Aplicación

Zacarías

Aplicación de Zacarías

Aplicación de Zacarías

    1. Durante su estudio de Zacarías, ¿ha sentido usted alguna sensación de asombro ante la soberanía de Dios? ¿Qué significa para usted que Dios es soberano sobre todas las naciones? ¿O saber que Él nos anuncia lo que ha de suceder, antes que suceda? ¿O que sus planes se cumplen conforme a su propósito? Si Dios puede resolver los problemas de las naciones, ¿no podrá también resolver los problemas que usted afronta?

    2. ¿Dedica usted tiempo a escuchar, prestando mucha atención a los que Dios dice en su palabra? Si acaso usted no lo ha         escuchado, la invitación de Dios a volverse a Él aún está allí en Zacarías. Crea lo que dice ... y vuélvase a Él.

    3. ¿Cómo puede usted aplicar la verdad de Zacarías 4:6-7 a su propia vida? Recuerde que las cosas que se escribieron en el Antiguo Testamento, se escribieron para nuestra paciencia y consolación. No se trata de simples relatos históricos; son el pan de vida que nos sustenta.

    4. En Zacarías 2:10 se nos anuncia que Jehová viene, y morará en medio  de nosotros. ¿Se encuentra usted preparado? Según 1 Juan 3:2-3 la venida del Señor es una esperanza purificadora. ¿Qué tiene que hacer usted para no avergonzarse cuando Él venga?


Aplicación final de Zacarías

    1. ¿Cuáles son las verdades básicas de Zacarías?

    2. ¿Cómo se aplican estas verdades a mi vida?

    3. ¿En vista de estas verdades, qué cambios deberían hacer en mi vida?.

    4. ¿Cómo pienso llevar a cabo estos cambios?

    5. ¿Cuál será mi oración personal referente a esta verdad, y los cambios que debería efectuar en mi vida? 


Aplicación práctica

    Dios espera hoy de nosotros, una adoración sincera y una vida moral. El ejemplo de Zacarías de llegar a romper con los prejuicios nacionalistas, nos recuerda que debemos alcanzar a todas las áreas de nuestra sociedad. Debemos extender la invitación de la salvación de Dios a gente de todas las nacionalidades, lenguas, razas y culturas. 

    La salvación sólo es posible a través del derramamiento de la sangre de Jesucristo en la cruz, quien murió en nuestro lugar para expiar nuestros pecados. Pero si rechazamos ese sacrificio, ya no hay otro sacrificio a través del cual podamos ser reconciliados con Dios. “Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12). No hay tiempo que perder; “he aquí ahora el día de salvación.” (2 Corintios 6:2).

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