Arqueología

1 Pedro

Arqueología de 1 Pedro

1 Pedro 1. La Autoría de las Epístolas de Pedro

Ambas epístolas, primera y segunda de Pedro, declaran a Pedro, un apóstol de Jesucristo, como su autor (1P 1:1;2P 1:1,17-18) y un «anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos en la gloria» (1P 5:1). La iglesia primitiva decididamente recibió 1 Pedro como una epístola auténtica. Algunos ejemplos:

A pesar de la fuerte evidencia histórica que respalda a Pedro como el autor de las dos cartas que llevan su nombre, algunos comentaristas dudan en aceptar la autoría de Pedro por varias razones:

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

1 Pedro 3. El comportamiento de las esposas

Primera de Pedro 3:1-7 desarrolla el tema de que los cristianos deben conducirse de manera honorable entre los gentiles, siendo sumisos a las instituciones humanas, de modo que los gentiles puedan observar la conducta cristiana, y se conviertan y glorifiquen a Dios. Una mujer que estaba casada con un esposo incrédulo debía usar su conducta para ganar a su esposo para Cristo.

Pedro específicamente exhortó a las mujeres a exhibir la belleza que brotaba del corazón en lugar de la belleza basada únicamente en la apariencia física. El versículo 3 puede traducirse simplemente como «cabello trenzado con oro» en lugar de «peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos». Las mujeres en la época de Pedro a menudo trenzaban su cabello y lo entretejían con lentejuelas e hilos de oro que centelleaban y tintineaban con cada movimiento de la cabeza. Un antiguo escritor, Jenofonte de Éfeso, describió a las mujeres con el cabello trenzado de esa manera, en una procesión para la diosa Artemisa, como eróticamente atractivas. Este no debía ser el estilo de las mujeres cristianas.

El tema de la conducta cristiana continúa al tornarse la discusión hacia Sara «que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor» (v. 6). De igual modo se esperaba que los esposos demostrarán respeto por sus esposas (1P 3:7).

NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS

1 Pedro 4. Vino y bebidas alcohólicas en el mundo antiguo

El vino, la bebida fermentada más ampliamente usada en el mundo antiguo, estaba presente en rituales religiosos, en celebraciones festivas y en la vida diaria de la cultura Mediterránea. De hecho, era famoso en la cultura pagana. Las libaciones de vino que comúnmente se derramaban para los dioses, y las deidades como Dioniso (el dios del vino), tenían muchos seguidores. Sin embargo, incluso en Israel el vino se usaba en rituales religiosos (Nm 15:7), y la viticultura (el cultivo de uvas para hacer vino) continúa siendo una importante industria agrícola para la nación moderna de Israel.

Entonces, al igual que ahora, había muchas variedades de vino, incluyendo los vinos rojos, blancos y mezclados. El Antiguo Testamento emplea una cantidad de palabras para diferentes tipos de vinos. Las traducciones precisas para las palabras hebreas son elusivas debido a que no sabemos con exactitud cómo se diferencian unas de otras, pero los traductores regularmente usan términos como «vino», «vino nuevo», «vino condimentado» y «vino dulce», los pasajes como Oseas 4:11 aclaran que estos vinos tenían alcohol y embriagaban; no hay ninguna base para sugerir que los términos en griego o en hebreo para el vino se refieren a un jugo de uva no fermentado.

Claro está, la producción de vino requería viñedos. Las torres de vigilancia eran construidas para proteger los viñedos (Is 5:1-2; Mr 12:1); una preocupación particular eran los zorros, quienes tendían a comerse las uvas (Cnt 2:15). En el mundo griego los muchachos cazaban a los zorros para mantenerlos alejados de los viñedos. Después de que se cosechaban las uvas, el mosto (el jugo de uva para ser fermentado) se producía pisando las uvas en una tina. El mosto se colaba y empezaba el proceso de fermentación. Los vinos mixtos se creaban al combinar el jugo de uva fermentado con otros elementos, incluyendo otros vinos, especies, miel o bebidas fuertes creadas con otras frutas o granos. Evidentemente, el vino diluido con agua se consideraba de inferior calidad (Is 1:22), aunque los griegos, quienes pensaban que beber vino puro era un exceso, diluían el vino rutinariamente. Los vinos mixtos servían para un número de aplicaciones: el vino mezclado con cebada hacía un buen vinagre, y cuando se mezclaba con mirra servía como un anestésico. Este último tipo fue ofrecido a Jesús en la cruz (Mr 15:23).

Los sacerdotes no debían beber vino mientras ministraban en el santuario (Lv 10:9), y las personas comunes debían evitar el vino y los productos de las uvas en cualquier forma mientras se encontraban bajo las restricciones del voto nazareo (Nm 6:4). No obstante, a parte de estas pocas excepciones, las referencias bíblicas dejan en claro que el vino era parte común y diaria de la dieta regular (Gn 14:18; IS 16:20). Con todo, las Escrituras enfatizan reiteradamente la moderación y los peligros del exceso (Pr 20:1; 23:20; Is 5:11).