Comentario

Jeremías

Comentario de Jeremías

Esfuerzo final de Dios para salvar a Jerusalén

Jeremías vivió unos 100 años después de Isaías

Isaías había salvado a Jerusalén de Asiria

Jeremías quiso salvarla de Babilonia, pero no pudo


    Jeremías fue llamado al oficio profético en 626 A.C. Jerusalén fue parcialmente destruida, 606 A.C. y nuevamente en 597 A.C.; incendiada y asolada definitivamente, 586 A.C. Jeremías vivió durante estos terribles 40 años, el "ocaso de la monarquía" y "estertores de muerte de la nación"; una figura solitaria, patética, el último mensajero de Dios a la Ciudad Santa ya incurable y fanáticamente apegada a los ídolos, clamando sin cesar que si ella se arrepentía Dios la salvaría de Babilonia. 

    Así pues, tal como Asiria había sido el talón de fondo del ministerio de Isaías, Babilonia lo fue del ministerio de Jeremías

La Situación Interna 

    El reino del norte había caído, y gran parte de Judá. Había sufrido una derrota tras otra, hasta que solamente quedaba Jerusalén, que persistía en ignorar las repetidas amonestaciones de los profetas, y se endurecía en su idolatría y en su maldad. Estaba a punto de darse la hora del juicio. 

La Situación Internacional 

    Disputaban la supremacía mundial Asiria, Babilonia y Egipto. Desde hacia 300 años Asiria, en el valle superior del Eufrates y con Nínive por capital, había regido el mundo, pero ahora se debilitaba. Babilonia, en el sur del mismo valle, se fortalecía. Egipto, 500 km. al suroeste, en el valle del Nilo, y que mil años antes había sido potencia mundial y luego había decaído, se volvía ambicioso de nuevo. Como a mediados del ministerio de Jeremías, Babilonia triunfó. Quebrantó el poderío de Asiria en 607 A.C., y dos años  después aplastó a Egipto en la batalla de Carquemis, 605  A.C. Rigió el mundo durante 70 años, los mismos 70 del cautiverio de los judíos.   

El Mensaje de Jeremías

    Desde el comienzo, 20 años antes de que el conflicto se decidiera, Jeremías insistió incesantemente en que Babilonia triunfaría. A través de todas sus quejas amargas e incesantes contra la maldad de Judá, recurren a cada momento estas ideas: 

La Osadía de Jeremías

    Incesantemente, Jeremías aconsejó a Jerusalén a que se rindiera al rey de Babilonia; tanto que sus enemigos le acusaban de ser traidor. Nabucodonosor quiso premiarle por haber así aconsejado a su pueblo; no solamente perdonándole la vida, sino también ofreciéndole cualquier honor que quisiera aceptar, aun un puesto honroso en la corte de Babilonia (39:12). Sin embargo Jeremías clamaba una y otra vez,  que al destruir a pueblo de Dios el rey de Babilonia cometía un crimen nefando por el cual Babilonia sería después asolada para siempre (caps 50, 51).

Reyes contemporáneos de Judá

Cronología de los Tiempo de Jeremías

 

Profetas Contemporáneos

      

Cronología del Libro de Jeremías

    Algunos mensajes de Jeremías tienen fecha, y otros no. Se dan las siguientes indicaciones de fechas: 

    Se ve pues, que el libro no está dispuesto en orden cronológico. Algunos de los últimos mensajes aparecen al principio del libro, y algunos de los primeros al fin del libro. Estos mensajes se dieron de palabra, quizás repetidamente y quizás años antes de que Jeremías haya comenzado a redactarlos por escrito. Escribir un libro tal era una tarea larga y laboriosa. El pergamino para escribir, hechos de pieles de ovejas o de cabra, estaría escaso y caro. Se preparaba en largas tiras y se enrollaba alrededor de un palo. Todo esto quizás explique, en parte, la falta de orden en el libro de Jeremías. Después de haber escrito algún incidente o discurso, éste puede haberle sugerido otro, dicho años antes, que luego anotaría, a veces sin fecharlo, llenado así el pergamino conforme lo enrollaba. Si después pensaba en algún otro de sus discursos que quería incluir, tendría que seguir desde donde iba en el rollo, sea que hubiera unidad de pensamiento o de tiempo, o no.  

