NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
La ley mosaica estableció cinco categorías de sacrificios y otras ofrendas:
Holocausto expiación hecha y enfatizada en la total devoción al Señor.
Ofrenda de cereal expresaba una petición de un individuo por la concesión de bendiciones del pacto, así como la dedicación del fruto de su labor a Dios.
Ofrenda de comunión (algunas veces referidas como ofrendas de «paz») acompañaban expresiones de acción de gracias o eran ofrecidas en cumplimiento de promesas. Como ocasión para una comida comunitaria, tal ofrenda resaltaba la comunión de pacto.
Ofrenda por el pecado efectuaba expiación por pecados no intencionales, tales como aquellos cometidos por negligencia, así como por impureza ritual.
Ofrenda expiatoria efectuaba expiación por pecados no intencionales contra las «cosas santas» de Dios y los mandamientos. El aspecto de restitución era intrínseco para estas ofrendas obligatorias.
Además de lo anterior, a los israelitas se les pedía traer diezmos y otras ofrendas (p.ej. Dt 14:22). Diferentes tipos de ofrendas se presentaban en diversas combinaciones, en varias ocasiones, como durante la ordenación de sacerdotes y la santificación de objetos sagrados (Lv 8-9; Nm 7), durante los sacrificios diarios (Lv 6:8-13) y las fiestas anuales' y en momentos cruciales en la vida de una familia (cap 12).
Es difícil descubrir el significado completo de cada ofrenda, especialmente debido a que las normas en Levítico 1-7 estaban dirigidas a los sacerdotes (en cierto sentido los profesionales «religiosos») y son por lo tanto algo lacónicas, sin mucha ampliación en cuanto a significado. Levítico 17:11, indica con suficiente claridad, sin embargo, que la valiosa sangre del animal sacrificado era la provisión de Dios para expiación por parte del ofensor, cuyas ofrendas eran muy probablemente acompañadas por cánticos de salmos, confesión de pecados o peticiones especiales. Desde este punto de vista, es claro que las leyes que regían la presentación de las ofrendas de Israel no eran cargas difíciles, sino los medios bienvenidos por los cuales el pueblo de Dios podía oficialmente reconocer sus pecados, experimentar el perdón de Dios y permanecer seguro dentro de su pacto. Al mismo tiempo, porciones de cada ofrenda (a excepción de la ofrenda quemada por completo) proveían alimento para los sacerdotes y sus familias.
A pesar de que Levítico 1-7, es inigualable entre los textos antiguos del Cercano Oriente en cuanto a su alto nivel de detalle, el sacrificio de animales (así como ofrendas y libaciones, esto es, ofrendas «vertidas» de otros alimentos y bebidas) no era extraño para Israel, en forma alguna. Una amplia variedad de términos técnicos con respecto a los sacrificios (varios de ellos son casi idénticos a los de Israel) se encuentra en textos de la Edad del Bronce tardío» y la temprana Edad del Hierro en las áreas cananeas. incluyendo Ugarit, Fenicia, Siria, Amón y Moab. Estos términos de muestran que los vecinos de Israel también tenían sistemas de sacrificio detallados.' En Ugarit y Fenicia, por ejemplo, los holocaustos, las ofrendas de fruta y cereal, y las libaciones estaban especificadas, pero se prohibía que ciertos animales (en particular los cerdos) se sacrificaran a Baal. En Ugarit se practicaba tanto el holocausto (que alimentaba a una deidad) como la ofrenda de paz (que nutría al pueblo). Los grandes centros religiosos de Egipto y Mesopotamia también estipulaban prácticas de sacrificio sumamente ordenadas y meticulosas.
