Arqueología

Nehemías

Arqueología de Nehemías

LA VERACIDAD DE LA BIBLIA

Nehemías 1. “La Cronología de Esdras y Nehemías”

La cronología de Esdras y Nehemías es un asunto complejo, especialmente por cuanto los acontecimientos que cuentan estos libros se llevaron a cabo durante un periodo relativamente oscuro de la historia bíblica. Según la Biblia, Esdras llegó a Jerusalén durante el sétimo año del reinado de Artajerjes I, en 458 a.C. (Esd 7:8), y Nehemías en el vigésimo año del mismo rey, 445 a.C. (Neh 2:1). Otros dos pasajes sugieren que los dos líderes estuvieron presentes en la ciudad al mismo tiempo (8:9; 12:36). Estos datos indican la prioridad de la misión de Esdras, mientras reconocen la relación cercana de las actividades respectivas de los dos líderes.

Sin embargo, la investigación moderna ha planteado varias objeciones contra la secuencia tradicional, y algunos eruditos sugieren que la misión de Nehemías ocurrió antes que la de Esdras. El argumento más importante está basado en la sucesión de sumos sacerdotes documentada en la Biblia en comparación con la evidencia extrabíblica. El libro de Nehemías documenta a Eliasib como el sumo sacerdote con quien trataba Nehemías (3:1,20; 13:28). Nehemías 12:10-11, presenta la sucesión, de padre a hijo, de los sumos sacerdotes de la siguiente manera: «Los descendientes de Jesúa eran Joaquim, Eliasib, Joyadá, Johanán y Jadúa». El capítulo 12:22 enumera los nombres en la misma progresión como «Eliasib, Joyadá, Johanán y Jadúa». Además, 12:23 se refiere a Johanán como el hijo (i.e., nieto) de Eliasib.

La dificultad surge al comparar esta secuencia con la que se encuentra en Esdras. Según Esdras 10:6 «Luego Esdras salió del templo de Dios y fue a la habitación de Johanán hijo de Eliasib». A primera vista este pasaje parece sugerir que Esdras trataba con el nieto del hombre que Nehemías conocía, obligando a la conclusión de que el ministerio de Nehemías debió haber precedido al de Esdras. Esta deducción parece recibir confirmación del papiro elefantino (documentos de la colonia judía en Elefantina en Egipto), el cual claramente identifica a Johanán como sumo sacerdote alrededor de 410 a.C.

Los eruditos que propugnan esta teoría aceptan la fecha de 445 a.C. para la llegada de Nehemías a Jerusalén, pero colocan el inicio del ministerio de Esdras en 398 a.C., el séptimo año de Artajerjes II (no Artajerjes I). Una opinión minoritaria hace la conjetura de que Esdras 7:8 originalmente decía el año treinta y siete de Artajerjes I, ó 428 a.C. Sin embargo, ninguna evidencia textual sugiere error de escriba en Esdras 7:8.

Además, por lo menos tres puntos importantes hacen esta conclusión innecesaria:

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Nehemías 2. “Sambalat, Tobías y Guesén”


Cuando Nehemías comenzó a reconstruir las paredes de Jerusalén en 445 a.C., tres individuos llamados Sambalat, Tobías y Guesén presentaron gran oposición. Aunque Nehemías no documentó sus títulos, sabemos de evidencia extrabíblica que ellos eran gobernantes de áreas colindantes (cf. Neh 2:9-10): Sambalat: Sambalat era el gobernador de Samaria, la provincia al norte de Judá. Conocemos, de hecho, a tres hombres con este nombre que gobernaron Samaria durante épocas diferentes. Una carta del papiro de Elefantina' en Egipto de 407 a.C. menciona el Sambalat de la época de Nehemías. Escrita al gobernador de Judá pide permiso para reconstruir el templo arruinado en Elefantina, la carta dice: «Todas estas cosas en una carta que mandamos en nuestro nombre a Deliah y Shelemiah, hijos de Sambalat gobernador de Samaria». Parece que durante esta época, 38 años después de la confrontación de Sambalat con Nehemías, los hijos de Sambalat estaban actuando en representación de su padre ya anciano.

