Mapas

Apocalipsis

Mapas de Apocalipsis

Patmos

    Isla volcánica y árida en el Mar Egeo, del grupo de las Espóradas. Su costa tiene muchas entradas. Su extensión es de unos 16 km de largo y unos 9,5 km de ancho máximo. Los romanos la usaron como colonia penal. Juan, el autor del libro del Apocalipsis, fue exiliado en esta isla (Ap 1:9) en el tiempo de Domiciano (aprox. 95 después de Cristo). De acuerdo con la tradición, la cueva donde Juan tuvo sus visiones está cerca del monasterio de San Juan, fundado en 1088 después de Cristo, por el monje Cristódulo con la autorización del emperador Alejo Comneno. Allí se exhibe un cuerpo embalsamado que, según algunos, es el de Juan.

Esmirna

    Es el segundo mayor puerto de Turquía tras Estambul, y la tercera ciudad del país en población tras Estambul y Ankara. Está localizada junto a la costa egea, cerca del golfo de Esmirna, entre las penínsulas de Foça y Clazómenas, y a unos 450 km al suroeste de Estambul. Es asimismo la capital de la provincia de Esmirna.

Durante el avance del cristianismo dentro del Imperio romano, fue martirizado dentro de sus muros Policarpo de Esmirna. La ciudad tomó relevancia entre los cristianos al ser una de las siete ciudades nombradas en el Apocalipsis y a causa de la profecía de que serían perseguidos y muertos muchos de los creyentes en Jesucristo. Los cristianos de esa ciudad padecieron persecuciones y discriminaciones.

Apocalipsis 1:11.

Éfeso

    Ciudad del Asia Menor occidental. Estaba situada en la unión de varias rutas de intercambio dentro del mundo griego, y sobre el camino principal de Roma hacia el Oriente. Adquirió importancia por su posición estratégica; su gran templo, el centro del culto a Artemisa; sus famosos libros de magia, los Efesia grammata (Hch. 19:19); y el poder económico de su asociación bancaria.

    Fue fundada por los griegos jónicos en el siglo XI a.C. En el siglo VI a.C. el rey Creso de Lidia la conquistó. Después de su caída ante Ciro, se integró al Imperio Persa. Dos siglos más tarde cayó ante Alejandro Magno, y luego cambió de dueño varias veces durante los primeros años de sus sucesores. Después estuvo en manos seléucidas, de quienes los romanos la tomaron luego de derrotar a Antíoco el Grande, en Magnesia. La ciudad pasó entonces al reino de Pérgamo. Cuando Atalo III de ese reino la legó a Roma (133 a.C.), Efeso se convirtió en el centro más importante de la provincia romana de Asia. Como en la mayoría de las grandes ciudades del Imperio Romano, en Efeso había una comunidad judía con su sinagoga (Hch. 18:19; 19:8, 17). Pablo, como de costumbre, al llegar comenzó su predicación en ella. La primera vez lo hizo brevemente, y siguiente vez durante tres meses en su tercer viaje (Hch. 18:18; 19:8).

    Durante el siglo III d.C. sufrió una invasión de los godos, quienes destruyeron el famoso templo de Artemisa. Sin embargo, se recuperó, y en el 431 d.C. fue el asiento del tercer concilio general de la Iglesia. En él se hicieron declaraciones importantes con respecto a la naturaleza de Cristo, y María fue oficialmente declarada la madre de Dios.

    Gradualmente la ciudad perdió su importancia por causa del constante relleno del puerto con el limo del río Cayster, y se convirtió en ruinas. Una de las ruinas más impresionantes es el gran teatro construido en la falda occidental del monte Pión. Su auditorio semicircular tiene un diámetro de unos 150 m, y el foso de la orquesta unos 33 m. El escenario tenía un ancho de casi 7 m, y gradas con 66 hileras de asientos con una capacidad para 24.500 personas. Este fue el escenario del tumulto contra Pablo y sus enseñanzas registradas en Hechos 19:23-41.

    Pablo visitó Efeso en su segundo viaje misionero (Hechos 18:19-21). Apolos predicó allí (Hechos 18:24; 19:1). Pablo pasó tres años allí en su tercer viaje (Hechos 19-20; Hechos 20:31).

    Pablo luchó con *bestias de Éfeso*, 1 Corintios 15:29-34. Timoteo fue dejado aquí, 1 Timoteo 1:3, 4. La bondad de Onesíforo, 2 Timoteo 1:16. Jesús mandó una carta a la iglesia, Apocalipsis 2:1-7. Pablo escribió una carta a ellos, el libro de Efesios.

Sardis

    Antigua capital del reino de Lidia. Estaba ubicada en la ladera del monte Tmolo y protegida en dos de sus lados por el río Pactolo, tributario del Hermo. La ciudad original fue edificada totalmente sobre una colina y provista de fuertes muros protectores. Fue la capital del reino de Lidia. En el 457 antes de Cristo. Ciro tomó la ciudad y se llevó prisionero a Creso, su rey, quien era muy rico. De allí en adelante se convirtió en la capital de una satrapía persa, desde donde los persas dirigían sus ataques contra los griegos. Cambió de manos varias veces. Primero la tomó Alejandro, después Antíoco el Grande, y en el 190 antes de Cristo se la incorporó al reino de Pérgamo.

    Cuando este reino pasó a ser una posesión romana en el 133 antes de Cristo, Sardis formó parte de la provincia de Asia. Un terremoto la arrasó en el 17 después de Cristo, pero la reconstruyeron con la ayuda del emperador Tiberio. Su destrucción final ocurrió en 1402, cuando la conquistaron los mongoles a las órdenes de Timur. Nada quedó de su antigua gloria, salvo algunas ruinas.