Sin embargo, a pesar de cualquier característica común, el sistema de sacrificio de Israel era único por virtud de su contexto de pacto. Sus complicadas leyes de sacrificio tenían sentido dentro de los límites de la historia de la redención del pueblo de Dios de la esclavitud egipcia. El sistema de sacrificio no era mágico. Su eficacia no dependía de la ofrenda de un animal en particular (aunque seguir las reglas prescritas era esencial porque enseñaba a los israelitas que ellos debían acercarse a Dios solo bajo sus términos) sino más bien de Dios mismo, que había ordenado estos sacrificios. Es muy importante que, sin una actitud de arrepentimiento, el cumplimiento superficial de los rituales de sacrificio no tenía sentido y fue denunciado repetidamente por los profetas de Dios (p.ej. 1S 15:22; Am 5:21-24; Mi 6:6-8; cf. Sal 51:14-19).
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
Levíticos 10. “La pureza ritual en Israel y el antiguo Cercano Oriente
Antes de entrar a la presencia del Señor, a los sacerdotes se les exigía alcanzar un nivel de pureza ritual: ellos necesitaban estar «limpios». De hecho, si lo «santo» se pusiera en contacto con lo «impuro», los resultados serían devastadores (Lv 10:8-11; 15:31). La impureza en un lugar santo (especialmente en el tabernáculo, pero por extensión en cualquier sitio en la Tierra Santa) profanaba ese lugar y, si la situación iba a quedar sin resolver, constituiría una justificación para que Dios retirara su Presencia (cf. Ez 8-11).
Las leyes de pureza de Israel (Lv 11-15) cuyos detalles son incomparables con cualquier otra literatura del antiguo Cercano Oriente, recordaban a los israelitas la enorme división entre ellos mismos y su santo Dios (cf. 10:3) y el deseo ardiente de Dios de que ellos sean como él en cuanto a pureza (11:44-45; 19:1-2; cf. las palabras de Jesús en Mt 5:48). Estas leyes también enseñaban a los israelitas que su impureza no era el resultado de fuerzas demoníacas, como se creía ampliamente en el mundo en general alrededor de ellos, sino de la desobediencia a la ley de Dios. Aún más esencial, la impureza ritual (la condición que priva a un individuo de la presencia de Dios en el santuario) era una condición que ocurría a todas las personas ocasionalmente, como una virtud de su naturaleza humana (cf. Lv 12; 15).
La mayor amenaza, entonces, no era la impureza, sino la impureza prolongada e indiferente. Dios ordenó rituales normales de purificación a través de los cuales se eliminaba la impureza, se levantaba la amenaza del juicio y se permitía de nuevo la entrada a la presencia del Señor. Algo esencial a este proceso era la aceptación de un sacrificio de sangre por parte del Señor, especialmente el ofrecido una vez al año por el sumo sacerdote en el día de la Expiación (cap 16; cf. 17:11).' Las regulaciones no expiatorias, como lavarse con agua, son también detalladas en los capítulos 11-15. Aun así, la verdadera santidad no era, y aún no lo es, alcanzable sin justicia, amor al prójimo y un corazón completamente comprometido al Señor y a su pacto (19:2; cf. Am 5:21-23).
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
El fundamento detrás de la designación de ciertas criaturas como «puras» y 8.12 otras como «impuras» para propósitos alimentarios (Lv 11; cf. Dt 14:3-21) ha confundido a los lectores de la Biblia a lo largo de los siglos. Algunas explicaciones posibles incluyen:
razones higiénicas (p.ej. el hecho de que el cerdo, especialmente si no está completamente cocinado, podría ser insalubre y resultar en una enfermedad);
explicaciones alegóricas (la idea de que el carácter de algunos animales determinaba si eran o no puros: p.ej. se pensaba que los cerdos ejemplificaban la pereza, la glotonería, la conducta grosera y además eran considerados impuros);
pruebas arbitrarias (la idea de que Dios designaba al azar algunos animales como impuros para probar la obediencia de su pueblo);
asociación pagana (la indicación de que los animales etiquetados como «impuros» eran aquellos usados en los rituales no israelitas: p.ej. algunos ritos paganos implicaban el sacrificio de cerdos);
conformidad con un ideal (la suposición de que solo esos animales, de acuerdo con lo que se consideraba «normal» para sus especies, eran «puros»: p.ej. criaturas marinas sin aletas y/o escamas eran anormales y por lo tanto impuros); y
analogía celestial (la idea de que animales «puros» constituían la propia «dieta» de Dios).