Una moneda y una bula (la marca de un sello) de mediados del siglo IV a.C., inscrita con el nombre de Sambalat, gobernador de Samaria, fueron descubiertas en una cueva en el desierto de Judá. Este Sambalat probablemente era el nieto del Sambalat de Nehemías. El antiguo historiador judío Josefa menciona un tercer Sambalat que gobernó Samaria en 332 a.C. y era tal vez el bisnieto del Sambalat que se opuso á Nehemías.

TEXTOS Y ARTEFACTOS ANTIGUOS


Nehemías 4. “Instrucciones hititas para los puestos”

Nehemías 3-4 describe el intento de Nehemías de reconstruir Jerusalén en medio de una oposición violenta. Nehemías tenía que inspirar a la gente bajo su mando a reconstruir las murallas y las torres de la ciudad y, simultáneamente. mantener la disciplina de la milicia judía que la defendía. Esto era común; a través del antiguo Cercano Oriente, los reyes establecieron procedimientos militares para los comandantes que atendían sus atalayas y sus puestos fronterizos.

Un grupo de textos administrativos hititas describe la instrucciones que un «señor de una atalaya» (un comandante de guarnición) debía de seguir. Estas incluían procedimientos fijos para el cambio de guardia, para abrir las puertas de la ciudad, para patrullar las rutas de acceso y para mantener una lista de las tropas. Los hititas también tenían procedimientos específicos para la construcción y la fortificación de murallas, para asegurarse de que serían resistentes al fuego, y a la excavación de túneles por zapadores (soldados cuya especialidad era construir túneles bajo los muros de la ciudad).

De modo interesante, las regulaciones hititas también requerían que los comandantes supervisarán el mantenimiento del sacerdocio, los templos y los ritos para el dios hitita de la tormenta (cf. caps 7;10).1 También tenían que asegurarse que los deportados pudieran recuperarse de su situación de indigencia (cf. cap 5). Cronológicamente, estos textos hititas son distantes de la época de Nehemías, pero sí atestiguan de los deberes que cualquier goberna-dor de una antigua guarnición de ciudad se suponía tenía que cumplir.

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Nehemías 5. “La banca y el dinero en el mundo antiguo”

Los intercambios monetarios más antiguos se hacían a base de un sistema de trueque. En Mesopotamia la cebada y los dátiles eran frecuentemente los estándares del comercio ya que podían ser almacenados por un periodo relativamente largo sin dañarse. Los diezmos, los impuestos y los tributos podían ser pagados con productos agrícolas. Las monedas fueron introducidas en Lidia durante el siglo VII a.C. pero no fueron comunes sino hasta la época de Alejandro Magno (aprox. 330 a.C.). El trueque se usó aun en tiempos romanos. Metales preciosos (p.ej., plata, oro y electrum) en forma de recipientes (vasos, tinajas, platos) o joyería (anillos, aretes, pulseras) frecuentemente se usaban como artículos de intercambio.

El peso de un artículo (p.ej., una fuente de plata de un kilo y medio; Nm 7:13) era la indicación principal de su valor monetario aunque otros factores tales como la calidad de la artesanía, eran importantes también. Unidades comunes de peso eran el gerah (.6 g), el ciclo (11.5 g), la mina (.6 kg) y el talento (34 kg). Sin embargo, todos estos equivalentes de peso son un estimado y hasta cierto grado una conjetura, y los pesos no fueron fijos en todos los lugares, ni a través del período bíblico completo. Esto no significa que la gente antigua era despreocupada acerca de pesos e intercambios; la condena por pesas y escalas fraudulentas, de hecho, demuestra la manera seria como trataban la precisión en tales cuestiones (cf. LV 19:36; Pr 16:11).


