Lectura

Ezequiel

Lectura de Ezequiel

Tiempo de Lectura= 2:25 / Contiene: 48 capítulos, 1.273 versículos y 39.407 palabras.

Datos de Orientación de Ezequiel 

Panorama del libro de Ezequiel 

    Ezequiel contiene una variedad de visiones proféticas y oráculos, que Ezequiel presentó a los exiliados en Babilonia durante un período  de veintidós años (593-571 a.C.), los años más turbulentos en la historia de Jerusalén. Con excepción del oráculo y lamento de Egipto (29:17-30:26), los oráculos aparecen en orden cronológico. 

    El libro está formado por tres partes bien definidas. Los capítulos 1-24 contienen oráculos del período de cinco años que precedieron al sitio de Jerusalén (año 558). Estos son principalmente anuncios para los habitantes de Judá de un juicio seguro por parte de Dios en contra de la ciudad y su templo. En seguida, una serie de oráculos contra las naciones que la rodean (caps 25-32), con la notable excepción de Babilonia. Los oráculos finales (caps 33-48), que cubren un período de dieciséis años después de la caída de Jerusalén, se enfocan en la esperanza del futuro. 

    La estructura del libro refleja la teología de Ezequiel: la ira santa de Jehová contra las idolatrías de su pueblo serían la causa de que Jerusalén fuera destruida, incluyendo su templo (el lugar de su presencia), a pesar de su escepticismo y protesta de los contrario (caps 1-24). Jehová es también el Dios soberano sobre todas las naciones, puesto que ellas también experimentarán el juicio por causa de su idolatrías y pecados (caps. 25-32); pero Jehová también es un Dios de gran misericordia y compasión, quien se propone restaurar a su pueblo y estar presente con ellos una vez más.} (33-48).

Recomendaciones Específicas para la Lectura del Libro de Ezequiel  

    Para lograr una buena comprensión del libro de Ezequiel, se necesita apreciar la historia de sus tiempos, algo de la cual puede ser encontrada en 2 Reyes 22-25. Ezequiel nació en el hogar de una familia sacerdotal en Jerusalén un poco antes de las reformas de Josías (622 a.C.) y probablemente se estaba preparando para iniciar labores sacerdotales a la edad de 30 años (año 593). Sin embargo, en el año 598 sobrevino el desastre por medio de Nabucodonosor de Babilonia. Durante el período de la vida de Ezequiel, los reyes de Judá habían tomado decisiones políticas muy malas en la lucha por la supremacía en el área entre Egipto Y babilonia. Así que Nabucodonosor finalmente puso sitio a Jerusalén; el rey Joaquín se rindió y junto con la mayoría de personas prominentes de Jerusalén, incluyendo a Ezequiel y su familia, fueron llevados al exilio (Jer 29:2) y colocados en una colina  de refugio al sur de Babilonia, cerca del río Kebar. Aparentemente, muchos creían que  este exilio era algo temporal en el panorama de su gloriosa historia como pueblo de Dios (Jer 28). Pero Jeremías ya había informado por escrito a los cautivos (Jer 29:1-23) que iban a estar allí por un tiempo considerable. Cinco años más tarde Jehová llamó a Ezequiel a que anunciara el juicio de Dios contra Jerusalén, dirigiendo sus palabras a la "casa de Israel" y principalmente a los cautivos en Babilonia (Eze 3:1, 11).

    En el centro de las cosas se encontraba la teología con la que tanto Ezequiel como el pueblo estaban comprometidos, aunque tenían puntos de vista radicalmente diferentes en cuanto a su significado: el pueblo de Israel, como pueblo de Jehová, creado y redimido por él finalmente definido por su lugar (la tierra, y especialmente Jerusalén) y por la presencia de Jehová (simbolizada por el templo de Jerusalén). Para la mayoría de la gente la interpretación de esta teología era que Jerusalén era inviolable, un punto de vista reforzado por la salvación milagrosa de Jerusalén tras la caída de Samaria, unos 125 años antes (2 Reyes 17-19). Esta teología había sido continuamente promovida a la gente por los profetas de la corte (Ananías, Jer. 28), aunque con la oposición de Sofonías y Jeremías. 

