Comentario

Santiago

Comentario de Santiago

La Sabiduría Cristiana

Las Buenas Obras

La Religión Pura

Santiago

    Hubo tres personas con este nombre: el hijo de Zebedeo; el hijo de Alfeo; y el hermano del Señor. Generalmente se le tiene al último de los tres como escritor de esta carta. En el saludo no se llama a sí mismo hermano de Jesús, sino solamente Su "esclavo"; quizás porque aun siendo tan piadoso como era, creía demasiado su propia debilidad para uno que fuera consanguíneo de Cristo. Se le reconocía como hombre preeminentemente santo según las normas de la Ley. Sus compatriotas le llamaban "el justo." Se cree que era casado (1 Cor 9:5). Muy pronto fue reconocido como "obispo de Jerusalén." Era muy influyente tanto entre los judíos como en la Iglesia. Pedro se dirigió a él cuando fue libertado de la cárcel (Hech 12:17).  Pablo siguió su consejo (Hech 21:18). Era judío muy estricto, pero fue autor de la tolerante carta a los cristianos gentiles (Hech 15:13-23). Aprobó de la obra de Pablo entre los gentiles, pero él mismo se ocupaba principalmente de los judíos. La obra de su vida fue ganar a los judíos, y "facilitar su transición al cristianismo". 

Su Martirio

    (Según Josefo, y Hegesipo, un judío cristiano de 160 d.C., cuyo relato acepta Eusebio). Aprovechándose del intervalo entre la muerte de Festo y la llegada del nuevo gobernador romano, Anano es sumo sacerdote y los escribas y fariseos se reunieron en el Sanedrín y ordenaron a Santiago "el hermano de Jesús llamado el Cristo", que proclamara desde una de las galerías del Templo que Jesús no era el Mesías, y que refrenara al pueblo, que abrazaba el cristianismo en grandes números. En lugar de obedecer, Santiago clamó que Jesús era el Hijo de Dios y Juez del mundo. Sus airados enemigos le arrojaron a tierra, y luego le apedrearon, hasta que un batanero compasivo terminó sus sufrimientos con un leño, mientras él , de rodillas, oraba, "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen." Poco después, comenzó el fatal sitio de Jerusalén. Los judíos sintieron que si él hubiera vivido, podría haber evitado la destrucción de la ciudad, la cual creían un un juicio contra ellos por el asesinato.    

Fecha de la Epístola

    Generalmente se cree que haya sido cerca del fin de su vida en el 60 a.D., después de haber pastoreado durante 30 años a la iglesia de Jerusalén. Algunos la creen de fecha más temprana. 

Bosquejo de la Epístola

    Es un libro de dichos sueltos acerca de gran número de temas sin relación aparente. Algunos temas recurren una y otra vez, en medio de otros diferentes. La tentación. La paciencia. La sabiduría. La oración. La pobreza. Las riquezas. La concupiscencia. El pecado. La fe. Las buenas obras. La parcialidad. Pecados de la lengua. Las contiendas. La mundanalidad. La presunción.

Capítulo 1. Las pruebas. Hacedores de la palabra

    Este capítulo menciona casi todo tema de que luego trata el libro.

    "Los Esparcidos" (1). Los judíos dispersos, cuyo centro era Jerusalén. Se dirige a los judíos cristianos (2:1).

    Soportando las Pruebas (2-3). El versículo 2 trata de la prueba que acrisola; el versículo 12, del aliciente al pecado. Mediante las pruebas, Dios perfecciona a los herederos de la eternidad. Con "preciosos" (1 Ped 1:7).

    La Paciencia (3-4) es la capacidad para poder aguardar las cosas que anhelamos. La prueba obra paciencia; la paciencia obra perfección (5:7-11).  

    La Sabiduría (5), para confrontar las demandas de la vida como debe hacerlo el cristiano (3:13-18; Prov. 3, 4). Esta Epístola es el Libro de Proverbios del cristiano.

    La Oración (5-8). La epístola comienza y termina con la oración (4:2-3; 5:13-18). Se dice que Santiago pasaba tanto tiempo de rodillas, que se le hicieron duras y callosas como las de un camello. 

    La Fe (6-8). La confianza en Dios que permanece inmóvil en medios de las tempestades de la vida, condición necesaria de la fe que prevalece (2:14-26)

    La Vanidad de las Riquezas (9-11) Nuestra preocupación principal debe ser nuestro estado no aquí, sino en la eternidad (2:1-13; 4:1-10, 13-17; 5:1-6).

    La Tentación (12-16). Aquí la palabra significa el halago al pecado. No viene de Dios. Dios puede defendernos de ella, y ayudarnos a vencerla. Jesús mandó que oráramos para evitarla. 

    El Pecado (14-15) tiene su origen en la concupiscencia, o sea los deseos de la carne. Nacido e la concupiscencia, el pecado engendra muerte. 

    El Nacimiento del Cristiano (17-18). Así como el pecado engendra la muerte, Dios por medios de Su Palabra engendra al cristiano. También Pedro habla de la Palabra como simiente vital que engendra al nuevo ser (1 Ped 1:23). 

    La Lengua (19-20). Vigila tu lengua. Domina tu genio. Sé buen oidor (1:26; 3:1-18; 4:11-12; 5:12).

    Hacedores de la Palabra (21-27).  Acaba de hablarse de la Palabra como instrumento del nacimiento del alma (18) y de su salvación (21). Aquí es espejo (23), que nos muestra a nosotros mismos, y el camino hacia la perfección definitiva (2:14-26; Mat 7:24-27).