Los precios naturalmente fluctuaron a través de los siglos, y es difícil averiguar cuánto pudo haber costado un artículo particular en cierto lugar y durante cierta época; e igualmente difícil es comunicar precios de una ma-nera significativa para el lector moderno. Las leyes de oferta y demanda operaban entonces como lo hacen ahora. Segunda de Reyes 7:1 deja entrever que, en el siglo IX a.C, si el precio de una medida de flor de harina se consideraba tan barato, esto solo ocurriría cuando hubiera abundancia de cereal. El profeta Oseas, en aproximadamente 740 a.C., parece haber librado de la esclavitud a su esposa, Gómer, por quince monedas de plata y «una carga y media de cebada» (Os 3:2). Una carga parece haber consistido de 6 celemines o 220 litros, indicando un precio de más o menos 127,5 g de plata y 8,53 celemines (330 1) de cebada para la redención de una mujer esclava en el Israel del siglo VIII. Los con-temporáneos de Oseas hubieran sido capaces de determinar si esto representaba un precio típico o excesivo.

Con respecto a los israelitas o judíos, el dinero era protegido en templos y palacios o enterrado en reservas secretas bajo tierra, Los préstamos eran documentados y atestiguados. Préstamos agrícolas de seis meses eran comunes, al igual a que lo eran los pagarés y las cartas de crédito. Las leyes regulaban el uso de las garantías : El manto exterior tenía que devolverse por la noche (Ex 22:26-27), estaba prohibido tomar como prenda los molinos (Dt 24:6) y los acreedores no podían entrar a la casa de sus deudores a tomar objetos en garantía (Dt 24:10). Los préstamos con interés entre israelitas eran prohibidos (Ex 22:25) y las transacciones de bienes raíces sumamente restringidas. Al igual que en las empresas modernas, el riesgo y las ganancias eran frecuentemente proporciona-les. El comercio internacional eran sumamente riesgoso, pero también podía ser bastante provechoso; el comercio local ofrecía menos riesgos, pero también menor rentabilidad de la inversión.

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Nehemías 7. “El período postexílico del Antiguo Testamento: Período persa”

El período postexílico, el cual abarca más 500 años, puede ser convenientemente dividido en cinco períodos: persa, griego, hasmoneo, romano y herodiano.

En 539-538 a.C. Ciro el persa derrotó a los babilonios y revocó la política de despoblar áreas y dispersar a la gente en tierras extranjeras. Casi inmediatamente, y a partir de entonces, él permitió que los israelitas exiliados regresaran a su patria bajo el liderazgo de Sesbasar (cf. Esd 1-2; 5:13-16; Neh 7). El cilindro de Ciro provee confirmación extrabíblica importante.

Muchos judíos eligieron quedarse en las tierras adonde habían sido exiliados, aunque mantuvieron su identidad religiosa y étnica. Este fenómeno, conocido como la dispersión de los judíos, se había convertido en una irreversible realidad social. Sin embargo, los relatos exílicos y postexílicos del Antiguo Testamento, con la excepción del libro de Ester, se enfocan en los retos y las crisis que enfrentaban aquellos que regresaban a su patria.

El primer gran desafío fue la reconstrucción del templo que tuvo que enfrentar la oposición externa (Esd 4:1-5, 24; 5:1-6:18) y la negligencia interna (Hag 1:2-11). Su restauración era un prerrequisito para la restauración de la presencia y las bendiciones de Dios; y un sacerdocio fuerte era necesario para reiniciar la alabanza local de acuerdo a las normas prescritas (Hag 2:11-19; Zac 3). Estimulado a tomar acción por los profetas Hageo y Zacarías, y con el patrocinio persa, el gobernador persa designado, Zorobabel y el sumo sacerdote Josué, exitosamente completaron el proyecto, dedicando el templo en 516/515 a.C. (cf. Esd 6:15-16).

Otro reto fue la amenaza de la asimilación cultural y la idolatría (Esd 9). Con la aprobación persa, Esdras regresó a Jerusalén en 458 a.C. (Esd 7:6-10). Confrontó al pueblo, los condujo a la confesión de su infidelidad a Dios (Esd 10) y después cumplió su comisión de enseñar el libro de la Ley de Moisés al pueblo (Neh 8-9).