Algunas de estas explicaciones son claramente inverosímiles; de hecho, la indicación de que ciertos alimentos constituyen la dieta de Dios carece de cualquier mérito. Es importante resaltar, sin embargo, que todos ellos son hipotéticos, sin respaldo alguno por alguna enseñanza específica de la Biblia. Además, ninguno toma totalmente en cuenta las distinciones detalladas en Levítico 11. A pesar de ese argumento hipotético, si es que lo hay, los historiadores pueden proponer claramente para la alimentación de los antiguos israelitas, la diferencia entre alimentos puros e impuros, asegurándoles una dieta saludable y permitirles mantener su identidad como pueblo del pacto de Dios (Dn 1). La devoción a estas leyes relacionadas con la alimentación consagraban a los israelitas, separándolos como santos, así como Yahveh, su Dios, es santo (Lv 11:44-47).
A pesar de que fuera del antiguo Israel no se conocía ningún sistema tan amplio en cuanto a diferencias entre los alimentos permitidos y prohibidos, se han documentado restricciones alimentarias de uno u otro tipo en el antiguo Cercano Oriente desde Egipto hasta Babilonia. Inscripciones en los templos egipcios incluyen listas de alimentos (sobre todo productos animales), que algunos grupos de personas no comían. La vaca, por ejemplo, estaba prohibida en Dendera, donde la diosa Hathor se decía que se manifestó en forma bovina. En Mesopotamia, era prohibido comer ciertos animales en ocasiones especiales, como en rituales en los que se sacrificaban cerdos (por lo demás, el cerdo era ampliamente consumido). Numerosos cultos antiguos también tenían tabúes específicos en cuanto a el consumo de alimentos (cf. Col 2:20-21).
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
La Biblia describe varias categorías de problemas relacionados con la piel:
úlceras o llagas continuas (Lv 21:20; 22:22)
comezón (Dt 28:27), incluyendo a aquella causada por infestación de hongos (p.ej. tiña), eczema y enfermedades causadas por parásitos (p.ej. sarna);
forúnculos o inflamación y sarpullidos (Éx 9:9-10; Lv 13:2; Job 2:7; Is 38:21);
verrugas (Lv 22:22); y
una enfermedad tradicionalmente interpretada como «lepra» (Nm 12:10; 2Cr 26:19).
Aunque algunos investigadores identifican esta última condición con la lepra moderna (enfermedad de Hansen), este diagnóstico es casi con seguridad equivocado por muchas razones:
A veces se dice que el vello en las zonas afectadas se torna blanco (Lv 13:13,25), un efecto pocas veces:, visto en la enfermedad de Hansen.
La enfermedad de Hansen causa entumecimiento según avanza, pero la Biblia nunca menciona esta característica.
La «lepra» bíblica podía curarse sin tratamiento (14:3), todo lo contrario a la enfermedad de Hansen (con excepción de una cura milagrosa). Es muy probable entonces, que la «lepra» bíblica se refiere a una serie de condiciones infecciosas bajo la categoría de enfermedades de piel «escamosa» (cf. 14:54-57).
El sufrimiento que conlleva una enfermedad cutánea significaba que una persona era ceremonialmente impura,' pero la enfermedad no era necesariamente una señal de castigo directo de parte de Dios o la impureza una manifestación de un defecto moral o de carácter. En algunas circunstancias, sin embargo, Dios eligió ocasionar tales enfermedades como consecuencia de pecados específicos (p.ej. el faraón en Éx 9:8-12; Miriam en Nm 12:10; Uzías en 2R 15:5).