1. El llamamiento de Jeremías 

    Era para una tarea dura e ingrata. Así como Moisés (Ex 3:11; 4:10), estaba renuente a asumir la responsabilidad. Le vino cuando era todavía "niño" probablemente de unos 20 años.  "Anatot", su hogar (1), estaba a unos 24 km. al NE de Jerusalén. Ahora se llama Anata. El "almendro" (11, 12), que florece muy temprano en la primavera, significaba que Dios cumpliría muy en breve las palabras que ponía en boca de Jeremías. La "olla que hierve" (13) era el ejército babilonio. Su primera declaración: que Judá sería destruida por Babilonia (14).

2. La apostasía de Israel

    En palabras patéticas y apasionadas reprocha la idolatría descarada de Israel, que compara a una desposada que abandona a su esposo en busca de relaciones promiscuas con otros, convirtiéndose en una ramera común. 

3. Judá peor que Israel

    En el capítulo 2 "Israel" es la nación entera. En el 3 es el reino del norte, que 300 años antes había sido llevado cautivo por los asirios. Sigue la metáfora del capítulo 2, de la esposa adúltera. Ciega al significado de la caída de Israel, Judá no solamente no se arrepintió, sino que en el reino prolongado y malvado de Manasés se hundió en profundidades aún mayores de depravación. Se predice la reunión de Judá y de Israel (17-18; véase también 50:4-5 y Oseas 1:11).  

4. La destrucción de Judá

    Este capítulo describe, el avance del devastador ejército babilónico que destruyó Jerusalén, 606-586 A.C. Puede también referirse en parte a la invasión escita, un poco anterior a la babilónica.    

La Invasión Escita

    El mismo año en que Jeremías fue llamado al ministerio, 626 a.C., aterrorizaron a las naciones del suroeste de Asia hordas innumerables de bárbaros desde el norte. Dieron un golpe a la tambaleante potencia de Asiria. De no haberles sobornado Faraón en Asdod, bien pudieron haber destruido totalmente a Judá. Dice de ellos Rawlinson: "Desembocando a través de los pasos del Cáucaso-desde dónde, o con qué propósito, nadie sabía-, horda de los escitas ennegrecía las ricas llanuras del sur. Venían como una plaga de langostas; incontables, irresistibles, viéndose la tierra delante de ellos como un huerto, y detrás de ellos un desierto desolador. No perdonaban ni edad ni sexo. Los habitantes eran masacrados sin misericordia, o cuando menos, reducidos a la esclavitud. Las cosechas eran incendiadas, el ganado robado o muerto, las heredades y caseríos incendiados, y el país entero hechos una sola escena de desolación. Sus estragos se parecían a los hunos cuando arrasaron Italia, o de los búlgaros cuando invadieron las provincias más hermosas del imperio bizantino". 

5. La depravación universal de Judá

    Ni un solo justo (1), ni entre el pueblo común ni entre sus dirigentes (4-5); promiscuidad sexual generalizada, aun entre los casados, como si fueran animales (7-8); burlándose de las advertencias del profeta acerca de castigo inminente (12); entregados del todo al engaño, la opresión y el robo (26-28); apatía general ante la corrupción en el gobierno (30-31). Acerca de los falsos profetas (30) véase bajo al capítulo 23.    

 6.Destrucción desde el norte

    Una vívida descripción profética de la destrucción de Jerusalén a manos de los duros y crueles invasores babilónicos (22-26), que se cumplió más adelante en la vida del mismo Jeremías . Una y otra vez, año tras año, tal como aquí (16-19) insiste en que en el arrepentimiento estaba su última posibilidad de salvarse de la ruina.  