Un tercer desafío importante fue la fortificación de Jerusalén. En 445 a.C. Nehemías, copero real del monarca persa, apeló a Artajerjes I en nombre de Jerusalén.' Artajerjes nombró a Nehemías gobernador de Judea, patrocinó su regreso a Jerusalén y proveyó materiales de construcción (2:1-9; 5:14). A pesar de conside-rable oposición,' Nehemías y los que regresaron con él, triunfaron en su misión (6:15).

La dedicación de la muralla fue acompañada por una lectura extensa de la ley y un llamado para la renovación del pacto. Sin embargo, este periodo de renacimiento fue al parecer efímero. Cuando Nehemías regresó a Jerusalén, tal vez en 433/432 a.C., descubrió que los sacerdotes y e! resto del pueblo por igual, se habían vuelto negligentes con respecto a su adoración.

La aprobación y el apoyo de los reyes persas de la actividad religiosa en Judea es consistente con su interés en comunidades de templos en Babilonia, Siria, Asia Menor, Armenia, Fenicia y en otros lugares:

Los líderes y profetas de Israel reconocieron las restricciones de su situación bajo el gobierno persa, pero le dieron la bienvenida al apoyo persa para cumplir con las órdenes de Dios en su patria. No obstante, ellos consistentemente testificaban que Dios era la fuente de toda bendición y éxito (Esd 1:1; 7:6; Neh 2:8, 20) y continuaban anhelando el día cuando el linaje davídico se establecería y todos los pueblos acudirían al monte Sión para buscar al Señor Todopoderoso (Zac 3:8-10; 8:20-23).

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Nehemìas 7. “El período postexílico del Antiguo Testamento Periodos griego y hasmoneo”  

Los griegos. Las fuentes históricas están prácticamente en silencio acerca de la historia de Judea desde finales del período persa (véase el artículo previo) hasta la época de Alejandro Magno. En 332 a.C., este rey macedonio conquistó la región y acabó con siglos de control persa. Alejandro trajo consigo el helenismo, una forma popular de la cultura griega que dejó una impresión duradera en todas las sociedades con las que entró en contacto. Después de su muerte en 323 a.C., los generales más poderosos de Alejandro hicieron la guerra entre sí en un intento de reclamar porciones del imperio. Ya para 301, la dinastía tolemaica, una familia griega que gobernó Egipto, había conseguido el control de Judea.' Las fuentes para este periodo son escasas, pero esto puede sugerir que los judíos vivían bastante tranquilos bajo la dinastía tolemaica.

En 200 a.C., el rey seléucida Antíoco III conquistó Judea (los seléucidas fueron una dinastía griega que gobernó Siria).2 Él estableció relaciones favorables con sus súbditos al garantizarles libertad religiosa. Antíoco IV Epífanes, sin embargo, revocó esta política y ejecutó una extrema persecución religiosa de los judíos. Él probablemente es el ((hombre despreciable» que ascendió al poder en Daniel 11:21. Los historiadores creen que la severa necesidad de dinero que tenía Antíoco para pelear contra los romanos contribuyó a esta situación. También parece que facciones en disputa dentro de la clase sacerdotal de Jerusalén trataron de fortalecer su propia posición al cooperar con el liderazgo griego, hasta al punto de reprimir a sus propio pueblo.

Antíoco usó Judea como una base para una campaña contra Egipto, pero en 168 a.C. este esfuerzo fue frustrado. El pueblo reprimido de Jerusalén aprovechó la oportunidad para rebelarse contra Antíoco, quien aplastó la revuelta y castigó a los ciudadanos al instalar cultos paganos en la ciudad y prohibir la celebración de prácticas religiosas judías. El autor de 1 Macabeos (un libro apócrifo no incluido en el canon tradicional protestante) documenta que la peor de todas las ofensas ocurrió en 167 a.C. cuando Antíoco profanó el templo al sacrificar cerdos, una carne «impura», en el altar. Daniel 11:31, probablemente también se refiere a este incidente, al cual llama «el horrible sacrilegio». Los judíos reaccionaron violentamente con una rebelión dirigida por el profeta Matatías de la familia hasmonea y sus cinco hijos. En cuestión de unos pocos años, los judíos habían obtenido de nuevo su libertad religiosa, y el templo fue limpiado y consagrado en 164 a.C.