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS LEVÍTICO
Una vez al año, el día décimo del séptimo mes, el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo a hacer expiación por él mismo, por los demás sacerdotes, el tabernáculo y altar, y por la población entera de Israel (lv 16). Los ritos de purificación ejecutados durante este día muy especial presuponían que los medios ordinarios de expiación (caps 1-7; 11-15) eran insuficientes para purificar por completo al pueblo y ofrecer entera satisfacción de todos sus pecados. Esto se debía al inevitable fracaso de los israelitas en seguir correctamente todas las provisiones que Dios había hecho para ellos, pero también a la innumerable acumulación de pecados involuntarios que habían pasado desapercibidos y por ello no habían sido expiados. Debido a que la ira de Dios no había sido apaciguada por estas impurezas y transgresiones, ellos habían contaminado el Lugar Santísimo (16:16).
Dos temas clave en cuanto al día de la expiación eran el orden y significado del ritual y el significado o identidad del macho cabrío expiatorio.
Luego de la limpieza en este importante día del año religioso israelita, el sumo sacerdote se vestía con ropa interior y túnica blanca. Él no debía usar su insignia de ceremonia tradicional para esta ocasión, con la ausencia de este «símbolo de estatus» comunicaba que nadie podía acercarse a Dios con alguna pretensión de poseer autoridad o prestigio especial.
El sumo sacerdote iniciaba el cumplimiento del ritual ofreciendo un novillo por sus propios pecados y los de su casa, luego de lo cual tomaba un incensario con carbones encendidos e incienso y lo llevaba al Lugar Santísimo y rociado con sangre del novillo lo colocaba sobre el arca del pacto. Esta auto inclusión voluntaria demostró que nadie, incluyendo al sumo sacerdote, podía presentarse libre de culpa ante Dios.
El sumo sacerdote procedía a echar suertes sobre dos machos cabríos; uno sería sacrifica-do, mientras que el otro debía ser soltado en el desierto. El macho cabrío sacrificado represen-taba propiciación, a través del cual la ira de Dios contra su pueblo era puesta a un lado. Por otro lado, el macho cabrío soltado en el desierto, representaba expiación a través del cual la culpa de los pecadores era eliminada.
El sacerdote sacrificaba un macho cabrío por los pecados de su pueblo, rociaba parte de su sangre sobre el arca, luego de lo cual salía de la tienda y limpiaba el altar con la sangre del novillo y el macho cabrío.
Al colocar las manos sobre la cabeza del macho cabrío que sería soltado en el desierto, el sumo sacerdote confesaba los pecados del pueblo sobre él. A la persona encargada de llevar al animal al desierto y dejarlo en libertad se le exigía que luego lavará sus ropas y se diera un baño antes de regresar al campamento. El sumo sacerdote dejaba sus ropas blancas en la Tienda de reunión, se bañaba de nuevo y se vestía con su vestuario sacerdotal regular. Estas actividades demostraban que la santidad del santuario debía permanecer allí; nada podía ser llevado fuera por el sacerdote para el campamento. El novillo y el macho cabrío sacrificado debían ser quemados completamente. Algunos sostienen que los israelitas veían al macho cabrío soltado en el desierto como la encarnación física de un «demonio caprino» del desierto.' Esta interpretación, sin embargo, contradice la enseñanza de Levítico 17:7, que prohíbe a los israelitas hacer ofrendas a deidades caprinas. Es muy probable, que la palabra hebrea traducida como «macho cabrío soltado en el desierto» simplemente se refiera a un macho cabrío que debía ser liberado. Esta es la interpretación sugerida tanto en la Septuaginta (traducción temprana del Antiguo Testamento al griego) y la Vulgata (versión temprana de la Biblia al latín).
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
Dios ordenó que ningún israelita debía sacrificar una res, un cordero o una cabra ya fuera dentro de los límites del campamento o fuera de él, en el campo exterior (Lv 17:1-9). En lugar de eso, los animales debían ser traídos a la puerta de la Tienda de reunión. Esta práctica efectivamente eliminaba la ambigûedad sobre la naturaleza de cualquier sacrificio. Como una aclaración, ningún israelita debía ofrecer un sacrificio ilícito a una deidad pagana fuera de la vista de los sacerdotes del Señor y, cuando fuera descubierto, alegar estar ofreciendola al Dios de Israel. Esta ley era importante porque los israelitas habían previamente ofrecido sacrificios a cabras domo objetos de adoración.