 7. Arrepentimiento la única esperanza

    Esta es una de las conmovedoras amonestaciones de Jeremías al arrepentimiento, basada en la sorprendente promesa de Dios, de que con solamente escuchar ellos a su Dios, Jerusalén no caería (5-7).  Con todo y sus prácticas abominables (9, 31), y aun cuando habían erigido ídolos en el templo (30), sin embargo tenían alguna reverencia supersticiosa hacia el templo y sus servicios, y parecían creer que sucediese lo que sucediera, Jehová no permitiría que Jerusalén fuese destruida, por cuanto Su templo estaba allí (4, 10). Jeremías les recuerda el ejemplo de Silo (12-14;  véase 1 Sam 1). Jesús citó (Mat 21:13). "La reina del cielo" (18); Astoret, principal diosa canaanita, cuyo culto era acompañado de las formas más degradadas de la inmoralidad. "Hinom" (31-32), el valle al sur de Jerusalén, en donde se quemaban niños en sacrificio a Moloc; después llegó a ser usado como nombre del infierno. "Gehena".     

 8. "Pasó la siega"

    Plenamente consciente de la inutilidad de sus ruegos y amonestaciones, Jeremías habla del asolamiento inminente de Judá como si fuese ya un hecho (20). "Sacarán los huesos" (1); los invasores harán esto en burla de los ídolos de Judá. Los falsos profetas (10, 11); la insistencia de éstos en que Jerusalén no corría ningún peligro constituía uno de los problemas más difíciles de Jeremías (véase bajo cap. 23).  

 9. El profeta angustiado

    Jeremías, varón de dolores en medio de un pueblo entregado a todo lo vil (8:6; 9:2-9), llorando día y noche por el pensamiento de la tremenda retribución inminente, andaba entre ellos rogando , suplicando, persuadido, amenazando, implorando que se apartaran de su iniquidad; pero todo en vano. 

10. Jehová el Dios verdadero

    Tal parece que la amenaza de la invasión babilónica haya impulsado al pueblo de Judá a mayor actividad en la fabricación de ídolos, como si estos pudieran salvarles. Esto dio a Jeremías ocasión de recordarles que lo que hacían no solamente era inútil, sino que agravaba aún más su ya espantoso pecado contra Dios.

11. El pacto quebrantado

    Este capítulo parece pertenecer al período de reacción que siguió a la lectura del recién hallado libro de la ley y la gran reforma de Josías (2 Reyes 23), cuando el pueblo volvía a sus ídolos y renunciaba del pacto que tan recientemente habían renovado. Como respuesta a las censuras de Jeremías, habían planeado su muerte (9, 21).  

12. Quejas de Jeremías

    Contrastando sus propios padecimientos con la aparente prosperidad de aquellos contra quienes él predicaba y que se burlaban de sus amenazas (4), Jeremías se queja de los caminos de Dios. La contestación de Dios implica que aguardan a Jeremías sufrimientos aún mayores (5, 6), y que la prosperidad de la nación perversa tendrá pronto fin (7-14). Luego viene la promesa de una restauración futura (15-17).

13. El cinto podrido

    Es sus prédicas, Jeremías hizo uso frecuente de símbolos (véase bajo 19:1). El cinto probablemente sería ricamente bordado y parte prominente del traje de Jeremías mientras recorría las calles de Jerusalén. Más tarde, ya sucio, podrido y deshecho, sirvió para atraer la atención. Al rodear al profeta grupos de curiosos, le servía de texto  para declarar que así también Judá, de la cual Jehová se había revestido para andar entre los hombres, antes hermosa y gloriosa, sería destruida y desechada. 