    Ezequiel también entendía que Israel se definía por lugar y presencia (después de todo él llegaría a ser un sacerdote en Jerusalén). Pero también reconocía que Judá había fracasado en guardar su pacto con Jehová (ver la impresionante alegoría en los caps 16 y 23), por lo tanto, perdería la tierra y la presencia de Dios. Por medio de una variedad de visiones, actos proféticos y oráculos, anunció una y otra vez que Jerusalén pronto sería destruida y que Jehová se apartaría de su templo(cap.10). Esto era tan increíble para los cautivos en Babilonia como insoportable para Ezequiel. Pero él también vio claramente que todo lo mejor del pasado sería renovado en el futuro: el rey, la tierra, el pueblo, el pacto y la presencia, que finalmente fue cumplida en Cristo y en el pueblo del nuevo pacto.

    Ahora, sobre los oráculos mismo, se puede observar que, en contraste con los profetas que lo precedieron, Ezequiel habló mayormente en prosa y no en forma poética. De hecho, leer Ezequiel es como entrar en un libro de cuadros, ya que una palabra profética tras otra se presentan en forma de un acto simbólico de parte de él, o como una visión o cuadro alegórico, algunos de los cuales también son interpretados. Estos últimos cubren un amplio campo, desde las figuras alegóricas en los capítulos 1 (10:1-22) y 37, a las visiones simbólicas interpretadas en los capítulos 15 y 17, hasta la parábola en el capítulo 16, la cual es tan explícita que no necesita una interpretación por separado.    

    El lector debe estar atento a otras características que también son singulares de Ezequiel, incluyendo su interés en el templo y en los asuntos sacerdotales. Por ejemplo, obsérvese la frecuencia con la que los oráculos son introducidos por preguntas de Jehová, y cuán frecuentemente concluye con las palabras: "Sabréis que soy Jehová" (58 veces) o con "Yo, Jehová, he hablado" (18 veces). Su tendencia a ser repetitivo algunas veces puede que resulte pesado para el lector moderno, La manera repetida de referirse a él "hijo de hombre" es un hebraísmo, enfatizando su humanidad en la presencia del  Dios eterno. 

    Finalmente, podemos encontrar muchas de las palabras e ideas de Ezequiel cuando llegamos al Nuevo Testamento, especialmente en las cartas de Pablo y en el Apocalipsis de Juan. Muchas de las figuras alegóricas de Juan son producto de las de Ezequiel, unidas a algunas de Daniel e Isaías que forman un cuadro completo de imágenes que tienen el propósito de expresar nuevamente la inefable grandeza de Dios y sus acciones.

Un Recorrido por el Libro de Ezequiel 

 1:1-3:27

Llamamiento y misión de Ezequiel

    Los versículos 1 y 2 ubican a Ezequiel entre los cautivos y determinan la fecha de su llamamiento en su trigésimo año y el quinto en el exilio (julio 593 a.C.). Su llamamiento comienza con una escena sumamente dramática (cap.1), al parecérsele Jehová sentado en un trono/carroza sostenido por cuatro querubines (10:20), a lo que Ezequiel responde apropiadamente postrándose en tierra sobre su rostro (Dan 10:9; Apoc 1:17). Luego es comisionado y equipado (por el Espíritu) para una tarea sumamente difícil (Eze 2:1-3:27). Note especialmente que la comisión de "centinela" (3:16-21) también sigue vigente al principio de la serie final de visiones/oráculos (33:1-20). 