Ya sea que la referencia en el versículo 7 es vivir la adoración a cabras como manifestaciones de “espíritus caprinos” o ídolos hechos por el hombre con forma de cabra, no tenemos forma de saberlo con seguridad (los traductores de esta versión eligieron utilizar el término hebreo aquí como “ídolos con forma de machos cabríos”). Es posible también que se pensaba que las cabras en cuestión fueran algún tipo de “demonios” o “sátiros” (i.e. criaturas que eran mitad cabra, mitad hombre). No tenemos fundamento seguro para sugerir que esto es lo que el escritor bíblico tenía en mente, pero a la luz de analogías de antiguas religiones paganas, la asociación no es imposible. Es verdad que la palabra hebrea algunas veces traducida como “ídolos caprinos” o “demonios caprinos” se refiere más frecuentemente a simples cabras monteses (Is 34:14).
Somos conscientes de que las imágenes de cabra eran adoradas muchos años después, durante el reinado de Jeroboán I (2Cr 11:15), que introdujo un sistema religioso rival al reino del norte (1R 12:28-31), con todo y sacerdotes, lugares altos e imágenes de becerros y cabras. A pesar de que los israelitas algunas veces sacrificaban cabras (Lv 16), ellos no debían hacer sacrificios a cabras.
TEXTOS Y ARTEFACTOS ANTIGUOS
Excavaciones alemanas en el antiguo Asur, en la moderna Iraq, entre 1903 y 1914 proveyeron una cantidad importante de tablillas cuneiformes con regulaciones ahora conocidas como las leyes de Asiria Media. Aunque esto no puede ser establecido con exactitud, la perspectiva ampliamente aceptada es que estas datan del reinado de Tiglat Piléser l de Asiria (1114-1076 a.C.). Es notable, sin embargo, que estas tablillas son copias de leyes aún más antiguas originadas durante los siglos XIV y XV a.C.
Cada tablilla contiene una colección de una ley particular con respecto a temas específicos de la vida, tales como: el robo, la herencia, leyes matrimoniales y familiares, la brujería, la fornicación, la acusación falsa, la irrigación, los derechos de propiedad, el aborto, la blasfemia, etc. Estos decretos, como aquellos registrados en Levítico y Deuteronomio, son «leyes casuísticas»; es decir, seguían un patrón de «si...entonces». Por ejemplo: «si la esposa de un hombre se va de su propia casa, y va donde vive otro hombre, y este fornicara con ella sabiendo que es la esposa de otro hombre, tanto el hombre como la esposa deberán ser asesinados». Esta ley específica tiene paralelismo directo con la Biblia en Levítico 18:20 a Deuteronomio 22:22. En otros casos, sin embargo, las leyes de Asiria Media prescribía castigos más severos que los mandatos bíblicos; el robo, por ejemplo, era castigado con la muerte o con la mutilación de las orejas y nariz.
Muchas leyes de Asiria Media demuestran que los hombres tenían mayores derechos que las mujeres en aquella sociedad antigua. Por ejemplo, si un hombre casado violaba una mujer soltera, su propia esposa era entregada para ser violada y el violador era obligado a casarse con esa mujer. Medios aceptables por los que un hombre podía castigar a su esposa incluían palizas, arrancar su cabello y mutilar sus orejas. Dondequiera que los decretos de Levítico y Deuteronomio difieran de las leyes de Asiria Media, los mandatos bíblicos demuestran mayor igualdad entre sexos y un nivel superior de respeto por la vida humana y la pureza moral
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
En las antiguas religiones paganas, se pensaba que los tatuajes protegían al individuo marcado de esta manera de la magia dañina. Algunos tatuajes indicaban también que una persona pertenecía a cierto dios oculto (algo análogo al hecho de que los esclavos casi siempre eran marcados o tatuados).