14, 15.     La intercesión de Jeremías

    Una sequía prolongada había dejado al país sin alimentos. Jeremías, aun cuando el pueblo le odiaba, le ridiculizaba y le hacía burla, sin embargo, por más malvados y endurecidos que fueran, sentía quebranto de corazón al verlos sufrir. Si intercesión a Dios para que pusiera fin a la sequía, descrita en estos dos capítulos, es una de las aproximaciones más grandes del A.T. al espíritu de Cristo. El fue persistente; Dios inmutable. Casi hubo un rompimiento entre jeremías y Dios (15:19). La llamada "gruta de Jeremías", uno de los lugares a los cuales se dice que este hombre que tanto se parecía al Salvador se retiraba para llorar, se halla al pie de la misma colina en donde 600 años después se erigió la cruz de Jesús.

16. "No tomarás mujer"

    En algunos casos, la vida doméstica de los profetas fue usada para reforzar su mensaje. Isaías y Oseas eran casados, y dieron a sus hijos nombres que recordarán sus ideas más prominente. A Jeremías se le mandó que permaneciese soltero, como especie de fondo simbólico para sus repetidos pronósticos de matanzas sangrientas inminentes. "¿Para qué criar una familia, para que perezca en la carnicería espantosa  que se cierne sobre los habitantes de Judá?" Nótese de nuevo la promesa de una restauración futura (14-15).

17. El pecado indeleble de Judá

    Su caída era inevitable. Sin embargo se proclama una y otra vez la promesa de que con tal de que volviesen a Dios, Jerusalén permanecería para siempre (24-25). Era del especial desagrado de Dios su profanación del día de reposo (20-27).

18. El barro del alfarero

    Una ilustración muy apropiada del poder de Dios para cambiar el destino de una nación. Jeremías la usó como base para otro llamamiento a la nación rebelde, a que se enmendara; pero en vano.      

19. La vasija de barro

    Puede haber sido de hechura exquisita. Romperla deliberadamente en presencia de los hombres principales de Jerusalén era una manera impresionante de anunciar de nuevo la destrucción inminente de la orgullosa ciudad. "Tofet" (6) era el extremo oriental de Hinom (véase bajo al cap 6).

    Otros símbolos que Jeremías usó para llamar la atención a su predicación, fueron:

20. Encarcelamiento de Jeremías

    Jeremías fue directamente de romper la vasija ante los dirigentes del pueblo en el valle de Hinom, al Templo, en donde comenzó a dar el mismo mensaje al pueblo. Por eso Pasur uno de los principales oficiales del Templo, le encarceló. El "cepo" (2) era un marco de madera en que se sujetaban la cabeza, las manos y los pies, quedando el cuerpo en un postura incómoda y dolorosa. Esto arrancó de Jeremías otro estallido de protesta contra Dios (7-18; véase bajo el cap. 12).

21. Comienza el sitio

    Este capítulo, aunque se halla en la primera parte del libro, pertenece a los últimos días de la vida de Jeremías. El rey Sedecías, atemorizado por el avance del ejército babilonio, pide a Jeremías que interceda ante Dios. Jeremías le aconseja que entregue la ciudad a los babilonios, para así salvar de la muerte a los habitantes.    

22. Amonestación al rey Joacim

    Este capítulo antecede, cronológicamente, al 21. Pertenece al reino de Joacim, rey duro, malvado y cruel y vergüenza de la familia de David. "Salum" (11) era Joacaz, que fue llevado a Egipto y murió allí (2 Reyes 23:31-34). La muerte desdichada de Joacim (18-19) se estima en 2 Reyes 24:6; 2 Cr 36:6. Conías (Jeconías, Joaquín) "privado de descendencia" (30) ; tuvo hijos (1 Cr 3:17, Mat 1:12), de los cuales descendió Cristo; pero él y su tío Sedecías fueron los últimos reyes terrenales que se sentaron sobre el trono de David. Fue el fin del reino temporal de Judá.    

23. Falsos profetas

    Una denuncia amarga de los caudillo del pueblo de Dios. La acusación mordaz contra los reyes davidicos sirve de fondo para un previsión del Mesías davídico venidero (5-8; véase bajo cap. 33). En cuanto a los falsos profetas, eran el más grande de todos los estorbos para la acogida de los mensajes de Jeremías; hombres que se decían profetas de Dios, proclamando en el nombre de Dios sus propios mensajes y sirviendo sus propios fines; siempre clamando, "Jeremías miente; nosotros somos profetas de Dios, y Dios nos ha dicho que Jerusalén está a salvo".   