Los hasmoneos. Los macabeos, como resultado de su victoria sobre sus enemigos seléucidas, se establecieron a sí mismos como la dinastía gobernante en Judea. El miembro más famoso de esta familia fue Judas Macabeo, hijo de Matatías, Su nombre proveyó el título común para esta rebelión: La revuelta de los macabeos.

Judas condujo exitosas campañas militares en 163 y 162 a.C. para proteger a los judíos que estaban siendo atacados en otras áreas de la Tierra Santa. Los hasmoneos rápidamente obtuvieron una reputación como líderes y defensores nacionales. Los seléucidas trataron en vano de sofocar la creciente oleada de nacionalismo judío, y en 161 a.C., los hasmoneos aumentaron su ventaja al firmar un tratado de defensa mutua con la república romana.

Mientras tanto, el imperio seléucida estaba desmoronándose desde dentro. Irónicamente, los contendientes para el trono ahora buscaban ayuda de los hasmoneos para asegurar sus posiciones. A cambio, les prometieron autonomía a los judíos. Los hasmoneos sacaron provecho de este periodo de debilidad seléucida tomando control de áreas grandes de la Tierra Santa. Finalmente, en 141 a.C. la última guarnición griega fue eliminada de Jerusalén, y la ciudad ya no cargaba el peso de los impuestos por los seléucidas.

La dinastía hasmonea logró una importante expansión territorial. Juan Hircano I (135-104 a.C.) fue particularmente notable por sus campañas militares contra los samaritanos y los idumeos. Él destruyó el templo samaritano en el monte Guerizín y conquistó la capital en Siguen.' Se les permitió a los idumeos permanecer en sus tierras bajo la condición que todos los varones fueran circuncidados. Galilea cayó ante el hijo de Hircano, Aristóbulo (104-103 a.C.). El gobernante siguiente, Alejandro Janeo (103-76 a.C.) extendió el alcance hasmoneo a las ciudades griegas junto a la costa de la Tierra Santa y a la región de Transjordania. Sin embargo, Janeo obtuvo una reputación de crueldad severa. La disensión interna aumentó y amenazó con destrozar este cada vez más frágil estado. Janeo llegó el considerable reino hasmoneo a su esposa, Salomé, cuyo reino de nueve años fue marcado por una guerra civil entre sus dos hijos, Aristóbulo II e Hircano II.

Otros desarrollos importante de este periodo fue el surgimiento de los saduceos y los fari-seos. Los saduceos representaban la clase alta de los sacerdotes judíos y sus asociados aristocráticos. Buscaban prominencia tanto en la esfera religiosa como en la política, y eran vistos por algunos como demasiado amistosos hacia las influencias culturales helenísticas. Los fariseos, o «separatistas», se desarrollaron como una reacción contra tal helenismo. Este grupo se caracterizaba por su observancia estricta e intransigente de la Ley mosaica. Con el paso del tiempo, sus miembros obtuvieron un estatus noble ante los ojos de muchos judíos, quienes los veían como defensores de la religión pura.


NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

Nehemías 7. “El período postexílico del Antiguo Testamento Periodos romano y herodiano”


El periodo del dominio hasmoneo marcó la última vez que los judíos estarían bajo el gobierno de su propio pueblo hasta que el estado moderno de Israel se estableció en 1948. Efectivamente, cuando los hasmoneos disfrutaban de su más alto poder, el poder romano ya estaba creciendo en la región y pronto invadiría el estado hasmoneo. Cuando el romano Pompeyo llegó a Jerusalén con sus legiones en 63 a.C., la conquista romana era prácticamente un final anunciado. Los romanos fueron bastante misericordiosos y no destruyeron a Jerusalén, ni castigaron a los pueblos de la región. Respetaron la antigüedad de la fe judía y permitieron que su práctica continuará sin disminución bajo la condición de que los judíos no amenazaran el estado romano. El sucesor de Pompeyo, Gabinio, gobernador de Siria de 57 a 55 a.C., intentó dividir el territorio judío en cinco unidades administrativas. Cuando el pueblo reaccionó violentamente, Gabinio abandonó su plan. De esta experiencia los romanos aprendieron que Judea tenía el potencial de ser un estado explosivo. En efecto, la rebelión comprobaría ser !a norma, no la excep-dúo, a lo largo del gobierno romano.