Las primeras evidencias de tatuaje en el antiguo Cercano Oriente vienen de estatuillas relacionadas a la fertilidad del periodo Neolítico, descubiertas en Jordania. En el Reino Medio egipcio, tatuajes asociados con Hathor (una diosa de la fertilidad) fueron descubiertos en la momia de una sacerdotisa, así como en estatuillas. Estas estatuillas, referidas como «Novias de la Muerte» enlazaban la sexualidad con el renacimiento como medio para asegurar la resurrección de la muerte. Las personas en el Reino Nuevo egipcio ostentaban tatuajes representan:'», Bes, un dios del parto y de la familia, En Mesopotamia, las sienes de los esclavos eran con frecuencia marcadas o tatuadas con el símbolo de los respectivos templos a los que pertenecían.
Al igual que el tatuaje, la auto laceración en el antiguo Cercano Oriente estaba asociada con la muerte. Las mujeres mesopotámicas se acuchilla-ban a sí mismas como muestra de dolor, y en el culto a la fertilidad de Baal la autolaceración era también asociada con el luto por una deidad «fallecida».
Parece que la prohibición bíblica contra los tatuajes y auto laceraciones por motivo de muerte (Lv 19:28) estaba probablemente dirigida contra prácticas idólatras específicas, especialmente a los ritos religiosos eróticos asociados con la muerte. El Antiguo Testamento trata al tatuaje y a la desfiguración del cuerpo como algo intrínsecamente pagano y depravado (cf. Dt 14:1; 1R 18:28).
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
Numerosos descubrimientos arqueológicos y antiguos textos (incluyendo varios del AT) registran varios ejemplos de sacrificio humano que tomaron lugar a lo largo del antiguo Cercano Oriente. Por ejemplo:
Un relieve en una torre al sur de España, data de aproximadamente de 500 a.C., escalofriantemente representa a un niño, acostado en un cuenco, a punto de ser sacrificado como parte del festejo del banquete a un monstruo de dos cabezas.
Los excavadores han descubierto un enorme y sagrado cementerio, que data de 400-200 a.C., en la ciudad fenicia de Cartago en África del Norte. Ellos estiman que los cartagineses enterraron más de 20.000 urnas aquí, cada una conteniendo los restos de uno o dos niños, muchos de ellos con edades de cuatro años o menos. Las inscripciones en las urnas indican que todos estos infantes y párvulos fueron sacrificados a una deidad fenicia.
En momentos de emergencia nacional, los niños eran sacrificados en un intento por apaciguar a varias deidades (p.ej. mediante el rey de Moab como se registró en 2R 3:26-27).
Las tumbas reales excavadas en Ur (Mesopotamia) y Egipto contenían los restos de los auxiliares asesinados ritualmente con la intención de que acompañaran al difunto a la vida después de la muerte.
Los niños en Mesopotamia eran utilizados como sacrificios de fundación, una práctica a través de la cual una víctima de sacrificio era sepultada en las bases de un edificio o compuerta con el propósito de suministrar protección para el lugar.
Muchos autores que escribieron durante el periodo de mil años desde el siglo V a.C. hasta el siglo V d.C. dan testimonio de que el sacrificio de niños era una costumbre fenicia. Tertuliano, un padre de la iglesia de los primeros siglos, que vivió en África del Norte alrededor de 160-225 d.C., censuró la práctica continua del sacrificio de niños.
Algunos israelitas también son conocidos por haber hecho sacrificios humanos. Acaz (2R 16:3; 2Cr 28:3) y el pueblo de Israel y Judá (2 R 17:17) sacrificaban sus niños, una práctica condenada por Dios como detestable» (Dt 12:31; Jer 32:35).
Los israelitas fueron conocidos por sacrificar a sus hijos e hijas «en el fuego» en honor a Moloc en el valle de Ben Hinón (2R 23:10; Jer 32:35). «En el fuego», traducida en la New American Bible con la frase ambigua «pasados a través de fuego», es aclarada en Jeremías 7:31, que registra que el pueblo «quemaba a sus hijos y a sus hijas en el fuego» en el valle de Ben Hinón.