    La Religión Pura (26-27). Una lengua no domada en quien profesa la religión es una cosa vil. Una vida de caridad. libre del excesivo apego a las cosas terrenales, es el adorno de la religión. 

     

Capítulo 2. La parcialidad. La fe y las obras

    El Favoritismo, 1-13. Debe de haber existido en la iglesia de Judea elementos bastante mundanos, para evocar palabras como estas.  La "Ley real" (8) es la "Regla de Oro," que ellos practicaban solamente dentro de los límites de su propio círculo social, La "ley de la libertad" (12) es la ley de Cristo en la cual hay perdón y liberación del pecado. La ley de Moisés, ley de servidumbre, no tenía tal provisión.   

    La Fe y las Obras (14-26). La doctrina de Pablo, de la justificación por la fe, y la de Santiago de justificación por las obras, se complementan; no se contradicen. Ninguno de los dos combatía la enseñanza del otro. Eran devotos amigos y colaboradores. Santiago aprobaba plenamente la obra de Pablo (Hech 15:13-29; 21:17-26). Pablo predicaba la fe como base de la justificación delante de Dios, pero insistía en que la fe debía producir una vida correcta. Santiago escribía a aquellos que ya habían aceptado la doctrina de la justificación por la fe, y que abusaban general y crasamente de ella, para decirles que una fe tal no era fe alguna. 

Capítulo 3. La lengua

    El Poder de la Lengua (1-12). A juzgar por el tono general de este capítulo, sospechamos que había muchos individuos presumidos, petulantes, mundanos y de genio irrefrenable que aspiraban a hacerse dirigentes y maestros de la iglesia de Judea. "Ofender" en el versículo 2, significa no solamente palabras de ira y enojo, sino también doctrinas falsas y necias. La lengua es la principal expresión de nuestra personalidad, y generalmente provoca una reacción inmediata de una u otra clase, de parte de los demás. "inflamada del infierno" (6); "lleno de veneno mortal" (8): son palabras fuerte, pero ! cuán ciertas ! Las palabras ruines han deshecho hogares, han dividido iglesias y han precipitado a millones en la desesperación y la ruina. Sin embargo, hay muchísimas personas muy religiosas que no parecen hacer ni el menor intento de dominar su lengua. Este capítulo nos recuerda algunas expresiones del libro de Proverbios: "El que guarda su boca guarda su alma"; "Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio"; "La boca del necio es quebrantamiento para sí" ; "La muerte y la vida están en poder de la lengua" (Proverbios 13:3; 17:28; 18:7, 21).

    La Sabiduría (13-18). Este pasaje parece ser dirigido contra algunos maestros locuaces los cuales, ambiciosos de que se les considerara como brillantes argumentistas; intolerantes acerca de alguna doctrina favorita suya y con poco o ningún aprecio de la Persona de Cristo, producían tan solamente celos y divisiones. Santiago llama a tal sabiduría "diabólica", y la contrasta con la sabiduría "celestial" en palabras de sorprendentes belleza.    

Capítulo 4. La mundanalidad

    El Origen de las Guerras (1-2). La codicia; el deseo de tener aquello que es de otros. Esta ha sido la causa de la mayoría de las guerras que han asolado la tierra.

    La Oración no Contestada (2-3) Las promesas de Dios, de que contestará la oración, son abundantes, pero no para los codiciosos amadores de mundo (5:13-18).

    El Ánimo Doble (4-10). Una ampliación del dicho de Jesús, de que no se puede servir a Dios y a Mamón (Mateo 6:24), parecida a la admonición de Juan acerca del amor al mundo (1 Juan 2:15-17). Tales pasajes nos sugieren la necesidad del constante auto-examen, pues ya que tenemos que vivir en el mundo, y siendo necesarias cosas mundanas para nuestro mantenimiento diario, demanda gran vigilancia al mantener nuestro afectos por encima de la línea divisoria.  

    La Lengua (11-12) nuevamente. Esta vez, sobre lo completamente absurdo de que un pecador se erija un juez de otro.  

    La Autosuficiencia (13-17). "Si el Señor quisiere" (15). Una de las doctrinas más sorprendentes de la Escritura es esta de que el Dios de todo el vasto universo tiene un plan definido para cada uno de los Suyos (Hech 18:21; Rom 1:10; 15:32; 1 Cor 4:19; 1 Ped 3:17). 

Capítulo 5. Los ricos. La paciencia. La oración

    Los Ricos (1-6). Entre los ricos se hallaba a veces algunas almas cristianas verdaderamente preciosas; pero en general, el cuadro de Santiago es aún exacto. 

    La Paciencia (7-11). Hasta la venida del Señor, cuando toda injusticia se remediará, y los cristianos fieles recibirán el pleno fruto de sus labores y padecimientos.

    Los Juramentos (12). Otra vez la lengua. Sin embargo, !cuántos, profesados cristianos profanan el nombre de Dios en su conversación común!

    El Canto (13). Cante el cristiano por cuanto es feliz. El canto aumentará su propia felicidad y la de otros.

    La Oración (13-18). El cerrar y abrir Elías los cielos fue un milagro grande y extraordinario (1 Reyes 18). Sin embargo, se le cita como incentivo a la oración nuestra. El ungir con aceite (14) era un remedio medicinal reconocido (Lucas 10:34; Isaías 1:6). Debía reforzarse con oración y no usarse para fines mágicos.  

    Ganar una Alma para Cristo (19-20) agrada inmensamente a Cristo, Quien por ello pasa por alto muchas de nuestras debilidades. Comparece con 1 Pedro 4:8