En 37 a.C. Herodes fue nombrado rey vasallo de Judea por Julio César y el senado romano. Él rápidamente otorgó el sumo sacerdocio a miembros de la Diáspora judía, hombres que compartían sus tendencias helenísticas (en contraste con los sacerdotes judíos más conservadores), una acción que enojó a muchos en Judea. Él también gobernó la región con mano dura, creyendo que la rebelión era mejor disuadida cuando se ponían como ejemplo a aquellos que retaban la paz. Mateo 2, en el relato de la matanza de los inocentes, ilustra la crueldad de Herodes.

Por otra parte, Herodes podía ser bastante compasivo con el pueblo judío. En una ocasión ejerció presión política en la corte imperial en Roma en nombre de ciertos judíos que se habían rebelado. También emprendió la restauración del templo en 20 a.C. Después de la muerte de Herodes en 4 a.C., Arquelao se convirtió en rey pero demostró ser incapaz de mantener el orden. Después de diez años de revueltas, Roma designó a Judea como una provincia romana y la colocó bajo la supervisión directa de la capital imperial. Nada, sin embargo, podría coaccionar a los judíos a estar satisfechos bajo un gobierno extranjero. Fue precisamente en este difícil ambiente que Jesús emprendió su ministerio público.

SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Nehemías 9. “Ur”


Referencias al Ur bíblico usualmente señalan a la ciudad antigua ubicada en el presente Tell el-Muqqayyar en el sur de Mesopotamia. Esta era una de las grandes ciudades de los sumerios que florecieron en el tercer milenio a.C. Fundada tal vez tan antiguamente como el quinto milenio a.C., creció durante el cuarto milenio y se hizo prominente alrededor de 2600 —2500 a.C., durante el periodo de la dinastía temprana de la ciudad. Las excavaciones de esta fase han revelado una cierta cantidad de tumbas, posiblemente de la realeza, que contenían joyería, armas ceremoniales e instrumentos musicales.

Después de un periodo durante el cual este lir particular estuvo bajo el dominio acadio, la ciudad alcanzó su gloria mayor durante la tercera dinastía de Ur (aprox. 2100 — 2000 a.C.), cuando gobernó un imperio que abarcó la mayor parte de Mesopotamia. Un zigurat imponente y el comple-jo de un templo de esta época, al igual a que miles de tablillas cuneiformes, han sido hallados en las excavaciones. La ciudad, sin embargo, fue saqueada por los elamitas y, aunque se reconstruyó, nunca volvió a ser el centro de poder que había sido. Aun así, la ciudad continuó existiendo y fue periódicamente reconstruida por varios gobernadores acadios y babilonios. Una obra de restauración se condujo ahí tan recientemente como durante el reinado de Nabonido de Babilonia (555 - 539 a.C.). El sitio fue finalmente abandonado durante el período persa.

Ya que nombre Ur fue identificado en un ladrillo inscrito en 1855 en Tell el-Muqqayyar, este sitio se ha considerado como el Ur bíblico. Las excavaciones de C.L. Woolley (1922-1934) se basaron en esa suposición, pero más recientemente los eruditos han llegado a cuestionar esta teoría por las siguientes razones:

La designación caldeo aplica al sur de Mesopotamia solo después de 1000 a.C., aproximadamente, mucho tiempo después de la época de Abraham. Antes de ese tiempo los catete-a-Vivían en el norte de Mesopotamia. Otra ciudad llamada Ur, ubicada en el norte, es de hecho probablemente la que las referencias bíblicas pretendían indicar.

Basándose en esta evidencia, parece que el «Ur de los caldeos» esta ubicado cerca de Jarán en el norte. Se han sugerido por lo menos dos sitios: Ura (322 km al norte de Jarán) y Urfa (la Edesa moderna), pero actualmente una identificación precisa del Ur de Abraham es imposible. Lo más probable es que los artefactos arqueológicos del más famoso Ur, por más magníficos que sean, no tienen ninguna relación con Abraham.

SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Nehemías 11. “Siclag”

Nehemías 11:28 menciona de paso, que judíos se establecieron en el pueblo de Siclag . Este sitio fue de hecho el escenario de algunos conflictos mayores por causa de su ubicación como un pueblo fronterizo. El pueblo de Siclag fue repartido a la tribu de Simeón dentro de Judá (Jos 15:31; 19:5) pero puede ser que los israelitas no pudieron tomarlo antes de la época de David. Primera de Samuel 27:2-6 indica que el rey filisteo Aquis le entregó el pueblo a David, el cual lo usó como su base de operaciones. Después, un sirviente egipcio reportó que amalecitas merodeantes habían arrasado a Siclag con fuego (1S 30:13- 14) La ciudad permaneció en posesión israelita hasta el final de la monarquía y fue habitada de nuevo por los judíos después del exilio (Neh 11:25-31).

Aunque la evidencia epigráfica (escrita) no lo ha confirmado, los restos culturales desenterrados en Tell esh-Sharia (25 km al sureste de Gaza) corresponden bien con lo que se conoce del Siclag bíblico. La excavación ni-vel IX (de principios del siglo XII a.C.) reveló una incinerada «residencia de gobernador». La destrucción se puede atribuir a nómadas, tales como los amalecitas, o los Pueblos del Mar. En este nivel también se encontró una óstraca egipcia con la escritura del periodo del Imperio Nuevo (principios del siglo XII a.C.). Utensilios filisteos se desenterraron en el nivel VIII (siglos XII-XI a.C.), mientras que una óstraca hebrea y una vasija de cerámica inscrita con la frase «perteneciendo a Yaram», así como utensilios de palacio y arquitectura asiria, se desenterraron en el nivel del siglo VII a.C. (V). De esta manera, el retrato arqueológico es el de un pueblo fronterizo en flujo constante entre el control filisteo, israelita, egipcio y asirio. Esto es exactamente lo que los arqueólogos esperaban de la ubicación de 401 la ciudad y del récord bíblico.

TEXTOS Y ARTEFACTOS ANTIGUOS

Nehemías 13. La autobiografía de Idrimi”

En 1939, sir Leonard Woolley, mientras excavaba Tell Atshana (la antigua Alalakh), encontró una estatua de piedra del rey Idrimi sentado en su trono. La estatua, que se remonta a aproximadamente 1500 a.C., lleva una extensa inscripción colocada como si estuviera saliendo de la boca del rey. Idrimi na-rra de esta manera como su familia huyó de su ancestral ciudad de Alepo (véase «Mapa 8a») durante una insurrección hostil contra su padre. Esperando recuperar el prestigio perdido de su familia, Idrimi alega haber iniciado tratados con guerreros y reyes poderosos a su alrededor, haber formado un ejército y fortalecido su poder mientras estaba en exilio. Él aniquiló a sus enemigos y restableció el dominio de su familia, estableciéndose a sí mismo como rey, después de lo cual construyó un palacio e instituyó reformas a través de su tierra, incluyendo el establecimiento de sacrificios a sus dioses patrones. La inscripción termina con una fórmula de maldición y bendición: maldiciones sobre cualquiera que se atreviera a destruir la estatua o a alterar sus escrituras, y bendiciones para Idrimi y su escriba.

Mil años después, cuando los judíos regresaron de su exilio, Nehemías cerró su escritura de una manera similar. Después de detallar las últimas reformas religiosas que había instituido en Jerusalén, él le pidió al Señor que lo recordara favorablemente por esos esfuerzos. Maldijo a cualquiera que profanara al sacerdocio, así como aquellos que se hubieran casado fuera del pacto, pidiéndole al Señor que los recordara por sus actos malvados. A diferencia de Idrimi, sin embargo, Nehemías no actuó por su propio ascenso o gloria, sino por su entusiasmo hacia Dios y por la pureza de su templo.