Arqueología

Santiago

Arqueología de Santiago

Santiago 2. “Vestimenta y moda en el mundo greco-romano”

En el mundo greco-romano, la vestimenta básicamente encajaba en dos categorías: la túnica y el manto. La túnica era algo parecido a una camiseta moderna tipo T, pero muy larga (a la altura de la rodilla o el tobillo), estaba hecha de lana o lino, y podía ser con o sin mangas. En la antigua terminología uno se metía en una túnica al ponérsela. Un manto era como una gran manta que se enrollaba alrededor de la persona.

La túnica (o quitón) era la prenda de vestir básica para casi todas las personas, y servía como una prenda de ropa interior de lino que se usaba en contacto con la piel. La única prenda de vestir que los pobres podían tener, a menudo estaba bastante sucia.


Las mujeres de clase baja a menudo usaban sólo una túnica que les llegaba a los tobillos, la cual recogían con una faja alrededor de la parte alta del abdomen, mientras que las mujeres de condiciones económicas más altas añadían un manto (a menudo un himation o un peplo), sobre la túnica. Estas vestimentas se mantenían en su lugar mediante «gacillas de seguridad» llamadas fíbula.

Los ropajes caían flojamente sobre el cuerpo en lugar de ajustarse al mismo, este efecto de cubrir sin ajustarse es parte de la idea clásica de dignidad y serenidad. Durante la noche, las vestiduras (especialmente el manto) también podían servir como un abrigo. Las sandalias de cuero eran el calzado estándar para todos los rangos de la sociedad.

En la escultura antigua, las personas aparecían usando solo un manto (o sin usar nada). Esto se debe al ideal clásico de belleza y no refleja los atuendos ordinarios, y los hombres comúnmente usaban taparrabos como ropa interior también. Una escena de Pompeya retrata a dos mujeres atletas que usaban atuendos similares a los trajes de baño de dos piezas modernas, lo que sugiere que las mujeres con los medios suficientes tenían una amplia variedad de ropa interior y de ropa exterior a su disposición.

Las mujeres romanas de clase alta a menudo usaban peinados exóticos, muchas veces con extraños despliegues de rizos. Entre las mujeres era popular teñirse el cabello y usar caros cosméticos (1P 3:3), también usabsan diademas decorativas, broches y mallas en sus cabellos. El uso de anillo o de otra joyería tanto en hombres como en mujeres contribuía a la demostración de su riqueza. Santiago les advirtió a sus lectores que no se deslumbraran tanto con los artículos finos de los ricos que eso hiciera que demostraran preferencia por los creyentes ricos por encima de sus hermanos y hermanas cristianos menos afortunados.  

Santiago 3. “Éticas del habla”

Las directrices de Santiago sobre la ética del habla, en tanto que estaban enraizadas en el Antiguo Testamento y las enseñanzas de Jesús, también estaban en armonía con las convenciones sociales populares del mundo antiguo. El antiguo sabio egipcio, Amenemope, había hecho generaciones antes la comparación de la lengua con el timón de un barco (Stg 3:4). La imagen de la lengua como un fuego destructor (v. 6) tiene paralelos en la literatura helenística (p.ej. en los escritos de Séneca y Plutarco). Lo mismo debe decirse de la importancia de ser lento para hablar (1:19) y de la necesidad de que las palabras actúen concordantemente con los hechos (1:22); el romano Cicerón también confirmó este ideal. La prohibición absoluta de Santiago contra los juramentos (5:12; cf. Mt 5:33-37) era un distintivo cristiano, pero incluso en este punto los escritores greco-romanos estaban de acuerdo con que el carácter de una persona debía ser tan irreprochable que los juramentos no fuesen estrictamente necesarios (los escritores clásicos Epicteto y Diógenes Laercio expresaron dichas ideas).

Es importante darse cuenta que estos estándares de la conducta cristiana tienen paralelos en la mejor literatura ética del mundo antiguo. Primero, esto nos recuerda que la Biblia no afirma presentar nuevas normas morales. La moralidad que proclama es en su mayor parte antigua y universal. Segundo, los paralelos nos recuerdan que los textos bíblicos confirmaron lo que era bueno y verdadero en la cultura que rodeaba a los escritores y sus audiencias. Los autores bíblicos no consideraban que se opusieran invariablemente a las normas de sus épocas (véase Fil 4:8).

Santiago 5. “La himnodia cristiana inicial”

Plinio el Joven, en una famosa carta enviada al emperador Trajano por el año 110 d.C. (Epístola, 10.96), describió su encuentro con los cristianos y relató sus prácticas. Entre otras observaciones, el historiador mencionó que los seguidores de Cristo se reunían temprano en la mañana para «cantar a Cristo como si cantaran a un dios». No es una sorpresa que cantar se convirtiera en una práctica cristiana estándar; Santiago 5:13 insta a los cristianos a que «canten alabanzas» como una expresión de gozo, y en otras partes del Nuevo Testamento se encuentran exhortaciones similares y ejemplos de cantos de alabanza (Mt 26:30; Lc 1:46-55; Hch 16:25; Ef 5:19; Col 3:16; Ap 5:9-10).

Pablo, en Efesios 5:19, habló sobre «salmos, himnos y canciones espirituales» en la iglesia cristiana. No se sabe con exactitud en qué se diferencian, o si incluso deben diferenciarse estas tres categorías, aunque es seguro que «salmos» se refiere a cantar los salmos bíblicos o a canciones que toman como modelo a los mismos. El Magníficat de María (Le 1:46-55), aunque no es un salmo del Antiguo Testamento, evidentemente es parecido a un salmo.

Asimismo, es difícil determinar el estilo musical de estos himnos antiguos. Es probable que las canciones de los primeros cristianos estuvieran muy influenciadas por la liturgia y el canto de los judíos; el canto llano medieval o «canto gregoriano» pueden preservar algo de este estilo. Puede ser que los primeros cristianos querían un estilo musical que distinguiera sus himnos del estilo de la música pagana contemporánea, en la cual se aplaudía, se bailaba y se hacía escándalo. La música antigua de las iglesias armenias, coptas y de otras iglesias de la antigüedad puede preservar algo del gusto de los cantos de la iglesia cristiana primitiva. Unas pocas obras de la música cristiana antigua han sobrevivido incluso en la iglesia moderna occidental. Las palabras de «Gloria Patri», por ejemplo, se remontan al siglo I d.C.

Algunos estudiosos sugieren que los fragmentos de himnos de la iglesia cristiana primitiva se incluyen en ciertas epístolas del Nuevo Testamento. Filipenses 2:6-11 a menudo se considera como tal, y también Filipenses 5:14, 1 Timoteo 3:16 y 2 Timoteo 2:11-13. No obstante, es evidente que ninguno de estos textos es poético, y la sugerencia de que son himnos sigue siendo hipotética.

(Biblia de Estudio Arqueológica. Vida. p. 2050)