Una controversia importante rodea las ofrendas a «Moloc». Algunos eruditos argumentan que Moloc no era del todo una deidad, sino un tipo de sacrificio en el que niños eran reservados como ejercer la prostitución en el templo. Sin embargo, evidencia bíblica indica claramente que Moloc era una deidad amonita< (1 R 11:7).
Abraham estaba dispuesto al mandato divino de sacrificar a Isaac (Gn 22), pero Dios en el último momento proveyó una ofrenda sustituta, así resaltó tanto su propia habilidad para proveer y la fidelidad de Abraham, como también expresó de manera implícita su desaprobación del sacrificio humano.
Dios condenó esta práctica no solo por ser horrible (inconcebible desde la perspectiva de nuestro siglo XXI) sino también porque esto profanaba su santo nombre (Lv 18:21; 20:2-5). Debido a este y a otros pecados, Dios había expulsado a la mayoría de los primeros habitantes de la tierra prometida; a los israelitas se les exigió cumplir con estos mandamientos, para que la tierra no los «vomitara» también (20:22-23).
NOTAS CULTURALES E HISTÓRICAS
Dios convocó a los israelitas a adorar y a celebrar varias fiestas que él habla señalado (Lv 23:2-6). Durante estas solemnes asambleas los sacerdotes presentaban sacrificios y otras ofrendas, mientras el resto del pueblo descansaba de su labor diaria, algunas veces ayunando y otras con un gran banquete, y celebraban las bendiciones actuales de Dios y el gran momento de redención en las vidas de su pueblo. Siguiendo un principio sabático pre exílico, Israel cumplía siete fiestas anuales (cap 23; cf. Nm 28-29; Dt 16:1-17).
La Pascua se celebraba en el décimo día del primer mes del calendario hebreo (en el nuestro, desde finales de marzo hasta principios de abril). De acuerdo con Éxodo 12:26-27, cuando generaciones posteriores preguntaron acerca del significado de la Pascua, les fue dicho que con ella se conmemoraba la forma en que Dios había librado a los israelitas la noche que él mató los hijos recién nacidos de los egipcios (Ex 12:29-30). La última cena de Jesús fue una comida de Pascua.' Jesucristo es descrito en el Nuevo Testamento, en consecuencia, como «nuestro Cordero pascual» (1Co 5:7) y como «Cordero, que ha sido sacrificado» (Ap 5:12).
La fiesta de los panes sin levadura seguía inmediatamente después de la Pascua (Ex 12:15-20) y se prolongaba por una semana. En el contexto de Éxodo, comer pan sin levadura significaba una apurada preparación y buena disposición a partir. La levadura, que era cuidadosamente evitada durante esta fiesta, llegó a ser un símbolo de la influencia dominante del mal (cf. Mr 8:15; 1Co 5:7- 8).
La fiesta de las primicias tomaba lugar al principio de la cosecha y significaba la gratitud de Israel y su dependencia en Dios (lv 23:9-14). Ocurría junto con la fiesta de los panes sin levadura y se enfocaba en la cosecha de la cebada; sin embargo, había también una ofrenda de las primicias asociada con la fiesta de las Semanas o Pentecostés.
La fiesta de las Semanas o Pentecostés (Lv 23:15-21), se celebraba siete semanas luego de la Pascua, era un día de reunión sagrada en el que no se permitía trabajar. Su principal enfoque era una expresión de gratitud a Dios por la cosecha de trigo. Los versículos 17-20 y Números 28:27-30 describen listas detalladas de lo que los sacerdotes debían ofrecer a Dios de parte de su nación.
La fiesta de las trompetas, se celebraba el primer día del séptimo mes hebreo (Lv 23:23- 25; Mm 29:1-61, marcaba el final del año agrícola. El séptimo mes era importante porque también incluía dos días festivos esenciales: el día de la Expiación' y la fiesta de las Enramadas. El toque de las trompetas anunciaba el inicio de este mes especial.