24. Dos cestas de higos

    Los higos buenos representaban lo mejor del pueblo, que había sido llevado a Babilonia con la cautividad de Joaquín, 597 a.C. y antes, inclusive a Ezequiel y Daniel; los higos malos, aquellos que habían quedado en Jerusalén, dispuestos a resistir a Babilonia con la ayuda de Egipto (2 Reyes 24:10-20).   

25. Profecía de los 70 años de cautiverio

    Esto fue a comienzos del reino de Joacim (1), cerca del 604 A.C., cuando todo el mundo entonces conocido comenzaba a ser hollado bajo los pies de Babilonia (15-38). Lo más admirable es que se predice la duración, exacta del dominio babilónico (11-14; 29:10; 2 Cr 36:21; Ez 1:1; Dan 9:2; Zac 7:5). Una profecía sorprendente; no había manera posible en que Jeremías lo supiera, sino por revelación directa de Dios.  

26. Jeremías delante de los príncipes

    Sus acusadores fueron los sacerdotes y los falsos profetas. Pero Jeremías tenía  amigos entre los príncipes, especialmente un cierto Ahicam, que le salvó de la muerte. Sin embargo, no le fue tan bien a un compañero profeta llamado Urías (20-24). 

    NOTA ARQUEOLÓGICA: Irías; Elnatán; Nedabías; Salum. Urías huyó a Egipto (20-24). El rey Joacim envió a Elnatán, uno de los príncipes (22; 36:12), a Egipto para que le trajera.

    Una de las "Cartas de Laquis" (véase bajo el cap. 34) escritas en este tiempo, alude al "comandante de ejército, Quebarías, hijo de Elnatán, que pasó rumbo a Egipto". Esto parece una referencia al incidente de qué hablan los versos 20-24.

    Esta carta de Laquis también habla de "la carta de Nedabías, siervo del rey, que vino del profeta a Salum". Nedabías era nieto del rey Joacim (1 Cr 3:18). Salum (Joacaz) era hermano de Joacim (2 Reyes 23:30, 34; 1 Cr 3:15; Jer 22:11), que había sido llevado a Egipto.  

27, 28. Coyundas y yugos

    Jeremías puso sobre su cuello un yugo, como los usados para los bueyes, y recorrió la ciudad diciendo, "Así pondrá Babilonia yugo sobre el cuello de esta pueblo". Con atrevimiento descarado Hananías, uno de los falsos profetas, rompió el yugo (28:10), en castigo de lo cual murió dos meses después (28:1, 17). "Joacim" en 27:1 debiera ser "Sedecías" (3, 12, 20; 28:1); un error de copista, de 26:1. 

29. Carta de Jeremías a los cautivos

    Escrita después de que el rey Joaquín y lo mejor del pueblo habían sido llevados a Babilonia; aconsejándolos que fueran cautivos pacíficos y obedientes, y prendiéndoles que volverían después de 70 años (10) a su propia tierra. Pero aún en Babilonia los enemigos inveterados de Jeremías, los falsos profetas, continuaban la lucha en su contra (21-32).

30, 31. Un canto de restauración

    Para Israel y Judá juntamente, con vislumbres mesiánicos; escrito por mandato divino (2) para que pudiera conservarse y compararse con los eventos de tiempos posteriores.   

    La voz del lloro en Ramá (31:15-20) se cita en Mat 2:17-18 como profecía del luto de Belén sobre el asesinato de los niños, cuando nació Cristo. La relación parece ser algo como sigue: Ramá fue el lugar en donde Jeremías, llorando, fue libertado de entre los cautivos rumbo a Babilonia (40:1). No estaba lejos de Belén. Jeremías representa a Raquel, una de las madres de Israel y que había sido sepultada en las cercanías, como llorando sobre la destrucción de sus descendientes. El lenguaje luego se toma como prefiguración de otro de los dolores de Belén, asociado con el evento máximo de su historia.