 4:1-7:27

 El sitio y la ruina inminentes de Jerusalén

    Al leer esta sección, nótese que sigue siendo parte de la misma secuencia fechada en 1:2. Así que, con cinco años de anticipación, Ezequiel está llevando a cabo tres actos simbólicos (4:1-3, 4-17; 5:1-4) por medio de los que Jehová anuncia el juicio inminente y la destrucción de Jerusalén (5:5-17). Estos actos son seguidos por dos oráculos explícitos anunciando la devastación de Jerusalén e igualmente de los montes y colinas (caps 6-7). El primero está dirigido a "los montes de Israel" , una designación para la tierra (36:1-15), y ambos concluyen con la frase: "Y sabrán que yo soy Jehová". La razón particular de esta devastación es la idolatría, así que los cuerpos muertos de los israelitas serán sacrificados a sus ídolos (6:5).  


 8:1-12:20

 La idolatría de Israel y la salida de Jehová de Jerusalén

    Más de un año después (septiembre de 592), Ezequiel es llevado por el Espíritu para que "vea" la idolatría de Jerusalén en el templo mismo (cap.8). Este es uno de los momentos más conmovedores en la Biblia. ¿No es absolutamente repugnante el cuadro de las mujeres llorando al dios Tamuz y !los hombres dando la espalda a Jehová!, adorando al sol en el mismo lugar de la presencia de Dios eterno? Así, el pueblo es marcado simbólicamente para la destrucción (cap.9) al ser Jerusalén señalada para ser quemada (10:2-8) y al apartarse la gloria de Jehová del templo (10:9-22) y finalmente de la ciudad (11:23). El juicio es especialmente contra los gobernantes presentes de Jerusalén y su mala política (11:1-15). Pero en anticipación a los capítulos 33-48, hay esperanza para el futuro (11:16-25) en respuesta al ruego de Ezequiel de que un remanente sea preservado (11:13). El evento final profetizado en esta secuencia es la segunda deportación de cautivos, anunciada por medio de otro acto simbólico (12:1-20) 


 12:21-14:23

 Profetas falsos y malos dirigentes

    Igual que Jeremías, Ezequiel es fastidiado por falsos profetas, quienes en este caso dicen que: o las profecías de Ezequiel no se cumplirán (12:21-25) o se demorarán mucho (26-28), así  que Jehová le manda a Ezequiel que profetice contra aquellos que recubren sus endebles muros con cal y contra aquellos que hacen y usan amuletos de adivinación en nombre de Jehová (cap.13). Cuando los dirigentes vienen a verlo, se ponen de manifiesto sus corazones idólatras y sus falsos profetas (14:1-11). Ezequiel concluye con una profecía verdadera. lo ineludible del desastre que se aproxima para Jerusalén (12-23). A pesar de sus "profetas", Sion, sencillamente, no es inviolable.     


 15:1-19:14

El destino funesto de Jerusalén y sus reyes

    Estos oráculos vagamente relacionados: cuatro alegorías y una respuesta  a un proverbio, reflejan las situaciones de varias maneras, tanto de la cautividad en Babilonia como de los acontecimientos del momento en Jerusalén. Los primeros dos (caps 15-16) se enfocan nuevamente en la inminente destrucción de Jerusalén. El primero haciendo eco a la canción de Isaías acerca de la viña (Isa 5:1-7=. Note que es el primero de varios oráculos en el libro que comienzan con una pregunta de Jehová . Ezequiel 16 presenta gráficamente la historia de la infidelidad de Israel a Jehová (una prostituta que paga a los hombres para que sean suyos), tanto por medio de sus intrigas políticas como por su apetito insaciable de idolatría. La alegoría de las águilas (cap.17) y los leones (cap.19), ésta última tomando irónicamente la forma de un lamento, son dirigidas especialmente a Sedequías, el actual rey en Jerusalén (17:15-21; 19:5-9; 2 Rey 25:6, 7). Estas alegorías encierran una queja contra la injusticia de Dios (los hijos pagan por los pecados de los padres) presentada a Ezequiel por los cautivos (Eze 18). Su proverbio es rechazado del todo y reemplazado por el ofrecimiento de perdón si se arrepienten. Note especialmente el que sus pecados van mucho más allá de la idolatría (cap.22).    