Los israelitas asociaban el sonido de las trompetas con la teofanía (manifestación visible de Dios) en el monte Sinaí (Éx 19:16-191. Los sacerdotes también sonaron las trompetas antes de la destrucción de Jericó (Jos 6:16) y normalmente las trompetas se utilizaban en Israel como una señal militar (2S 2:28). De esta manera, el toque de trompetas al comienzo del séptimo mes añadía solemnidad a esta época sagrada.
El día de la Expiación (véase lv 16)2 se concentraba de manera exclusiva en la expiación por los pecados del pueblo. Esta ceremonia se llevaba a cabo el décimo día del séptimo mes. El sumo sacerdote hacía primero expiación para sí mismo y su familia, y finalmente por todo el pueblo. Al acercarse el fin del año agrícola, esta fiesta simbolizaba un reconocimiento final ante Dios.
Fiesta de las Enramadas (también conocida como fiesta de los Tabernáculos o Sukkot) se celebraba cinco días después del día de la Expiación (Nm 29:12-40). El pueblo «acampaba» en pequeñas cabañas durante este tiempo para recordar su residencia temporal antes de tomar la tierra de Canaán (Lv 23:43). Esta alegre semana era un momento de celebración final y acción de gracias por la cosecha anual (Dt 16:14-15). Como el séptima y última fiesta de año, la fiesta de las Enramadas también representaba el principio sabático.
NOTAS CULTURALES
El día sábado, un día de descanso del trabajo, ocurría cada séptimo día en el antiguo Israel. El día sábado estaba intrincadamente conectado con el pacto de Dios con su pueblo. De acuerdo con Deuteronomio 5:12-15, el propósito del sábado era recordar al pueblo de Dios que ellos habían sido esclavos en Egipto y que él los había liberado y traído a la tierra prometida, su «lugar de reposo» (véase Dt 12:9; Sal 95:11).
Según Éxodo 20:11, el sábado tuvo su origen en la creación, cuando el Señor bendijo el sábado y «lo santificó» (Gn 2:2-3). Al final de la creación, el descanso de Dios y su consagración del séptimo día (sábado) como el día de descanso para los seres humanos, se convirtió en la señal del pacto de Dios con Israel. Fracasar en guardar el sábado era equivalente a rechazar el pacto y así obtener como resultado tanto la excomunión como el castigo divino (cf. Éx 31:14; Neh 13:17-18; Ez 20:13).
Según Levítico 25, el principio en cuanto al día sábado se extendió hasta la legislación de un «año sabático» cada siete años y un «año del jubileo» cada cincuenta años (esto es, después de siete veces siete años sabáticos). El versículo 4, especifica que cada séptimo año los israelitas debían dar a la tierra un «año sabático de descanso» y permitir a cualquiera, incluso a los esclavos y residentes temporales, recoger el producto que había crecido ese año. Entonces, cada cincuenta años, luego de «siete años sabáticos», aquellos que hubieran adquirido tierras ancestrales de otras personas estaban obligados a devolverlas a sus dueños originales (vv. 8-10). Los esclavos israelitas debían también ser puestos en libertad y permitirles regresar con sus familias (vv. 39-41).' Habiendo practicado esto (parece que las leyes en relación a los años sabáticos y de jubileo fueron ampliamente ignoradas antes del exilio), este sistema sabático hubiese podido restaurar la igualdad social al revisar la enorme acumulación de riquezas por unos pocos, al proveer a los israelitas menos afortunados una salida de su servidumbre permanente y ofrecerles una segunda oportunidad a los deudores al menos una vez en su vida.
Es importante que el jubileo era proclamado en el día de la Expiación (v. 9), cuando todo el pueblo (libres y esclavos, propietarios y arrendatarios, así como la tierra misma) eran purificados del pecado e impurezas (16:29-30). El día de la Expiación recordaba a los israelitas su propio perdón y liberación de la maldición del pecado, y el liberar a los esclavos debía ser su respuesta a la gracia de Dios.' El día sábado, el año sabático y el jubileo, cada uno reafirma a los israelitas que su Creador y Redentor es el dueño del título de propiedad de sus tierras, asl como de sus vidas (25:23,55).