    El nuevo pacto (31:31-34). El Antiguo Testamento es la historia del trato de Dios para con la nación hebrea, con base en el pacto dado en el Monte Sinaí. Aquí tenemos una profecía clara de que el pacto mosaico sería reemplazado con otro pacto. Esta abolición del pacto mosaico a favor del pacto cristiano es el tema principal de la epístola de los Hebreos.  

Capítulo 32. Jeremías compra una heredad

    Esto fue el año de la caída de Jerusalén. El incendio de la ciudad y el asolamiento de Judá estaba ya a punto de sobrevenir. En medio de las tinieblas y la desesperación del momento, Dios ordena a Jeremías que compre en ceremonia pública un terreno, y conserve en lugar seguro la escritura, para dar énfasis a su profecía de que los cautivos volverían y la tierra sería cultivada de nuevo. 

33. "El Renuevo"

    De los 20 reyes davídicos que reinaron sobre Judá en los 400 años entre David mismo y el cautiverio, la mayor parte eran malos. Solamente unos pocos eran dignos del nombre de David. En los capítulos 22 y 23 Jeremías condena duramente a esta familia de reyes a quienes Dios había dado la promesa de un reino eterno. Aquí en el capítulo 33 repite con mayores detalles la profecía de un solo Rey grande, llamado el "Renuevo" en Quien se había de cumplir la promesa.   

34. Sedecías proclama libertad

    En el curso del sitio, Sedecías proclamó la libertad de todo los esclavos, evidentemente para conquistar el favor de Dios; pero no vigiló el cumplimiento del decreto.

    NOTA ARQUEOLÓGICA: Las "Caras de Laquis". En 34:7 se citan a Laquis y Azeca como sitiadas por el rey de Babilonia a la vez que se ocupaba del sitio de Jerusalén. Fragmentos de 21 cartas, escritas durante este sitio desde un puesto avanzado de Laquis al capitán de la guardia defensora de la ciudad, fueron hallados en 1935 por la expedición arqueológica Wellcome, bajo la dirección de J.L. Starkey y Sir Charles Marston.

    Estas cartas fueron escritas muy poco  antes de que Nabucodonosor lanzara su ataque final, en que encendió grandes fuegos contra los muros. Se hallaron en una capa de cenizas y carbones sobre el piso de la sala de guardia, en donde los defensores de Laquis habían hecho su último esfuerzo. 

    En una de las cartas el avanzado dice que estaba "en espera de señales desde Laquis", y que "no se veían señales desde Azeca" (que tal vez ya había caído).

    Estas cartas aluden por sus nombres a varias personas que aparecen en el relato bíblico: "Jeremías" (Jer 29:3) oficial del rey Sedecías; "Jaazanías" (2 Reyes 25:23) capitán militar de Nabucodonosor; "Matanías" (2 Reyes 24:17) nombre anterior del rey Sedecías; "Nerías" (Jer 43:3) padre de Baruc el escriba de Jeremías. Fueron escritas en hebreo clásico, por un contemporáneo de Jeremías. Como una voz de entre los muertos, confirman la realidad del relato de Jeremías.     

35. Ejemplo de los Recabitas

    Los recabitas era una tribu que se remontaba hasta los días de Moisés (1 Cr 2:55; Núm 10:29-32; Jue 1:16; 2 Reyes 10:15, 23),  y que a través de los siglos de había adherido estrictamente a una vida sencilla ascética.    

36. El rey quema el rollo de Jeremías

    Ya Jeremías había estado profetizando durante 23 años, desde el año 13 de Josías hasta el 4 de Joacim.  Ahora se le manda reunir todas estas profecías en un libro, para que fueran leídas en público, porque Jeremías mismo no estaba en libertad para que hablara al pueblo (5). Escribir el libro fue obra de un año o más (1, 9). La lectura del libro hizo una impresión profunda en algunos de los príncipes; pero el rey obstinado y desafiante quemó el libro. Entonces Jeremías lo escribió todo de nuevo. 

