakim Bi-Amr Allah. Relatos contemporáneos sugieren que la pared sur, el diván de sepulcro y parte de la pared norte sobrevivieron a esta destrucción. El edículo reconstruido ha sufrido daño y descuido con el pasar de los siglos, de manera que hoy es una mezcolanza de reconstrucciones y reparaciones. A pesar de todo, la absoluta seguridad es imposible, la evidencia apunta a que la Iglesia del Santo Sepulcro es el sitio verdadero de la tumba de Jesús.

LA VERACIDAD DE LA BIBLIA

Mateo 28. “La Resurrección de Jesús

Los cuatro Evangelios son claros en su enseñanza de que Jesús se levantó físicamente de la muerte. Ellos difieren, sin embargo, en las narraciones de las apariciones del Cristo resucitado:

¿Están estos relatos en conflicto, como lo han sugeridos algunos eruditos? Muchos de ellos no cuentan con referencias específicas de tiempo, por lo tanto no necesitan proponer ningún problema cronológico con los textos. Se entiende, sin embargo, que el libro de Lucas indica que todas las apariciones de la resurrección y la ascensión al cielo ocurrieron el mismo día, llamado Domingo de Pascua, no dejando lugar para manifestaciones registradas en Mateo y Juan. No obstante, ¿es esto realmente un problema insuperable?

Lucas estaba claramente interesado en las apariciones en Jerusalén como una transición de su Evangelio al libro de Hechos. Sin embargo, mientras que las apariciones a los viajeros de camino a Emaús, y al resto de los discípulos, deben haberse llevado a cabo el domingo de Pascua (cf. Le 24:13 con w. 33,36), hay espacio para una interrupción cronológica ya sea después de Lucas 24:43 (i.e, Jesús comió con los discípulos, pasó un periodo de tiempo indeterminado y entonces él dijo las palabras que comienzan en el v. 44) o después del versículo 49 (i.e., Jesús se reunió con sus discípulos y en algún momento más tarde se volvió a reunir con ellos en Jerusalén, los llevó a Betania y ascendió al cielo).

Al igual que muchos escritores antiguos, Lucas no se preocupó por dar un relato exhaustivo y cronológico en su Evangelio. Es difícil imaginar que él ignoraba las tradiciones en cuanto a las apariciones de Jesús en Galilea, y no tenemos razón para sospechar que él las habría rechazado. Pareciera que él simplemente deseaba trasladar a sus lectores tan suavemente como fuera posible desde su Evangelio hasta las narraciones de Hechos y que cuidadosamente seleccionó de entre las apariciones de Jesús luego de la resurrección, aquellas que giraban alrededor de Jerusalén.

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Mateo 28. “Los soldados protegen la tumba”

Solo Mateo menciona que los soldados guardaban la tumba de Jesús. Mateo 27:62-66 registra que el jefe de los sacerdotes y los fariseos recordaron la propia predicción de Jesús de que él se levantaría de nuevo, y ellos mencionaron su temor de que los discípulos pudieran robar su cuerpo para apoyar su solicitud de una guardia autorizada. La respuesta de Pilato en 27:65 literalmente significa «Tienen una guardia», y sobre este fundamento, algunos han conjeturado que la guardia en cuestión era la guardia del templo bajo la jurisdicción del propio Sumo Sacerdote. No obstante, el lenguaje de 28:14 descarta esta posibilidad y requiere una guardia romana bajo el control directo de Pilato. Además, no está claro por qué los jefes de los sacerdotes y los fariseos habrían solicitado permiso para una guardia que ellos mismos podrían haber dirigido. Por consiguiente, la frase de 27:65 probablemente debería traducirse como «Llévense una guardia» (como lo traduce la NVI).

La tumba de Jesús ya estaba sellada con una gran piedra (27:60), la cual fue probablemente colocada con un sello oficial que, si se rompía, evidenciaría que la tumba fue abierta (cf. Dn 6:17). Mateo 28:11-15 registra que algunos de los guardias reportaron las cosas que ellos habían visto y fueron sobornados para que hicieran circular un falso reporte acerca de su propia negligencia y el robo del cuerpo de Jesús. El consiguiente rumor se adopta en Juan 20:2,15 y más tarde aparece en El diálogo con Trifón (108:2) del segundo siglo, por Justino Mártir.

La preocupación romana de salvaguardar tumbas está reflejado en una inscripción imperial que portaba el título Diatagma Kaisam, que fue adquirida en Nazaret durante el siglo XIX. La losa de mármol contenía 21 líneas de texto griego, que data de entre 50a.C y 50d.C. El texto avala la santidad de las tumbas y amenaza con la pena de muerte a cualquiera que profanara una tumba al remover el cuerpo. Los eruditos han considerado la posibilidad de que, a la luz de los disturbios entre los judíos y los primeros cristianos acerca de qué sucedió con el cuerpo de Jesús, el Diatagma Kaisaros puede reflejar una pronta respuesta romana. Aunque el estado actual de la investigación no permite una seguridad absoluta, la presencia de este decreto auténtico le da credibilidad histórica a la narración de Mateo.

(Biblia de Estudio Arqueológica. Vida. p. 1598)