 20:1-24:27

Cuenta regresiva a la catástrofe 

    Esta serie, que comienza en agosto del 591 (20:1), concluye (24:1) con el inicio del sitio de Jerusalén (enero 588). El primer oráculo (20:1-44), retomando del capítulo 16, presenta la historia de la infidelidad de Israel en términos claros, pero concluye con una nota de esperanza (anticipando los capítulos 36-37). En el breve oráculo que sigue (45-49), fíjese que "el sur" es la dirección a Judá de Babilonia. La "espada" de Dios para ejecutar su juicio será Babilonia (cap.21), nuevamente por causa de los pecados de Judá que demandan juicio (cap.22). La alegoría de las dos hermana (cap.23) también retoman el capítulo 16, hora pone los pecados de Jerusalén a la luz de la Samaria caída, mientras que el inicio del sitio es presentado de dos maneras como una olla para cocinar (24:3-8, 9-14). El sitio coincide con la repentina muerte de la esposa de Ezequiel (24:15-27), y él es enmudecido por la enormidad de su duelo, lo cual llega a ser un símbolo de cómo responderán los cautivos a la caída de Jerusalén.   

 

Oráculos de juicio contra las naciones (25-32)

    Antes de la caída misma, el punto en el que Ezequiel vuelve su rostro hacia el futuro de Jehová para con su pueblo, él recibe una serie de oráculos contra las naciones que eran aliadas políticas de Judá, indicando que les depara la misma suerte. 

 25:1-17

Contra las naciones vecinas

    El primer grupo de oráculo es en contra de los enemigos históricos de Judá que se convirtieron en aliados políticos sólo por presión de los acontecimientos, pero que se volvieron contra ella en el tiempo del sitio.


 26:1-28:26

 Contra Tiro y Sidón 

    Aunque no es un enemigo político, Tiro representa a los poderes políticos explotadores; Tiro vive en arrogancia por su posición en el sistema económico del mundo. El primer oráculo (cap.26) es contra la ciudad misma, mientras que el segundo (cap.27), se lamenta burlonamente por su inminente muerte. Aquí especialmente se percibe el papel de los fenicios como comerciantes en el mundo, un pasaje que Juan toma fuertemente en su condenación contra Babilonia (Roma) en Apocalipsis 18. El tercer oráculo (Eze 28) se enfoca en la flagrante arrogancia de su rey. Pero sólo Jehová es Rey de las naciones, así que Tiro debe caer.      


 29:1-21:32

 Contra Egipto

    Aquí encontramos a Ezequiel llegando finalmente a la causa principal de tanta aflicción para Judá, es decir, Egipto, de quien los reyes de Judá buscaron la ayuda constantemente contra Babilonia. Como en el caso de Tito, hay un oráculo de juicio (cap.29), seguido por un lamento (cap.30) y por un oráculo contra su rey (cap.31), pero en este caso también concluyendo con un lamento por su rey (cap.32). 

 

 Oráculos de esperanza y consuelo (33-48)

    Obsérvese el claro sentido de desarrollo que se encuentra en esta serie final de oráculos. Luego de colocar a Ezequiel en su papel como centinela, Jehová promete restaurar el reinado davídico, la tierra, el honor de Jehová (por medio de un nuevo pacto), su pueblo, su soberanía sobre las naciones y, finalmente, su presencia entre su pueblo en la tierra.  


 33:1-33

 El papel de Ezequiel

    La palabra de esperanza comienza con el regreso de Ezequiel e su papel de centinela (33:1-20; 3:16-21 para captar el nuevo énfasis aquí). Las noticias de la caída de Jerusalén causan que la boca de Ezequiel sea abierta (33:22; 24:25-27), y la primera palabra coincide con la de Jeremías de que la tierra será desolada por mucho tiempo (33:23-33).