37, 38. Encarcelamiento de Jeremías

    Durante el sitio, cuando los babilonios se retiraron temporalmente debido al avance del ejército egipcio, Jeremías, probablemente por la escasez de alimentos en Jerusalén, trató de abandonar la ciudad e ir a su hogar en Anatot. En visto de su consejo invariable de rendición, parecía a sus enemigos que Jeremías pudiera estar tratando de unirse a los babilonios. Así pues, fue encarcelado bajo sospecha de ser un traidor y de trabajar a favor de Babilonia. Sedecías estaba bien dispuesto hacía Jeremías, pero era un rey débil.

 39. El incendio de Jerusalén

    Esto se relata también en el cap. 52, en 2 Reyes 25 (véase nota) y 2 Cr 36. Nabucodonosor, que sabía que Jeremías siempre había aconsejado que Jerusalén es le sometiera, ahora ofreció conferirle cualquier honor que éste quisiera aceptar, aun un sitio de importancia en la corte de Babilonia (11-14; 40:1-6).

40, 41. Asesinato de Gedalías

    Gedalías, a quien Nabucodonosor nombró gobernador de los escasos habitantes que dejó en Judá, era hijo de Ahicam el poderoso amigo de Jeremías (40:5; 26:24). Pero tres meses después fue asesinado (39:2; 41:1).     

    NOTA ARQUEOLÓGICA:     El Sello de Gedalías. En 1935 Starkey, de la expedición arqueológica Wellcome, halló en la capa de cenizas del incendio de Nabucodonosor, entre las "Cartas de Laquis", un sello con la leyenda, "Pertenece a Gedalías, el que está sobre la casa".

    También el sello  de Jaazanías (Jer 40:8; 2 Reyes 25:23). Era uno de los capitanes del ejército de Gedalías. En 1932 W.F.Bade de la Escuela de Religión del Pacífico encontró en las ruinas de Mizpa, asiento del gobierno de Gedalías (Jer 40:6), 10 km. al noroeste de Jerusalén, un sello exquisito de ágata con la inscripción, "Pertenece a Jaazanías, siervo del rey". 

42, 43. La huida a Egipto

    El remanente, temeroso de represalias de Nabucodonosor por la muerte de Gedalías, huyó a Egipto, a pesar de la advertencia explícita de Dios, de que esto sería su ruina. Llevaron consigo a Jeremías.  

    NOTA ARQUEOLÓGICA: Tafnes, 43: 8-13. Era una fortaleza-palacio fronteriza egipcia, en la ruta a Palestina. El sitio ha sido identificado, a unos 15 km. al oeste del Canal de Suez. En 1886  Sir Flinders Petrie descubrió las ruinas de un gran castillo, delante del cual había "una gran plataforma enladrillada al aire libre"; según cree Petrie, es el mismo lugar en donde Jeremías escondió las piedras (43:9).     

    Además se ha sabido que los anales de Nabucodonosor, que invadió Egipto en el año 37 de su reinado, o sea 568 a.C., 18 años después de haberlo predicho Jeremías (43:10). Tres inscripciones de Nabucodonosor han sido encontradas cerca de Tafnes,  y Josefo dice que Nabucodonosor llevó de allí a Judíos cautivos. 

Capítulo 44. Última exhortación de Jeremías

    Este último esfuerzo para inducirles a que abandonaran sus prácticas idólatras  fracasó. Eran obstinados. La "reina del cielo" (17) era Astoret, cuyo culto se celebraba con actos inmorales; en este caso, con el consentimiento de los esposos (15, 19).

    No se conocen el lugar ni la forma de la muerte de Jeremías. Una tradición dice que fue apedreado por los judíos en Egipto; otra, que juntamente con Baruc fue llevado de Egipto a Babilonia, por Nabucodonosor, y que allí murió.    

