Comentario
Lamentaciones
Comentario de Lamentaciones
Endecha sobre la Desolación de Jerusalén
Los lamentos de Jeremías sobre la ciudad para cuya salvación se había esforzado hasta lo último, no sin fe de que ella se levantaría de nuevo de las ruinas (3:21, 31, 32) nos recuerdan el lamento de Jesús sobre la misma ciudad (Mat 23: 37, 38; Luc 19:41-44). Jerusalén resucitó, y dio su nombre a la capital de un mundo redimido y de eterna gloria (Heb 12:22; Apoc 21:2).
Un Apéndice de Jeremías
El último capítulo de Jeremías, acerca del incendio de Jerusalén y el comienzo del exilio babilónico, debe leerse como introducción a este libro. Torres Amat toma de la Septuaginta este prefacio: "Después que Israel fue llevado cautivo y quedó Jerusalén desierta, se estaba sentado el profeta Jeremías llorando, y endechó sobre Jerusalén con la siguiente lamentación, y suspirando con amargura de ánimo, y dando alaridos, dijo: " Se piensa que este prefacio pudo haber estado en el ejemplar hebreo de que hicieron su traducción los Setenta.
Sin embargo, en el Antiguo Testamento hebreo este libro no se halla después de Jeremías, sino entre el grupo de la "Hagiographa" o Escrituras; Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester. Se copiaban en rollos separados, porque se leían en diferentes fiestas. Hasta el día de hoy, en todo el mundo dondequiera que hay judíos, el libro de Lamentaciones se lee en las sinagogas el día 9 del cuarto mes (Jer. 52:6) en recuerdo de la destrucción de Jerusalén. Es un himno de dolor, "escrita cada letra con una lágrima, cada palabra al sonido de un corazón quebrantado."
La "Gruta de Jeremías"
Es el nombre dado al lugar apenas fuera del muro norte de Jerusalén, en donde según la tradición Jeremías derramó sus amargas lágrimas y compuso esta dolorosa elegía de la ciudad que tanto se había esforzado por salvar. Esta gruta se halla al pie de la colina ahora llamada "Gólgota" la misma colina donde se levantó la cruz de Cristo. De esta manera, el profeta lloró donde más tarde el Salvador padeció y murió.
Un Acróstico Alfabético
El libro costa de cinco poemas, cuatro de los cuales son acrósticos; es decir, cada uno comienza con una letra del alfabeto hebreo, en orden alfabético. Era una forma de la poesía hebrea, usada par ayudar la memoria. Los nombres de las letras hebreas con: Alef, Bet, Guimel, He, Vau, Zain, Jet, Tet, Yod, Caf, Lámed, Mem, Nun, Sámec, Ayin, Pe, Tzade, Cof, Res, Sin, Tau.
Los capítulos 1, 2 y 4 tiene 22 versículos cada uno, un versículo para cada letra. El capítulo 3 tiene 66 versículos, 3 para cada letra; y el capítulo 5 tiene 22 versículos, pero no orden alfabético.
Su Uso Inmediato
Debe de haberse escrito este libro durante los tres meses entre el incendio de Jerusalén y la huida del remanente a Egipto (Jer 39:2; 41:1, 18; 43:7), durante cuyo tiempo la sede del gobierno estaba en Mizpa (Jer 40:8), unos 10 km. al noroeste de Jerusalén. Probablemente se hicieron varios ejemplares, de los cuales unos habrán sido llevados a Egipto, y otros enviados a Babilonia, para que los cautivos pudieran aprenderlo de memoria y cantarlo.
Capítulo 1. Asolamiento de Sion
No es fácil señalar un tema para cada capítulo. Las mismas ideas, bajo diferentes palabras, se hallan en cada capítulo: los horrores del sitio, la desolación de las ruinas; y todo debido al pecado de Sión. Atónito, aturdido y quebrantado de corazón, Jeremías llora con dolor inconsolable. En algunas frases personifica a Sión misma. Un énfasis especial de este capítulo es el hechos de que con sus pecados el pueblo trajo sobre sí mismo la catástrofe (5, 8, 9, 14, 18, 20, 22).
Capítulo 2. La ira de Dios
La destrucción de la ciudad se atribuye de manera directa a la ira de Dios (1, 2, 3, 4, 6, 21, 22). Sobre una montaña y rodeada de montañas, Jerusalén era en cuanto a su situación física la ciudad más hermosa que entonces se conocía, la ciudad "de perfecta hermosura" (15), aun si se le comparaba con Babilonia, Nínive, Tebas y Menfis, construida sobre llanuras de aluvión. Luego, era objeto del cuidado especial de Dios, escogida por Él para una misión especial, conducto principal de los tratos de Dios para con los hombres, la ciudad más favorecida y privilegiada de todo el mundo, amada de Dios de manera especial y excepcional y bajo Su protección especial. Estaba además tan bien fortificada que se le creía inexpugnable (4:12). Pero esta ciudad de Dios se había vuelto peor que Sodoma (4:6), y los muros inexpugnables no son defensa alguna contra la ira de Dios. Que el Dios de amor infinito e insondable es también un Dios de ira terrible contra aquellos que persistentemente rechazan Su amor, es una enseñanza que se afirma y se ejemplificaba una y otra vez a través de la Biblia entera.
Capítulo 3. El dolor de Jeremías
En este capítulo Jeremías parece quejarse de que Dios le había desconocido a él y a sus oraciones (8); Dios se había cubierto de una nube, para que la oración de pasase (44). Habla de sí mismo, y sin embargo parece que en parte personifica a la nación. Aunque se queja, sin embargo justifica a Dios, reconociendo que merecían aún peor (22). Es una oración lastimera, pidiendo la renovación de la misericordia de Dios, y no del todo sin esperanza (21, 31, 32). En los versículos 21-39 el libro alcanza su expresión más elevada.
Capítulos 4, 5. Padecimientos del sitio
Los enumera y los resume. Parece que Jeremías no podía borrar de su mente los horrores del sitio; las voces de niños hambrientos (2:11, 12,19; 4:4); mujeres que cocían sus propios niños para comérselos (2:20; 4:10).
Mas a pesar de sus terribles sufrimientos, Jerusalén no aprendió la lección. Después del cautiverio fue reconstruida, y en los días de Jesús era nuevamente una ciudad grande y poderosa; y culminó su pecado en la crucifixión del Hijo de Dios. Entonces sobrevino su destrucción por los ejércitos romanos, 70 d.C. Véase bajo Hebreos 13.