 34:1-31

 La restauración del papel de Jehová como Pastor de Israel

    La primera palabra de esperanza se enfoca en el reinado, puesto que eso es lo que ha fracasado en Israel. Usando la alegoría de un pastor (evocando el reinado de David), Jehová anuncia el fracaso de los pastores en el pasado (1-10) y la reunión de sus ovejas dispersas a quienes "David" pastoreará de nuevo en una era mesiánica futura (11-31; 11:16, 17). Note especialmente el papel de este pasaje en Juan 10, donde Jesús se declara como el cumplimiento de esta profecía. 

   

 35:1-36:15

 Restauración de la tierra de Jehová

    No debe sorprendernos que el siguiente enfoque del futuro sea en la tierra. Esta sección comienza con un oráculo contra Edom (cap.35), quien se apoderó de las tierras de Judá después de la caída de Jerusalén (Abd 11-13). Este es seguido por un oráculo a "las montañas de Israel" (Eze 36:1-15; 6:1-14), que producirán abundantemente en el futuro de Dios para su pueblo 


 36:16-38

 Restauración de la honra a Jehová en Israel

    El siguiente enfoque es sobre la honra a Jehová. La falta de honra por parte de Israel al nombre de Jehová en el pasado será revertido al ser limpiado el pueblo, y les será dado un nuevo pacto y el Espíritu de Jehová para que puedan vivir conforme al mismo (que ahora está escrito en sus corazones; Jer 31:31-33). Obsérvese el desarrollo que hace Pablo sobre este tema en 2 Corintios 3:1-6. Finalmente, la evidencia de la honra a Jehová será la productividad de la antes desolada tierra a la que él los traerá.  


 37:1-28

 Restauración del pueblo de Jehová y de su pacto

    Para que todo esto suceda, debe obrarse una "resurrección" de su pueblo, vuelto a la vida por la palabra y Espíritu de Jehová (1-14), de manera que Israel sea nuevamente una sola nación en la tierra, bajo el rey davídico y en la restauración de la propia presencia de Jehová  entre ellos (15-28).


 38:1-39:29

 Restauración de la supremacía de Jehová

    La restauración de Israel será completa cuando Jehová ejerza su autoridad sobre todos sus enemigos, presentados simbólicamente aquí  por su derrota sobre Gog de Magog, de una tierra distante en el norte (38:15). El punto es que Jehová asegurará la restauración futura de Israel contra todos los enemigos futuros. Termina aquí la sección con el banquete de la victoria de Jehová (39:17-20) y dos promesas de restauración, en forma de resumen (21-29), que preparan el camino para el gran final en los capítulos 40-48.


 40:1-48:35

 Restauración de la presencia de Jehová entre su pueblo y en la tierra

    En abril del 573, catorce años después de la caída de Jerusalén, Ezequiel recibe su grupo final de visiones, enfocadas primeramente en el templo y el sacerdocio restaurados. Lo que ve es tan grandioso que incluye las extraordinarias medidas, simbolizando así su grandiosidad y gloria. Todo el detalle es una manera de enfatizar la importancia de la adoración a Jehová por la restaurada comunidad del futuro. Y aun si el lector no comparte el interés particular de Ezequiel por los detalles, no debe perder de vista el punto central, el que Ezequiel mismo enfatiza dándole un lugar central en la visión, "el retorno de la presencia de Jehová entre su pueblo! (43:1-9). Es también importante en este gran futuro para el pueblo de Dios la redistribución de la tierra transformada (45:1-12), que es lo que trata en los dos últimos capítulos (47-48). Nótese especialmente que el río que imparte vida se presenta como naciendo del templo (47:1-12), el lugar de la presencia de Dios y de la adoración del pueblo, alegoría que Juan retoma en su visión de la ciudad final de Dios en Apocalipsis 22:1-5. Así que el libro termina con un nuevo nombre para la ciudad: !Jehová está allí! (Eze 48:35).  


El libro de Ezequiel es una parte significativa en la historia de Dios, ya que habla del fracaso final del pueblo de Dios como fue constituido por los primeros pactos, pero que espera se reconstitución por medio de un nuevo pacto que incluye al verdadero Pastor y el don del Espíritu Santo.