    Existía una iglesia cristiana en esa ciudad antes de que terminara el siglo I después de Cristo lo evidencia la carta que Juan le escribió desde la isla de Patmos (Ap 1:11; 3:1-6).

Laodicea

    Ciudad del oeste del Asia Menor, en Frigia. Estaba situada sobre el borde del valle del río Lico, tributario del Meandro, en medio de montañas que oscilan entre 2.440 y 2.750 m de altura. Fue fundada por Antíoco II (261-246 antes de Cristo), que en homenaje de su hermana y esposa, Laodice, le puso ese nombre y la pobló con sirios y judíos trasplantados de Babilonia. La ciudad no alcanzó importancia hasta que formó parte de la provincia romana de Asia, organizada en el siglo II antes de Cristo. Fue famosa en los tiempos del nuevo testamento como centro comercial de una lana negra brillante y de ropas fabricadas localmente con ella, artículos que eran exportados a muchos países.

    La ciudad se consideraba a sí misma tan rica que cuando un terremoto la destruyó en el 60 después de Cristo, sus habitantes, a diferencia de los de otras ciudades, rechazaron la ayuda de Roma y la reconstruyeron con sus propios recursos. La ciudad cambió de manos varias veces en los siglos siguientes, y fue finalmente destruida por los turcos en el siglo XIII. Una iglesia cristiana existía en la ciudad cuando Pablo escribió su epístola a los Colosenses (aprox. 62 después de Cristo), pero el apóstol aparente mente nunca estuvo antes en ella (Col 2:1).

Tiatira

    Ciudad de Lidia, en el camino entre Pérgamo y Sardis, junto al río Lico, un tributario del Hermo. Seleuco I la volvió a fundar entre el 301 y el 281 antes de Cristo como una colonia militar macedónica, pero se desarrolló después como un importante centro comercial e industrial.

    Se hizo famosa por sus gremios de tejedores y tintoreras que teñían lana y lino; también por sus productos de cuero y por ser un centro productor de objetos de metal. La primera conversa de Pablo en Filipos fue Lidia, una vendedora de prendas teñidas de púrpura procedente de Tiatira (Hch 16:14).

    Existía una iglesia cristiana en ella antes del fin del siglo I después de Cristo (Ap 2:18-29).

Pérgamo

    Antigua capital de Misia, ubicada en el valle del Caico, a unos 24 km del mar y a 5 km al norte del río Caico. El período de su mayor importancia abarcó los siglos III y II antes de Cristo, cuando los atálidas rigieron el reino de Pérgamo, que entonces abarcaba una gran parte del Asia Menor occidental. Atalo III legó su reino a los romanos, y cuando murió (133 antes de Cristo) la región se transformó en la provincia de Asia, con Pérgamo como capital y residencia del procónsul. La acrópolis, construida en la cumbre y las laderas de un abrupto monte que se eleva unos 300 m sobre la llanura, albergaba la mayoría de los edificios públicos más importantes.

Monumentos

Entre ellos estaban:

El palacio de los Atálidas, un gran teatro que rivalizaba en tamaño con el de Efeso.

Los templos dedicados a Atenea y Demeter, y la estructura más maravillosa de todas:

El enorme altar de Zeus, de unos 39 m de largo, por 36,5 de ancho, y 12 m de alto.

    Las lozas de piedra esculpida que cubrían los lados del altar eran obras maestras. Describían una guerra entre gigantes y dioses que reflejaban las victorias de los habitantes de Pérgamo sobre los gaulos, a quienes empujaron al centro del Asia Menor, donde llegaron a ser los gálatas del nuevo testamento.

    En Pérgamo refinaron el proceso de curtido del cuero y desarrollaron un excelente material para escribir que los griegos, en su honor, llamaron pergamenós. En ella existió una iglesia cristiana hacia fines del siglo I después de Cristo, como lo muestra el hecho de que Juan le dirigió un mensaje desde la isla de Patmos (Ap 2:12-17). La sucesora moderna de Pérgamo es la ciudad de Bergama, a los pies de la acrópolis.

Filadelfia

    La iglesia de Filadelfia estaba situada en el centro de la civilización griega. Fue fundada por el rey Attalo II en el año 189 a. C. De modo que cuando el Apocalipsis se escribió, Filadelfia era una ciudad relativamente joven.

    El nombre de Filadelfia significa "amor fraternal" en honor a su fundador, Attalo II, quien había recibido ese epíteto debido a que mantenía una relación muy estrecha con su hermano Eumenes II, rey de Lidia. La Filadelfia del N. T. fue reedificada por el emperador Tiberio después de haber sido destruida por uno de los frecuentes terremotos que la azotaron. Aunque la ciudad permaneció relativamente pequeña, en el siglo primero adquirió importancia por su gran actividad comercial. Por la magnificencia de sus edificios públicos y sus templos, llegó a ser conocida como [la pequeña Atenas].

    No se sabe ni cuando ni como comenzó la iglesia cristiana en aquella ciudad. Se especula que, al igual que otras congregaciones en la región, su comienzo se debió al esfuerzo misionero de la iglesia de Éfeso, particularmente durante los tres años del ministerio de Pablo en aquella ciudad. Hoy día, la ciudad de Filadelfia existe con el nombre de [Allah-Shehr], es decir, (la ciudad de Dios). A pesar de la persecución de los turcos, la iglesia Ortodoxa Griega ha logrado mantener activa allí una congregación hasta hoy día.