45. Baruc

    Baruc, el escriba de Jeremías, era hermano de Seraías el príncipe camarero del rey (32:12; 51:59), y nieto, posiblemente, del Maasía gobernador de Jerusalén (2 Cr 34:8); por lo tanto, hombre prominente y de grandes ambiciones (5). Ahora es Egipto, se recuerda de la admonición divida dada 18 años antes, y la promesa de vida. Se le reconocía como de gran influencia sobre Jeremías (43:3). Su renombre era tal,  que alrededor de su nombre se formó un grupo de libros espurios, uno de los cuales es el libro de Baruc, que se basa en la tradición de que fue llevado a Babilonia.   

46. Egipto

    Una descripción de la derrota del ejército egipcio en Carquemis, 605 A.C., a mediados de la vida de Jeremías (1-12) y una profecía posterior de que Nabucodonosor invadiría Egipto (13-26), que añade nuevos detalles a 43:8-13 (véase). Más de 100 años antes, Isaías había predicho invasiones asirias de Egipto )véase Isaías 18-20). También Ezequiel tuvo palabras acerca de Egipto (Ez 19-32). 

47. Los filisteos

    Esta profecía que anuncia el asolamiento de Filistia  por Babilonia, fue dada "antes de que Faraón hiriera a Gaza" que probablemente sucedió al tiempo de la batalla de Meguido (608 A.C.) en que fue muerte Josías, o sea en una época de buenas perspectivas para Egipto. Se cumplió 20 años después, cuando Nabucodonosor tomó Judá. Otro profetas que se ocuparon de Filistea fueron Isaías (14:28-32); Amós (1:6-8); Ezequiel (25:15-17); Sofonías (2:4-7) y Zacarías. (9:1-7).  

48. Moab

    Un cuadro de la destrucción inminente de Moab, que ayudó a Nabucodonosor contra Judá, pero más tarde fue devastada por él mismo, 582 a.C. desde haces siglos Moab ha estado desolada y escasamente poblada, dando testimonio de su antigua prosperidad las ruinas de sus muchas ciudades. Su restauración (47) y la de Amón (49:6) puede haberse cumplido mediante su absorción en la raza árabe en general, de la cual alguno estaban presentes en el día de Pentecostés cuando las bendiciones del Evangelio se proclamaron por primera vez al mundo (Hch 2:11). O quizás signifique que esas tierra será hecha próspera. Otras profecías acerca de Moab son: Isaías 15:16; Ez 25:8-11; Amós 2:1-3; Sofonías 2:8-11.    

49. Amón, Edom, Siria, Hazor y Elam

    Una profecía de que Nabucodonosor conquistaría estas naciones, lo cual hizo. Amón, véase bajo Ez 25:1-11; Edom, bajo Abdías. Damasco fue saqueado por Nabucodonosor en el 582 A.C.

50, 51. Profecía de la caída de Babilonia

    La caída y el asolamiento perpetuo de Babilonia se predicen aquí en lenguaje digno de la grandeza del tema (51:37-43), tal como lo había hecho antes Isaías (13:17-22). Como conquistadores se citan a los medos, a la cabeza de una gran compañía de naciones (50:9; 51:11, 27, 28). Estos dos capítulos que anuncian la destrucción de Babilonia se copiaron de un libro aparte, y se enviaron a Babilonia con una comitiva encabezada por el rey Sedecías, siete años antes de que Nabucodonosor incendiara Jerusalén (51:59-64). La carta fue llevada personalmente por Seranías el campero del rey, hermano de Baruc el escriba de Jeremías (32:12; 51:59). Daniel ya había estado 15 años en Babilonia y ya había predicho a Nabucodonosor la caída de su reino (Dan 2). El libro debía ser leído públicamente, y luego en ceremonia solemne debía hundirse en el Eufrates, con las palabras, "Así será anegada Babilonia, y no se levantará."  

52. Cautiverio de Judá

    Véase bajo 2 Reyes 24, 25.